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sábado, 15 de octubre de 2011

SERMÓN PARA LA DOMÍNICA DÉCIMO OCTAVA POST PENTECOSTÉS


DECIMOCTAVO DOMINGO
DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


Subió Jesús en una barquilla, atravesó el lago y llegó a la ciudad. Presentáronle aquí a un hombre paralítico postrado en una camilla. Y Jesús, viendo la fe de ellos, le dijo: Confía, hijo, tus pecados te son perdonados. Entonces algunos de los fariseos dijeron en su interior: Este hombre blasfema. Y como viese Jesús los pensamientos de ellos, les dijo:¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué cosa es más fácil decir, te son perdonados tus pecados, o levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados, dijo entonces al paralítico: levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. Y se levantó y se fue a su casa. Las turbas al ver este prodigio, se llenaron de temor y dieron gracias a Dios, que dio tal poder a los hombres.
Después de sus correrías evangélicas por la Galilea, vuelve Jesús a Cafarnaúm. El milagro objeto del Evangelio de hoy es de los más clamorosos obrados por Jesús, diríamos que asiste a él todo un pueblo, tan denso como el de Cafarnaúm, y las clases dirigentes del mismo.
En él se revela Jesús tal como es: Dios omnipotente, perdonador de pecados, escrutador de corazones, dueño de la vida y de sus fuerzas.
La fama de los numerosos y grandes prodigios obrados por Jesús durante su misión por la Galilea había llegado a Cafarnaúm, ya conmovida por los anteriores episodios; el pueblo acude en masa a ver y oír al Maestro y a ser testigo de nuevas maravillas, de modo que no cabían ni aun delante de la puerta; repleta de multitudes la casa y zaguán, rebosan por la calle y sitios adyacentes.
Contrasta el afán de las multitudes con la tranquila actitud de Jesús, en el interior de la casa, sentado, como toca a un doctor, anunciando la palabra, predicando su Evangelio.
Junto a Jesús, escudriñando sus palabras y acciones, estaban las clases directoras del pueblo judío, que no habían podido substraerse de la conmoción popular; que comprendían que no se trataba de un magisterio meramente humano como el suyo…
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Mientras Jesús predicaba, un espectáculo emocionante se ofrece a los ojos de todos: cuatro hombres, llevando una litera, tendido en ella un infeliz paralítico, forcejean para abrirse paso entre la multitud y llevar al enfermo a la presencia de Jesús.
Y como no pudiesen ponérselo delante a causa de la multitud, su fe y confianza les sugiere un piadoso ardid: en vez de atravesar la puerta que da a la calle, tomarán la escalera lateral exterior de la casa y subirán el enfermo al tejado; practicarán una abertura en la cubierta y bajarán la camilla verticalmente hasta la misma presencia de Jesús.
Grande es la fe, así de los camilleros como del enfermo, cuando a tales procedimientos apelan para lograr la curación.
Jesús les alaba por ello; y se la va a premiar, dando al enfermo más de lo que quiere. Dirige primero al infeliz, a quien escribas y fariseos ni siquiera se dignan tocar, palabras suavísimas de amor y consuelo: Hijo, ten confianza Son dos palabras que abren a la esperanza el pecho del desgraciado.
Confía, hijo; ánimo, que vas a conseguir todavía más de lo que pides; pides la salud del cuerpo, y te vas a encontrar también con la del alma.
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Con razón se puede preguntar por qué Cristo le perdona los pecados, cuando no es eso lo que se le pide, sino la salud corporal.
Responden San Jerónimo y otros Santos Padres que de este modo se indica la causa de la enfermedad, que hubo de eliminarse antes que la misma dolencia.
Muchas veces suelen las enfermedades ser efectos y castigos del pecado; y sin duda, el pobre paralítico así consideraba su dolencia. Jesús empieza, pues, por desatar su alma antes de dar libertad a sus miembros:Perdonados te son tus pecados.
San Beda el Venerable nos enseña que, principalmente son cinco las causas de las enfermedades que afligen a los hombres:
aumentar sus méritos, como aconteció con Job y los mártires;
conservar su humildad, de lo que es ejemplo San Pablo combatido por Satanás;
que conozcamos nuestros pecados y nos enmendemos, como sucedió a María, hermana de Moisés y a este paralítico;
la mayor gloria de Dios, como ocurrió con el ciego de nacimiento y con Lázaro;
un principio de condenación, como se demuestra en Herodes y en Antíoco.
Por este motivo, para curar a aquel hombre de la parálisis, el Señor empezó por desatar los lazos de sus pecados. De este modo le manifestó que a causa de ellos estaba sufriendo la inutilización de sus miembros, cuyo uso no podía recobrar sino desatando aquellos lazos.
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Los escribas y fariseos dicen que Cristo blasfema porque se arroga lo que es propio de Dios: perdonar pecados. Los otros Evangelistas, de hecho, aducen la causa de la blasfemia: ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?



Nada te turbe






Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda. 
La paciencia
Todo lo alcanza; 
Quien a Dios tiene 
Nada le falta: 
Sólo Dios basta.
Eleva el pensamiento,
Al cielo sube, 
Por nada te acongojes,
Nada te turbe.
A Jesucristo sigue
Con pecho grande,
Y, venga lo que venga,
Nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo
Es gloria vana; 
Nada tiene de estable,
Todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
Que siempre dura;
Fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
Bondad inmensa; 
Pero no hay amor fino
Sin la paciencia.
Confianza y fe viva
Mantenga el alma,
Que quien cree y espera
Todo lo alcanza.
Del infierno acosado
Aunque se viere,
Burlará sus furores
Quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos, 
Cruces, desgracias; 
Siendo Dios su tesoro, 
Nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo; 
Id, dichas vanas; 
Aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.





DICHOS DE SANTA TERESA DE JESÚS:  
"...Procuremos siempre mirar las virtudes y cosas buenas que viéremos en los otros y tapar sus defectos con nuestros grandes pecados... tener a todos por mejores que nosotros..."
"Para mí la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada al cielo, un grito de agradecimiento y de amor en las penas como en las alegrías."
"Tener gran confianza... Quiere su Majestad y es amigo de ánimas animosas, como vayan con humildad y ninguna confianza e sí."
"Guíe su Majestad por donde quisiere. Ya no somos nuestros, sino suyos."
"Tu deseo sea de ver a Dios; tu temor, si le has de perder; tu dolor, que no le gozas, y tu gozo, de lo que te puede llevar allá, y vivirás con gran paz."
"Dios no ha de forzar nuestra voluntad; toma lo que le damos; mas no se da a sí del todo hasta que nos damos del todo".
"Quizás no sabemos qué es amar, y no me espantaré mucho; porque no está en el mayor gusto, sino en la mayor determinación de desear en todo a Dios y procurar en cuanto pudiéremos, no ofenderle".
"Parezcámonos en algo a nuestro Rey, que no tuvo casa, sino en el portal de Belén adonde nació y la cruz adonde murió".
"Harta misericordia nos hace a todos los que quiere Su Majestad entendamos que es El, el que está en el Santísimo Sacramento. Mas que le vean descubiertamente y comunicar sus grandezas y dar de sus tesoros, no quiere sino a los que entiende que mucho desean, porque estos son sus verdaderos amigos".
"No hay que menester alas para ir a buscar a Dios, sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí".
"Quienes de veras aman a Dios, todo lo bueno aman, todo lo bueno favorecen, todo lo bueno lo dan, con los buenos se juntan siempre y los favorecen y defienden. "
"El amor de Dios no ha de ser fabricado en nuestra imaginación, sino probado por obras."
"No le parece que ha de haber cosa imposible a quien ama."
"Mire yo a mi Amado y mi Amado a mí; mire El por mis cosas y yo por las suyas. "
"Sólo amor es el que da valor a todas las cosas. "
"Siempre he visto en mi Dios harto mayores y más crecidas muestras de amor de lo que yo he sabido pedir ni desear. "
"¿Quien no temerá habiendo gastado parte de la vida en no amar a su Dios? "


"¡Oh Señor y verdadero Dios mío! Quien no os conoce, no os ama. "
"Considero yo muchas veces, Cristo mío, cuán sabrosos y cuán deleitosos se muestran vuestros ojos a quien os ama, y Vos, Bien mío, queréis mirar con amor. "
"Use siempre hacer muchos actos de amor, porque encienden y enternecen el alma. "
"La perfección verdadera es amor de Dios y del prójimo. "
"Quien no amare al prójimo no os ama, Señor mío. "
"El amor de Dios es el árbol de la vida en medio del paraíso terrenal. "
El amor de Dios se adquiere resolviéndonos a trabajar y a sufrir por Él. "
"La mejor manera de descubrir si tenemos el amor de Dios es ver si amamos a nuestro prójimo. "
"No sabemos amar... no está en el mayor gusto sino en la mayor determinación de desear contentar en todo a Dios..."

"Darse del todo al Todo, sin hacernos partes"

"Juntos andemos Señor, por donde fuisteis, tengo que ir; por donde pasastes, tengo que pasar"

"Todo el daño nos viene de no tener puestos los ojos en Vos, que si no mirásemos otra cosa que el camino, pronto llegaríamos..."

"Es imposible... tener ánimo para cosas grandes, quien no entiende que está favorecido de Dios"

EL PADRE PÍO NOS HABLA DE....


 LA FE, LA SIMPLICIDAD, LA JUSTICIA Y LA FIDELIDAD


***

El Credo más hermoso es el que florece en tus labios en los momentos más negros, más sacrificados, más dolorosos, en los que continúa animándote una infalible voluntad de superación. Es el Credo que, cual relámpago, disipa las tinieblas de tu alma, el que, en lo más recio de la tempestad, te eleva y conduce a Dios.
                Procurad aunar en vosotros la simplicidad de los niños y la prudencia de los adultos.

Sé fiel a Dios cumpliendo las promesas hechas. No te preocupes aunque te motejen los necios.

Procura que el triste espectáculo de la injusticia humana no turbe tu alma. La injusticia, globalmente considerada, también tiene su valor. Sobre ella verás surgir un día el triunfo infalible de la justicia divina.

Sé fiel a Dios cumpliendo las promesas hechas. No te preocupes aunque te motejen los necios.
                Los Santos, no lo olvides, han despreciado siempre el mundo y a los mundanos, y han pisoteado sus ridículas máximas.

SAN PADRE PÍO. ¡RUEGA POR NOSOTROS!

SANTORAL 15 DE OCTUBRE





15 de octubre

SANTA TERESA,Virgen
Así, pues, con gusto me gloriaré en mis flaquezas,
a fin de que la tuerza de Cristo habite en mi.

(2 Corintios, 12, 9).

   Santa Teresa, española de noble alcurnia, partió de su casa a la edad de siete años, con su hermano Rodrigo, en busca del martirio entre los moros; un tío frustró su intento volviéndolos a casa. A los veinte años entró en el Carmelo, y encontró en él un verdadero martirio en las austeridades que practicó, en las enfermedades del cuerpo y arideces del espíritu que padeció durante veinte años, en las calumnias que debió padecer y en las contradicciones que encontró en su empresa de reformar la Orden. Murió en 1582, a la edad de 67 años. Sus profundos escritos le han merecido el título de Doctora de la Iglesia.

MEDITACIÓN SOBRE 
SANTA TERESA

   I. Santa Teresa vio a un Serafín que le transverberaba el corazón con un dardo inflamado. Desde entonces no pensó ya sino en amar a Dios, extender su gloria y convertir a los pecadores, diciendo que se quedaría feliz en el Purgatorio hasta el día del Juicio si con ello pudiese convertir aunque no fuera sino a un alma. Todos los bienes que Dios me prodiga, todas las gracias que me concede, son como otros tantos dardos que deberían inflamar mi coraz6n de amor a Dios. Señor, me ordenáis que os ame: dadme la gracia de cumplir vuestras órdenes y ordenadme lo que os plazca. (San Agustín).

   II. "¡O padecer o morir!". En este lema de Santa Teresa, encontramos los dos efectos de su amor. ¡Quiere sufrir para asemejarse a Aquél a quien ama! Esta santa busca la cruz y tú la huyes; ella quiere vivir só1o para padecer y tú quieres vivir só1o para divertirte. Que en adelante su lema sea el tuyo.

   III. Santa Teresa anhela morir una vez que nada tenga ya para sufrir en este mundo, a fin de ir a ver a Dios, único objeto de su amor. ¿Anhelas tú la muerte? Por el contrario, la temes como fin de tu felicidad y comienzo de tus sufrimientos, porque te gozas con el mundo. Lo que debes temer es el juicio de Dios. Puedes evitar el rigor de este juicio viviendo una vida santa. En cuanto a la muerte, no debes temerla, puesto que no puedes sustraerte a ella. Nadie debe temer lo que no puede evitar. (Tertuliano).
El amor a los sufrimientos
Orad por la Orden del Carmelo

ORACIÓN
   Escuchadnos, oh Dios Salvador nuestro, y haced que, al alegrarnos con la tiesta de Santa Teresa, seamos alimentados con el pan de su celestial doctrina y abrasados con los sentimientos de su tierna piedad. Por J. C. N. S. Amén.