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lunes, 17 de octubre de 2011

COR JESV SACRATÍSSIMVM... MISERERE NOBIS


COR JESV SACRATÍSSIMVM. ¡MISERERE NOBIS!

ACTO DE CONSAGRACIÓN QUE HIZO DE SÍ
SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE
AL DIVINO CORAZÓN DE JESÚS

 ***
Corazón sagrado de mi amado Jesús, yo, aunque vilísima criatura, os doy y consagro mi persona, mi vida, mis acciones, penas y padecimientos, para no servirme de ninguna parte de mi ser sino para amaros y glorificaros. Ésta es mi voluntad irrevocable, ser toda vuestra y hacerlo todo por vuestro amor, renunciando de todo mi corazón a cuanto pueda desagradaros. Os tomo, pues, ¡oh Corazón sagrado! Por el único objeto de mi amor, el protector de mi vida, el garante de mi salvación, el remedio de mi inconstancia, el reparador de todos los defectos de mi vida, y mi asilo seguro en la hora de mi muerte: sed, pues, ¡oh Corazón bondadoso!, mi justificación para con Dios Padre, y alejad de mí los rayos de su justa cólera. ¡Oh Corazón amoroso! Pongo toda mi confianza en Vos, pues aunque lo tema todo de mi debilidad, sin embargo, todo lo espero de vuestra misericordia. Consumid en mí todo lo que os desagrada o resiste, y que vuestro puro amor se imprima tan íntimamente en mi corazón, que jamás pueda olvidaros ni ser separada de Vos. Os suplico, por vuestra misma bondad, escribáis mi nombre en Vos mismo, pues quiero hacer consistir toda mi dicha en vivir y morir como vuestra esclava. Amén.

SANTA MARGARITA DE ALACOQUE. ¡RUEGA POR NOSOTROS!

AMOR Y FELICIDAD


Pablo Eugenio Charbonneau

Noviazgo
y
Felicidad




II
Tu novio




(Continuación. Ver lectura anterior aqui.)
Egoísmo masculino y autoritarismo femenino
Tal es la fisonomía del hombre llamado a compartir la vida de la mujer. Estos datos básicos dejan entrever cómo puede él fácilmente cobrar fama de egoísta ante su esposa. En efecto, por poco que ésta interprete los reflejos de su marido a través de su propia manera de hablar, de actuar, de sentir, de razonar, de imaginar, corre el riesgo de atribuir al hombre un mutismo estúpido, cierta brusquedad, insensibilidad, terquedad y, finalmente, vulgaridad. Es lo que revela, en definitiva, la acusación de egoísmo generalizado, dirigida contra los hombres. ¿Quién no se da cuenta de que ese juicio es injusto? Permítasenos recurrir a un ejemplo que ilustra la falta de lógica de semejante veredicto. Si una gacela y un elefante caminan juntos ¿se pretenderá, para que la marcha resulte más agradable, que el elefante se transforme en un corzo ligero y grácil? Y si no lo hace, ¿se le acusará de ser un egoísta rematado que exige de un modo desconsiderado a la gacela que se convierta en paquidermo? Que ambos sigan siendo lo que son, esforzándose recíprocamente en adaptarse el uno al otro. Lo mismo sucede entre el hombre y la mujer.

Ciertamente, muchos hombres son egoístas y transforman las inclinaciones de su sexo en defectos bien caracterizados. Pero ésta es la consecuencia de la propia debilidad que, por otra parte, jugará a la mujer la misma mala partida. Por tanto debe saber ser indulgente y comprensiva para ser, a su vez, juzgada con indulgencia y comprensión.

Cometería un error si intentara forzar el juego y coger las palancas de mando del hogar. No es ésta su función ni está dotada psicológicamente para ello. Si ocurre así, es una usurpación que sólo puede provocar conflictos; y es evidente que semejante trastrueque va contra la naturaleza profunda del hombre, al que su estructura psicológica predispone para esa función. Puede haber excepciones, pero éstas son raras, y nos parece razonable el siguiente consejo, confirmado por la experiencia: «Excepto ciertos casos muy raros en los que intereses primordiales y evidentes entren en juego, y en que la mujer o la esposa deba defender tenazmente sus derechos, ésta obrará sensatamente renunciando a discutir en el mismo tono, absteniéndose de querer dar prueba de fuerza o de imponerse al marido. En general, el hombre no acepta que su mujer le domine. Pero eso, semejante actitud provocará discusiones y violencias» [1].

Por otra parte, al estudiar el alma femenina, veremos cómo la entrega que la mujer hace de sí al hombre a quien ama, al que hace donación de todo su ser, constituye para ella la única manera de desarrollar su personalidad y alcanzar así el ápice de la feminidad. La siguiente observación de Alexis Carrel es válida tanto en este punto preciso como para el comportamiento general de la mujer: ésta debe desarrollar sus aptitudes en la dirección de su propia naturaleza, sin intentar imitar al varón [2] o suplantarle.

En caso de que haya ocasión parada mujer de asir el timón, que lo haga discretamente, «femeninamente», es decir sin que lo parezca. Ganará siempre más manejando delicadamente la barca que remando intempestivamente. Incluso ante un marido demasiado autoritario, la mujer debe saber «navegar» así. Con habilidad, salvará la armonía general y creará el clima del hogar. Se dice a menudo: «Una esposa diplomática y psicóloga tiene muchas probabilidades de triunfar, porque, en apariencia, cede ante su marido en todos los puntos, pero consiguen lo que desea, presentando la cosa como si viniera de él. Si en el momento elegido, sabe callar, o hablar, o sonreír, o tener un gesto sumiso o contrito, mimoso o frío, según los casos, muy pocos maridos serán capaces de resistirse, aun considerándose ellos los vencedores» [3].

Esto se aplica al conjunto de la vida conyugal, pero conviene insistir en un punto en que ese arte se convierte en necesidad, es decir, siempre que se trata del comportamiento religioso del marido.
Comportamiento religioso del hombre e influencia de la esposa
Ciertamente, es lógico y completamente normal que la esposa se preocupe de la vida espiritual de su marido. Pero en esto, como en todo lo demás, no debe ella juzgarle a través de su propia imagen.



SANTORAL 17 DE OCTUBRE






17 de octubre


SANTA MARGARITA MARÍA,
Virgen
Vosotros lloraréis y gemiréis, y el mundo
se regocijará; os contristaréis, pero vuestra
tristeza se convertirá en gozo.
(Juan, 16, 20).

   Santa Margarita María Alacoque, rehusando un ofrecimiento de matrimonio, entró a la edad de 24 años, en el convento de las Visitandinas de Paray- le-Monial, donde dio los más hermosos ejemplos de paciencia y humildad. Recibió, el 27 de diciembre de 1673, la primera de sus grandes visiones del Sagrado Coraz6n, que terminaron en 1675. Su vida, en adelante, estuvo consagrada al establecimiento de esta devoción y, en particular, al de la fiesta del Sagrado Corazón. Murió en 1690.

MEDITACIÓN
SOBRE LA PASIÓN DE JESUCRISTO
 

   I. Contempla a Jesús clavado en la cruz, mira cuánto sufre en todo su cuerpo. Su sagrada cabeza está coronada de espinas, su rostro magullado, sus manos y sus pies taladrados; todo su cuerpo, en fin, está cubierto de llagas y es presa de los dolores más crueles. ¡He ahí el estado en que se encuentra Jesús, mi Cabeza, mi Rey y mi modelo! Es menester que me asemeje a Él, en esto consiste mi perfección y mi dicha. ¡Ay! vivo en medio de placeres mientras Jesús es colmado de oprobios y sufrimientos. No conviene que los miembros sean afeminados cuando la cabeza está coronada de espinas. (San Bernardo).

   II. El Coraz6n de Jesús estaba sumergido en amargura y dolores tanto como su cuerpo. Él preveía que sus sufrimientos serían inútiles para la mayor parte de los hombres. Tenía piedad del enceguecimiento de los judíos. Estaba afligido más de lo que se puede imaginar, por la tristeza, los suspiros y las lágrimas de su Madre, al pie de la cruz con el discípulo amado. ¡Oh espectáculo doloroso! ¿Puedo yo contemplar a Jesús y a María en este estado sin derramar lágrimas, sin compadecer los dolores del Hijo y la aflicción de la Madre?

   III. Para librarme del infierno, Jesús soportó esta muerte tan ignominiosa y tan cruel. Estaba yo perdido sin remedio si no hubiera muerto Él por mí. ¡Nada había hecho para merecer este favor; y aun ahora ni siquiera pienso en él! No sólo no doy mi sangre por este Dios que murió por mí, sino que le rehúso una lágrima, un suspiro; ¡añado nuevos pecados a mis faltas antiguas! Reconoce cuán grave es la herida del pecado, puesto que fueron menester, para curarlo, las heridas de Jesucristo. (San Bernardo).

Meditación sobre la pasión
Orad por la conversión de los cismáticos.

ORACIÓN
   Señor Jesucristo, que habéis revelado de admirable modo a la bienaventurada Virgen Margarita las inagotables riquezas de vuestro Corazón, concedednos por sus méritos que como ella os amemos en todas las cosas y por sobre todo, y que siempre tengamos nuestra morada en vuestro corazón. Vos que vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.