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domingo, 1 de mayo de 2011

DÍA DE TINIEBLAS...


¡Ave María ¡

Sé que hace mucho que no escribo. A veces la vida nos juega batallas y nos cuesta levantarnos, pero hoy estoy de nuevo aquí y espero poder seguir, Dios mediante, escribiendo desde este pequeño espacio.
No he estado sin embargo, alejada de todo lo que ha estado aconteciendo en torno a la Iglesia, en torno a los grupos tradicionales, en cómo es la psiquis de esta singular masa social.

No soy ni socióloga, ni antropóloga, ni psicóloga ni mucho menos. Soy sólo alguien que medita bastante en muchas cosas. Puede que me equivoque en mis apreciaciones y humildemente aceptaré quien me los señale, con argumentos justos y valederos, si me equivoco.

Aquí sólo escribo mi humilde opinión.

Vivimos en una época de sobresaturación de información. Del movimiento por el movimiento. Del individualismo llevado a su máxima exponencia y al mismo tiempo, de esa necesidad de pertenecer a un grupo particular. Es normal, somos seres sociales. Pero sin duda vivimos una época especial. En una época mediática y virtual por excelencia. Y eso muchas veces condiciona nuestro accionar.

La Iglesia está en crisis desde hace tiempo, la Tradición se ve amenazada por todos lados…Y no, no no, no se equivoquen. No pondré aquí puntos doctrinales ni mucho menos. Otros se dedican a hacer eso y estoy segura que lo hacen mucho mejor que yo. No es eso lo que voy a decir. Sólo diré lo que veo en todo esto….

Están quienes prefieren conservarse dentro de la línea media del conservadurismo católico, están quienes , buceando en las aguas de la Tradición; explorarán todos los ritos habidos y por haber permitidos por la Iglesia; están quienes se aferran a una misa supuestamente tradicional, pero “extraordinariamente” ofende a la que alguna vez fue la Misa Ordinaria. Y todavía dicen, con tranquilidad pasmosa, que la Misa tradicional ha sido liberada. Están quienes saltan entre fraternidades tradicionales, que sí, que no, que mejor me voy con este cura y no con este otro; que mejor que no me vean con ellos; que estos son acuerdistas, estos otros no, aquellos son sedevacantes…Y al final bailan en todas las pistas..

Están también los que se pelean con todos, sistemáticamente antisistemas, se cuelgan el traje de cruzados y salen a convertir gente…lo que me parece bien…pero como en realidad ni les va ni les viene estar en contra y fuera del sistema, despotrican sin medias tintas, sin apelar a la caridad y a la civilización. Son los que pretenden hacer apostolado como quien pretende encender una hoguera con una granada. Guardan entre su patrimonio lingüístico todo tipo de acideces e ironías, mezcladas con no pocas malas palabras y obscenidades. Se sienten contentos haciendo su “apostolado”y se vanaglorian de atacar al otro con machaques de palabras, hasta que llegan al insulto y mandan a todos de paseo de la peor manera. Y creen que eso es todo, mientras siguen con su vida mundana, tan tranquilamente, como si ellos fueran la excepción de su apostolado. Se cuelgan el Rosario al cuello y no lo rezan.

Están quienes aún recurren al sistema político y social para tratar de resolver los problemas que afectan a nuestra Iglesia y nuestra sociedad, cuando sabemos que las instituciones están corrompidas hasta sus más altos grados. Que no, que hay que conservar las formas, que no hay que pensar mal de todos, que fulano de tal tiene grandeza, coraje y nobleza, que mejor lo seguimos a él. Y no ven, no ven lo obvio, de que si el tal fulano está de pie, es porque ha negociado, señores. Aquel que en realidad está queriendo hacer las cosas bien, les aseguro que no tiene oportunidad en este sistema. O negocia o esta fuera.

Están también los que rezan y rezan y nada más eso. No está mal. De todos los anteriores, creo que son los que más trabajan por nuestra Iglesia. (y no me refiero a las ordenes monásticas contemplativas y  laicos consagrados, que para eso están). Pero cometen el error de vendarse los ojos y de vivir en su torre de marfil. Me salvo yo y mi familia, mis amigos más cercanos, si es posible formamos una aldea y chau, que se hunda el mundo total nosotros somos salvos. Tampoco eso es bueno. Pero puedo comprenderlos…

Hoy es un día especial para todos. Alegre para muchos, triste para pocos. Muchos aguardaban no sé, un posible milagro de último momento que impidiera el evento de beatificación de Karol Wojtyla, un terremoto, un cambio de decisiones, pero…eso no iba a pasar…No hay que ser ingenuos para saber que eso no iba a pasar…Había que exaltar, canonizar a quien fuera la imagen del Concilio Vaticano II, para poder rendirle culto a esa imagen y a su significado..Ahora ya nadie podrá decir que hay algo de malo en el CVII, excepto claro que se quiera correr el riesgo de ser considerado no católico.


Pero los que guardamos el depósito de la Fe, sabemos que esto no es así. Que Dios no puede aprobar el error, pues el error no está con Él. Y aquí no me voy a poner a hablar de que posición ocupamos hoy en la Iglesia Oficial, pero de seguro que no pertenecemos a la Iglesia del Error, los que sabemos que el Concilio Vaticano II es la Suma de todas las herejías.

Esto no debe entristecernos. Por el contrario, debe alegrarnos. Ya dijo Nuestro Señor: “Cuando estas cosas empiecen a suceder, levantad vuestras cabezas, alegraos, porque se acerca vuestra redención." -San Lucas 21:28.

Significa también que debemos atenernos aloque dijo Nuestro Señor, acerca de los Últimos tiempos: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”. San Mateo 26: 41 Esto es lo que debemos hacer. Las horas de las tinieblas se ciernen sobre nosotros, pero nos iluminará la Fe en nuestros corazones. Esta es la montaña a la que debemos huir y refugiarnos.

Muchos temen que esto divida a un más los grupos tradicionales, que haya cismas, que los sedevacantismos se multipliquen..Y sí, pasará todo esto. Pero no son las posiciones doctrinarias que tomemos los que más nos debe preocupar ¿de qué nos valdrá estar en la posición doctrinaria correcta si no sabemos vivir como católicos coherentes?. Nuestro diario vivir debe apuntar a la santificación de nuestras almas…a purificarnos de nuestros vicios y defectos, a servir al prójimo con caridad y amabilidad. Sé que se dice que hoy en día no hay lugar al derecho a ser amables y considerados, que hay que ser duros y firmes (y hay quienes avalan hasta los insultos). Sí, es cierto. Pero una cosa no quita la otra. Debemos destacarnos por nuestro buen ejemplo. Y no se preocupen por querer alardear de sacar el pecho para ser mártires. No será necesario. Nuestro sólo ejemplo nos atraerá el martirio, sin que tengamos que salir a buscarlo. El sólo hecho de llevar la vida en santidad nos llevará sí o sí al martirio. Y hacer penitencia. Porque si no hacemos penitencia, lo mismo pereceremos. (San Lucas, 13,3). Que cada uno vele por su alma.

Está también la preocupación de que ¿Cómo haremos apostolado ahora si nos han quitado una de las principales armas para defender la Tradición? Dios ha previsto todas estas cosas y estoy segura que no ha dejado ni un cabo suelto en nuestra historia temporal. Tal vez se está acabando el tiempo de conversiones y sea el tiempo de la siega. Tal vez Dios nos proveerá con otras armas que no sabemos. Sólo puedo decir que lo que prediquemos sea coherente con nuestro diario vivir, para que los demás no tengan excusa sobre qué acusarnos.

Nuestro Señor nos dijo que: Adoremos a Dios, velemos, que oremos, que demos de comer al hambriento, al sediento, demos alojamiento al peregrino. En síntesis, nos pide que cumplamos al pie de la letra los dos mandamientos principales: Amar a Dios con todo nuestro corazón y con todas nuestras fuerzas y nuestra alma y amar al prójimo como a uno mismo. Amar a Dios también implica no seguir el error. Pero no solo eso. Sino, amar de verdad a Dios, con ánimo de santificarnos (es obligación ser santos, se lo debemos a Dios por su Sacratísima Sangre derramada); y ser caritativos. No podemos llamarnos católicos si no somos coherentes en nuestros actos…

Y aquí no vale que si este grupo es de aquel, que si yo pienso otra cosa, que al final todos estamos desunidos y cada vez somos menos y que no hacemos número ni para una fiesta. Esto no es importante. El Pastor es Nuestro Señor. Y quienes cumplan Su Voluntad, escucharán su Voz cuando los llame y serán como un solo rebaño, con un solo Pastor. A Él le compete reunirnos.

Creo que se acabó el tiempo de las grandes hazañas visibles de la Iglesia. De Apostolados gloriosos y de reconquistas. Eso ya no es para nosotros. Dios nos ha dejado ser protagonistas de nuestra historia. Ahora es directamente Él quien será el Protagonista. Nuestro rol será más pasivo. Ahora viene nuestra mejor parte: aumentar nuestra Caridad, profundizar nuestra Fe y fijar nuestros ojos en la Esperanza de que ya se acerca nuestra Redención. Y de que es hora de la Paciencia.

Imitemos a Nuestra Señora, con su Inmaculado Corazón Traspasado de dolor, unido al Sagrado Corazón de Jesús en la Cruz, en la hora de la Tinieblas.

Nada más por ahora. Hasta pronto.

Ven señor Jesús