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viernes, 1 de octubre de 2010

1 de octubre


  • San Remigio, de Reims, Obispo y Confesor
  • San Virila de Leyria, Abad
  • San Bavón de Gante, Eremita
  • San Romano "el Melodista", Confesor
  • San Piato, Mártir
  • San Aizan y San Azan, Confesores
  • San Juan Coucouzelle, Confesor
  • San Domnino, Mártir
  • Santa Arielle o Urielle, Virgen
  • Santa Montaña, Virgen
  • Santa Domane, Esposa
  • San Melo Melar o Melorio, Mártir
  • San Miguel y Compañeros, Mártires
  • San Sabas el Estilita, Ermitaño
  • Beato Francisco de Pésaro, Tercera Orden Franciscana
  • Beato Nicolás de Forca Palena, Eremita
  • Beato Ángel de Sansepolcro, Confesor
  • Beatos Diego Botello, Fernando o Hernán de Salcedo y Compañero, Mártires
  • Los Mártires de Londres de 1588
  • Beato Roberto Wilcox, Mártir
  • Beato Eduardo Campion, Mártir
  • Beato Cristobal Buxton, Mártir
  • Beato Roberto Widmerpool, Mártir
  • Beato Rodolfo Crockett, Mártir
  • Beato Eduardo James, Mártir
  • Beato Juan Robinson, Mártir 
  • Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.

SAN REMIGIO
Obispo y Confesor

n. hacia el año 438; † 13 de enero del año 533

Conforme a la santidad
del que os llamó, sed también
vosotros santos en todo vuestro proceder.
(1 Pedro, 1,15)


San Remigio, el gran apóstol de Francia, fue ilustre por la ciencia, la elocuencia, la santidad y los milagros que jalonaron sus largos setenta años de episcopado. Elegido por Santa Clotilde para instruir religiosamente al rey Clodoveo, su esposo, que había decidido abrazar el cristianismo, tuvo el santo obispo el consuelo de bautizarlo, con dos de sus hermanas, tres mil guerreros y muchas mujeres y niños. Destruyó los ídolos e hizo edificar iglesias. Murió hacia el año 533, casi nonagenario.

MEDITACIÓN SOBRE LA SANTIDAD
RESUMIDA EN TRES PALABRAS

I. La santidad puede resumirse en tres palabras: abstenerse, sufrir, emprender. Abstente de las cosas ilícitas y peligrosas, y a menudo aun de las permitidas. Prívate de los placeres de esta vida, y gozarás de los del cielo. No hay gozo más dulce, aun en esta vida, que privarse de un placer por amor de Dios. Señor , ¿cómo podría entregarme al placer viéndoos clavado en una cruz? ¡Existe un infierno para los voluptuosos, y me abandono yo a las delicias!

II. Hemos de sufrir ataques de la concupiscencia, del mundo y del demonio. Hemos de sufrir insultos de nuestros enemigos y perfidias de quienes consideramos amigos. En fin, seas quien fueres, te desafío a que me cites tan siquiera un día de tu vida en que no hayas sufrido. Reflexiónalo bien. El mundo es incapaz de satisfacer nuestros deseos, y la inquietud incesante de nuestra alma, en el seno mismo de la abundancia, es una prueba de que só1o Dios puede colmarla. Considera el estado de vida que te plazca, no hay descanso ni en el más oscuro ni en el más brillante. (San Euquerio).

III. Gran obra es nuestra santificación; es menester, para llevarla a cabo, trabajar seriamente por adquirir las virtudes cristianas. ¿Podrías acaso decir que posees alguna de ellas? No te desalientes sin embargo: para ser santo, basta quererlo. Examina qué te impide serlo, y verás que no son sino bagatelas, como aquéllas de que habla San Agustín: Estaba retenido por las frivolidades y las vanidades más miserables.

El deseo de la santidad
Orad por vuestros jefes.

ORACIÓN



Haced, oh Dios omnipotente, que la piadosa solemnidad de San Remigio, vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de nuestra salvación. Por J. C. N. S. Amén.