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viernes, 7 de octubre de 2011

RATATOUILLE



El ratatouille es un platillo originario de la provence francesa y cuya existencia se sabe data aproximadamente el siglo XVIII. “Ratatouille” proviene del vocablo popular derivado del verbo “touiller” que significa revolver o mezclar.
Según la localidad y el gusto de cada región la receta original puede tener ligeras modificaciones, pero su esencia sigue siendo la misma.
Bien, veamos entonces cómo preparar esta receta vegetariana: 
Rinde: 4 porciones
 ¿Qué necesitas?
-2 dientes de ajo bien picados
-1 cebolla mediana picada
-1 berenjena
-1 pimiento rojo
-2 zapallitos redondos
-2 tomatas perita
-4 cdas de aceite de oliva
-Sal y pimienta, a gusto
-Hierbas aromáticas, a gusto
 Preparación
-Primero corta todos los vegetales en cuadraditos pequeños o en rodajas, como prefieras. En una sartén dora la cebolla y el ajo picados con el aceite de oliva.
-Luego, suma la berenjena y el ají cortados, revuelve y tapa. Deja cocinar estas verduras por dos minutos aproximadamente
-Agrega entonces el zapallito y las hierbas aromáticas (tomillo, orégano, estragón, romero, entre otras).
-Condimenta a gusto y deja cocinar unos minutos más (de 10 a 15).
-Sólo presta atención a que los vegetales no se pasen de cocción o se quemen. Se puede acompañar con arroz. Y agregarle albahaca fresca picada encima que le dará un toque especial.

LA PERFIDIA JUDAICA EN LA HISTORIA CRISTIANA III


LAS SOMBRAS DE LA INQUISICIÓN


 *** 
En circunstancias en que cualquiera otro pueblo podía haber tomado represalias terribles –después de la traición sufrida y de los siete siglos de dominación extranjera-, el rey Fernando el Católico optó sólo por la expulsión de los judíos que no quisiera seguir la religión católica. Los que se quedaron en España fueron la mayoría; los otros les llamaban despectivamente “marranos” pero bien pronto los rabinos advirtieron que quienes estaban logrando mayores avances en la lucha del judaísmo internacional eran “los hermanos más sutiles” que como falsos conversos actuaban bajo nacionalidades y creencias ajenas.
Rey Fernando el Católico
La numerosa colonia israelita que se quedó en España, y que pese a los trece o veintitrés siglos que llevaba la residencia no se había fusionado con la población española, siguió en su mayor parte la táctica “sutil” y no se convirtió realmente al catolicismo, aunque lo aparentó con habilidad y mansedumbre. Desde el primer momento estos hebreos trataron de minar a la Corona y de recuperar sus posiciones perdidas. Y precisamente como reacción a estas actividades secretas –no al culto israelita que siempre había gozado de libertad- creció y se vigorizó el Tribunal de la Inquisición. No era intolerancia religiosa, era rivalidad política. Era la lucha de un pueblo contra un grupo que ya lo había traicionado y que luego pretendía burlar la expulsión y minar al nuevo régimen. Ahí no había antisemitismo ni racismo, sino conflicto de traicionados y traidores. (1)
La Iglesia, con el antipapa judío Anacleto II, y el Estado Español con la traición de su colonia israelita que se alió al invasor musulmán, habían palpado la terrible efectividad de ese movimiento político secreto y reaccionaron en consecuencia. No era antisemitismo, sino defensa frente a un anticristianismo que se transmitía de generación en generación y que no aspiraba sólo a afirmar su credo sino a mirar y destruir el ajeno.
Primero fue el asalto de ese movimiento político oculto y luego vino la respuesta con el Tribunal de la Inquisición, que indudablemente era un duro tribunal, pero no más duro que todos los de su época en Europa, pues incluso ofrecía el perdón a quien se retractaba y prometía enmienda. Y como guardián de una nación que había sido burlada por los que parecían ser ya sus hijos, tenía más justificación legal que otros muchos; que los tribunales de Inglaterra, por ejemplo, en donde Enrique VIII hacía perseguir a cristianos sólo porque no aceptaban su interpretación personal de la Biblia; la ley que expidió con ese motivo, llamada más tarde la Ley Sanguinaria, segó tantas o más vidas en una década que todas las que cortaba el tribunal español en un siglo.
Sin embargo, las palabras “inquisición” e “inquisitorial” han sido cargadas con significados de infamia y barbarie y lanzadas a la faz de España y de su dominio en América. La Inquisición fue sin duda un tremendo tribunal, pero no era sólo eso, y no hay vereda más engañosa hacia el error que la acreditada con fragmentos de verdad. Ningún Estado recién rescatado al invasor, después de una traición interna, se hubiera defendido con menor rigor. No se trataba de una cuestión religiosa, sino de la supervivencia nacional.
Si sobre la Inquisición se ha hecho tanto ruido a través de los siglos y sobre otros tribunales de aquella época se habla tan poco –como el de los británicos- ello se debe a que la Inquisición ejecutaba judíos, en tanto que los otros mataban cristianos. Porque la organización política israelita mantiene siempre vivos todos los temas que interesan a sus fines y con persistente constancia maneja su publicidad de la historia. Desacredita verdades, acredita infundios y al que se opone a sus designios le sigue los pasos hasta después de muerto para infamar su memoria. Al correr de los años esta sutil constancia desacredita nombres y falsifica héroes.
Isabel Tudor de Inglaterra
Esto explica que Enrique VIII e Isabel de Inglaterra, que en ejecutar gente aventajaban a la Inquisición, no sean presentados como símbolos de infamia; y que la Revolución Francesa, que también chapoteó en sangre de cristianos, sea glorificada como una epopeya de humanismo.
Es indiscutible que tanto los judíos que emigraron como los que se quedaron en España siguieron buscando tesoneramente la revancha. Según dice el padre Julio Meinvielle, muchos de los judíos son enemigos teológicos, por lo cual su enemistad tiene que ser inevitable y terrible.
“¡Y pensar que este pueblo proscrito, que sin asimilarse vive mezclado en medio de todos los pueblos, a través de las vicisitudes más diversas, siempre y en todas partes intacto, incorruptible, inconfundible, conspirando contra todos, es el linaje más grande de la tierra! El linaje más grande, porque este linaje tiene una historia indestructible de 6,000 años…” (2)
A principios del siglo XVI tanto los judíos emigrados de España como los que se quedaron en ella dieron impulso al protestantismo y al calvinismo, como venganza contra el catolicismo. En esta tarea estaba trabajando ocultamente el canónigo de Salamanca, Agustín de Cazalla, nacido de padres judaizantes, y cuando la Inquisición lo sorprendió, lo quemó vivo en la Plaza Mayor de Valladolid (21 de mayo de 1559). La madre del canónigo, Leonor de Vibero, y las hermanas de él. Constanza y Beatriz, también hacían labor subrepticia contra la Iglesia y fueron igualmente ejecutadas.
Agustín de Callaza
El 8 de octubre del mismo año fue quemada Catalina de Reinoso, judía, monja del convento de Belén, en Valladolid, que secretamente actuaba contra la Iglesia. Por esos mismos días se descubrió que hasta el capellán de Carlos V. Constantino Ponce de la Fuente, seguía siendo israelita y se fingía converso para minar las instituciones católicas. Poco antes de ser ejecutado se suicidó en la cárcel. Sus huesos fueron quemados en acto de fe el 22 de diciembre de 1560.
Estas hábiles infiltraciones cundieron incluso a la Compañía de Jesús, “malcontentos”, que perturbaban las buenas relaciones entre el rey y los jesuitas. Roma realizó una investigación muy minuciosa y en 1592, bajo el Papa Clemente VIII, se aclaró que existía un verdadero complot dirigido por jesuitas judíos, quienes fueron inmediatamente expulsados. La Compañía de Jesús acordó entonces excluir a los aspirantes de ascendencia hebrea, salvo autorización expresa del Papa. Uno de los expulsados fue Jerónimo Zahorowsky, quien luego se vengó escribiendo “Mónita Secreta Societatis Jesús” (1614), donde atribuía al General de la Compañía instrucciones para lograr “el dominio del mundo”.

LA GESTA DE LOS MÁRTIRES VII


Hacia el año 185, en Roma

UN SABIO

APOLONIO


En esta «Acta», hemos suprimido el exordio que era apócrifo, y restablecido el verdadero nombre del mártir, el lugar y género del suplicio. En cuanto a estos pasajes, dejamos pues a un lado la versión griega, y seguimos la versión armenia.
Los diálogos apologéticos que se leerán en esta «Acta» no deben ser tachados de inverosimilitud, a pesar de la escasez de semejantes discursos en las narraciones análogas. Se atienen a los temas habituales de la polémica religiosa de aquella época, y el uso de la taquigrafía explica su conservación. No se halla por otra parte en ellos grandilocuencia alguna, sino una clara y muy personal exposición de doctrina, sin falsa exaltación. Esa firmeza de respuesta y esa sobriedad de pensamiento llegan a veces a la gran elocuencia.

***

Cuando Apolonio compareció, el procónsul Perennis le preguntó: «Apolonio, ¿sois vos cristiano?».

APOLONIO.—Sí, soy cristiano. Por eso honro y temo a Dios que ha hecho el cielo, la tierra, el mar y todo cuanto contienen.

EL PROCÓNSUL PERENNIS.—Cambiad de opinión, Apolonio, creedme y jurad por la fortuna de nuestro amo, el emperador Cómodo.

APOLONIO.—Escuchadme, Perennis. Mi defensa será sincera y conforme a las leyes. El que cambia de idea para no observar más los justos, saludables y admirables mandamientos de Dios, es culpable, criminal y verdaderamente impío. Mas aquel que cambia de idea para renunciar a la injusticia, al desorden, a la idolatría y a los propósitos perversos, que huye aún de la sombra del pecado, que vuelve para siempre las espaldas a esas miserias, aquél es justo.

El Verbo de Dios, que conoce todos los pensamientos de los hombres nos enseñó esos hermosos y magníficos mandamientos. Ahora bien, Él nos ha mandado no jurar jamás, sino ser sinceros en todas las cosas. Pues la verdad afirmada con un sí, es un gran juramento. He allí por qué es malo que un cristiano jure. De la mentira nació la desconfianza, y de la desconfianza ha nacido el juramento. ¿Queréis sin embargo oírme jurar que honramos al emperador y que oramos por su poder? De buena gana confirmaría esta verdad apelando al testimonio del verdadero Dios, Él que existía antes que los siglos, que no han fabricado manos de hombres, que quiso que en la tierra un hombre mandara a los demás hombres.

EL PROCÓNSUL PERENNIS.—Haced lo que os digo, Apolonio. Cambiad de opinión. Sacrificad a los dioses y a la imagen del emperador Cómodo.

APOLONIO (se sonrió y replicó).—Me he defendido acerca de dos puntos: el cambio de opinión y el juramento. Escuchad ahora, Perennis, lo que tengo que decir referente al sacrificio. Todos los cristianos, y yo junto con ellos, ofrecemos un sacrificio incruento y sin mancha al Dios Todopoderoso, al dueño del cielo, de la tierra y de toda vida. Es el sacrificio de la oración. Y lo ofrecemos en particular por esos hombres dotados de inteligencia y de razón, hechos a imagen de Dios, y que la divina Providencia ha elegido para gobernar el mundo. Por eso, por obediencia a las órdenes de Dios, oramos al Dios del cielo por el emperador Cómodo que reina en este mundo. Pues, estamos bien seguros de ello, y acabo de explicároslo, si el emperador reina sobre el mundo no es a causa de otro hombre, sino debido a la única voluntad del Dios invencible cuyo poder abarca el universo.

EL PROCÓNSUL.—Apolonio, os doy un día de plazo para reflexionar. Es para vos cuestión de vida o de muerte.

Tres días después, nuevo interrogatorio. Era en medio de una muchedumbre de senadores, de miembros del concejo y de filósofos célebres. El procónsul llamó al acusado y dijo: «Que se lean de nuevo las actas de Apolonio».

Luego que las leyeron, PERENNIS (preguntó).—¿Qué habéis decidido, Apolonio?

APOLONIO.—Seguir siendo fiel a Dios, como lo habíais previsto y consignado en autos.

EL PROCÓNSUL.—Cambiad de opinión, creedme. El decreto del senado es formal. Rendid homenaje a los dioses, adoradles como lo hacemos todos y vivid con nosotros.

NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO- SANTA MISA


7 de Octubre

NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO 


Titular de las Catedrales de Paraná, Rosario, Corrientes y Azul, y Patrona de las Arquidiócesis de Santa Fe y Córdoba (Argentina)

Doble de Segunda Clase - Ornamentos blancos


   En la Edad Media, como antiguamente entre los Romanos, solían llevar los nobles coronas de flores, que más tarde se transformaron en las áureas diademas de los reyes. Ofrecíanse estas coronas a los hombres de distinción a titulo de censo.

   La Virgen María, como Reina del cielo y de las almas, es acreedora a estos mismos honores, por lo cual la Iglesia quiere que reconozcamos el título de María Reina del Sto. Rosario, y nos exhorta a ofrecerle, como Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo, tres coronas de rosas, cuya encantadora belleza describe en el oficio y la misa.

   La oración nos recuerda ser el Rosario una oración mental tanto como vocal, en que meditamos los misterios de la vida, muerte y resurrección de Jesús, a los cuales estuvo íntimamente unida la Virgen María.

   También han llovido, mediante esta oración, muchos favores sobre la cristiandad en el transcurso de los siglos, y esta fiesta de Nuestra Señora del Rosario fue instituida especialmente, en lugar de Nuestra Señora de la Victoria, para recordar la insigne victoria de Lepanto el Domingo 7 de Octubre de 1571, debida a la recitación del Rosario, donde fueron aniquiladas especialmente por la flota española a las órdenes de don Juan de Austria, las fuerzas vivas del islamismo, que amenazaban invadir a Europa.

   La fiesta del Rosario viene a ser como una miniatura del año litúrgico, por la meditación de los Misterios de Cristo; y también lo es del Breviario porque las 150 Avemarías nos recuerdan los 150 Salmos, que terminamos con Gloria Patri. El Rosario es a manera de vistoso tríptico en cuyas tablas vemos reproducidos los sucesos gozosos, dolorosos y gloriosos de Jesús y de María, que se han venido sucediendo en el calendario católico. En el ciclo de Navidad, el alma, que nada en una atmósfera de júbilo, considera los cinco misterios gozosos el miércoles y el viernes de Témporas de Invierno (del Hemisferio Norte), el día de Navidad, el 2 de febrero y el Domingo Infraoctava de Epifanía. Contempla después, en medio de las tristezas del Tiempo de Pasión, los cinco misterios dolorosos el Jueves y el Viernes santos. Finalmente participa, en medio de las alegrías del Tiempo Pascual,  de los cinco misterios gloriosos en las fiestas de Pascua, Ascensión, Venida del Espíritu Santo, Asunción de la Virgen. Todos los fieles que visiten en el día de la fiesta una iglesia donde se halle establecida la archicifradía del Rosario, pueden lucrar indulgencia toties quoties plenaria, análoga a la de la Porciúncula
   Introito

    INTROITUS Gaudeamus omnes in Dómino, diem festum celebrántes sub honóre beátae Maríae Vírginis de cujus solemnitáte gaudent Angeli, et collaúdant Filium Dei. Ps. 44, 2.Deus, judícium tuum Regi da: et justítiam tuam Filio Regis V. Gloria Patri.   Introito - Alegrémonos todos en el Señor, celebrando la festividad de la Sma. Virgen María, de cuya solemnidad se alegran los Ángeles y alaban a coro al Hijo de Dios. -Ps. Eructó mi corazón una palabra buena; digo: Mis obras son para mi Rey (Cristo). V. Gloria al Padre.
Oración-Colecta

   ORATIO - Deus cujus Unigénitus per vitam, mortem et resurrectiónem suam nobis salútis aeternae praemia comparávit: concéde, quaesumus; ut, haec mystéria sacratíssimo beátae Mariae Virginis Rosário recoléntes, et imitémur quod cóntinent, et quod promíttunt, assequámur. Per eúndem Dóminum.   R. Amen    Oh Dios, cuyo Unigénito Hijo, con su vida, muerte y resurrección, nos granjeó el premio de la salud eterna: danos, a los que recordamos estos misterios del santísimo Rosario, imitar lo que contienen y alcanzar lo que prometen.  Por Nuestro Señor Jesucristo, etc.   RAmen.
    En las Misas rezadas: 
Conmemoración de San Marcos

   Gregem tuum, Pastor aeternae, placátus inténde: et per beátum Marcum Summum Pontíficem, perpétua protectióne custódi: quem totíus Ecclésiae praestitísti esse pastórem. Per Dóminum.   Dirige, oh eterno Pastor, benignamente a tu grey, y guárdala, con tu continua protección, por la intercesión de San Marcos, Sumo Pontífice, a quien Tú constituiste pastor de toda la Iglesia. Por Jesucristo Nuestro Señor.
Conmemoración de los Santos Sergio y Compañeros

   Sanctórum Mártyrum tuórum nos, Dómine, Sérgii, Bacchi, Marcélli et Apuléji beáta mérita prosequántur: et tuo semper fáciant amóre fervéntes. Per Dóminum.   Favorézcanos, Señor, los gloriosos méritos de tus Santos Mártires Sergio, Baco, Marcelo y Apuleyo, y hágannos ellos siempre fervientes en tu divino amor. Por J. N. Señor.
Epístola

EPISTOLA   Lectio Libri Sapéntiae (8, 22-24 et 32-35)  - Dóminus possédit me in inítio viárum, ántequam quidquam fáceret a principio. Ab aetérno ordináta sum, et ex antíquis, ántequam terra fíeret. Nondum erant abýssi, et ego jam concépta eram. Nune ergo, filii, audíte me: Beáti, qui custódium vias meas. Audite disciplínam, et estóte sapiéntes, et nolite abjícere eam. Beátus homo, qui audit me, et qui vígilat ad fores meas quotídie, et obsérvat ad postes óstii mei. Qui me invénerit, invéniet vitam, et háuriet salútem a Dómino.   Lección del Libro de la Sabiduría - El Señor me poseyó en el principio de sus obras, desde el comienzo, antes que criase cosa alguna. Desde la eternidad fui predestinada, y desde antiguo antes que la tierra fuese hecha. Aún no existían los abismos, y yo estaba ya concebida. Ahora, pues, hijos, oídme: Bienaventurados los que siguen mis caminos. Oíd mis preceptos, y sed sabios, y no queráis desecharlos. Dichoso el hombre que me oye y vela a mis puertas cada día, y está al acecho en los postigos de mi puerta. Quien me hallare, hallará la vida, y alcanzará del Señor la salvación.

   GRADUALE (Ps. 44, 5, 11 et 12 Propter veritátem, et mansuetúdinem, et justitiam; et dedúcet te mirabíliter déctera tua. V. Audi, filia, et vide, et inclina aurem tuam; quia concupívit Rex spéciem tuam.     Alleluia, alleluia. V. Solémnitas gloriósae Virginis Mariae ex sémine Abrahae, ortae de tribu Juda, clara ex stirpe David,Alleluia.   Gradual - Por causa de la verdad, de la mansedumbre y de la justicia, tu diestra te conducirá a cosas maravillosas. V. Escucha, hija, y considera, y presta atención, porque el Rey se enamoró de tu hermosura.
   Aleluya, aleluya - V. Ésta es la solemnidad de la gloriosa Virgen María, de la semilla de Abrahán, nacida de la tribu de Judá, de la ilustre estirpe de David. Aleluya. 
Evangelio

 USequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam (1, 26-38)
   In illo témpore: Missus est angelus Gabrihel a Deo in civitatem Galilaeae, cui nomen Nazareth,. ad Virginem desponsatam viro, cui nomen erat Ioseph de domo David et nomen virginis Maria. Et ingressus angelus ad eam dixit have gratia plena Dominus tecum benedicta tu in mulieribus. Quae cum vidisset turbata est in sermone eius et cogitabat qualis esset ista salutatio. Et ait angelus ei ne timeas Maria invenisti enim gratiam apud Deum ecce concipies in utero et paries filium et vocabis nomen eius Iesum. Hic erit magnus et Filius Altissimi vocabitur et dabit illi Dominus Deus sedem David patris eius et regnabit in domo Iacob in aeternum et regni eius non erit finis. Dixit autem Maria ad angelum quomodo fiet istud quoniam virum non cognosco. Et respondens angelus dixit ei Spiritus Sanctus superveniet in te et virtus Altissimi obumbrabit tibi ideoque et quod nascetur sanctum vocabitur Filius Dei; et ecce Elisabeth cognata tua et ipsa concepit filium in senecta sua et hic mensis est sextus illi quae vocatur sterilis quia non erit inpossibile apud Deum omne verbum. Dixit autem Maria ecce ancilla Domini fiat mihi secundum verbum tuum.


Credo.
 UContinuación del Santo Evangelio según San Lucas   En aquel tiempo: Envió Dios al Ángel Gabriel a Nazaret, ciudad de Galilea, a una Virgen desposada con un varón, llamado José, de la casa de David, y el nombre de la Virgen era María. Y habiendo entrado el Ángel adonde ella estaba, le dijo: "Dios te salve, llena de gracia; el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres". Al oir esto la Virgen, se turbó, y púsose a considerar qué significaría aquel saludo. Mas el Ángel le dijo; No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios, Sábete que has de concebir en tu seno, y darás a luz un Hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Éste será grande, y será llamado el Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará en la casa de Jacob eternamente, y su reino no tendrá fin. Dijo entonces María al Ángel: ¿Cómo ha de ser eso? pues yo no conozco varón. Y el Ángel le respondió y dijo: El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por lo cual, el fruto Santo, que de ti nacerá, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que en su vejez ha concebido también un hijo; y la que se llamaba estéril, hoy cuenta ya el sexto mes; porque nada es imposible para Dios. Dijo entonces María: ¡He aquí la esclava del Señor! hágase en mí según tu palabra Credo

   OFFERTORIUM Ecl. 24, 25; 39, 17 - Ime grátia omnis viae et veritátis, in me omnis spes vitae et virtútis: ego quasi rosa plantáta super rivos aquárum fructificávi.   Ofertorio -  En mí está la gracia para conocer el camino de la verdad, en mí toda esperanza de vida y de virtud; di fruto como rosa plantada junto a los ríos de las aguas. 
Oración-Secreta

   Fac nos, quaesumus, Dómine, his  munéribus offeríndis conveniénter aptári: et per sacratíssimi Rosarii mysteria sic vitam, passiónem et gloriam Unigeniti tui recólere; ut ejus digni promissiónibus efficiámur: Qui tecum vivit.    Haznos, Señor, dignos de ofrecer debidamente estos dones; y que, mediante los misterios del Santísimo Rosario, de tal modo honremos la vida, pasión y gloria de tu Unigénito qie nos hagamos acreedores a sus promesas. Que contigo vive y reina.
   En las Misas rezadas: 
Conmemoración de San Marcos

   Oblátis munéribus, quaesumus, Dómine, Ecclésiam tuam benignus illúmina: ut, et gregis tui proficiat ubíque succéssus, et grati fiant nómini tuo, te gubernánte, pastóres. Per Dominum.    Rogámoste, Señor, que en atención a los dones que te acabamos de ofrecer, ilumines benignamente a tu Iglesia; a fin de que, por una parte crezca y prospere por doquier tu grey, y por otra te sean gratos, dejándose gobernar por Ti, los pastores. Por J. N. S.
   
Conmemoración de los Santos Sergio y Compañeros

   Majestátem tuam nobis, Dómine, quaesumus, haec hñostia reddat immolanda placátam, tuórum digna postulatione Sanctórum. PerDominum nostrum.   Rogámoste, oh Señor, que esta hostia, que va a ser inmolada, aplaque a tu Majestad; y sea acepta por la oración de tus Santos.  Por J. N. Señor.
Prefacio de la Sma. Virgen   

  Vere dignum et justum est, aequum et salutare, nos tibi semper, et ubique gratias agere: Domine sancte, Pater omnipotens, aeterne Deus: Et te in Festivitáte beátae Maríae semper Virginis collaudárae, benedícere et praedicáre. Quae et Unigénitum tuum Sancti Spíritus obumbratióne concépit: et virginitátis glória permanénte, lumen aeternum mundo effúdit, Jesum Christum Dóminum nostrum. Per quem Majestátem tuam laudant Angeli, adórant Dominatiónes, tremunt Potestátes, Caeli, caelorúnque Virtútes, ac beáta Séraphim, sócia exsultatióne concélebrant. Cum quibus et nostras voces, ut admítti júbeas deprecámur, súpplici confessióne dicéntes:    Sanctus, Sanctus, Sanctus...   Verdaderamente es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias en todo tiempo y lugar oh Señor Santo, Padre todopoderoso y eterno Dios. Y el alabarte, bendecirte y glorificarte en la fiesta del Rosario de la bienaventurada siempre Virgen María, que, habiendo concebido a tu único Hijo por virtud del Espíritu Santo, dio a luz, conservando siempre la gloria de su virginidad, a la Luz eterna, Jesucristo nuestro Señor. Por quien los Ángeles alaban a tu Majestad, las Dominaciones la adoran, y las Potestades la temen. Los Cielos y las Virtudes de los cielos, y los bienaventurados Serafines celebran juntos tu gloria transportados de mutuo regocijo. Haz, Señor, que unamos nuestras voces con las suyas diciéndote con humilde confesión: Santo, Santo, Santo, etc.

   COMMUNIO (Eccl i. 39, 19 - Floréte flores quasi lílium, et date odórem, et frondéte in gratiam, collaudáte cánticum et benedícite Dóminum in opéribus suis.   Comunión. - Floreced flores, como el lirio, y difundid olor; sed frondosas en gracia; alabad a Dios con cánticos y bendecid al Señor en sus obras.
Oración-Postcomunión 

   Sanctíssimae Genitrícis tuae cujus Rosárium celebrámus, quaesumus, Dómine, précibus adjuvémur: ut et mysteriórum, quae cólimus, virtus percipiátur; et sacramentórum, quae súmpsimus, obtineátur efféctus. Qui vivis et regnat in unitáte   Habiendo conseguido el Alimento de inmortalidad, pedímoste, Señor, que cuantos nos gloriamos de militar bajo las banderas de Cristo Rey, podamos perpetuamente reinar en la patria celestial con Él. Por Nuestro Señor Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.
   En las Misas rezadas: 
Conmemoración de San Marcos

   Refectióne sancta enutrítam gubérna, quaesumus Dómine, tuam placátus Ecclésiam: ut poténti moderatióne dirécta, et increménta libertátis accípiat et in religiónis integritáte persístat. Per Dominum.   Rogámoste, Señor, que gobiernes benignamente a tu Iglesia, alimentada con la santa comunión; de suerte que, dirigida por una fuerte y suave autoridad, goce cada día de mayor libertad y se afiance en la integridad de la religión. Por J. N. S.
    Conmemoración de los Santos Sergio y Compañeros

   Sacraméntis, Dómine muniámur accéptis: et sanctórum tuórum Mártyrum tuórum Sérgit,  Bacchi, Marcélli et Apuléji intercesione, contra omnes nequítias irruéntes, armis caeléstibus protegámur. Per Dominum.   Haz, oh Señor, que seamos defendidos por los Sacramentos que acabamos de recibir, y que, por la intercesión de tus Santos Mártires Sergio, Baco, Marcelo y Apuleyo, seamos protegidos con celestiales armas contra todos los males que nos amenazan. Por J. N. Señor.

SANTORAL 7 DE OCTUBRE








7 de octubre 

NUESTRA SEÑORA
DEL
SANTÍSIMO ROSARIO*




Desde que la Santísima Virgen ha dado una eficacia tan grande al Rosario,
 no existe ningún problema material, espiritual, nacional o internacional
que no pueda ser resuelto por el Santo Rosario y nuestros sacrificios.
(
Hna. Lucía de Fátima).




   Fangeaux está en un alto, dominando la inmensa llanura de Lauregais. Es un paisaje impresionante, en especial por la inmensidad del horizonte que se descubre. Precisamente Dios Nuestro Señor lo eligió para abrir los ojos de Santo Domingo de Guzmán a otro paisaje más dilatado aún, el de la inmensidad de las almas que estaban esperando quien les mostrara el camino de la auténtica vida cristiana.

   Un discreto y sencillo monumento, llamado la Seignadou, marca y lugar en que, estando en oración, recibió el Santo una gracia extraordinaria. Pocos detalles sabemos de ella. Es muy fácil que, como suele ocurrir tantas veces en las vidas de lo santos, ni el mismo Santo Domingo percibiera desde el primer momento toda la trascendencia de lo que entonces se le revelaba. Parece cierto que Dios le confirmó en su idea de fundar una Orden de Predicadores, que le confirmó también que eran aquellas tierras del mediodía de Francia el más adecuado escenario para dar comienzo a la tarea, y que la Santísima Virgen mostró mirar con especial predilección este apostolado dominicano.

   ¿Ocurrió entonces la revelación del Santísimo Rosario? Ya hemos dicho que es poco lo que nos queda de fehaciente sobre aquella visión. El Santo no fue nunca explícito, pero la tradición unánime hasta tiempos muy recientes ha hecho a Santo Domingo de Guzmán fundador del rosario. Oigamos, por ejemplo, al Papa Benedicto XV: "Y así -dice hablando de Santo Domingo- en sus luchas con los albigenses que, entre otros artículos de nuestra fe, negaban y escarnecían con injurias la maternidad divina de María y su virginidad, el Santo, al defender con todas las fuerzas de su alma la santidad de estos dogmas, imploraba el auxilio de la Virgen Madre. Con cuánto agrado recibiese la Reina de los cielos la súplica de su piadosísimo siervo, fácilmente puede colegirse por el hecho de haberse servido de él la Virgen para que enseñase a la Iglesia, Esposa de su Hijo, la devoción del Santísimo Rosario: es decir, esa fórmula deprecatoria que, siendo a la vez vocal y mental (pues al mismo tiempo que se contemplan los principales misterios de la religión se recita quince veces la oración dominical con otras tantas decenas de ave marías), es devoción muy a propósito para excitar y mantener en el pueblo el fervor de la piedad y la práctica de todas las virtudes. Con razón, pues, Domingo de Guzmán mandó a sus hijos que, al predicar a los pueblos la palabra de Dios, se dedicasen constantemente y con todo empeño a inculcar en los ánimos de sus oyentes esta forma de orar, cuya utilidad práctica tenía él harto experimentada."

   Este es, por consiguiente, según el parecer unánime de la tradición, robustecida por los documentos pontificios, el celestial origen del Santísimo Rosario. La moderna crítica pone, sin embargo, no pocos reparos a este sentir. Las trazas del rosario como devoción popular son muy posteriores, y aparecen con independencia de la actuación de Santo Domingo.

   No es éste el lugar de discutir una cuestión histórica. Como suele suceder en estas ocasiones, hay un desenfoque inicial en la actitud de los críticos: una idea, una institución, una devoción, no nacen nunca enteramente hechas. Piénsese en la devoción al Corazón de Jesús, elaborada durante siglos por el amor hacia la humanidad de Cristo, que iba en aumento. O piénsese en la serie de vicisitudes por que pasa una idea antes de plasmar en una realización práctica, poniendo ante los ojos, por ejemplo, las di versas tentativas y ensayos que precedieron a la configuración jurídica de la Compañía de Jesús. Que Santo Domingo de Guzmán concibió su apostolado y el de sus hijos con un matiz eminentemente mariano, no hay quien lo discuta. Que ya en los primeros tiempos de la Orden dominicana encontramos la recitación frecuente del avemaría, utilizando incluso cuerdas con nudos, también parece cierto. Recuérdese el ejemplo de Romeo de Livia, O. P. (t 1261); el de Delfín Humberto, O. P. (t 1356); el de la Beata Margarita Ebner, O. P. (t 1351); el de Juan Taulero, O. P. (t 1361), y otros muchos personajes eminentes de la Orden de Predicadores en los que encontramos elementos que luego han de servir para dar la estructuración definitiva al rosario. Esto sólo puede explicarse, o al menos se explica muy fácil mente, teniendo presente una tradición que arrancara del fundador y persevérase dentro de la Orden.

   A base de estos elementos comienza la devoción del rosario a extenderse en el siglo xv por obra principalmente de dos in signes dominicos: Alano de Rupe, forma latinizante de su apellido de la Roche, y Santiago Sprenger. El primero prefería la fórmula "salterio de la Virgen" más que la de rosario, que le parecía un tanto paganizante, y trabajó no poco en los Países Bajos por extenderlo. Sprenger no sólo consiguió difundir gran demente el rosario por Alemania y los países del centro de Europa, sino que escribió un folleto de propaganda y consiguió la primera aprobación por parte de la autoridad apostólica, otorgada por el Papa Sixto IV el 10 de marzo de 1476. Ni fue ésta sola la aprobación que obtuvo, sino que antes de morir logró nuevos documentos pontificios y la confirmación de todo lo actuado por parte del maestro general de la Orden. Por eso, aunque algunas veces no se valore suficientemente su influencia en la difusión del rosario, es necesario tenerle por uno de los más destacados artífices de la difusión de la misma.

   Ya desde entonces puede decirse que la marcha del rosario por todo el mundo es verdaderamente triunfal. Pronto salta de los países de la Europa central a los países latinos, y las concesiones papales se encuentran ya en abundancia. En España mismo vemos cómo el cardenal Gil de Viterbo, legado para España y Portugal, después de definir el rosario en su forma actual, con cede gracias en 1519 a la cofradía que se había fundado en Tu dela. En Vitoria, en el convento de Santo Domingo, había una capilla y altar bajo la advocación del rosario, a la que Adriano VI concede amplias indulgencias el 1 de abril de 1523, confirma das luego por Clemente VII y dos veces por Paulo III. Algo parecido se encuentra ya por todas partes, no sólo en Europa, sino también en América, a la que la devoción del rosario es llevada por los dominicos. Ni se piense sólo en el rosario como una devoción exclusivamente dominicana: San Ignacio de Loyola, por ejemplo, y los primeros jesuitas fueron extraordinariamente afectos a ella.

   Los papas continuaron alabando esta devoción y cargándola de indulgencias. Pero quien verdaderamente aparece como eminente en la historia del rosario es San Pío V. Tras algunos actos de carácter más bien particular, el día 17 de septiembre de 1569 daba la solemne bula Consueverunt Romani Pontífices, en la que no sólo definía ya con precisión el rosario, sino que además resumía y ampliaba todos los privilegios e indulgencias unidos a esta devoción. Continúa durante todo su pontificado trabajando por la difusión del rosario. Y el 5 de marzo de 1572 da la bula Salvatoris Domini, en la que, recordando la victoria obtenida en Lepanto el 7 de octubre, permite a la Cofradía del Rosario de Martorell (Barcelona) que ese día celebren todos los años una fiesta bajo la advocación de la Virgen del Rosario, según lo había pedido don Luis de Requeséns, señor de Martorell, que había estado presente en Lepanto. No parece que pueda decirse que fue San Pío V el que insertó en las letanías la invocación «Auxilium christianorum ", sino que tal invocación debió de tener origen en sus tiempos en Loreto mismo, por donde pasaron no pocos de los que habían participado en la batalla de Lepanto.

   Su sucesor Gregorio XIII, el 1 de abril de 1533, extiende la fiesta del Rosario a todas las iglesias y capillas en que estuviera erigida la cofradía. Clemente XI, en 1716, extendió la solemnidad a la Iglesia universal, unida al primer domingo de octubre. Sólo en 1913, como consecuencia de la reforma litúrgica que quiso descargar de fiestas los domingos, quedó fijada en el calendario de la Iglesia universal esta fiesta en el 7 de octubre, conservando la Orden dominicana el privilegio de celebrar la fiesta el mismo primer domingo de octubre.

   Todos estos datos cronológicos y eruditos no son al fin y al cabo más que una manifestación del unánime sentir del pueblo cristiano, que ama extraordinariamente esta devoción. Con el certero instinto que le caracteriza, adivina lo grata que es a la Santísima Virgen. Por eso en cuantas circunstancias, agradables o tristes, se presentan en la vida del cristiano, espontáneamente sube a sus labios esta hermosa oración. Ya se encuentre velando un cadáver, ya se acerque en peregrinación a un santuario famoso, ya trate de ofrecer algo por el éxito de unos exámenes o la resolución de un asunto difícil... en cualquier circunstancia el cristiano recurre al rosario, seguro de hallar en él un obsequio verdaderamente grato a la Santísima Virgen.

   Y que tal sentir no es erróneo nos lo demuestra claramente la actitud de la Iglesia. Puede decirse que no hay devoción que de manera tan continuada haya sido recomendada e inculcada por los Romanos Pontífices. Es más, hay un hecho bien significativo: la devoción al rosario es para los papas un refugio providencial en las circunstancias difíciles que se presentan a la Iglesia. Ya se trate, como en tiempos de San Pío V, del peligro turco, ya se trate de los espinosos problemas que plantea la fermentación intelectual del siglo XIX, como en tiempos de León XIII, hacia esta devoción se vuelven los ojos de los papas. 

   ¿En qué está el secreto de la eficacia? Precisamente los mismos papas nos lo dicen: en tratarse de una devoción que, siendo sencilla, está, sin embargo, llena de contenido. Sencilla, porque hartos estamos de ver cómo la más humilde mujercita sabe rezar su rosario. Llena de contenido, puesto que sistemáticamente nos obliga a recorrer los principales misterios de la vida de Jesucristo y de su santísima Madre.

   Buena prueba de ello la tuvieron los misioneros que en 1865 descubrieron, viva aún, la fe de no pocos japoneses que ocultamente habían continuado, aislados del resto del mundo, siendo cristianos. La fiesta de Nuestra Señora del Japón, que se celebra allí el 17 de marzo, recuerda precisamente ese descubrimiento. Pues bien, una de las armas que habían servido para mantener viva la fe, había sido el rosario, recitado por aquellos que sobre vivieron a las persecuciones y por sus descendientes, que de ellos lo habían aprendido.

   Trabajar, por consiguiente, en el conocimiento y en la difusión del Santísimo Rosario es hacer obra muy grata a Dios Nuestro Señor y contribuir al arraigo y difusión de nuestra santa fe. La aparición de la Santísima Virgen en Lourdes y Fátima, así nos lo confirman. Como nos confirma también la admirable adaptación de esta forma de devoción a los tiempos modernos: la asombrosa acogida que ha tenido la cruzada del rosario en fami lia, nacida en los Estados Unidos y difundida por todo el mundo.

                                                                               LAMBERTO DE ECHEVERRÍA(1)