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viernes, 25 de noviembre de 2011

CARTAS DEL HERMANO RAFAEL



16 de enero de 1934 - martes

A su madre desde la hospedería de San Isidro

Queridísima madre: Dos letras nada más para decirte que ahora, a las dos de la tarde, entraré ya en comunidad e iré al coro a Vísperas; excuso decirte si estaré contento, espero que tú lo estés también.

Ayer me dejó aquí mi padre que estuvo un gran rato con el reverendo Padre Abad; después fui a la Salve, después cené y a la cama. Hoy me he levantado tarde, he estado bastante tiempo con el Padre Maestro y me ha dicho que ahora, a las dos me vendrá a buscar.

Supongo que ya estaréis todos juntos en Oviedo, dando gracias a Dios en todo momento por el inmenso beneficio que nos ha hecho; yo por lo menos no ceso de darle gracias por todo.

Muchas cosas quisiera decirte pero no acierto con ninguna. Os tengo a todos en el corazón, especialmente a ti, querida madre. ¿Te gustaron las estampas que te escribí?

No dejes de alabar a Dios por todo, y de pedir a la Santísima Virgen mi perseverancia, pues si algo recibimos de Dios, es siempre por su intercesión.

Ahora están repartiendo la comida a los pobres; me dijo el Padre que ayer fueron más de ciento.

Hoy hace un día espléndido de sol, no como el de ayer que fue tristón.

En estos momentos ya estoy impaciente esperando al Padre Maestro y no veo ya la hora de tener mi sitio en el coro; qué feliz voy a ser, querida madre. Mira, las primeras oraciones son un himno de agradecimiento que sale de mi pecho para Dios y, después, ¿por quién voy a pedir como no sea por mis padres? Es lo único que yo creo que puede consolaros.

Ya os escribiré más despacio cuando me dé permiso el Padre Maestro. Hoy contentaros con saber que vuestro hijo está contento, que pide mucho por vosotros, y que está en manos de la Virgen, que es la abogada de la Orden.

Sin más, recibid todo el cariño de vuestro hijo que os pide vuestra bendición

Rafael

Tengo muchas ganas de fumar, pero no sé lo que me pasa que no me acuerdo que las tengo.





23 de enero de 1934 - martes

A sus padres desde San Isidro de Dueñas

Son las seis de la mañana... Y tengo un sueño que me caigo. Fray Damián me lo ha notado y me ha hecho señas de que escribiendo no me dormiré, y procuraré con más facilidad, tener los ojos abiertos... Y sin más preámbulo que un Avemaría, he cogido papel y pluma y me dispongo a escribir.

Llevo con hoy en el monasterio ocho días justos, en los cuales he tratado de sujetarme en lo posible a la Regla, y por ahora lo que sí puedo decir es que tengo mucho sueño... A las siete de la tarde me acuesto, y con la gracia de Dios me duermo enseguida. A la una me despierta un dolor de riñones, pues no es colchón de plumas precisamente sobre lo que duermo; cambio de postura a la una, como digo, y cuando ya parece que estoy otra vez dormido... ¡zás!, la campana que me dice que son las dos y que tengo que bajar a Maitines... No lo dudo ni un minuto, ni un segundo; me pongo las zapatillas y el abrigo, pues duermo vestido, me lavo un poco la cara, y con el pensamiento puesto en Dios, y el corazón alegre, bajo las escaleras del noviciado a toda velocidad y entro en la iglesia donde mi Dios está en el Tabernáculo, esperando a sus monjes para que empiecen a cantar sus alabanzas... Y una vez allí, en el coro de una abadía cisterciense, medio centenar de hombres comienzan cantando las palabras del ángel a María: «Ave María, gratia plena, Dominus tecum».

Yo creo que en ese momento la Reina del cielo ha de mirar a sus hijos con ternura, y el mismo Dios se recreará en María... Bien vale, pues, la pena de levantarse a las dos y pasar un poco de sueño.

Pues tenía razón Fray Damián, se me ha quitado el sueño. ¡Dichosa naturaleza!, qué guerra das, pero espero que con la ayuda de Dios te he de sujetar, y te he de domar; para eso no necesito más que una cosa que es constancia y oración..., y seguramente, sin que yo me de cuenta, al cabo de cierto tiempo ya no tendré tanto sueño como ahora, pero qué le vamos a hacer..., también los apóstoles se durmieron en el Huerto, y dejaron a Jesús solo..., y eso que eran apóstoles, conque qué no haré yo, que soy un pobre pecador.





24 de enero de 1934 - miércoles

A sus padres desde San Isidro de Dueñas

¡Qué hermoso es el silencio!, sobre todo aquí en la Trapa, donde todos nos entendemos con sólo mirarnos y,

sobre todo, Dios nos entiende; yo creo que con eso basta... Admirable es la Regla de san Benito, pero lo que la da más carácter de santa es el silencio... Ese silencio alegre del claustro, del jardín y de la huerta, donde todo calla, excepto los pájaros que cantan a Dios.

Vivo en unión de tres novicios y, desde que estoy aquí, no me han hablado más que por señas; yo ya sé hacer unas cuantas, pero de qué buena gana hablaría un parrafito con mis queridos hermanos... Estoy convencido, el silencio ayuda mucho para no perder la presencia de Dios..., pero es una gran penitencia, sobre todo en cierto momentos y a ciertas horas; por ejemplo: hace un día espléndido, vas a salir a trabajar al campo, el trabajo en el campo es alegre; pues bien, esa alegría que quisieras manifestar dando saltos y cantando, te la tienes que callar, y se la ofreces a Dios en silencio... Esto es muy hermoso, pero hace falta acostumbrarse. Le dije al Padre Maestro que algunas veces me dan ganas de dar voces, y me contestó que guardara mis energías para cantar en el coro, y así lo hago.

Como se ve, la vida de la Trapa se reduce a cantar en el coro y a cantar fuera del coro; unas veces dando gritos y otras veces en silencio, pero el canto es el mismo; y aunque el mío es muy pobre, y lo hago a veces con bastante sueño, yo creo que Dios me lo ha de aceptar, y a la Santísima Virgen así se lo pido.

Hoy, día 24, amanece nevado, por tanto, después de la Misa mayor, iremos a la chocolatería a empaquetar chocolate; yo lo hago muy despacio, pero como no me pagan a destajo, menos mal. Tenemos dos horas de trabajo, o sea, dos horas de silencio absoluto, y puedo asegurar que no me canso ni me aburro, pues lo que hago es pensar. Dicho así, parece una tontería, pues todo el mundo piensa, pero no es así; pensar es una cosa difícil. Claro que yo me refiero a pensar bien, pensar ordenadamente, sacar provecho, pensar con calma, sujetar la imaginación, llevarla por donde quieres. A todo eso me dedico mientras empaqueto chocolate, y si de vez en cuando rezo un Avemaría, saco más provecho del trabajo, y el chocolate sale mejor empaquetado. Aquí en la Trapa se hace de todo menos perder el tiempo.



29 de enero de 1934 - Lunes

A su madre desde San Isidro de Dueñas

Queridísima madre: Espero que no estés quejosa de tu hijo porque no te haya escrito antes, pero has de saber que aquí en la Trapa nada depende de nosotros, sino de nuestros superiores, y en este caso, es el Padre Maestro quien tiene la palabra. Tenía permiso para haberte escrito ayer domingo, pero estuve con mi padre y no pude; ya te contará él como me encontró y cómo estoy... En resumidas cuentas: muy bien.

Tu carta me agradó mucho, y al Padre Maestro también y me dijo que estaba muy literariamente escrita y sentida muy en cristiano, y que te iba a pedir permiso para copiarla... Excuso decirte qué estoy orgulloso de mis padres y alabando a Dios en ellos.

Hoy hace quince días que estoy en el monasterio, y parece que fue ayer cuando llegué. Me he acostumbrado muy bien a la Regla, que a primera vista y desde fuera, parece muy dura, pero aquí lo único duro es la cama... Lo demás es austero, pero no es inhumano ni mucho menos.

Si vieras qué paz se respira tan grande; esa silenciosa alegría que flota en la abadía y que no se puede explicar porque esa alegría y esa paz, es Dios que reina en la casa, y Él es el único punto de mira de la vida monástica.

Alrededor del Sagrario gira toda la actividad del monje cisterciense; los Oficios divinos en el coro no cansan nunca; las horas que se pasan en la iglesia parecen minutos... La fe nos dice que estamos alabando a Dios, y Dios está allí, muy cerca, a unos pasos en el Sagrario... ¡Qué sabe el mundo lo que es una Trapa! Yo cada vez le doy más gracias a Dios de mi vocación y le pido que me lleve de Venta de Baños al cielo, para allí, ya cara a cara con El, como decía santa Teresita, poder seguir cantando.

Muchísimas cosas te podría contar, pero mi pluma es muy sosa, y no acertaría a expresar lo que siento... Estoy contento, muy contento, pues Dios me quiere mucho, y la Santísima Virgen me ayuda de una manera..., como Ella sabe hacerlo.

Ahora te voy a decir lo que más me agrada y lo que mas me cuesta..., ya te lo podrás suponer; lo que más me gustar es estar en el coro, y lo que más me cuesta es levantarme a las dos, pues aquí no es eso de primero un ojo y después otro ojo, y después pensarlo, y acabar por dormirse otra vez..., sino que al toque de campana, sin esperar que haya dejado de sonar, ya debemos estar en pie, calzados y vestidos, pues a las dos tocan la campana y a las dos y diez se empiezan los Maitines.

Tu propósito de rezar el Oficio parvo de la Santísima Virgen, a las mismas horas, me parece algo exagerado, pues verás:

Maitines y Laudes

a las 2,10 de la mañana

Prima

a las 5,30 de la mañana

Tercia y Sexta

a las 7,45 de la mañana

Nona

a las 11,7 de la mañana

Vísperas

a las 4,30 de la mañana

Completas

a las 6,30 de la tarde

Estas son las horas de invierno, pues en verano varían. (1)

Ahora vamos a la Misa conventual, o sea, a las ocho menos cuarto. Primero rezamos Tercia, después la Misa y después Sexta. Después de la Misa vamos al trabajo, bien sea al campo, a descepar, o a la chocolatería a envolver pastillas de chocolate; depende del tiempo que haga, pues si ha helado la tierra está muy dura y hace frío.

Bueno... lo voy a dejar por hoy.

Te mando otros dos pliegos de papel que emborroné el otro día.

No te choquen las diferencias de papel, pero es que aquí se aprovecha todo y todo sirve.

Si ves a algún amigo mío le das recuerdos; no te nombro los que son, porque como son tan pocos, no hace falta, pero se los das especialmente a don Fernando Vallaure.

En cuanto a vosotros y a mis hermanos, ¿qué os puedo decir'? sino que me acuerdo cuando debo y donde debo.

Ahora vamos a ir a "Nona" y después al "refectorio", a comer el pan del trabajo, pues hemos estado en la chocolatería.

No sé cuándo te volveré a escribir..., cuando me lo ordenen. En este momento vuelvo del refectorio y hemos comido: alubias negras, leche, pan, vino y nueces. ¿Qué te parece el menú?... Dentro de un rato tendremos clase de "Constituciones de la Orden", y después iremos al trabajo... Te digo que no se puede perder un minuto.

Muchas veces pienso en vosotros, en los momentos más felices, pues quisiera que participarais de las alegrías de un noviciado en la Trapa.

Da muchos abrazos a la tía de mi parte, y a mis hermanos lo mismo; a mi padre, nada, porque ya le vi ayer, y para ti todo el cariño de tu novicio Rafael que conforme te prometió todos los días se acuerda de ti a las siete menos cuarto después de rezar la Salve a la Santísima Virgen (no vayas a creer que me acuerdo de la familia a horas fijas...). Bueno, nunca aprenderé a escribir en serio...

Sin más, te da un abrazo muy fuerte tu hijo

Rafael



30 de enero de 1934 - martes

A su madre desde San Isidro de Dueñas

Queridísima madre: Mi carta no puede salir hoy, por tanto, tengo tiempo para llenarte otro pliego.

Estoy deseando que llegue el día de la toma de hábito, que supongo será dentro de quince días, pues debo estar un mes por lo menos de postulante. No sé qué nombre me pondrán, pero es posible, me dijo el Padre Maestro, que me quede con el mío, pues no hay ningún Rafael en el monasterio.

Ayer tuvimos por trabajo la traslación de sacos de patatas desde el almacén o depósito al monasterio. Te aseguro que me sale muy bien la carga y descarga de sacos y, después de la jornada, voy a que me apunten lo que he hecho, es decir, voy a la capilla y se lo digo al Amo y siempre que voy a verle, tengo algo para que me apunte, y luego me pague los jornales todos a la vez. Un día es unas cuantas cepas arrancadas u hoyos tapados; otro día son pastillas de chocolate; otro día el barrido del dormitorio..., etc. Al fin y al cabo, no voy más que a mi negocio y te aseguro que con un Amo tan generoso como el mío, he hecho un negocio redondo.

El otro día estaba en la capilla yo solo; había vuelto de la chocolatería (2) donde había estado empaquetando pastillas. Y allí en la capilla, Dios y yo que había ido a rendirle cuentas. De rodillas delante del Sagrario mi alma le ofrecía a Dios mi último trabajo, las dos horas de silencio empaquetando pastillas; y de esas cosas que pasan a veces, me pasó a mi... Verás...

En un arranque de fervor le dirigía a mi Dios la siguiente oración: "Señor, Vos estáis muy arriba y yo estoy aquí abajo, donde de una manera más o menos generosa quiere hacer llegar hasta Vos el humilde obsequio de un pobre trapense, que lo único que ahora os puede dar es el trabajo de envolver unas docenas de pastillas de chocolate..., y creedme, si yo pudiera subir al cielo y entregaros mi ofrenda, y luego volver a bajar a la chocolatería de la Trapa, así lo haría..., podéis creerme".

Y como a mi, incluso en la oración, se me ocurren tonterías, pensé, cuando ya me levantaba: "Qué bien me venía a mi un aeroplano". Y nada más decir esto, cuando rompe el silencio de los cielos de Castilla, un potente motor de un aeroplano, que en aquellos momentos daba la casualidad que volaba por encima del monasterio.

Podéis creerme, me iba a levantar y seguí de rodillas, pero ahora no le decía nada a Dios..., pensaba en el aeroplano que se me imaginaba había pasado por la Trapa, había cogido los chocolates de un novicio que no podía volar y, luego, dirigiendo los mandos y el timón hacia el cielo se lo había dio a entregar a Dios... Y el Amo seguía en el Tabernáculo y su siervo de rodillas y en silencio, escuchando cómo se apagaba el ruido de un potente motor que se alejaba a toda velocidad sobre el cielo de Castilla.

Bueno, no vayáis a creer que he venido aquí a la Trapa para hacer literatura..., pero es que sin querer me sale.

Hoy ha caído una helada magnífica y esta mañana a las cinco había una luna que se podía leer con su claridad... Hacía unos momentos que en el coro acababan mis labios de pronunciar las palabras del Benedicite, "hielos y fríos bendecid al Señor; luna, cielo y estrellas, bendecid al Señor", que cuando salí de la iglesia no me molestaba estar a bajo cero, pues precisamente el frío que yo tenía estaba bendiciendo al Señor, pero sin embargo, somos tan flacos, que mi alma estaba cerca de Dios, pero mi cuerpo se aproximaba al radiador del noviciado.

Esta carta no sé cuándo va a salir, pues hoy es día 31 y en este momento son las cinco de la mañana (para dar más detalles).

Hoy hemos cantado el Oficio de difuntos solemne, pues es hoy un aniversario de la Orden. Es algo maravilloso, y a mi me ha enfervorizado mucho. Los salmos del Oficio de difuntos, si se quisieran hacer de nuevo, no se podría... Tengo la cabeza y el corazón lleno de cosas..., no sé explicar lo que yo he sentido esta mañana en el coro, pero a pesar de no entender latín, mi alma se llenaba de las palabras de David, de tal manera, que me acercaba a Dios, para pedirle misericordia y pedirle que detuviese su ira en el día grande y sublime de la resurrección.

Yo esta mañana, cuando cantaba en el coro, no sabia lo que pedía, pero si sabía que pedía algo muy grande, algo que el entendimiento de los hombres no podemos concebir.

Siguen los días fríos y las fuertes heladas, y ayer hacía un viento muy fuerte, que silbaba al rozar la aguja de la torre y que ondulaba los cipreses del cementerio. A la hora de Vísperas no se percibían en el monasterio más que dos cosas: el viento al correr por la llanura y el canto de la salmodia; la naturaleza y los hombres tributaban a Dios sus alabanzas; el viento acariciaba al monasterio, resbalando sobre las campanas, y los monjes en el coro acariciaban con los salmos a Jesús en el Sagrario.

En fin, muchas cosas podría escribir, pues para mi esta vida que parece monótona tiene tantos atractivos, que no me cansa ni un momento; cada hora es diferente, pues aunque exteriormente sean iguales, interiormente no lo son, como no son iguales todas las Misas, y cada vez que vas al coro, el Oficio te parece diferente, por lo menos a mi me pasa. Claro, que esto no quiere decir que las lentejas un día sepan a perdices y otro día a tortilla de patatas, no..., las lentejas serán siempre lentejas mientras dure mi vida en el monasterio; pero, a pesar de todo, las como con mucho gusto, porque las sazono con dos cosas: con hambre y con amor de Dios, y así no hay alimento que se me resista.

Ya ha amanecido; ahora dentro de un momento iremos a la Misa conventual y después al trabajo, y así, poco a poco, poco a poco, un día y otro día, esperando tranquilamente a que Dios nos llame para seguir bendiciéndole PC toda una eternidad y sin empaquetar chocolate ni comer len tejas.

Verdaderamente cada vez que pienso que los trabajo son sólo un día y el descanso es una eternidad, se hace todo con gusto y con alegría..., todo llega y todo pasa.

Bueno, me parece que ya es bastante papel ¿no te parece?...

Lo que te suplico, querida madre, es que te acuerdes de mí en tus oraciones; me parece que no es necesario que lo tenga que decir.




18 de febrero de 1934 Domingo

A su madre desde San Isidro de Dueñas

Queridísima madre: Hace solamente una hora que tu hijo ya no es Rafael a secas, se llama Fray María Rafael... ¿te alegras? Yo sé que sí, pues me sigo llamando como antes, pero añadiendo el nombre de la Santísima Virgen Maria y en vez de don..., Fray, que quiere decir hermano... Queridísima madre, estoy muy contento, hoy me han dado el hábito; me he emocionado mucho y no hago más que bendecir a Dios que tanto me quiere.


SANTORAL 25 DE NOVIEMBRE





25 de noviembre



SANTA CATALINA,
Virgen y Mártir



Yo pondré las palabras en vuestra boca,
y una sabiduría a la que no podrán resistir ,
ni contradecir todos vuestros enemigos.
(Lucas, 21, 15).

   Según su leyenda, Santa Catalina, nacida de familia de alto rango en Alejandría, con tanto éxito se entregó al estudio de las ciencias divinas y humanas, que, a los 18 años, confundió al emperador Maximino, y a los filósofos paganos, convirtiendo a gran número de éstos. Convirtió también a la emperatriz Fausta y al tribuno Porfirio, quienes sufrieron el martirio con ella y los filósofos convertidos. Como consecuencia de ser azotada con látigo de puntas de plomo once días estuvo medio muerta. Sometida al tormento de las ruedas con dientes de hierro, a la primera vuelta rompiéronse éstas. Acabó su suplicio siendo decapitada. Su cuerpo fue llevado por los ángeles a la cumbre del Sinaí.

MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA
DE SANTA CATALINA

   I. Santa Catalina consagró su virginidad a Jesucristo desde edad muy temprana; prefirió conservar esta virtud padeciendo el martirio, a perderla subiendo al trono. ¡Oh virtud amable, que hace a los hombres amigos de Jesucristo, hijos de María, semejantes a los ángeles, y les da en la tierra un pregusto de la felicidad que regocija a los santos en el cielo!

   II. Santa Catalina recibió la corona de los doctores con la de las vírgenes, porque predicó la fe, confundió a los filósofos y convirtió a muchos paganos. Aprende con esto que Dios es el autor de toda ciencia: "Él fue quien ilustró a Santa Catalina. Día y noche te consumes inclinado sobre los libros: vete a la fuente de todos los conocimientos, pide sabiduría al Señor. Él te la dará; pero, sírvete de tus luces para santificarte y para convertir a los otros. ¿Lo haces así?

   III. A esas dos primeras coronas sumó ella la del martirio. Podía Catalina ser dichosa según el mundo: era hermosa, noble, rica, llena de ingenio, podía llegar a ser esposa de un emperador. Renunció a todas estas ventajas y murió por Jesucristo. ¿Qué hubieras hecho tú en su lugar? ¿qué haces todos los días? ¡Por un pequeño interés, abandonas al Señor! ¿Quieres participar de la corona del martirio? Mortifica tu carne, combate la voluptuosidad y la avaricia, desprecia al mundo. Afligir la carne, vencer las pasiones, resistir a la avaricia, triunfar del mundo, es una gran parte del martirio. (San Agustín).

 La humildad
 Orad por la buena educación
 de la juventud.

ORACIÓN

   Oh Dios, que disteis la ley a Moisés en la cumbre del monte Sinaí y en ella hicisteis enterrar por ministerio de los santos ángeles el cuerpo de vuestra virgen y mártir Santa Catalina, os suplicamos que nos hagáis llegar, por sus méritos e intercesión, a la montaña que es Jesucristo. Por J. C. N. S. Amen.