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miércoles, 5 de octubre de 2011

ESCRITOS DE... P.BASILIO MÉRAMO: LA SALETTE Y FATIMA PROFECIAS APOCALIPTICAS DE LOS ULTIMOS TIEMPOS IV


(Continuación de la 3ra parte. Ver aqui)



Apóstoles de los Ultimos Tiempos



La profecía de La Salette, habla de los Apóstoles de los últimos tiempos, que como un reducto preservado conservará la fidelidad a Jesucristo; al igual que un pequeño rebaño: «...finalmente, llamo a los apóstoles de los últimos tiempos, a los fieles discípulos de Jesucristo,...» (Ibid. p.75).

San Luis María Grignion de Monfort, programa una congregación de sacerdotes Misioneros de la Compañía de María, pero que nunca pudo concretar por sí mismo, pero que un discípulo de su ideal y espíritu realizó.
Tal es la obra de Monseñor Marcel Lefebvre [1]quien fuera Superior de la Congregación del Espíritu Santo, cuyo fundador el P. Poullart des Places fue amigo de San Luis Grignion. Ellos llegaron a un acuerdo: «Un encuentro con Poullart des Places en la primavera de 1703 finalizó en un cordial acuerdo: ‘Si Dios, decía Poullart, me hace la gracia de lograrlo, podréis contar con misioneros. Yo los prepararé y vos los pondréis en ejercicios’. Poullart murió en 1709. Pero el acuerdo permaneció entre Montfort y el Seminario del Espíritu Santo. Por esto en junio 1713 se dirige a uno de los sucesores de Poullart de Places y le comunica su plan dando lectura del reglamento que había hecho para aquellos de sus alumnos y otros que querían reunírsele con el mismo propósito. Así pues, en esta fecha, las reglas fueron redactadas» (Oeuvres Complètes de Saint Louis-Marie Grignion da Montfort, Ed du Seuil, Paris, 1966, p. 674).

San Luis María  Grignon de Montfort


Es más, el tratado sobre el Amor de la Sabiduría Eterna fue el acopio de conferencias que San Luis Grignion dió a los seminaristas del Espíritu Santo: «...Montfort se interesó en la iniciativa de su amigo Poullart des Places que organizó el seminario del Espíritu Santo. El misionero fue  invitado a dirigir la palabra a los seminaristas de esta comunidad pobre. (...) Parece, en consecuencia, que el Amor de la sabiduría fue el fruto de conferencias dadas por Montfort a los seminaristas de Poullart des Places durante su estadía en París, en 1703-1704. En estos ‘escolares’ veía eventuales colaboradores en la obra de las misiones, se comprende la preocupación que tenía para darles una formación espiritual sólida y adecuada» (Ibid. p. 86-87).

Pues bien, Monseñor Lefebvre es un discípulo de  Poullart des Places fundador de la Congregación del  Espíritu Santo y gran amigo de San Luis María Grignion de Montfort.

Es sorprendente la concordancia entre la Salette y San Luis Grignion. Ambos hablan de los Apóstoles de los últimos tiempos, por esto con intuición e inspiración profundamente profética y apocalíptica San Luis quiso dar las Reglas de una legión de Sacerdotes fieles en medio de la apostasía, bajo la protección y el ideal de María Santísima, llamándola Misioneros de la Compañía de María. Pero la divina providencia quizo que fuera un sucesor del fundador de los padres del Espíritu Santo (Poullard des places gran amigo de San Luis Grignion). Dicho sucesor es Mons. Lefebvre quien realizará tal empresa al fundar la Fraternidad de los Apóstoles de Jesús y María o según su título público Fraternidad Sacerdotal San Pío X.



La coincidencia no puede ser mayor y no es meramente casual, hay una continuidad y afinidad directa entre San Luis Grignion de Montfort y Poullart des Places fundador de los Misioneros del Espíritu Santo de donde procede Monseñor Lefebvre llegando a ser su Superior General durante los años 1962 a 1968.
El pensamiento de San Luis Grignion era además apocalíptico; en sus escritos se deja traslucir. Por ejemplo en la oración abrasada dice: «Es tiempo de hacer  lo que habéis prometido. Vuestra divina Ley es quebrantada; vuestro Evangelio, abandonado; torrentes de iniquidad inundan toda la tierra y arrastran a vuestros mismos siervos; toda la tierra está desolada; la impiedad está sobre tu trono; hasta en lugar santo.
(...) ¿No es menester que vuestra voluntad se haga en la tierra como en el cielo y que venga vuestro reino[2]?
¿No habéis mostrado de antemano a  alguno de vuestros amigos una renovación futura de vuestra Iglesia?
¿No han de convertirse a la verdad los judíos? ¿No es esto lo que espera vuestra Iglesia? ¿No os piden a gritos todos los santos del cielo justicia: ¿Vindica? ¿No os dicen todos los justos de la tierra: Amen, veni, Domine? Las creaturas todas aún las más insensibles, gimen bajo el  peso de los pecados innumerables de Babilonia y piden vuestra venida para restaurar todas las cosas». (Ibid. p. 676-677).

Nos recuerda la Parusia, la Segunda venida de Nuestro Señor en Gloria y Majestad, su reino en la tierra, una vez que todo haya sido restaurado (recapitulado) en Cristo, tal como dice la divisa de San Pío X: omnia instaurare in Christo, todo restaurarlo en Cristo; es asombroso, pero es así.

Los apóstoles de los últimos tiempos serán según San Luis Grignion verdaderos  servidores de la Santa Virgen, libres con la libertad de Dios, desasidos de todo, esclavos del amor y de la voluntad de Jesús y María, de la raza de María en oposición a la raza de Satanás, conscientes que la persecución que los hijos y la raza de Belial librarán contra los hijos de la raza de la Virgen María. Tal como se afirma en la oración Abrasada, para terminar exclamando: «Señor, levantaos, ¿Por qué parecéis dormir? Levantaos en vuestra omnipotencia, vuestra misericordia y vuestra justicia, para formaros una compañía escogida de guardaespaldas, que guarden vuestra casa, defiendan vuestra gloria y salven vuestras almas, a fin de que no haya sino un solo rebaño y un pastor y que todos os rindan gloria en vuestro templo: Et in templo euis omnes dicent gloriam. Amen». (Ibid. p. 687-688).



El Tratado de la Verdadera Devoción, es eminentemente apocalíptico. Para San Luis Grignion, el carácter apocalíptico de la verdadera devoción se evidencia por la mayor necesidad en los últimos tiempos:

«Necesidad de la devoción a María particularmente en los últimos tiempos» (Ibid. p. 514). Precisando el por qué de su importancia: «Por medio de María se comenzó la salvación del mundo, por medio de María se debe consumar» (Ibid. p. 514).



Es más, para San Luis Grignion, no falta mucho para el final del mundo: «He dicho que lo anteriormente expuesto sucederá particularmente al final del mundo y bien pronto...» (Ibid. p.512).

Los últimos tiempos no son para San Luis algo distante y tan remoto como muchos piensan, sino algo que está a la puerta.

Dada la proximidad de los últimos tiempos la Devoción Verdadera a la Santísima Virgen urge y se impone:
«Dios quiere, pues, revelar y descubrir a María, la obra maestra de sus manos, en estos últimos tiempos» (Ibid. p.515).


La Santísima Virgen, «Habiendo sido el camino por donde Jesucristo ha venido a nosotros la primera vez, lo será también cuando Este venga la segunda, aunque de diferente manera» (Ibid. p. 515).

La insistencia de San Luis sobre los últimos tiempos es asombrosa y más que nunca actual: «En fin, María ha de ser terrible al demonio y a sus secuaces como un ejército colocado en orden de batalla, principalmente en estos últimos tiempos, porque el diablo, sabiendo que tiene poco tiempo y mucho menos que nunca para perder las almas, redobla todos los días sus esfuerzos y sus ataques;...» (Ibid. p.516).

San Luis Grignion no puede ser más apocalíptico y actual al ver que estamos y vivimos en esos crueles y últimos ataques de los últimos tiempos, que irán creciendo hasta la aparición del Anticristo: «De estas últimas y crueles persecuciones del diablo, que irán aumentando de día en día hasta que venga el reinado del Anticristo, es de las que principalmente se ha de entender aquella primera y célebre predicción y maldición de Dios, fulminada en el paraíso terrenal contra la serpiente» (Ibid p. 517).

Pues en verdad y como hace ver el Santo sabemos que: «En fin, María ha de ser terrible al demonio y a sus secuaces como un ejército colocado en orden de batalla, principalmente en estos últimos tiempos, porque el diablo, sabiendo que tiene poco tiempo y mucho menos que nunca para perder las almas, redobla todos los días sus esfuerzos y ataques; suscitará en breve nuevas persecuciones y armará terribles emboscadas a los servidores fieles y a los hijos de María, a quienes les cuesta vencer mucho más que a los otros» (Ibid p. 516).
 
Dicho sea de paso, estas últimas palabras explican, las lamentables pérdidas dentro de la Fraternidad San Pío X, sin que abatan o escandalicen a los pocos fieles a la tradición de la Iglesia Católica.( NOTA DE BLOG:  Palabras del  P. Méramo en SANTA FE DE BOGOTA, SEPTIEMBRE 19 DE 1995)

Todo el Tratado de la Verdadera Devoción gira en torno a la Parusía, con la cual cobra vigor y se consolida esta idea apocalíptica: «Jesucristo vino al mundo por medio de la Santísima Virgen María, y por Ella debe también reinar en el mundo. María ha estado muy oculta en su vida; por esto el Espíritu Santo y la Iglesia la llaman Alma Mater: Madre oculta y escondida». (Ibid  p. 487). Y en la nota 1 al  pie de la página dice:
«Monfort había escrito primero: ‘por medio de la Santísima Virgen, Jesucristo vino al mundo la primera vez, y es también por medio de Ella que El debe venir la segunda. María fué muy poco conocida en el primer advenimiento de su hijo, pero debe serlo mucho más en el segundo. Si estuvo oculta en el primer advenimiento fue por una economía admirable, con el fin de que su Hijo Jesús fuese conocido; pero María será revelada en el segundo , a fin de que el reino de su Hijo, su conocimiento perfecto y su reinado total, venga a la tierra.’» (Ibid. p. 487-488).



Como se ve, no se puede ser más apocalíptico y milenarista (reinado de Cristo en la tierra) con estas consideraciones del Santo. Ni tampoco se puede estar más acorde con la invocación del Padre Nuestro: venga a nosotros tu reino (adveniat regnum tuum).


SANTORAL 5 DE OCTUBRE




5 de octubre



SAN PLÁCIDO

y
COMPAÑEROS,(*)
Mártires



Quien llamare fatuo a su hermano,

será reo del fuego del infierno.(Mateo, 5, 22).




   Tértulo, noble romano, entregó su hijo Plácido a San Benitopara que lo hiciese ingresar en su Orden. Bajo un director tan competente, hizo Plácido rápidos progresos en el camino de la perfección. Un día, estando en Sicilia, en un monasterio que había fundado, fue capturado por los moros con los demás religiosos de su monasterio. Estos bárbaros les hicieron sufrir toda clase de tormentos para obligarlos a renegar de la fe; pero estos ilustres soldados de Jesucristo, animados con el ejemplo de su jefe, obtuvieron la corona del martirio.

  MEDITACIÓN
SOBRE LA MALEDICENCIA
   I. Dios aborrece tanto la maledicencia, que amenaza con el infierno a quien diga mal de su hermano. Ten cuidado, pues, de este vicio, tan común entre los hombres y tan fácil de cometer: basta una sola palabra, un gesto, para destruir la reputación de tu prójimo, es decir, para arrebatarle lo más precioso que hay después de la gracia de Dios. ¡Qué fácil es comprometer la reputaci6n de los demás, y qué difícil repararla! Aprende a enderezar tu vida en lugar de criticar las de los demás. (San Jerónimo).

   II. Nos hacemos culpables para con el prójimo de calumnia, diciendo de alguien el mal que no ha hecho, o de maledicencia, divulgando sin necesidad el mal que ha hecho, En ambos casos se peca contra la justicia y la caridad. También es una falta disminuir la alabanza debida a las virtudes de los demás, exagerar las faltas de que son culpables, o condenar la intención si sus acciones son buenas. ¿Cuántas veces al día cometes estas faltas contra tu prójimo? ¿Te gustaría que te trataran igual ?
   III, Imponte una penitencia toda vez que hayas hablado mal de tu prójimo, y repara lo antes posible el daño que le hayas hecho, Si se habla mal de ti, busca consuelo en el testimonio de Dios y de tu con ciencia. Discípulo de un Dios calumniado, ¿qué derecho tienes de quejarte? Si se habla mal de otros estando tú presente, no oigas al maledicente, desvía la conversación con habilidad. interrúmpela si tienes autoridad como para ello. Donde no hay quien escuche la maledicencia, no hay maledicente. (San Jerónimo).
La caridad 
Orad por la enmienda de los detractores.

ORACIÓN
   Señor, que nos concedéis la gracia de celebrar el nacimiento al cielo de vuestros mártires San Plácido y sus compañeros, hacednos gozar con ellos de la felicidad eterna. Por J. C. N. S. Amén.