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sábado, 3 de diciembre de 2011

PENSAMIENTOS DE SAN JUAN DE LA CRUZ

NEGATIO



La perfección no está en las virtudes que el alma conoce de sí, más consste en las que Nuestro Señor ve en el alma, la cual es carga cerrada, y asi no tiene de que presumir, mas estar el pecho por tierra  acerca de sí.

Para enamorarse Dos del alama, no pone sus ojos en su grandeza, mas en la gradeza de su desprecio y humildad.

Si te quieres gloriar de ti, aparta de ti, lo que no es tuyo; mas lo que queda será nada, y de nada te debes gloriar.

Toda la bondad que tenemos es prestada, y Dios la tiene propia: obra Dios y su obra es Dios.

Para mortificar de veras el apetito de la honra, de que se originan otros muchos, lo primero procurará obrar en su desprecio, y deseará que los otros lo hagan; lo segundo, procurará hablar en su despreco, y deseará que los otros lo hagan; lo tercero, procurará pensar bajamente de sí, y deseará que los  demás lo hagan.

Aborrece Dios tanto ver las almas inclinadas a mayorías, que aún cuando su Majestad se lo manda, no quiere que tengan prontitud y gana de mandar.

El alma que se enamora de mayorías y de otros tales oficios o de las libertades de su apetito, delante de Dios es tenida y tratada, no como hijo libre, sino como persona baja, cautiva de sus pasiones.

Al alma que no es humilde la engaña el demonio fácilmente, haciéndola creer mil mentiras.

El gozarse vanamente de las obras buenas no puede ser sin estimarlas: y de ahí nace la jactancia y lo demás que se dice del fariseo en el Evangelio.

Hay tanta miseria en los hijos de los hombres, que tengo para mí que las más de las obras que hacen  públicas, o son viciosas o no les valdrían nada, o son imperfectas y mancas delante de Dios, por no ir ellos desasidos de intereses y respetos humanos.

Más agrada a Dios el alma que con sequedad y trabajo se sujeta a lo que es razón, que la que faltando en esto hace todas las cosas con consolación.

Entra en cuenta con tu razón para hacer lo que ella te dice en el camino de Dios, y valdráte más para con tu Dios que todas las obras sin esta advertencia haces, y que todos los sabores espirituales que pretendes.

Bienaventurado el que dejado aparte su gusto e inclinación, mira las cosas en razón y justicia para hacerlas.
El que obra razón es como el que come substancia, y el que se mueve por el gusto de su voluntad, como el que come fruta floja.

No sabemos lo que hay en la diestra y siniestra, por que a cada paso tenemos lo malo por bueno y lo bueno por malo; y si esto es de nuestra cosecha ¿Qué será si se añade apetito a nuestra natural tiniebla?

El apetito en cuanto apetito ciego es, por que de suyo no mira la razón, que es la que siempre derechamente guía y encamina al alma en sus operaciones; y así todas las veces que el alma se guía por su apetito se ciega.

El que se quiere arrimar mucho al sentido corporal no será  muy espiritual; y así se engañan los que piensan que a pura fuerza del sentido bajo pueden llegar a  la fuerza del espíritu.

Mira  que tu ángel custodio no siempre mueve el apetito a obrar, aunque siempre alumbra la razón; por tanto, para obrar virtud no esperes al gusto, que bástale la razón y entendimiento.

No da lugar el apetito a que le mueva el ángel, cuando esta puesto en otra cosa.

El gozo anubla el juicio como niebla, porque no puede haber gozo voluntario de criatura sin propiedad voluntaria; y la negación y purgación de tal gozo deja el juicio claro, como el aire los vapores cuando se deshacen.


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