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jueves, 8 de diciembre de 2011

¡SALVE CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA!


CARTA DE SAN ANTONIO MARÍA CLARET
A UN DEVOTO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN QUE QUIERE CRECER EN LA DEVOCIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA




Muy Sr. mío:

Acabo de recibir vuestra estimadísima carta con la que me pedís os diga alguna cosa para crecer cada día más y más en la Devoción al Inmaculado Corazón de María.

Querido amigo, no podíais pedir cosa más de mi gusto. Yo quisiera que todos los cristianos tuvieran hambre y sed de esta devoción. Amad, amigo mío, amad y amad muchísimo a María.

Y para que suba más de punto vuestra devoción y también para satisfacer vuestros deseos os diré por qué debemos amar a María Santísima:

- porque Dios lo quiere.
- porque Ella lo merece.
- porque nosotros lo necesitamos, por ser Ella un poderosísimo medio para obtener todas las gracias corporales espirituales y, finalmente, la salud eterna.


I. Debemos amar a María Santísima, porque Dios lo quiere...

Amar es querer bien al amado, es hacerle bien, es hacerle participante de sus bienes. Pues bien, el mismo Dios nos da el ejemplo e incita a amar a María. El Eterno Padre la escogió por Hija suya muy amada, el Hijo Eterno la tomó por Madre y el Espíritu Santo por Esposa. Toda la Santísima Trinidad la ha coronado por Reina y Emperatriz del cielo y de la tierra, y la ha constituido como dispensadora de todas las gracias. Debes saber, amigo mío, que María Santísima es obra de Dios y es la más perfecta que ha salido de sus manos, después de la Humanidad de Jesucristo. En Ella brillan de un modo muy particular la Omnipotencia, la Sabiduría y la Bondad del mismo Dios.

Es propio de Dios dar la gracia a cada criatura según el fin a que la destina, y como Dios destinó a María para ser Madre, Hija y Esposa del mismo Dios y Madre del hombre, de aquí se infiere ¡qué corazón le daría y con qué gracias la adornaría!


II. Debemos amar a María Santísima porque Ella lo merece.

María Santísima lo merece:
- por el cúmulo de gracias que ha recibido sobre la tierra y por la eminencia de gloria que posee en el cielo;
- por la dignidad casi infinita de Madre de Dios a que ha sido sublimada y por las prerrogativas adherentes a esta sublime dignidad.

MARÍA FUE COMO EL CENTRO DE TODAS LAS GRACIAS y bellezas que Dios había distribuido a los ángeles, a los santos y a todas las criaturas. María había de ser la Reina y Señora de los ángeles y de los santos y por lo mismo había de tener más gracias que todos ellos ya en el primer instante de su ser.

María había de ser Madre del mismo Dios. Es un principio de filosofía que entre la forma y las disposiciones de la materia ha de haber cierta proporción: la dignidad de Madre de Dios es aquí como la forma y el Corazón de María es la materia que ha de recibir esta forma ¡Oh, que cúmulo de gracias, virtudes y otras disposiciones se agrupan en aquél santísimo y purísimo Corazón!

Desde que Dios determinó hacerse hombre, fijó la vista en María Santísima y desde entonces dispuso todos los preparativos necesarios; la hizo nacer de los patriarcas, profetas, sacerdotes y reyes, y todas las gracias de estos las reunió en María, queriendo que fuera la flor y nata de todos ellos. Además la previno con bendiciones de dulzura y puso sobre su cabeza una corona de piedras preciosas, esto es, de gracias y bellezas, pero mucho más enriqueció su Corazón.

En el Corazón de María se han de considerar dos cosas, el Corazón material y el Corazón formal, que es el amor y la voluntad.

El Corazón material de María es el órgano, sentido o instrumento del amor y la voluntad. Así como por los ojos vemos, por los oídos oímos, por la nariz olemos, por la boca hablamos; así por el corazón amamos y queremos.

Dicen los teólogos que las reliquias de los santos merecen veneración y culto: 1) porque han sido miembros vivos de Jesucristo; 2) porque han sido templos del Espíritu Santo; 3) porque han sido órganos de la virtud; 4) porque serán instrumentos de la gracia; 5) Porque serán glorificados después de la resurrección.

Ahora bien, el Corazón de María reúne estas propiedades y muchas más: 1) el Corazón de María no sólo fue miembro vivo de Jesucristo por la fe y la caridad, sino también origen, manantial de donde se tomó la Humanidad 2) el Corazón de María fue Templo del Espíritu Santo, y más que templo, pues de la purísima sangre salida de ese Corazón formó el Espíritu Santo la Humanidad Santísima en las purísimas y virginales entrañas de María en el gran misterio de la Encarnación; 3) el Corazón de María ha sido el órgano de todas las virtudes en grado heroico y singularmente en la caridad para con Dios y para con los hombres; 4) El Corazón de María es hoy en día un Corazón vivo, animado y sublimado en lo más alto de la gloria; 5) el Corazón de María es el trono desde donde se dispensan todas las gracias y misericordias.

MARÍA ES VERDADERAMENTE MADRE DE DIOS. Una mujer que ha dado a luz un hombre se llama y es madre de todo aquel hombre, que es un compuesto de alma y cuerpo, aunque el alma viene de Dios. Así María Santísima es Madre de Dios, porque este divino compuesto de persona divina, alma racional y cuerpo material es el término de la generación en las purísimas y virginales entrañas de María. Esta dignidad de Madre de Dios es la que más la enaltece, porque es una dignidad casi infinita, por ser madre de un ser infinito. Es más de cuanto posee en gracia y en gloria. Los doctores y Santos Padres dicen que si por los frutos se conoce el árbol, según consta en el Evangelio, qué diremos de María, que ha dado a luz aquel bendito Fruto que tanto elogió Santa Isabel, cuando dijo: Bendito el Fruto de tu vientre...¿De dónde a mi tanta dicha que me venga a ver la Madre de Dios?

Dice Santo Tomás que el fuego no prende en el leño hasta que éste tiene los mismos grados de calor que aquél. Pues bien, si para que de la sangre del Corazón de María se formase la Humanidad, a la que había de juntarse la Divinidad, era preciso que tuviese una disposición casi divina; ¿Qué diremos ahora de María, si, además de considerarla Madre de Dios, juntamos las demás gracias que recibió de Jesús?, Jesús por donde pasaba hacía bien a todos más o menos según la disposición en que los hallaba; ¿Qué pensaremos de las gracias y beneficios que dispensaría a María, por la que pasó no rápidamente sino que estuvo con mucha detención en sus entrañas nueve meses y a su lado treinta y tres años, hallándose Ella siempre con la más buena disposición y preparación para recibir beneficios de Jesús?. A estas gracias se ha de juntar también la que recibió del Espíritu Santo el día de Pentecostés y además se han de añadir las que se agenció con el ejercicio de tantas y tan heroicas virtudes en todo el curso de su Santísima y larga vida, acompañada de aquellas fervorosas meditaciones en las que según el profeta, se enciende la llama del Divino amor.

Al considerar San Buenaventura la gracia de María, exclama diciendo: la gracia de María es una gracia inmensísima, multiplicadísima.

No sólo se han de considerar las gracias que María ha obtenido para ser y por haber sido Madre de Dios y las gracias que recibió de Jesucristo, del Espíritu Santo y que Ella se granjeó con su cooperación, sino también es indispensable fijar la atención en la multitud de incomparables prerrogativas que tan grande dignidad le han acarreado. Referiremos algunas:

1º. Haber sido preservada del pecado original, en que indispensablemente había de incurrir de no haber sido Ella la destinada para Madre del mismo Dios. Para esto Dios la dotó de un Corazón inmaculado, purísimo, castísimo, humildísimo, mansísimo, santísimo; pues de la sangre salida de este Corazón se había de formar el cuerpo de Dios humanado.

2º. Haber concedido en el tiempo aquél mismo Hijo de Dios que el Eterno Padre engendra en la Eternidad. No lo dudes, dice San Buenaventura, el Eterno Padre y la Virgen Sagrada han tenido un mismo y único Hijo.

3º. Como el Eterno Padre tuvo este divino Hijo sin perder nada de su Divinidad, así también la Santísima Virgen María ha concebido y dado a luz este mismísimo Hijo sin el menor detrimento de su Santísima Virginidad.

4º. Haber tenido un legítimo poder para mandar al Señor absoluto de todas las criaturas, pues que este es un derecho que la naturaleza da a todas las madres, derecho al que el Hijo de Dios ha querido sujetarse gustosamente, pues dijo que había venido no para derogar la ley, sino para cumplirla con más perfección que los demás hombres; y el evangelista San Lucas nos da testimonio de cómo obedecía a su Madre y a San José. Este derecho hace tanto honor a María Santísima que San Bernardo dice que no sabe que es más digno de admiración, si el que Jesús obedezca a María ó el que María pueda mandar a Jesús. Porque, dice el Santo, el que Dios obedezca a una mujer es humildad sin ejemplo y el que una mujer mande a Dios es una elevación sin igual.

5º. Haber sido la esposa del Espíritu Santo de una manera infinitamente más noble que las otras vírgenes, puesto que las otras apenas merecen ser aliadas a ese Divino Esposo en cuanto al alma, mientras que María lo ha sido no sólo en cuanto al alma, sino también en cuanto al cuerpo, de la manera más casta. La alianza que ha habido entre el Espíritu Santo y las vírgenes castas sólo ha servido para la producción de los actos de virtudes, pero la alianza entre este Divino Espíritu y María Santísima ha producido de la manera más inefable al Señor de las virtudes, Cristo Señor Nuestro.

6º. Haber sido como el término, por decirlo así, y la coronación de la Santísima Trinidad, porque ha producido el más excelente Fruto de su fecundidad ad extra, como dicen los teólogos, es decir ha producido un Dios-Hombre. María ha producido un sujeto capaz de dar a la Santísima Trinidad un honor cual la Santísima Trinidad se merece, un honor que todas las criaturas juntas, y aunque éstas se multipliquen muchísimas veces, no son capaces de dar como lo hace el Hijo de María, Dios y Hombre verdadero.

7º. Haber sido hecha Reina y Señora de todas las criaturas, por haber concebido y dado a luz el Verbo Divino, por quien fueron hechas todas las cosas, como dice San Juan.


III. Debemos amar a María Santísima y ser sus devotos, porque la Devoción a María Santísima es un medio poderosísimo para alcanzar la salvación.

La razón de esto es que María puede salvar a sus devotos, lo quiere y lo hace. María puede salvarlos, porque es la puerta del cielo. María quiere salvarlos porque es la Madre de Misericordia. María lo hace porque ella es la que obtiene la gracia justificante a los pecadores, el fervor a los justos y la perseverancia a los fervorosos. Por esto los Santos Padres la llaman rescatadora de los cautivos, el canal de las gracias y la dispensadora de las misericordias. Por eso se ha dicho que el ser devoto de María es una señal de predestinación, así como es una marca de reprobación el no ser devoto de María o el ser contrario a su devoción. La razón es muy clara, nadie se puede salvar sin el auxilio de la gracia, que viene de Jesús, como cabeza que es de su Cuerpo Místico, la iglesia. Ahora bien, María es como el cuello que junta, por decirlo así el cuerpo con la cabeza y como el influjo de la cabeza al cuerpo ha de pasar por el cuello, así las gracias de Jesús pasan por María y se comunican al cuerpo, es decir a sus devotos que son los miembros vivos. María es llamada por los Santos Padres la escala del cielo, porque por medio de María ha bajado Dios del cielo y por medio de María suben los hombres al cielo y a la ventana del paraíso, nos enseñan con esas palabras, que los elegidos, justos y pecadores, entran en la mansión de la gloria por su mediación, con esta sola diferencia: que los justos entran por Ella como por la puerta del llano, pero los pecadores entran por Ella como por la ventana que es María, por la escalera que es María.


CONCLUSIÓN

Por lo tanto, amigo mío, después de Jesús, hemos de poner toda nuestra confianza y esperanza de nuestra eterna salvación en Ella. ¡Oh! dichoso el que invoca a María, el que acude al Inmaculado Corazón de María con confianza, que él alcanzará el perdón de los pecados por muchos y por grandes que sean, alcanzará la gracia y finalmente la gloria del cielo. Que tanto deseo a usted y a todos.


SAN ANTONIO MARÍA CLARET
ORA PRO NOBIS!


CANTO SACRO: LETANIAS LAURETANAS


LETANIAS LAURETANAS

 (canto gregoriano)
 ***



Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, óyenos.
Jesucristo, Escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten en piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del Mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo Paráclito, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad un solo Dios, ten piedad de nosotros.


Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, ruega por nosotros.
Santa Virgen de las Vírgenes, ruega por nosotros.
Madre de Cristo, ruega por nosotros.
Madre de la Iglesia, ruega por nosotros.
Madre de la Divina Gracia, ruega por nosotros.
Madre Purísima, ruega por nosotros.
Madre Castísima, ruega por nosotros.
Madre y Virgen, ruega por nosotros.
Madre sin mancha, ruega por nosotros.
Madre Inmaculada, ruega por nosotros.
Madre amable, ruega por nosotros.
Madre admirable, ruega por nosotros.
Madre del buen consejo, ruega por nosotros.
Madre del Creador, ruega por nosotros.
Madre del Salvador, ruega por nosotros.
Virgen prudentísima, ruega por nosotros.
Virgen venerada, ruega por nosotros.
Virgen laudable, ruega por nosotros.
Virgen poderosa, ruega por nosotros.
Virgen clemente, ruega por nosotros.
Virgen fiel, ruega por nosotros.
Espejo de justicia, ruega por nosotros.
Sede de sabiduría, ruega por nosotros.
Causa de nuestra alegría, ruega por nosotros.
Vaso espiritual, ruega por nosotros.
Vaso honorable, ruega por nosotros.
Vaso insigne de devoción, ruega por nosotros.
Rosa Mística, ruega por nosotros.
Torre de David, ruega por nosotros.
Torre de Marfil, ruega por nosotros.
Casa de oro, ruega por nosotros.
Arca de la Alianza, ruega por nosotros.
Puerta del Cielo, ruega por nosotros.
Estrella de la mañana, ruega por nosotros.
Salud de los enfermos, ruega por nosotros.
Refugio de los pecadores, ruega por nosotros.
Consuelo de los Afligidos, ruega por nosotros.
Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros.
Reina de los Ángeles, ruega por nosotros.
Reina de los Patriarcas, ruega por nosotros.
Reina de los Profetas, ruega por nosotros.
Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros.
Reina de los Mártires, ruega por nosotros.
Reina de los Confesores, ruega por nosotros.
Reina de las Vírgenes, ruega por nosotros.
Reina de todos los santos, ruega por nosotros.
Reina concebida sin pecado original, ruega por nosotros.
Reina llevada al cielo, ruega por nosotros.
Reina del Sacratísimo Rosario, ruega por nosotros.
Reina de la paz, ruega por nosotros.


Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

ANTÍFONA. –Recurrimos a tu protección, Santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te hacemos en nuestras necesidades; mas líbranos siempre de todos los peligros, ¡Oh Virgen llena de gloria y bendición!

V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén

ORACIÓN.Suplícote, Señor, que infundas tu gracia en nosotros, que hemos conocido el misterio de la Encarnación de tu Hijo por el ministerio de tu Ángel, que se lo anunció a María, para que podamos, por el mérito de su pasión y cruz, ser conducidos a la gloria de su resurrección. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.


LOS TEMPERAMENTOS

EL TEMPERAMENTO FLEMÁTICO 
I. Esencia del temperamento flemático. 


Capitulo anterior, aquí

   Las varias impresiones provocan tan solo una excitación débil en el alma del flemático, si es que en algún modo la afectan. La reacción es asimismo débil, si no llega a faltar por completo. Las impresiones desaparecen pronto. 

   2.  Disposiciones fundamentales de ánimo del flemático

   a) El flemático no se interesa mayormente por lo que pasa fuera de él. 

   b) Muestra pocas ganas por el trabajo; da, sin embargo, gran preferencia al descanso. Todo anda y se desenvuelve en él muy quedo. 

   3.  Cualidades buenas

   a) El flemático trabaja despacio, pero asiduamente, con tal que no tenga que pensar mucho en su trabajo. 

   b) No se irrita fácilmente ni por insultos, fracasos o dolencias. Permanece tranquilo, cachazudo, discreto y tiene un juicio práctico y sobrio. 

   c) No conoce mayores pasiones, ni grandes exigencias por la vida. 

   4.  Cualidades malas

   a) Es muy propenso a descansar, al comer y beber, siendo además perezoso (lerdo) y negligente en el cumplimiento de sus obligaciones. 

   b) No tiene energía, ni se propone un elevado ideal, siquiera sea en su devoción. 

   5.  Es sumamente difícil educar a niños flemáticos; pues se dejan conmover poco por sensaciones exteriores y por naturaleza ya se inclinan a la pasividad. Es menester explicarles todo, hasta en sus detalles; repitiéndoselo mil veces, para que al menos comprendan algo; hay que acostumbrarlos además con gran paciencia y cariño, a una vida bien ordenada. La aplicación del castigo corporal, trae consigo menos peligro y aporta mayores frutos en la educación de niños flemáticos, que en la de otros, sobre todo coléricos y melancólicos. 


TEMPERAMENTOS MIXTOS

   La mayor parte de los hombres tienen un temperamento mixto. Predomina en los tales un temperamento principal (el colérico p.e.), cuyas disposiciones fundamentales, sin embargo, cuyas cualidades buenas y malas se atenúan o acentúan bajo el influjo de otro temperamento. Por lo general vale más tener un temperamento mixto que puro; pues la mezcla suaviza la estrecha y vigorosa índole del predominante. Para facilitar el conocimiento del propio temperamento bueno será tratar brevemente las mezclas siguientes: 

   1.  El temperamento colérico - sanguíneo.

   En él la excitación es instantánea, como asimismo la reacción; la impresión, en cambio, no es tan duradera como en el temperamento netamente colérico. La soberbia de este se mezcla con vanidad, su ira y terquedad se templan y moderan, su corazón se ablanda. Resulta, por tanto, una mezcla muy feliz. 

   2.  El temperamento sanguíneo - colérico

   Se parece al colérico - sanguíneo; con la sola diferencia de que aquí los distintivos del sanguíneo pasan a primer plano y los del colérico al segundo. La excitación y la reacción se siguen inmediatamente y con vehemencia, mientras que la impresión no se pierde tan pronto como en el temperamento puramente sanguíneo, si bien no va tan a fondo como en el colérico puro. Los defectos del sanguíneo, como su ligereza, superficialidad, distracción y locuacidad, están mejorados por la seriedad y firmeza del temperamento colérico. 

   3.  El temperamento colérico - melancólico y el melancólico - colérico

   Aquí entran en unión dos temperamentos serios y apasionados: el orgullo, la terquedad y la ira del colérico con el carácter gruñón, rudo y taciturno del melancólico. El hombre provisto de semejante mezcla de temperamentos necesita mucho dominio sobre sí mismo, a fin de alcanzar la paz del alma y de no ser cargoso a los que viven y trabajan con él. 

   4.  El temperamento melancólico - sanguíneo

   Se caracteriza por una débil susceptibilidad de impresiones, por una reacción igualmente débil y una impresión no tan duradera como en el temperamento melancólico. El temperamento sanguíneo comunica al melancólico algo de su movilidad, alegría y serenidad. Los melancólicos con un colorido sanguíneo son aquellas buenas gentes y almas de Dios incapaces de ofender a nadie y siempre emocionadas; las cuales, por otra parte, pecan por falta de fuerza y energía. Parecido es el temperamento sanguíneo - melancólico; solo que en esta mezcla resalta más la superficialidad y la inconstancia del sanguíneo. 

   5.  El temperamento melancólico - flemático

   Hombres de tal índole se prestan mejor para la vida común que los puramente melancólicos. Les falta lo gruñón, hosco y cavilador del melancólico, lo cual se reemplaza por el sosiego y la insensibilidad del flemático. Estas personas no se escandalizan tan fácilmente, saben soportar insultos y en sus trabajos saben mantenerse tranquilas y constantes.

LETANIAS DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN



LETANIAS DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

Señor, ten piedad de nosotros.


Cristo, ten piedad de nosotros.


Señor, ten piedad de nosotros.


Jesucristo, oídnos.


Jesucristo, escuchadnos.


Dios, Padre celestial, tened piedad de nosotros.


Dios, Hijo Redentor del mundo, tened piedad de nosotros.


Dios, Espíritu Santo, tened piedad de nosotros.


Dios santo, trino y uno, tened piedad de nosotros.


Virgen inmaculada entre todas las vírgenes, rogad por nosotros.


Virgen inmaculada en vuestra concepción,


Hija inmaculada de Dios Padre,


Madre inmaculada de Dios Hijo,


Esposa inmaculada del Espíritu Santo,


Templo inmaculada de la Santísima Trinidad,


Imagen inmaculada de la sabiduría de Dios,


Aurora inmaculada del Sol de justicia,


Arca viva e inmaculada donde descansó Jesucristo,


Vástago inmaculado de la raza de David,


Camino inmaculado, que lleváis a Jesucristo,


Virgen inmaculada, que triunfasteis del pecado,


Virgen inmaculada, que hollasteis la cabeza de la serpiente,


Reina inmaculada del cielo y de la tierra,


Puerta inmaculada de la celestial Jerusalén,


Dispensadora inmaculada de la gracia de Dios,


Estrella inmaculada del mar,


Torre inmaculada de la Iglesia militante,


Rosa inmaculada entre las espinas,


Olivo inmaculado del campo místico del Señor,


Modelo inmaculado de todas las perfecciones,


Causa inmaculada de nuestra alegría,


Columna inmaculada de nuestra fe,


Fuente inmaculada del amor divino,


Signo inmaculado y cierto de salvación,


Regla inmaculada de la más perfecta obediencia,


Morada inmaculada del pudor y de la castidad,


Ancora inmaculada de nuestra salvación,


Luz inmaculada de los ángeles,


Corona inmaculada de los patriarcas,


Gloria inmaculada de los profetas,


Doctora inmaculada de los apóstoles,


Fortaleza inmaculada de los mártires,


Sostén inmaculado de los confesores,


Pureza inmaculada de las vírgenes,


Consuelo inmaculado de los que en Vos esperan,


Abogada inmaculada de los pecadores,


Guerrera inmaculada y terror de los herejes,


Madre y tutora inmaculada de vuestra pequeña familia,


Cordero de Dios, que quitáis los pecados del mundo, perdonadnos, Señor.


Cordero de Dios, que quitáis los pecados del mundo, escuchádnos, Señor.


Cordero de Dios, que quitáis los pecados del mundo, tened piedad de nosotros.


v. Rogad por nosotros, Virgen Santa e Inmaculada.


R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.


Oración. Omnipotente y sempiterno Dios, que ordenáis a vuestra Iglesia que celebre la gloria de la inmaculada Concepción de la Madre de vuestro Hijo divino, haced que los que la honran piadosamente en la tierra, gocen algún día en el cielo de la eterna bienaventuranza. Amén.

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FUENTE:

“Manual de Piedad, para los usos de las alumnas del Sagrado Corazón de Jesús y de las personas devotas de este Divino Corazón”. Obra traducida del francés y aumentada por el Pbro. D.P.J.E. Vigésima primera edición. Eugenio Subirana, Editor Pontificio. Barcelona. 1926. Págs.: 325-326.

LA INMACULADA CONCEPCIÓN

FIESTA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN



María, la Madre perfectísima del Redentor, ha sido siempre para los católicos la criatura Inmaculada que, ni por un momento, desde el primer instante de su Concepción hasta la Asunción a los cielos, pudo permanecer bajo el dominio del demonio.

Pío IX vio promulgó el dogma con la máxima solemnidad, reuniendo al efecto en torno suyo a doscientos Prelados entre Cardenales, Patriarcas, Arzobispos y Obispos, llegados a la Ciudad Eterna desde todos los países del orbe.

En la Basílica de San Pedro, y en el curso de una solemne misa celebrada por el propio Pontífice, pronunció éste las históricas palabras:

Para honor de la Santa e individua Trinidad; para honra y gloria de la Virgen Madre de Dios, para exaltación de la fe católica y aumento de la religión cristiana, con la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y la Nuestra, declaramos, pronunciamos y definimos: que la doctrina que enseña que la Beatísima Virgen María en el primer instante de su Concepción fue, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente y por los méritos de Jesucristo Salvador del género humano, preservada inmune de toda mancha de pecado original, es revelada por Dios, y como tal debe ser firme y constantemente creída por los fieles.

El cañón del castillo de Sant-Angelo tronó en salvas de salutación jubilosa, y el mundo se convirtió en una caja de resonancia para repetir sus ecos, mientras todo el pueblo fiel se regocijaba con las perfecciones de su Reina, pura y sin mancilla.

&&&

La proclamación de un punto de doctrina siempre ha sido providencialmente apropiada a la situación de una época. Quien comprenda la que nos ha tocado vivir, verá claramente que la definición de la Inmaculada Concepción de María se adapta perfectísimamente a ella.

¿Cuáles son, en efecto, los errores que por todas partes se levantan contra la doctrina católica?

¿Cuál es la primera y la última palabra nacida de la incredulidad contemporánea?

Es la negación del orden sobrenatural, de la caída primitiva, de la Encarnación y de la Redención.

He ahí las altas creencias que tiende a borrar de las almas el paganismo moderno.

Pero, ¿qué medio más eficaz para sacudir la indiferencia y para reanimar la fe que hacer resonar en el universo entero una verdad que supone todas las demás y que recuerda todas las otras?

Sí, proclamando la Inmaculada Concepción de María, la Iglesia ha coronado en cierto modo sus definiciones anteriores; ante un mundo indiferente u hostil, ha afirmado de nuevo, por la boca de su Pontífice supremo, la integridad del cristianismo.

Realzando en María un don especial de la gracia, ha afirmado, contra el racionalismo, el orden sobrenatural con todas sus consecuencias, minando así, por la base, el error principal de la época.

Definiendo que María ha sido concebida sin mancha, ha afirmado de nuevo el dogma del pecado original, y por esta excepción única ha confirmado la regla.

Diciendo que la santidad infinita de Dios no hubiera podido sufrir en la Madre de Jesucristo la menor mancha, consigna la enormidad del mal que tiende a disminuir, excusar y aun rehabilitar el materialismo moderno.

Recordando que María ha sido preservada de la mancha del pecado original a causa de su Maternidad Divina, consigna con todo su poder el dogma fundamental de la religión, la divinidad de Jesucristo y la Encarnación del Verbo.

Declarando que este glorioso privilegio de María es debido a la aplicación de los méritos del Salvador, recuerda el dogma de la Redención y la eficacia maravillosa del Sacrificio de la Cruz.


INEFFABILIS DEUS

INEFFABILIS DEUS
Carta Apostólica de Pío IX
del 8 de diciembre de 1854
SOBRE LA INMACULADA CONCEPCIÓN



1. María en los planes de Dios.
El inefable Dios, cuya conducta es misericordia y verdad, cuya voluntad es omnipotencia y cuya sabiduría alcanza de límite a límite con fortaleza y dispone suavemente todas las cosas, habiendo, previsto desde toda la eternidad la ruina lamentabilísima de todo el género humano, que había de provenir de la trasgresión de Adán, y habiendo decretado, con plan misterioso escondido desde la eternidad, llevar al cabo la primitiva obra de su misericordia, con plan todavía más secreto, por medio de la encarnación del Verbo, para que no pereciese el hombre impulsado a la culpa por la astucia de la diabólica maldad y para que lo que iba a caer en el primer Adán fuese restaurado más felizmente en el segundo, eligió y señaló, desde el principio y antes de los tiempos, una Madre, para que su unigénito Hijo, hecho carne de ella, naciese, en la dichosa plenitud de los tiempos, y en tanto grado la amó por encima de todas las criaturas, que en sola ella se complació con señaladísima benevolencia. Por lo cual tan maravillosamente la colmó de la abundancia de todos los celestiales carismas, sacada del tesoro de la divinidad, muy por encima de todos los ángeles y santos, que Ella, absolutamente siempre libre de toda mancha de pecado y toda hermosa y perfecta, manifestase tal plenitud de inocencia y santidad, que no se concibe en modo alguno mayor después de Dios y nadie puede imaginar fuera de Dios.

Y, por cierto era convenientísimo que brillase siempre adornada de los resplandores de la perfectísima santidad y que reportase un total triunfo de la antigua serpiente, enteramente inmune aun de la misma mancha de la culpa original, tan venerable Madre, a quien Dios Padre dispuso dar a su único Hijo, a quien ama como a sí mismo, engendrado como ha sido igual a sí de su corazón, de tal manera que naturalmente fuese uno y el mismo Hijo común de Dios Padre y de la Virgen, y a la que el mismo Hijo en persona determinó hacer sustancialmente su Madre y de la que el Espíritu Santo quiso e hizo que fuese concebido y naciese Aquel de quien él mismo procede.

2. Sentir de la Iglesia respecto a la concepción inmaculada.
Ahora bien, la Iglesia católica, que, de continuo enseñada por el Espíritu Santo, es columna y fundamento firme de la verdad, jamás desistió de explicar, poner de manifiesto y dar calor, de variadas e ininterrumpidas maneras y con hechos cada vez más espléndidos, a la original inocencia de la augusta Virgen, junto con su admirable santidad, y muy en consonancia con la altísima dignidad de Madre de Dios, por tenerla como doctrina recibida de lo alto y contenida en el depósito de la revelación. Pues esta doctrina, en vigor desde las más antiguas edades, íntimamente inoculada en los espíritus de los fieles, y maravillosamente propagada por el mundo católico por los cuidados afanosos de los sagrados prelados, espléndidamente la puso de relieve la Iglesia misma cuando no titubeó en proponer al público culto y veneración de los fieles la Concepción de la misma Virgen. Ahora bien, con este glorioso hecho, por cierto presentó al culto la Concepción de la misma Virgen como algo singular, maravilloso y muy distinto de los principios de los demás hombres y perfectamente santo, por no celebrar la Iglesia, sino festividades de los santos. Y por eso acostumbró a emplear en los oficios eclesiásticos y en la sagrada liturgia aún las mismísimas palabras que emplean las divinas Escrituras tratando de la Sabiduría increada y describiendo sus eternos orígenes, y aplicarla a los principios de la Virgen, los cuales habían sido predeterminados con un mismo decreto, juntamente con la encarnación de la divina Sabiduría.


SANTORAL 8 DE DICIEMBRE

LA INMACULADA CONCEPCIÓN
DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

Salve, llena eres de gracia; el Señores contigo. 
(Lucas, 1, 28).



   La Virgen María, por un privilegio único en vista de su destino divino, fue concebida sin pecado. Nunca el demonio tuvo poder alguno sobre Ella, porque estuvo exenta de pecado original. Debes honrar muy especialmente esta prerrogativa de la Madre de Dios, porque es el comienzo de su santificación y de su gloria. Regocíjate con Ella por la dicha que tuvo de ser librada del pecado de Adán, y recibir más gracias, en ese momento feliz de su Concepción, que la que nunca poseyeron los hombres y los ángeles juntos.

MEDITACIÓN SOBRE
LA INMACULADA CONCEPCIÓN

   I. María fue concebida sin pecado; es éste un favor que Dios pudo hacerle, porque nada es imposible para su omnipotencia. Reina de los Ángeles, Madre de mi Salvador, estoy lleno de alegría cuando considero que el pecado nunca entró en vuestra alma, y habéis estado plena de gracias desde vuestra concepción. Lo creo, Virgen Santísima, y por todas partes sostendré el honor de vuestra Inmaculada Concepción.

   II. Dios ha debido por una cierta conveniencia, preservar a María del pecado original. Padre eterno, ¿hubierais podido acaso permitir que vuestra queridísima Hija, la Madre de vuestro Hijo, fuese, aunque sea por un instante, esclava del demonio? ¿Podíais Vos, Espíritu Santo, dejar que penetrara vuestro enemigo en el corazón de vuestra Esposa muy amada? y Vos, Verbo eterno, ¿Podíais dejar que se profanase el templo donde debíais habitar? ¡Oh, no! sería injuriar a vuestro amor filial sólo pensarlo. Creemos, pues, con la Iglesia católica que la Bienaventurada Virgen María ha sido, por privilegio único de Dios, enteramente preservada de la mancha original desde el primer instante de su Concepción. (Pío IX).

   III. Cuando, después de haber puesto nuestros ojos en la Virgen Inmaculada, los bajamos a nosotros mismos, ¡cuán diferentes nos encontramos a nuestra Madre! ¡Nacemos pecadores, vivimos en el crimen y estamos expuestos a morir en el pecado! Pero Vos, Virgen Santa, vendréis en nuestra ayuda: no dejaréis perecer a vuestros hijos. El que recurre a María no puede perecer: es el fundamento de toda esperanza. (San Bernardo).

La devoción
a la 
Inmaculada Concepción.
Orad por las Congregaciones
 de la Santísima Virgen.

ORACIÓN

   Oh Dios que, por la Inmaculada Concepción de la Virgen, habéis preparado un santuario digno para vuestro Hijo, dignaos, después de haberlo preservado de toda mancha en previsión de la muerte de este mismo Hijo, concedernos a nosotros, por su intercesión, la gracia de llegar hasta Vos, purificados de toda mancha. Por J. C. N. S. Amén.

AD DIEM ILLUM LAETISSIMUN,Encíclica de San Pío X, anunciando al Orbe Cristiano el Jubileo extraordinario a propósito del aniversario del Dogma de la Inmaculada Concepción, la devoción a la Sma. Virgen, 2/2/1904

FULGENS CORONA, Encíclica de Pío XII, con motivo del primer centenario de la definición del dogma de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen, 8/9/1953