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jueves, 19 de enero de 2012

MILAGROS EUCARÍSTICOS

NUBE MISTERIOSA
Año 900, Mantua, Italia



Varones eximios en sabiduría y santidad han experimentado unas veces por su larga duración molestias, otras por lo imprevistas peligrosas y con frecuencia terribles tentaciones contra la fe, especialmente cuando acometen en el ejercicio mismo de los actos de religión.

Las permite muchas veces el Señor para que se entienda cuán poca cosa es la ciencia humana comparada con la divina, y tenga el sabio en que humillarse al ver que ha de luchar contra el espíritu de las tinieblas, con la misma arma que usa el niño cristiano cuando se atiende a lo que le enseña el pequeño libro de la “Doctrina Cristiana”. Dios todopoderoso, infinito en santidad, no puede engañarse ni engañarnos, luego lo que revela la Iglesia Católica es verdad de fe, y si así luchando todavía insiste la tentación, suele entonces la paternal providencia de Dios acudir en socorro de sus escogidos para que obtengan el más completo triunfo del infernal enemigo.

En las Crónicas de la Orden de San Jerónimo se refiere que el Venerable Fray Pedro de Cavañuelas, prior de Guadalupe de Mantua, fue muy combatido de tentaciones contra la fe en el augusto Sacramento del Altar, y aún cuando se esforzaba en desecharlas, seguían, no obstante, atormentando al religioso, diciéndole el pensamiento como podía ser que hubiese sangre en le Hostia. Quiso el Señor librarle del todo de tan  molesta tentación de un modo maravilloso, y fue que diciendo el Prior un sábado Misa de nuestra Señora, después que hubo consagrado ambas especies, al inclinarse para recitar las oración Supplices te rogámus, vio una nube, que descendió de lo alto y cubrió todo el altar, de manera que con la oscuridad no podía ver ni la Hostia ni el cáliz.

Espantado de este acontecimiento, rogó al Señor con muchas lágrimas que le quisiese librar de este peligro, y manifestar por qué causa aquello había acaecido. Aún no había concluido su oración cuando la nube, imagen fiel de la oscuridad que padecía su alma, principió a remontarse lentamente hasta desaparecer.

Recobraba el religioso algún tanto  la confianza cuando sobrevino un nuevo prodigio que le llenó de mayor turbación, pues  al fijar sus ojos en el altar observa que la Hostia consagrada  había desaparecido y que el cáliz estaba descubierto y sin una gota de la preciosísima Sangre que en él se contenía.

Fue tan grande el espanto y temor que recibió al notar lo ocurrido, que quedó  como muerto, y tornando en sí comenzó con gran dolor de su corazón a rogar de nuevo a Nuestro Señor ya su Santísima madre, cuya Mis decía, le perdonasen silo que había sucedido era por su culpa, presentando ante el acatamiento divino su corazón contrito y humillado en vez de la Víctima adorable que había de ofrecer. Plegaria tan humilde inclinó los cielos a favor del sacerdote, que en su aflicción vio venir por el aire una patena muy resplandeciente, y la  Hostia, que en ella estaba, se colocó encima de la boca del cáliz y comenzó a destilar sangre gota a gota hasta igualar la que antes había en el vaso sagrado.

Tal sucesión de maravillas dejaron atónito y fuera de sí al venerable prior que no sabía qué hacer, pues fluctuaba su corazón por la violencia de encontrar afectos de temor y confianza, cuando oyó una voz que le dijo: “Acaba el Santo Sacrificio, y séate en secreto este milagro que se  ha obrado para confirmar tu fe en la Eucaristía, y no dudes que la Sangre de Cristo está en la Hostia lo mismo que en el cáliz”. El acólito o el ministro que servía en la Misa, ni otro alguno de los asistentes vio el prodigio ni escucho la voz; sin embargo, todos se preguntaban el  motivo de la interrupción de la Misa y de las abundantes lágrimas del celebrante.

La razón se supo después de su muerte, en que se halló todo lo sucedido escrito en una cédula de su mano puesto entre su confesión general, lo cual él hizo en señal del secreto que le fue dado guardar.

(Crónica de San Jerónimo, lib 1°, cap 9)

SANTORAL 19 DE ENERO



19 de enero

SAN CANUTO,
Rey y Mártir

Todo hijo de Dios vence al mundo; y lo que nos hace
alcanzar victoria sobre el mundo es nuestra fe.
(1 Juan, 5, 4).

   Apenas ascendido al trono de Dinamarca, obtuvo este rey insignes victorias sobre sus enemigos; no se dejó, empero, deslumbrar por la gloria militar, veíaselo, en medio de sus triunfos, poner humildemente su corona a los pies de Jesús crucificado, y ofrendar a este Rey de reyes su persona y su reino. Como supiese que atentaban contra su vida, fue a la Iglesia de San Albano y, con la mayor calma, se confesó y comulgó. Estaba orando por sus enemigos, cuando un venablo, que le arrojaron por una ventana, lo echó por tierra al pie del altar. Sucedió esto en el año 1086.


  MEDITACIÓN
SOBRE LA CONSTANCIA
EN NUESTRAS SANTAS EMPRESAS  

   I. El que quiera obtener recompensa por sus trabajos debe perseverar hasta el fin. Es preciso domeñar la inconstancia de nuestra alma respecto de Dios, y observar religiosamente todo lo que le hemos prometido. Dios es inmutable, sus servidores no deben ser inconstantes. Él quiere darse a nosotros durante toda la eternidad, ¿no es justo, pues, que nosotros permanezcamos constantemente dedicados a su servicio durante el tiempo tan corto de nuestra vida? Después de todo, no podemos pretender agradar a Dios con nuestra virtud, si sólo somos virtuosos por arranques, por capricho, y cuando nos plazca.

   II. Nada debemos emprender, ni siquiera por la gloria de Dios, sin haber previsto todas sus consecuencias; pero, una vez tomada la resolución nada debe impedimos que ejecutemos lo que nos propusimos para su gloria. Ni el temor a los sufrimientos, ni el amor a los placeres, ni las burlas de los hombres deben desanimarnos. Los mártires persistieron en la confesión de Jesucristo a pesar de las amenazas de los tiranos; los santos penitentes perseveraron en sus austeridades no obstante la rebeldía de la carne y las tentaciones del demonio.

   III. Cuando se trata de hacer fortuna o de adquirir renombre no retrocedemos ante sacrificio alguno; ¡flaquea nuestro corazón, oh Dios mío, sólo cuando se trata de serviros a vos! Los herejes y los impíos perseveran tan obstinadamente ultrajándoos, ¿no es justo que nosotros seamos constantes sirviéndoos? Jamás nos cansaremos de trabajar para el cielo si consideramos la brevedad de nuestra vida, la in certidumbre del momento de nuestra muerte, la grandeza de los suplicios del infierno y de las recompensas del paraíso. Mantengamos nuestro valor con es tos grandes pensamientos, como se incita el servidor a soportar la fatiga pensando en la retribución que se le ha prometido. El pensamiento de la recompensa hace ligero al hombre el peso del trabajo. (San Gregorio).

La devoción al Smo. Sacramento del altar 
Orad por los que os persiguen.
ORACIÓN

      Oh Dios, que para ilustrar a vuestra Iglesia os dignasteis honrar al bienaventurado Canuto, rey, con la palma del martirio y con el don de milagros, ha ced, os suplicamos, que, marchando por las huellas de aquél que demostró ser imitador de la Pasión del Salvador merezcamos llegar a los júbilos eternos.  Por N. S. J. C. Amén.