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lunes, 10 de octubre de 2011

MÁS MÁRTIRES

Dirigente católico egipcio denuncia la violencia contra los cristianos coptos




 (Noticias EFE /Terra) El director de las Obras Misioneras Pontificias en Egipto, Nabil Faayez Antoun, ha asegurado que la manifestación de cristianos coptos en El Cairo era pacífica y que fue reprimida violentamente por los militares y que esa violencia "recuerda la represión inicial de la revolución de enero".

"Una protesta pacífica ha sido reprimida violentamente por los militares. Se han vivido escenas que recuerdan la represión inicial de la revolución egipcia del pasado mes de enero", afirmó el sacerdote católico Nabil Faayez Antoun a la agencia misionera vaticana "Fides", que las publicó hoy.

Fides agregó que en la tarde del domingo 9 de octubre por lo menos 24 personas murieron y otras 200 resultaron heridas en los enfrentamientos desatados cuando un grupo de cristianos coptos se dirigía a la sede de la televisión para protestar contra la demolición a finales de septiembre de una iglesia en la provincia de Asuán, en el sur de Egipto.

"Los medios de comunicación difundieron noticias que describían a los cristianos como los que agredieron a los militares. Por ese motivo grupos de musulmanes salieron a la calles y atacaron a los cristianos, que se habían concentrado frente al hospital donde estaban ingresados los heridos y donde yacían los cuerpos de los muertos durante los enfrentamientos", afirmó el director de las OMP (según las siglas en español) en Egipto.
Nabil Faayez Antoun añadió que la tensión se debe "a la lentitud para afrontar los problemas del país y comenzar los juicios contra los crímenes cometidos por el anterior régimen" y que la cercanía de las elecciones del 28 de noviembre contribuye a "excitar los ánimos".

El sacerdote católicos expresó su confianza en que a pesar de los enfrentamiento continúe el diálogo interreligioso.


Un hombre herido es ayudado por otras personas tras los enfrentamientos entre manifestantes católicos, musulmanes y soldados en El Cairo, Egipto, el domingo 9 de octubre de 2011. Al menos 24 personas murieron por los disturbios, se informó el lunes. (Foto AP/Nasser Nasser)

AMOR Y FELICIDAD

Pablo Eugenio Charbonneau

Noviazgo
y
Felicidad








II
Tu novio





(Continuación. Ver Lectura anterior aqui.)

Su primer atributo: la fuerza
Por eso entra en la lógica de las cosas el que tenga mayor robustez que la mujer. El cuerpo del hombre se caracteriza, en efecto, por una fuerza claramente superior a la que posee su esposa. Por su misión debe realizar trabajos exteriores, que exigen de él con frecuencia una musculatura vigorosa, un potencial físico recio, una resistencia tenaz. Debe ganar el pan de los suyos «con el sudor de su frente»; e igualmente debe estabilizar su seguridad, porque él es no sólo su proveedor sino también su protector. En él buscará apoyo la mujer, cuando la amenace algún peligro. Gracias a esa robustez indispensable, la salud del hombre estará menos sometida a las fluctuaciones que hipotecan con frecuencia la de la mujer. Será menos vulnerable que ella y no conocerá esas pequeñas dolencias que la torturan a menudo y hacen penosos sus días. De igual modo, su humor será más estable, estará menos sujeto que ella a esos cambios súbitos que hacen pasar de repente a una persona de la alegría a la tristeza, de la calma a la impaciencia, de la serenidad a la acritud. En suma, el universo físico en que él se mueve está mucho menos expuesto a variaciones que el de la mujer.
En el plano psicológico, esto puede provocar una actitud general lindante con una especie de placidez. Mostrará, con frecuencia, una calma desarmante y sentirá la tentación de acusar a su compañera de excesiva tensión, de alterarse por cualquier motivo; por consiguiente, le devolverá la calma que ella no podría conseguir a causa de su fragilidad nerviosa, y puede suceder entonces que la mujer se exaspere e interprete la serenidad del hombre como indiferencia ante los acontecimientos. Sentirá entonces la tentación de acusarle de frialdad, de insensibilidad, y hasta tal vez… de brutalidad. Además, el comportamiento violento que el hombre adopta a veces inconscientemente, sobre todo en la unión carnal, no conduce más que a fortalecer ese juicio.

Sin duda alguna, puede ocurrir —y ocurre a menudo— que ese juicio sea, por desgracia, justificado. En este caso la mujer debe ayudar al hombre a adaptarse a ella, enseñándole a dominar su violencia y su fuerza para someterle a las exigencias de la delicadeza y de cierto refinamiento. Sin embargo, la mujer debe guardarse de acusarle con excesiva precipitación de brutalidad o de grosería malévola. Una explosión de violencia en el hombre —ya sea de orden sexual o de otro género— puede no ser más que la manifestación de una vida física demasiado intensa, o si se quiere, de una exaltación repentina.

En este orden de ideas, conviene subrayar que la práctica del deporte puede ser una necesidad para salvaguardar el equilibrio nervioso de un hombre que por su clase de trabajo no puede desplegar la suficiente energía física. El alto voltaje de energía que contiene el cuerpo masculino debe tener un escape, llegada la ocasión; por haber desconocido este imperativo biológico, algunas esposas han llevado a su marido a una irritabilidad constante y a trastornos nerviosos profundos.

Por tanto, es preciso que la mujer tenga en cuenta esta sobrecarga de vitalidad que posee todo hombre de buena salud y así podrá explicarse ciertas erupciones que no dejan de ser sorprendentes.

Esto explica también, al menos en parte, la necesidad de acción que sienten ciertos hombres, cuando multiplican las obligaciones exteriores. Ante esta sed de actividad, la esposa no siempre debe concluir que se trata de una necesidad de evasión. Como observa P. Dufoyer, debe comprender esa necesidad de acción «y no ponerle obstáculos, salvo en caso de exceso notorio. Respetará ella la personalidad de su cónyuge. Comprenderá que la expansión de él, la felicidad de él están, en gran parte, ligadas a esa actividad; debe, pues, aceptarla» [1].

De igual modo, deberá recordar que, a consecuencia de la estabilidad de salud de que goza el hombre, éste puede —casi siempre sin maldad alguna— no comprender las dolencias, las indisposiciones, las debilidades de las que puede ella quejarse. Ante estas incomprensiones eventuales de un marido cuya buena salud contrasta con la fragilidad de su esposa, ésta debe desconfiar de un juicio que lo achacaría todo a la brutalidad. El que goza de buena salud no siempre comprende los cuidados meticulosos de que se rodea un enfermo; de igual modo el hombre robusto no siempre puede comprender las atenciones que puede necesitar la fragilidad femenina. En este caso, no hay que acusarle de mala voluntad; esto no serviría más que para irritarle sin mejorar en nada la situación.

Debe más bien intentar explicarse sosteniendo la idea, y recordándoselo si fuese necesario, de que su fuerza le ha sido dada para amparar la debilidad de la mujer, y no para aplastarla.



SANTORAL 10 DE OCTUBRE





10 de octubre 

SAN FRANCISCO DE BORJA,
Confesor
Los que usan del mundo vivan como si no usasen,
porque la apariencia de este mundo pasa.
(1 Corintios, 7, 31).

   San Francisco, duque de Gandía, nacido en 1510, mereció ser llamado por Carlos Quinto el milagro de los príncipes por sus cualidades y virtudes. Después de haber vivido santamente en Colonia como capitán general y después en su principado, entró en 1545, después de cuatro años de viudez, en la Compañía de Jesús, de la que llegó a ser superior general a pesar de sus lágrimas. Sus admirables predicaciones hacían llorar a todos los asistentes. Rehusó el cardenalato y murió en 1572.

MEDITACIÓN
SOBRE TRES VIRTUDES
DE SAN FRANCISCO DE BORJA

   I. Este ilustre servidor de Dios permaneció humilde en medio de los honores. Tú no tienes las eminentes cualidades que distinguían a este gran santo, y, sin embargo, estás lleno de orgullo. Ello es porque no piensas, como él, que la figura de este mundo pasa. Despréndete de los bienes del mundo para no tener pena de abandonarlos en el momento de la muerte. Estemos preparados para todo acontecimiento, de modo de no sentir pena por lo que dejemos detrás. (Tertuliano).

   II. Su austeridad y mortificación lucieron aun en de las delicias de la corte. Se armaba de un cilicio cada vez que debía encontrarse entre mujeres; ayunó durante dos años rigurosísimamente. Pero estas austeridades nada fueron comparadas a las que practicó después de su entrada en religión. ¿Esta conducta no es acaso la condenación de tu delicadeza? No te excuses alegando tus malos hábitos, tú puedes, tanto como él, corregirlos y adquirir otros buenos.

   III. Tenía una devoción tan tierna que ni aun importantes asuntos que debía atender desviaban su pensamiento de Dios: su jornada era una oración continua. Cada mes elegía un santo como proyector especial; él fue quien introdujo en la Compañía de  Jesús esta santa costumbre. ¿En qué punto te hallas tú acerca de la devoción? ¿De todas las épocas de tu vida diste siquiera una a Dios? ¡Has sido niño, adolescente, has llegado a la edad de la madurez y nunca has sido virtuoso! (San Clemente de Alejandría)
La humildad 
Orad por la Compañía de Jesús.

ORACIÓN
   Señor Jesucristo, modelo y recompensa de la verdadera humildad, dignaos después de haber hecho al bienaventurado Francisco vuestro glorioso imitador en el desprecio de los honores terrenos, hacernos a nosotros partícipes de sus virtudes y de su gloria. Vos que vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.