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martes, 22 de noviembre de 2011

LA BELLEZA COMO TESTIMONIO DE LA EXISTENCIA DE DIOS...



B.-  DOS FACETAS DE LA BELLEZA



Continuación de este post anterior



            Santo Tomás enseña que «Pulchra dicuntur quæ visa placent» (I, q. 5, a. 4, ad 1: Se dicen bellas las cosas que vistas deleitan).

            Estas palabras dicen todo lo necesario: una visión, es decir un conocimiento intuitivo; y un goce. Lo bello es lo que da gozo; no cualquier gozo, sino el gozo en el conocer; no el gozo propio del acto de conocer, sino un gozo que sobreabunda y desborda de este acto a causa del objeto conocido.

            Semejante concepto señala las dos facetas de la cuestión sobre la Belleza: la objetiva (qué es la Belleza en sí) y la subjetiva (cómo se llega a captar esa Belleza); es decir, un problema metafísico y un problema psicológico, respectivamente.

            Si una cosa exalta y deleita al alma por el solo hecho de darse a su intuición, esa cosa es buena para aprehenderla, es bella.



C.-  DESCRIPCIÓN OBJETIVA DE LA BELLEZA

            La Belleza es un concepto análogo universalísimo, el cual acompaña de cerca al ser en cuanto ser. Pertenece, por lo tanto, a lo primordial y necesario, y no se la puede definir sino sólo describir.

            La Belleza consiste en algo soberano en la escala del ser, cuya presencia ejerce tal dominio sobre las facultades del hombre que, cuando se manifiesta, lo deja atónito.

            Cuantas veces pensamos en la Belleza, otras tantas evocamos la idea de presencia, deslumbramiento y gozo. Además, la Belleza siempre trae consigo las notas esenciales de síntesis y unidad, manifestando una poderosa aptitud para irradiarse en orden, armonía y nitidez.

            Para entender bien en qué consiste la Belleza que vamos describiendo es necesario saber que cada criatura presenta aspectos comunes con los otros seres (aspectos genéricos) y otro distinto, exclusivamente propio (aspecto específico).

            Llamamos forma substancial al principio esencial y activo que establece la perfección específica de una cosa, de modo que es tal ser y no otro. Por otra parte, toda la virtualidad de la forma no se actualiza al mismo tiempo, sino en distribución de accidentes, de partes y de tiempos. Por esta razón, tampoco puede darse todo el poder entitativo de una especie corporal en un individuo de esa especie, sino que se despliega en una multitud incontable de individuos sin agotar sus posibilidades.

            Ahora bien, se dan momentos en que una forma logra actualizarse al máximo en la materia del sujeto que le pertenece: brilla el ser distinto que ella le otorga; cada una de sus partes irradia desde dentro y cumple adecuadamente la virtualidad de la forma; todas ellas, al encontrarse cada una en justa proporción con el principio normativo interno y común, están en mutua síntesis y hacen resplandecer la unidad; la luz del ser  -éste y no otro-  corre y fluye hasta en el último detalle convirtiendo toda dirección y medida en intención expresiva, toda proporción en armonía, todo movimiento en ritmo. a este esplendor ontológico llamamos belleza.

            Por consiguiente, una cosa es bella cuando resplandece en ella su definición, cuando se presenta máximamente diferenciada por su especie.

            Llamamos bella a una cosa cuando triunfa en ella lo que su perfección específica tiene de propio, de incomparable; en cuanto que está realizando al máximo su definición en un sujeto concreto.

            Por eso, la descripción clásica, que se toma como definición, expresa: la belleza consiste en el esplendor de la forma.

            La Belleza es el ser en gloria, donde ser e inteligencia, límpidos, parecen atisbarse.


            Antes de seguir adelante, conviene aclarar tres cosas:

1º) La Belleza se da también, y en más abundancia, en el orden operativo. El alma del hombre puede proyectar un resplandor de sí en un gesto de piedad, en la nostalgia de una grandeza, en un apego a algo delicado.

            Santo Tomás dice al respecto que «Pulchritudo spiritualis in hoc consistit, quod conversatio hominis sive actio eius sit bene proportionata secundum spiritualem rationis claritatem» (II-II, q. 145, a. 2: La belleza espiritual consiste en que la conducta o acción humana esté bien proporcionada según la espiritual claridad o esplendor de la razón).

            La belleza en el dinamismo de los seres y las cosas es la materia de la poesía, de la música, del teatro y el cine.

2º) Las formas separadas de la materia fulguran manifestando de inmediato toda su luz entitativa. Poseen, por consiguiente, una belleza incomparablemente más intensa que la de los seres sensibles, puesto que su perfección es mayor y porque la virtud entitativa no se encuentra coartada por la materia.

3º) La Belleza es ante todo objetiva. Consiste en el esplendor del ser. Está allí, en la realidad concreta de las cosas; más allá que haya o no un ser humano para contemplarla o reconocerla.



Continuaremos el próximo martes..



SANTORAL 22 DE NOVIEMBRE


22 de noviembre 



SANTA CECILIA, 
Virgen y Mártir



Mira que vengo pronto:
mantén lo que tienes,
no sea que otro se lleve la corona.
(Apocalipsis, 3, 11)

   Santa Cecilia, de la ilustre familia de los Cecilios Metelos, gustaba de los cánticos sagrados y acompañábase con un instrumento cantándolos. Se preparó para el matrimonio con tres días de mortificaciones; después declaró a Valeriano su esposo, patricio pagano, que tenía a un ángel como guardián de su virginidad. Por el deseo de verlo se convirtió Valeriano, y en efecto, lo vio, llevando dos coronas, una para el mismo Valeriano y otra para su virginal esposa. Cecilia, urgida por el prefecto Almaquio, para que dijera dónde estaban sus tesoros: "Están -le dijo- en seguridad en manos de los pobres". Sufrió el martirio con su esposo y Tiburcio su cuñado.

   MEDITACIÓN
SOBRE EL BUEN USO
DE LAS GRACIAS DE DIOS

   I. Dios da a cada uno las gracias necesarias para alcanzar el grado de santidad a que Él lo destina. Si aprovechamos estas gracias, obtendremos otras mayores. San Valeriano escuchó los consejos de Santa Cecilia; como recompensa, Dios lo llamó al bautismo y, después, al martirio. ¿Cuántas gracias rechazas tú? Nos quejamos de que nos falta la gracia, pero podría decirse con más razón que somos nosotros quienes faltamos a la gracia. (San Ber nardo).

   II. Existen gracias correspondientes a la vocación que Dios quiere que abracemos. Para recibirlas, hay que seguir el llamado del Señor; con la ayuda del cielo, las más grandes dificultades se desvanecen. Esto hace que tantas santas almas estén alegres y contentas en medio de las austeridades de la penitencia, mientras los mundanos, que han entrado a un estado de vida por capricho o interés, gimen y son desdichados en el seno de las riquezas y de los placeres.

   III. Si no correspondes a las gracias que Dios te concede, dará a otro las gracias eficaces que te estaban destinadas. Así, San Matías ocupó el lugar del traidor Judas y obtuvo su corona. ¡Qué pena para este pérfido ver, desde el fondo del infierno, el lugar que hubiera ocupado en el cielo entre los Apóstoles, si hubiera correspondido a su vocación!  ¡Ah! cuán admirable es Dios cuando nos atrae hacia Él: mas, ¡cuán terrible cuando nos abandona! (San Agustín).

El buen uso de las gracias 
Orad por las Vírgenes.

ORACIÓN

   Oh Dios, que todos los años nos regocijáis con la solemnidad de la bienaventurada Cecilia, vuestra virgen y mártir, haced que al ofrecerle el tributo de nuestros homenajes, imitemos la santidad de su vida. Por J. C. N. S. Amén.