- El Tránsito de San Francisco de Asís, Confesor
 - Santa Orea o Aurea, Virgen
 - San Quintín, Mártir
 - San Cayo de Corinto, Discípulo de San Pablo
 - San Crispo, Discípulo de San Pablo
 - Santa Dámaris, Virgen y Mártir
 - San Petronio, Obispo de Bolonia
 - San Amón, Ermitaño
 - Santas Domnina, Berenice y Prosdocia, Mártires
 - Beato Tomás de Celano, Monje
 - Y en otras  partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R.  Deo Gratias. 
 
SAN FRANCISCO  DE ASÍS
Confesor
n. 1181 en Asís, Italia;
† 3 de Octubre de 1226 en la Porciúncula, Italia
Patrono de Asís, Italia; Acción Católica; personas en trance de muerte;
ecología y ecologistas; medio ambiente; animales; zoológicos;
sociedades protectoras de animales; familias; comerciantes; paz.
Protector contra el fuego. Se lo invoca para no morir en soledad.
 
Confesor
n. 1181 en Asís, Italia;
† 3 de Octubre de 1226 en la Porciúncula, Italia
Patrono de Asís, Italia; Acción Católica; personas en trance de muerte;
ecología y ecologistas; medio ambiente; animales; zoológicos;
sociedades protectoras de animales; familias; comerciantes; paz.
Protector contra el fuego. Se lo invoca para no morir en soledad.
Llevo  en mi cuerpo los estigmas del Señor Jesús.
(Gálatas, 6, 17)
(Gálatas, 6, 17)
Retirado  del mundo a los 25 años, después  de una juventud disipada pero  caritativa, San Francisco está  enteramente crucificado para el mundo. Su  pro funda humildad lo impulsa  a rehusar el presbiterado, y desde  entonces su vida es un prodigio de  virtudes y milagros. Los doce  primeros "penitentes de Asís" ya son  legión antes de su muerte, con el  nombre de Hermanos Menores, y tuvo el  consuelo de ver a la Orden de  Santa Clara, su santa amiga, extenderse  cuando todavía vivía. El Serafín  de Asís murió el 3 de octubre de 1226,  a la edad de 44 años.
MEDITACIÓN
SOBRE SAN FRANCISCO
I.  El amor divino consumió todos los  lazos que ataban a San Francisco en  la tierra, y le hizo abandonar la  casa paterna, las riquezas y los  placeres. Toda su vida vivió él en  este desasimiento; por esto debes tú  comenzar a darte a Dios. Es  imposible que ames a Dios y al mundo. ¡Ah!  los placeres y los honores  de la tierra no merecen ocupar tu corazón;  déjalos antes que ellos te  dejen a ti.
II. Ese mismo amor que separó a San Fran cisco de los bienes de la tierra, lo unió estrechamente a su Dios y le hizo encontrar en esta unión una inalterable felicidad. De este modo solía decir: "¡Dios mío y mi todo! en Ti es donde encuentro todo lo que necesito". ¡Alma mía, tratemos de gustar el placer que existe en estar unido a Él; en vano hemos buscado descansar en las creaturas, vayamos a Dios, pero hagámoslo dándonos a Él sin reserva, sin demora, y para siempre!
III. El amor, por último, transformó a San Fran cisco, en Jesucristo mismo, por decirlo así, cuando un serafín imprimió en su cuerpo las sagradas llagas del Salvador. No recibió esta gracia sino después de haberse hecho, por una mortificación continua, viva imagen de Jesús crucificado. Como este gran santo, lleva tú constantemente en tus miembros la mortificación de Jesucristo. Mira al Salvador clavado en la cruz: he ahí el verdadero modelo de predestinados. Para llegar a ser semejante a Él, es preciso que la mortificación imprima en tu cuerpo sus adorables estigmas. Llevan en sí las llagas de Cristo quienes mortifican y afligen el cuerpo. (San Jerónimo).
II. Ese mismo amor que separó a San Fran cisco de los bienes de la tierra, lo unió estrechamente a su Dios y le hizo encontrar en esta unión una inalterable felicidad. De este modo solía decir: "¡Dios mío y mi todo! en Ti es donde encuentro todo lo que necesito". ¡Alma mía, tratemos de gustar el placer que existe en estar unido a Él; en vano hemos buscado descansar en las creaturas, vayamos a Dios, pero hagámoslo dándonos a Él sin reserva, sin demora, y para siempre!
III. El amor, por último, transformó a San Fran cisco, en Jesucristo mismo, por decirlo así, cuando un serafín imprimió en su cuerpo las sagradas llagas del Salvador. No recibió esta gracia sino después de haberse hecho, por una mortificación continua, viva imagen de Jesús crucificado. Como este gran santo, lleva tú constantemente en tus miembros la mortificación de Jesucristo. Mira al Salvador clavado en la cruz: he ahí el verdadero modelo de predestinados. Para llegar a ser semejante a Él, es preciso que la mortificación imprima en tu cuerpo sus adorables estigmas. Llevan en sí las llagas de Cristo quienes mortifican y afligen el cuerpo. (San Jerónimo).
La  mortificación
Orad por la Orden de San Francisco.
Orad por la Orden de San Francisco.
ORACIÓN
Oh Dios, que, por los méritos de San Francisco dais sin cesar nuevos hijos a vuestra Iglesia, concedednos la gracia de despreciar, siguiendo su ejemplo, los bienes terrenales y poner nuestra dicha en la posesión de los dones celestiales. Por J. C. N. S. Amén.
