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jueves, 15 de septiembre de 2011

LA PERFIDIA JUDÍA EN LA HISTORIA CRISTIANA I


 SE EXPANDEN DOS FUERZAS POR EL MUNDO
(PRIMERA PARTE)

 

NOTA DEL BLOG: Nuestra intención, al hacer estas publicaciones, es dar a conocer cómo la perfidia judía ha venido mostrándose a lo largo de la historia (era cristiana) como enemiga de toda fundación cristiana. No pretendemos animar rencores ni odios de tipo raciales (antisemitismo), ni mucho menos un odio en sentido teológico (leer: “El Judío en el misterio de la historia” del P. Julio Meinvielle); nos ponemos en contra de ambas situaciones. Mas es nuestro deber, como católicos, el esclarecer las medidas que los estadistas católicos y la Iglesia adoptaron y afrontaron para frenar y contener esta perfidia, con el fin de que la Fe verdadera prevaleciera, en contra posición a las artimañas desleales por parte de los que pretendían (y aun pretenden) ver a la Iglesia de Cristo arrodillada ante ellos en son de derrota, sumisión y esclavitud. Es nuestro deber orar por estos Judíos que planean la destrucción del mundo cristiano. Éste es un problema TEOLÓGICO, y mediante ese contexto ha de resolverse.

***

Desde que Cristo fue llevado al Calvario el mundo quedó dividido en dos campos fundamentales: el cristiano y el anticristiano. Al condenar a Jesucristo los judíos se habían impuesto y poco después formalizaban el propósito de derrotar a los romanos. (Año 66) Algunos hebreos (los celotes) eran partidarios de una lucha abierta, en tanto que otros (los sicarios) actuaban encubiertamente y realizaban actos de terror contra el régimen y contra sus propios hermanos de raza que no secundaban su táctica. Esto acabó por generalizar el levantamiento contra los romanos.

Desde los primeros encuentros los judíos sufrieron graves reveses, y cuando ya veían casi perdida su lucha, el rabí Johanán ben Zacai se fingió partidario de concertar la paz con los romanos y consiguió que éstos le permitieran trasladarse a otra población, donde reunió discípulos y comenzó a crear una nueva comunidad que transmitiera a sus descendientes la fe en que restaurarían el templo de Jerusalén y lograrían la hegemonía mundial como “pueblo elegido”.

(Año 70) Mientras el rabí Zacai realizaba esa tarea adoctrinadora, Jerusalén era dominado por los romanos, y el templo israelita fue totalmente destruido. Se inició entonces la diáspora o dispersión de los judíos, ya vencidos, en tanto que los romanos se iban cristianizando y esto acentuaba más sus diferencias con los hebreos.

ADRIANO EMPERADOR ROMANO
Sesenta años más tarde los judíos lograron realizar un nuevo levantamiento y los romanos tuvieron que hacer un considerable esfuerzo para dominarlos. (Año 135) Sorprendido ante esa persistencia, el emperador Adriano, de Roma, se propuso acabar con el credo judaico y prohibió la enseñanza de la Torá, pero los hebreos ya habían desarrollado grandes facultades para la acción subterránea y continuaron enseñándola secretamente a sus descendientes. En la misma forma siguió funcionando su gobierno oculto, el Sanedrín, y Rabí Judá escribió la Mischná, o sea la segunda Torá, que recopilaba gran parte de las instrucciones judaicas hasta entonces transmitidas verbalmente. La Mischná, junto con las conclusiones que después se le agregaron (Guemara) constituyó el Talmud (de 12 a 20 volúmenes).

(Año 470) Esos escritos sirvieron de base para el gran impulso que logró la comunidad judía asilada en Babilonia, la cual llegó a sentirse suficientemente fuerte para entrar en pugna con los persas, pero fue vencida, y muchos hebreos tuvieron que emigrar, particularmente a la India y a Arabia. Los que se quedaron en Persia realizaron un segundo levantamiento y fueron derrotados de nuevo.

Justiniano, Emperador de Bizancio

(Año 476) Entretanto, el Imperio Romano se desmembraba. Siria y Palestina pasaron a poder de Bizancio y los judíos ya no tenían entonces muchas esperanzas de vencer en guerras abiertas y habían optado por infiltrarse en las administraciones de los Estados, razón por la cual el Emperador bizantino Justiniano les prohibió que desempeñaran cargos importantes en el gobierno de Bizancio.

(Año 638) Más tarde los primeros califas árabes –seguidores de Mahoma- arrebataron a Bizancio el dominio de Siria y Palestina, territorios que después quedaron bajo el control del Califato de Bagdad, el cual abarcaba a Persia, Babilonia, Armenia y Egipto. Durante estos cambios, aprovechando los movimientos y reajustes políticos consiguientes, los judíos lograron infiltrarse en las nuevas administraciones y así fue posible que cuando los ejércitos árabes se lanzaron al Occidente, hacia España, marcharan entre ellos numerosos e influyentes peritos y consejeros israelitas.

(En España los judíos habían llegado en el año 850 antes de Jesucristo (1) y disfrutaron de cordial hospedaje para prosperar económicamente y para practicar su religión, como lo prueban todavía hoy  las viejas sinagogas existentes en la Península. Sin embargo, los judíos guardaron en España su prohibición de casarse con no judíos y evitaron la fusión con la población española. Fieles a su sueño de hegemonía mundial no se sentían agradecidos por el hospedaje que se les brindaba, sino víctimas de una injusta situación porque no eran ellos los soberanos del país. (Año 694) Bajo el rey Ecija –en 694 de nuestra Era- los españoles descubrieron que la colonia judía mantenía comunicación con los musulmanes de África y conspiraba contra el régimen; entonces se reunió el Concilio XVII de Toledo y les impuso diversos castigos.
Rey Witiza
Pero esto duró menos de cinco años, pues el nuevo rey Witiza, hijo de Ecija, los perdonó y les restableció todos los derechos de que habían gozado. Si con ello creyó que se ganaría la buena voluntad de la población hebrea, estaba completamente equivocado ya que ellos aprovecharon la benevolencia de Witiza para reanudar su conjura). (2)

Así estaban las cosas en España cuando ocurrió el ataque de las legiones árabes. Los judíos, que bajo el rey Witiza gozaban de paz y prosperidad en la Península Ibérica, se pusieron de acuerdo con sus hermanos que acompañaban a los invasores musulmanes –encabezados por Tarik, de quien Torroba Bernaldo de Quirós dice que era moro de sangre judía- y abrieron las puertas de las principales ciudades españolas. (3) Los propios israelitas refieren este pasaje histórico con las siguientes palabras:

TARIK
“Cuando los musulmanes conquistaban una ciudad, sus dirigentes la entregaban al cuidado de los judíos, en quienes veían amigos leales, y proseguían su marcha. La capital de España, Toledo, fue entregada al guerrero árabe Tarik por los israelitas, los cuales le abrieron las puertas de la ciudad mientras la población cristiana huía a buscar refugio en las iglesias. El cuidado de la capital fue también confiado a los hebreos. De este modo los judíos se convirtieron en dueños de las ciudades”. (4)

Para la población española, que había llegado a tratar familiarmente a sus huéspedes judíos, fue un golpe terrible ver que éstos se entendían con el invasor musulmán, que le abrían las puertas de sus ciudades, que se apoderaban de los puestos políticos dirigentes y que ayudaban al extranjero a adueñarse del país. Hubo ciudades habitadas casi exclusivamente por judíos, como Lucena, y a Granada se la conoció por algún tiempo como Villa de Judíos. Este cautiverio de España iba a durar SETECIENTOS AÑOS. Los españoles fueron sojuzgados en su propia tierra y tuvieron que luchar y perder muchos hombres para ir reconquistando ciudades y regiones. En 1085 recuperaron Toledo, formaron un barrio especial para sus antiguos captores judíos y aún permitieron que algunos de ellos volvieran a ocupar puestos públicos, como Samuel Leví, que fue tesorero y que defraudó la confianza porque se apoderó de tesoros y los ocultó en subterráneos de su propia casa.

Antipapa judío ANACLETO II
Los judíos lograron un gran triunfo político-económico al compartir con los árabes la dominación de la España católica durante 7 siglos. Pero a la vez buscaban el triunfo sobre la institución que consideraban su más poderosa rival desde el advenimiento de Cristo, o sea la Iglesia Católica. En 1130 el cardenal Pierleoni, muy devoto, muy caritativo y muy estimado por su aparente espíritu religioso, se proclamó como Papa Anacleto II. Lo apoyaba el grupo político que acaudillaba su familia. Pierleoni era descendiente, por la rama paterna, de los judíos Baruch Leonis y Chanoch Ben Esra, y su madre Miriam era hija del rabino Nathan Ben Jechiel. Varios cardenales advirtieron que Pierleoni estaba al servicio del judaísmo y que su militancia católica era falsa, por lo cual reconocieron como Papa a Inocencio II, pero el grupo de Pierleoni obligó a Inocencio a emigrar. (5)

La Iglesia de Francia no reconoció a Pierleoni (Anacleto II); en París hubo tres concilios y se planteó que Pierleoni fingía desde niño su conversión y había sido infiltrado en la Iglesia para destruirla por dentro.

SAN BERNARDO DE CLARAVAL
La hábil conducta externa de Pierleoni se vio pronto contradicha por sus actos gradualmente contrarios a la ortodoxia religiosa. El Abad Bernardo (posteriormente canonizado como San Bernardo) encabezó la lucha para desenmascarar al falso Papa y recorrió todas las Casas reales de Europa llevando pruebas de que Pierleoni favorecía a los prelados de origen israelita e intrigaba y postergaba a los no judíos.

El emperador de Alemania fue el primero en convencerse de esa traición y tropas alemanas y francesas apoyaron al Papa Inocencio II, reconocido por los concilios de París. En vísperas de perder su dominio, Pierleoni (Anacleto II) huyó de Roma, murió en circunstancias poco claras (Año 1138) y quedó de manifiesto que había sido un Antipapa. Inocencio II regresó a Roma y ese día se conoció con el nombre de Sábado de Gloria del gran cisma. En
S.S. INOCENCIO II
los concilios de París se abordó ampliamente este tema y se nombró específicamente a los judíos como conspiradores para destruir el trono y la Iglesia. En aquella época la casi consumación de esta catástrofe estremeció al mundo y fue del dominio público.

La magistral táctica judía de la infiltración, que había triunfado política y militarmente en España, y que estuvo a punto de triunfar en lo religioso en Roma, alarmó profundamente al mundo cristiano y así se evidenció en el IV Concilio de Letrán (Año 1215), durante el cual se adoptaron medidas defensivas. La gravedad del peligro dio asimismo origen al nacimiento de los tribunales de la Inquisición, destinados a descubrir y castigar las infiltraciones de un enemigo que no luchaba abiertamente, sino que se disfrazaba de mil modos, dado que el Talmud dispone que es lícito “engañar a los idólatras haciéndoles creer que se es adepto a su culto”.
S.S. GREGORIO IX
Dichos tribunales quedaron primero en manos de los obispos y luego de Roma, bajo el Papa Gregorio IX (1227-1241).

Aunque vencido su principal intento dentro de Roma, los judíos continuaron tratando de dividir y debilitar a los católicos. Veían en éstos a los seguidores de Cristo, a quien juzgaban un impostor por haberles negado el reino de este mundo. En el sur de Francia, en el famosos Midi, que por su densa población judía llegó a ser en el siglo XI el baluarte del judaísmo en Occidente, surgieron diversas herejías antisacerdotales. Nació ahí la secta de los valdenses (Año 1170), fundada por Peter Waldo de Lyon, que luego fue ayudada y propalada por judíos que aparentaban ser cristianos; los valdenses querían el laicismo en la enseñanza y difundían ideas comunistas, como la supresión de la propiedad privada (siglos después remozada por el comunismo moderno) y trataban de realizar movimientos revolucionarios valiéndose de los pobres. Decían que sólo querían moralizar a la Iglesia, aunque su meta era destruirla.

Los valdenses tenían ligas secretas con los albigenses (o cátaros) a quienes dirigían cristianos de origen judaico. Los albigenses eran más radicales que los valdenses y en esta forma habían dos grupos que se dirigían hacia la misma meta, pero que actuaban con táctica diferentes para atraerse a gente de diversos temperamentos.

A medida que los españoles iban recuperando el dominio sobre su territorio, muchos judíos desplazados pretendían volver a infiltrarse en las organizaciones políticas y religiosas –a veces ayudados por valdenses y albigenses- y para impedirlo se fueron formando tribunales de la Inquisición en las regiones recién liberadas. 

La situación para los judíos se volvió particularmente desfavorable en el siglo XIV y surgió entre ellos un cisma profundo porque crecía el número de los que se disfrazaban de católicos para infiltrarse mejor en las nuevas instituciones españolas, en tanto que otros los recriminaban por esa táctica y los llamaban “marranos”. Los rabinos zanjaron más tarde esa disputa haciendo ver que los falsos conversos eran hermanos “más sutiles” que así prestaban mejor servicio a su causa.

Entretanto, durante el siglo XIV, en el Califato de El Cairo, los árabes advirtieron que la infiltración judía trabajaba más para sus propios fines que como un aliado sincero y reaccionaron con terribles represalias. Al mismo tiempo los españoles progresaban en su lucha de liberación (después de 700 años de sojuzgamiento), y al consumar su victoria con la recaptura de Granada, decretaron la expulsión de los judíos, salvo los que ya fueran realmente hijos de España. Y se pensó ingenuamente que el testimonio de su fusión, la prueba de fuego, sería que se bautizaran como católicos. Unos lo aceptaron y otros no.

CONTINUARÁ.......
_________________________
(1) “Histoire de Juifs”. Basnage
(2) “Historia de los Heterodoxos Españoles”. Menéndez y Pelayo.
(3) “Los Judíos Españoles”, por Felipe Torroba Bernaldo de Quirós. Madrid. 1961 Pág. 14.
(4) Manual de la Historia Judía. –Por Simón Dubnow. –Editorial Judaica. Buenos Aires. –Las ciudades francesas de Toulouse y Béziers también fueron entregadas por judíos a sus sitiadores árabes. Y más tarde, en Hungría, la colonia hebrea se entendió con los invasores mogoles, en contra de sus antiguos protectores cristianos. Así lograron más influencia y riqueza.
(5) “El Papa del Guetto”, Gertrud von le Fort. Barcelona 1961, Pág. 12

Fuente: Salvador Borrego E. "América Peligra. 600 Años de Azarosa Historia de 1419 a 2010". 24a. Edición 

SANTORAL 15 DE SEPTIEMBRE






15 de septiembre
SEÑOR DEL "MILAGRO" 
Salta, República Argentina
   

   Corría el año de 1582; cuando llegaban flotando al puerto del Callao (Perú), dos cajones que con letras marcadas tenían inscriptas: "UN SEÑOR CRUCIFICADO PARA LA IGLESIA MATRIZ DE LA CIUDAD DE SALTA, PROVINCIA DEL TUCUMAN, REMITIDO POR FRAY FRANCISCO VICTORIA, OBISPO DEL TUCUMAN", y el otro: "UNA SEÑORA DEL ROSARIO, PARA EL CONVENTO DE PREDICADORES DE LA CIUDAD DE CÓRDOBA, PROVINCIA DEL TUCUMAN, REMITIDO POR FRAY FRANCISCO VICTORIA, OBISPO DEL TUCUMAN". El Santo Cristo sería llamado más tarde por la piedad del pueblo salteño con el nombre de Señor del Milagro; mientras que la imagen de la Virgen del Rosario recibiría el nombre de Nuestra Señora del Rosario del Milagro de Córdoba, a cuya protección colocaría el Virrey Santiago de Liniers la ciudad de la Santísima Trinidad, puerto de Santa María de los Buenos Ayres, con motivo de la segunda invasión inglesa, derrotada bajo tan poderoso amparo.
Tras largo camino, en carro, en carreta, a lomo de mulas y a hombro, llegó a la ciudad de Salta, el día 15 de setiembre de 1592 la imagen del Señor Crucificado, siendo recibida por el pueblo salteño con grandes homenajes.

   Según una tradición muy antigua, ya estaría en esa ciudad una imagen de la Purísima e Inmaculada Madre de Dios, que la habría enviado el mismo obispo fray Francisco Victoria, de regreso de Lima, después de asistir al Concilio convocado por Santo Toribio de Mogrovejo.

El terremoto de septiembre de 1592

   La tierra comienza a temblar, el cielo color de plomo, los montes tiemblan y los ríos amenazan salir de su cauce. Es el 10 de septiembre cuando un espantoso terremoto arrasa la ciudad de Esteco, pereciendo sus familias bajo los escombros, sumergidas las ruinas por el torrentoso río de las Piedras que formó, en el lugar donde estuviera una de las más comerciales ciudades de Tucumán, un lago que duró más de ocho años.
   Las familias sobrevivientes comenzaron la huida hacia el Norte, pasando por Salta, pero no se detuvieron allí; la hermosa ciudad era víctima también de la furia de la naturaleza, mano de Dios que castiga a sus hijos para que hagan penitencia y no se hundan en el fango del pecado.
   En la mañana del 13 de septiembre, cuando todo anunciaba paz y calma en la ciudad de Salta, tiembla de repente la tierra, comienza a sacudirse el suelo, se mueven los edificios y con ellos el pueblo entero que trata de encontrar un lugar seguro para no ser aplastado o tragado por la tierra. Los edificios se desploman y el polvo de las ruinas y los gritos de espanto de la gente forman una escena dantesca y cunde el terror.
   Todos a una, dejando de lado los medios humanos —que no los hay— recurren a Dios Nuestro Señor y abren sus corazones a los llamados de la Fe.

La Inmaculada Virgen del Milagro

   Luego de pasados los primeros momentos de espanto, muchas personas acudieron a la Iglesia Matriz para salvar el Santísimo Sacramento, encabezados por el sacristán Juan Ángel Peredo que abrió las puertas de la Sacristía, por donde entraron al templo. Estando allí dentro, lo primero que vieron fue la imagen de la Virgen Inmaculada echada "al pie del altar" con la cara hacia arriba, como si mirase al Sagrario, adorando a Su Divino Hijo, implorando misericordia. Es de notar que Su rostro estaba pálido y demacrado, y que no había sufrido ninguna rotura, ni allí ni en las manos, mientras que el dragón, que estaba a sus pies, tenía destrozada un ala, una oreja y deformada la nariz, y la media luna colocada también a los pies, estaba rota.

   La Virgen Inmaculada fue sacada fuera y colocada junto a un altar puesto a las puertas de la Iglesia y, a los ojos de los innumerables fieles que, contritos y apesadumbrados, rezaban fervorosamente pidiendo la misericordia de Dios. Su rostro mudaba de colores manifestando los sentimientos de dolor y angustia por sus hijos que estaban pasando una dura prueba por haber apartado sus corazones de Nuestro Divino Redentor y Su Santa Ley.

   El pueblo salteño postrado a los pies de la Santísima Reina de los Cielos, rogaba su poderosísima intercesión ante Su Divino Hijo, para que tuviera misericordia de la ciudad y de sus habitantes, reconociendo las faltas cometidas y convirtiendo sus corazones a Dios. 

El Señor del Milagro

   Es el 15 de septiembre, ya han pasado tres días desde el comienzo del terremoto y la tierra continúa oscilando; la gente descansa a la intemperie por temor a perecer aplastada dentro de los edificios totalmente agrietados. Esos han sido días de oración y penitencia, pero la furia de la naturaleza vengadora, a pesar de las rogativas y procesiones aún con el Santísimo Sacramento, no se ha calmado todavía. Es en esos momentos que un sacerdote jesuita, el R. P. José Carrión, indudablemente inspirado por Dios, comienza a exhortar a que "se sacase en procesión pública al Señor Crucificado que se tenía olvidado, y cesarán los temblores". En privado y en público, una, dos y tres veces insiste el P. Carrión para que se saque al Santo Cristo Crucificado, amenazando con despojarse de sus ornamentos, en señal de duelo, si no se le hace caso.

   Así, a las primeras horas de la tarde, llevada en hombros de las principales autoridades, sale la Imagen del Santo Cristo Crucificado y recorre en imponente procesión, las principales calles de la ciudad, acompañada del pueblo, clero y milicia.
   Ante Su presencia se realiza el milagro: la tierra hasta ese momento enfurecida contra los ingratos hijos de Eva, se calma inmediatamente a la vista del Divino Crucificado. Salta entona un himno de júbilo y de acción de gracias para quienes desde ese momento son bautizados definitivamente con los nombres de el Señor y la Virgen del Milagro. La procesión del 15 de setiembre fue jurada que se repetiría todos los años, lo cual se ha venido haciendo con vivas muestras de piedad y amor filial por parte del fiel pueblo salteño.

18 de octubre de 1844. El terremoto y el Pacto

   En la noche del 18 de octubre de 1844, la ciudad de Salta es sacudida por un espantoso temblor. Nuevamente los salteños acuden a la poderosa intercesión de la Virgen del Milagro buscando la protección del Señor Crucificado. Se sacan las Santas Imágenes y se organiza inmediatamente una procesión que recorre las calles de la ciudad hasta llegar nuevamente a la plaza frente a la Catedral; allí se coloca la imagen de la Santísima Virgen frente a la del Santo Cristo, como intercediendo por su pueblo, el cual prorrumpe en exclamaciones de ¡misericordia!, ¡perdón! y en llantos y lamentos.
   Esa misma noche, el P. Cayetano González, exhortó al pueblo a penitencia, a abandonar la senda del pecado, a convertir sus costumbres, a abandonar el lujo, la riqueza y el bienestar que originaron la mengua de su religiosidad, para corresponder a los favores que esperaba obtener del Señor del Milagro.

   También propuso al pueblo que se celebrara un solemne pacto de alianza con el Cristo del Milagro, ratificando a la vez el voto hecho en 1692. Luego del sermón, se celebró el pacto con la lacónica fórmula: "Tu noster es et tui sumus", Tú eres nuestro y nosotros somos tuyos. En memoria de este pacto se labró una cinta de plata con las letras de la fórmula inscriptas en oro, y se la colocó al pie del Cristo. Algunos años más tarde, el obispo Linares, luego de rehacerla y mejorarla en todo lo posible, la hizo colocar en el reverso de los brazos de la cruz.

23 de agosto de 1948

   En la noche del 23 de agosto de 1948, Salta fue sacudida nuevamente por temblores de tierra. Inmediatamente, autoridades y pueblo unidos en la misma fe, sacaron en procesión las Milagrosas Imágenes, pidiendo Su protección; pronto fue todo quietud.
   Por tercera vez en la historia, el Santo Cristo del Milagro había manifestado Su misericordia para con los salteños, a instancias de los ruegos de Su Santísima Madre, la Inmaculada Virgen del Milagro, protectora particularísima de la Ciudad de Salta, que vela sobre ella para que no desfallezca la Santa Fe Católica en sus hijos.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Entrevista con Mons. Bernard Fellay luego de su encuentro con el Cardenal William Levada




mgrfellay_1Luego del encuentro que Mons. Bernard Fellay y sus dos Asistentes generales tuvieron en el Vaticano con el Cardenal William Levada, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 14 de septiembre de 2011, a las 10 hs., el Superior General de la Fraternidad San Pío X contestó a nuestras preguntas.
¿Cómo se desarrolló el encuentro?
La reunión se desenvolvió en una atmosfera marcada por una gran cortesía y franqueza, pues por lealtad la Fraternidad San Pío X se niega a eludir los problemas que todavía quedan. De hecho, es en este espíritu que se desarrollaron los coloquios teológicos que tuvieron lugar en estos dos últimos años.
Cuando declaré, el último 15 de agosto, que estábamos de acuerdo sobre el hecho de que no estábamos de acuerdo a propósito del Concilio Vaticano II, también aclaré que cuando se trata de dogmas, como el de la Santísima Trinidad, evidentemente estamos de acuerdo cuando lo menciona el Vaticano II. Una frase no debe ser aislada de su contexto. Las discusiones teológicas tuvieron el gran mérito de profundizar seriamente y de aclarar todos estos problemas doctrinales.
El comunicado oficial publicado en común por el Vaticano y la Fraternidad anuncia que un documento doctrinal le ha sido entregado a Ud. y que una solución canónica le ha sido propuesta. ¿Puede Ud. darnos algunas precisiones?
Este documento se titula « Preámbulo doctrinal »; nos ha sido entregado con vistas a un estudio en profundidad. Sin embargo el término preámbulo indica bien que su aceptación constituye una condición previa a todo reconocimiento canónico de la Fraternidad San Pío X por parte de la Santa Sede.
A propósito de este preámbulo doctrinal, en la medida en que eso no atañe a su confidencialidad, ¿podría confirmarnos que allí se encuentra, como ha sido anunciado en la prensa, una distinción entre lo que es de fe –a lo cual la Fraternidad adhiere plenamente – y lo que, tratándose de un concilio pastoral, como el mismo Vaticano II quiso serlo, podría estar sometido a una crítica, sin cuestionar la fe?
Esta nueva distinción no ha sido anunciada por la prensa solamente; y personalmente la he escuchado de diversas fuentes. Ya en 2005 el cardenal Castrillón Hoyos me decía, luego que yo le hubiera expuesto durante cinco horas todas las objeciones que la Fraternidad San Pío X formulaba contra el Concilio Vaticano II: “No puedo decir que esté de acuerdo con todo lo que Ud. me ha dicho, pero lo que ha dicho no hace que Ud. esté fuera de la Iglesia. Escriba, pues, al Papa para que levante la excomunión”.
En honor a la objetividad debo reconocer que no se encuentra, en el preámbulo doctrinal, una distinción neta entre el ámbito dogmático intangible y el ámbito pastoral sometido a discusión. Lo único que puedo decir, porque figura en el comunicado de prensa, es que este preámbulo contiene “principios doctrinales y criterios de interpretación de la doctrina católica necesarios para garantizar la fidelidad al Magisterio de la Iglesia y al “sentir con la Iglesia”, dejando de todos modos abiertos a una legítima discusión el estudio y la interpretación teológica de expresiones o de formulaciones particulares presentes en los textos del Concilio Vaticano II y del Magisterio subsiguiente”. Es eso, ni más, ni menos.
En cuanto al estatuto canónico que sería propuesto a la Fraternidad San Pío X, a condición de adherir al preámbulo doctrinal, se ha hablado de prelatura más bien que de ordinariato, ¿es eso exacto?
Como Ud. lo señala acertadamente, este estatuto canónico está condicionado; su modalidad exacta sólo puede ser considerada más tarde, y queda todavía como objeto de discusión.
¿Cuándo piensa Ud. dar su respuesta a la propuesta del preámbulo doctrinal?
En cuanto haya tomado el tiempo necesario para estudiar el documento y consultar a los principales responsables de la Fraternidad San Pío X, pues en materia tan importante me he comprometido ante mis cófrades a no tomar una decisión sin haberlos consultado antes.
Pero le puedo asegurar que nuestra decisión será tomada para el bien de la Iglesia y de las almas. Nuestra cruzada de rosarios, que se continúa por varios meses todavía, debe intensificarse para permitir que obtengamos, por la intercesión de María, Madre de la Iglesia, las gracias de luz y de fortaleza que más que nunca necesitamos. (DICI n°240 du 14/09/11)

Original en Francés:
A l’issue de l’entretien que Mgr Bernard Fellay et ses deux Assistants généraux ont eu, au Vatican, avec le cardinal William Levada, préfet de la Congrégation pour la doctrine de la foi, le 14 septembre 2011, à 10 h., le Supérieur général de la Fraternité Saint-Pie X a répondu à nos questions.
Comment s’est déroulée cette rencontre ?
L’entretien a été d’une grande courtoisie et d’une aussi grande franchise, car par loyauté la Fraternité Saint-Pie X se refuse à éluder les problèmes qui demeurent. C’est d’ailleurs dans cet esprit que s’étaient déroulés les entretiens théologiques qui ont eu lieu ces deux dernières années.
Lorsque j’ai déclaré, le 15 août dernier, que nous étions d’accord sur le fait que nous n’étions pas d’accord à propos du concile Vatican II, j’ai également tenu à préciser que lorsqu’il s’agit de dogmes, comme celui de la Trinité, nous sommes bien évidemment d’accord quand on en trouve le rappel dans Vatican II. Une phrase ne doit pas être isolée de son contexte. Nos entretiens théologiques ont eu le grand mérite d’approfondir sérieusement  et d’éclaircir tous ces problèmes doctrinaux.
Le communiqué officiel commun au Vatican et à la Fraternité annonce qu’un document doctrinal vous a été remis et qu’une solution canonique vous a été proposée. Pouvez-vous nous donner quelques précisions ?
Ce document s’intitule Préambule doctrinal, il nous a été remis pour une étude approfondie. De ce fait, il est confidentiel, et vous comprendrez que je ne vous en dise pas plus. Cependant le terme préambule indique bien que son acceptation constitue une condition préalable à toute reconnaissance canonique de la Fraternité Saint-Pie X de la part du Saint-Siège.
A propos de ce préambule doctrinal, dans la mesure où cela ne touche pas à sa confidentialité, pouvez-nous confirmer qu’il s’y trouve, comme annoncé dans la presse, une distinction entre ce qui est de foi – et à quoi la Fraternité adhère pleinement -, et ce qui relevant d’un concile pastoral, comme Vatican II s’est voulu lui-même, pourrait être soumis à une critique, sans remettre en cause la foi ?
Cette distinction nouvelle n’a pas été annoncée par la presse seulement, je l’ai personnellement entendue de sources diverses. Déjà en 2005, le cardinal Castrillon Hoyos me déclarait après que je lui eus exposé pendant cinq heures toutes les objections que la Fraternité Saint-Pie X formulait contre Vatican II : « Je ne peux pas dire que je sois d’accord avec tout ce que vous avez dit, mais ce que vous avez dit ne fait pas que vous êtes en dehors de l’Eglise. Ecrivez donc au pape pour qu’il enlève l’excommunication ».
Aujourd’hui je dois à l’objectivité de reconnaître qu’on ne trouve pas, dans le préambule doctrinal, une distinction tranchée entre le domaine dogmatique intangible et le domaine pastoral soumis à discussion. La seule chose que je puis déclarer parce que cela figure dans le communiqué de presse, c’est que ce préambule contient « des principes doctrinaux et des critères d’interprétation de la doctrine catholique nécessaires pour garantir la fidélité au Magistère de l’Eglise et au ‘sentire cum Ecclesia’, tout en laissant ouvertes à une légitime discussion l’étude et l’explication théologique d’expressions ou de formulations particulières présentes dans les textes du Concile Vatican II et du Magistère qui a suivi ». Voilà, pas plus pas moins.
Au sujet du statut canonique qui serait proposé à la Fraternité Saint-Pie X, sous condition de l’adhésion au préambule doctrinal ? On a parlé de prélature plutôt que d’ordinariat, est-ce exact ?
Comme vous le rappelez justement, ce statut canonique est conditionné ; sa modalité exacte ne peut être vue qu’ultérieurement et reste encore objet de discussion.
Quand pensez-vous donner votre réponse à la proposition de préambule doctrinal ?
Sitôt que j’aurai pris le temps nécessaire pour étudier ce document, et consulter les principaux responsables de la Fraternité Saint-Pie X, car sur une matière aussi importante je me suis engagé auprès de mes confrères à ne pas prendre de décision sans les avoir consultés auparavant.
Mais je puis vous assurer que notre décision sera prise pour le bien de l’Eglise et des âmes. Notre croisade du rosaire qui se poursuit sur plusieurs mois encore doit s’intensifier pour nous permettre d’obtenir, par l’intercession de Marie, Mère de l’Eglise, les grâces de lumière et de force dont nous avons besoin plus que jamais. (DICI n°240 du 14/09/11)
Interview with Bishop Bernard Fellay after his meeting with Cardinal William Levada

Entrevista com Dom Bernard Fellay depois do seu encontro com o Cardeal William Levada

COMUNICADO

 Tras el comunicado del Vaticano, hablará Fellay

DICI: Tras la publicación del comunicado de prensa de la Santa Sede, monseñor Fellay, Superior General de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, hablará durante una entrevista exclusiva que se publicará más adelante durante el día en DICI.

ESCRITOS DE .....P.BASILIO MERÁMO

A partir de todos los miércoles les daremos una entrega de los escritos de los sacerdotes que se han distinguido por su gran lucidez para oponerse firmemente a los errores modernos.


P. BASILIO MERAMO 
LA SALETTE Y FATIMA 
PROFECIAS APOCALIPTICAS 
DE LOS ULTIMOS TIEMPOS 




La Salette y Fátima 
Profecías Apocalípticas de los Últimos Tiempos 

Introducción 

Podrá sorprender a primera vista que relacionemos las apariciones de La Salette y de Fátima con profecías de carácter apocalíptico, con sucesos relativos a los últimos tiempos. Pues bien éste será nuestro cometido,
mostrar como las apariciones de la Salette y de Fátima (reconocidas por la Iglesia) son eminentemente
apocalípticas y cobran su pleno significado y valor dentro del contexto apocalíptico al cual se refieren. De
otro modo quedan como relegadas, o mal enfocadas perdiendo la luz que nos vienen a dar para tiempos
difíciles y decisivos como el nuestro, tiempos realmente apocalípticos, pero llenos de esperanza al saber que
el retorno glorioso de Cristo Rey está próximo.

Hablar del apocalipsis no es fácil, sobre todo cuando este tema ha sido desgraciadamente mal llevado por
exégesis que oscurecen el camino para llegar a luz de la verdad, a la luz de la Revelación, que el Apocalipsis
encierra hasta en su misma terminología pues no otra cosa significa su nombre que el de revelación, o sea
afloración de algo oculto, velado. En definitiva el término Apocalipsis encierra el sentido de una verdad
velada que ha sido revelada a los hombres, revelación que consiste en la manifestación (aparición o parusía)
de Cristo Jesús en gloria y majestad al fin de los tiempos cuando venga a juzgar a los vivos y a los muertos
por su aparición y por su reino, tal como confiesa San Pablo en su segunda epístola a Timoteo 4,1 cuyo texto
en latín (para mayor precisión) dice así: «Testificor coram Deo, et Iesu Christo, qui judicaturus est vivos et
mortuos, per advéntum ipsíus, et regnum eius».

El tema central del Apocalipsis como Revelación gira sobre la Parusía de Jesucristo al fin de los tiempos, o
sea la gloriosa venida de Jesús al mundo, tal como finaliza el Apocalipsis implorando: «Ven Señor Jesús».

Contenido Profético de las Apariciones 

En primer lugar mostraremos que las dos apariciones; la de la Salette y la de la Fátima son proféticas, es
decir que son una visión por revelación sobrenatural de Dios, a través de la Virgen Santísima, y encierran una
predicción o anuncio futuro.

La profecía (procul = distante - phanos = aparición) es una visión de algo distante (oculto) a los sentidos
relacionado por lo general con algo futuro (por venir). Es un conocimiento (visión) sobrenatural de cosas
distantes o futuras.

En segundo lugar la profecía (porro = a lo lejos - fantur = decir) es una locución dando a conocer las cosas
que se saben por revelación de Dios .

Santo Tomás dice: «La profecía consiste primero y principalmente, en el conocimiento, pues los profetas se
llaman así porque conocen las cosas que están lejos del conocimiento natural de los hombres. Pudiera decirse
que ‘profeta’ viene de ‘phanos’ que significa aparición, por cuanto se aparecen al profeta cosas que están
lejos.(...) la profecía consiste, en segundo lugar, en la locución por cuanto los profetas dan a conocer las
cosas que por revelación de Dios conocen, para edificación de otros» (S. Th. II-II, q.171, a1). 4

De tal modo que «los profetas son como proferidores, que hablan de lejos, es decir, de las cosas lejanas, y
predican la verdad de los acontecimientos futuros» (S. Th. II-II, q. 171, a1). O como señala el P. Castellani
«la profecía es un conocimiento del futuro contingente». (El Apokalipsis, Ed. Paulinas, Buenos Aires, 1963,
p.78).

Como se puede observar la profecía encierra varios elementos que la caracterizan y ellos se encuentran en
ambas apariciones. Basta que analicemos el contenido de cada una de ellas, para darnos cuenta de ello.
Además no debemos desechar ni despreciar las profecías, ello constituye una impiedad y orgullo
inimaginable. El Apocalipsis advierte muy claramente: «Bienaventurado el que lee y los que escuchan las
palabras de esta profecía y guardan las cosas en ella escritas, pues el tiempo está cerca.» (Ap. 1,3)

La Salette Profecía Apocalíptica 

Por revelación de la Virgen del cielo en el año 1846, se predijeron cosas relativas a la Iglesia y la Fe en un
futuro, no muy lejano, que son una verdadera y real profecía, para nuestra edificación.

El contenido de lo que dice y anuncia la Santísima Virgen en La Salette es no sólo sorprendente en cuanto a
la gravedad de lo que dice, sino también inimaginable desde el punto de vista doctrinal como imposible a
primera vista; nos referimos a las palabras tremendas, que dicen «Roma perderá la fe y será la sede del
Anticristo». No se puede decir en verdad nada más grave y trágico para la Iglesia y el fiel católico, lo cual
hace pensar en acontecimientos de orden apocalíptico y no solo en una simple profecía más, sino en una
profecía sobre el fin de de los tiempos. Pero no nos adelantemos, vayamos poco a poco.

No vamos a citar todo el mensaje de La Salette, solo tomaremos los pasajes más relevantes y decisivos, para
que resalte su contenido eminentemente profético y apocalíptico.

Recordemos que toda profecía contiene una visión (o conocimiento) de un suceso de algo oculto para los
hombres que encierra una predicción o anuncio de cosas futuras, para su edificación.

«Acercaos hijos míos, no tengáis miedo. Yo estoy aquí para anunciaros una gran noticia(...) Si mi pueblo no
quiere someterse, me veré obligada a dejar caer el brazo de mi Hijo. Es tan fuerte y tan pesado que no puedo
sostenerlo más» (Abate Gouin, Profecías de Nuestra Señora de La Salette, Madrid, 1977, p. 70).

En cuanto al secreto tenemos: «Melania, esto que yo te voy a decir ahora no será siempre un secreto; puedes
publicarlo en 1858.» (Ibid. p. 71).

La corrupción clerical es espantosa y abominable haciéndose eminente un gran castigo: «Los sacerdotes,
ministros de mi Hijo, los sacerdotes, por su mala vida, por sus irreverencias y su impiedad al celebrar los
santos misterios; por su amor al dinero, a los honores y a los placeres, se han convertido en cloacas de
impurezas(...) Dios va a castigar al mundo de una manera sin precedentes» (Ibid p. 71).

El pez se pudre por la cabeza, el mal viene de la cúspide, de la jerarquía misma de la Iglesia: «los jefes, los
guías del pueblo de Dios, han descuidado la oración y la penitencia, y el demonio ha ofuscado sus
inteligencias; se han convertido en estrellas errantes que la antigua serpiente arrastrará con su cola para
hacerlos perecer.(...) La sociedad está en vísperas de la más terrible calamidad y de los más grandes
acontecimientos» (Ibid p. 71). 5

La fe se perderá. Es otro de los sucesos profetizados por La Salette: «En el año 1864 (que nosotros debemos desplazar unos 100 años más, por el plazo que se le concedió a Satanás, según la visión del Papa León XIII,como más adelante veremos; dandonos así la fecha de 1964, es decir en pleno Concilio Vaticano II), Lucifer con un gran número de demonios, serán desatados del infierno. Abolirán la fe poco a poco, aún entrepersonas consagradas a Dios; las cegarán de tal manera que, a menos de una gracia particular, esas personas tomarán el espíritu de esos malos ángeles. Muchas casas religiosas perderán completamente la fe y seperderán muchísimas almas.» (Ibid. p. 72).

Y lo más grave y difícil de creer, pero es la Santísima Virgen quien lo dice, para que estemos alertas y
vigilantes: «Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo.» (Ibid. p.75). Jamás se oyó decir
algo semejante, ni se pudo imaginar algo parecido. Que la fe se pierda al extremo inimaginable de afectar
hasta la misma Roma, Cátedra de Pedro, Sede del Vicario de Cristo en la tierra, para convertirse en la sede
del Anticristo, en Cátedra de Satanás; convertida de cátedra de la Verdad en cátedra del error y de las
tinieblas, obscureciéndose la luz de la fe que debe irradiar para iluminar el mundo entero; es algo que
humanamente no cabe en la cabeza de ningún fiel católico. Pero siendo la Virgen quien lo dice y profetiza,
estamos obligados a creerlo y admitirlo, salvo que neguemos de plano la aparición de La Salette, cosa que
solo puede hacerlo un ignorante o un impío.

Por dramático e imposible que parezca a nuestro frágil pensamiento, estamos obligados a admitir y a creer en
que los anuncios de La Salette son proféticos y como tales superan el entendimiento humano, requiriéndose
así la luz sobrenatural de la fe para aceptarlos.

La Salette exige, como todas las cosas de Dios, un acto de fe, so pena de nada comprender o peor aún de mal entender, con explicaciones mediocres que, en resumidas cuentas, nada dicen; y que no hacen más que
obstaculizar la verdad.

Nuestra tierna y dulce Madre del Cielo, con infinita misericordia y compasión, por nosotros sus hijos más
queridos, más que las pupilas de sus vírginales ojos, nos advierte para que no perezcamos envueltos en la
mayor y más espantosa Apostasía, que jamás se haya y habrá visto.

Por esto, por amor a nosotros, todos sus hijos, nos anuncia lo impensable para un fiel católico, hijo de la
Santa Madre Iglesia, única arca de Salvación; algo tremendo pero desgraciadamente muy cierto: «La Iglesia
será oscurecida, el mundo quedará consternado». (Ibid p.76). Más aún: «Roma pagana desaparecerá» (Ibid.
p.76). Sí, es tremendo, verdaderamente apocalíptico, una cosa así.

La antigua Roma pagana era la capital y centro universal del Imperio Romano de la cual San León Magno
decía como leemos en el Breviario en la Fiesta de San Pedro y San Pablo (29 de Junio): «Pero esta ciudad
(Roma) ignoraba la altura de su elevación; gobernando casi todas las naciones, era la esclava de todas las
naciones, era la esclava de todos los errores de todas esas naciones; y le parecía poderse atribuir muchas
religiones, porque no rechazaba ninguna, pero entre más la tenía fuertemente encadenada el demonio, más
maravillosamente ha sido librada por Cristo» (Maitines Lect. VI).

Sí, la Roma Imperial y Pagana, que dominaba el mundo, cobijaba en su seno todas las falsas religiones de los
pueblos que gobernaba. Se vanagloriaba de poseer en su fabuloso Panteón el culto y las divinidades de todos
los pueblos paganos; lo cual la convirtió en una segunda y más abyecta Babilonia, como la llega a llamar el
mismo San Pedro: «Os saluda la Iglesia que está en Babilonia» (1 Pet. 5,13).

Tanto Scio como Straubinger comentan al respecto diciendo el primero: «Los padres entienden aquí a Roma
bajo el nombre de Babilonia a causa de la inmensa población de aquella ciudad; y así mismo por la multitud
y confusión de sus ídolos. También S. Juan en el Apocalipsis XVII. 5, XVIII. 10, comprende a Roma gentil 6
bajo la misma palabra.» Y el segundo: «Por Babilonia se entiende Roma, que constituía el centro del
paganismo. La Roma pagana significaba para los cristianos el mismo peligro que antes Babilonia para los
judíos. También S. Juan usa el mismo término para designar a Roma y predice su destrucción (Ap. 14,8;
17,5; 18,2 y 10).»

La Roma pagana (grande por su idolatría), convertida en Roma Cristiana por la fe, volverá al fin de los
tiempos, según lo anunciado por La Salette, a ser el centro de la fornicación y de la idolatría. Esto es lo que
las profecías de La Salette predicen, en plena concordancia con las Sagradas Escrituras como veremos más
adelante.

La caída apocalíptica de Roma bajo el nombre de Babilonia está profetizada para los últimos tiempos por las
Sagradas Escrituras, en plena concordancia con las profecías de La Salette: «Ha caído, ha caído Babilonia, la
grande, la cual abrevó a todas las naciones con el vino de su enardecida fornicación»(Ap. 14,8). Y leemos en
la nota 8 de Straubinger correspondiente a este versículo: «Babilonia, nombre simbólico de Roma, como se
ve en los caps. 17 - 18 y en 1 Ped. 5,13. El nombre de Babilonia simboliza el reino anticristiano, así como el
de Sión o Jerusalén el reino de Dios».

Scio comenta al respecto: «El segundo ángel anuncia, que está por el suelo aquella soberbia Babilonia que
había hecho idolatrar a todas las naciones, moviendo contra sí la cólera de Dios por semejante prostitución y
apostasía.» (Ap. 14,8 nota 1).

Roma cristiana paganizada, vuelta a su antigua prostitución e idolatría, cobijando en su seno todos los falsos
cultos y religiones, cae como la antigua Babilonia por abrevar a todas las naciones que fueron católicas (la
Cristiandad) con el vino de su enardecida fornicación, es decir la falsa caridad ecuménica, su ardor frenético
en aunar a los hombres sin distinción de credos ni dogmas, consumando su adulterio.

Babilonia como dice San Jerónimo es la Roma adulterada: «La gran ramera Babilonia es representante del
mundo anticristiano (S. Agustín), en particular la ciudad de Roma (S. Jerónimo) , levantada sobre siete
montes (v.9) como la bestia sobre la cual se asienta la ramera grande (v.3). En tiempo de S. Juan ella era la
capital del mundo y centro de la corrupción pagana» (Straubinger Ap. 17-1 nota 1).

Fornicación en lenguaje bíblico significa precisamente la unión adúltera de la verdadera religión y de su culto
con las falsas religiones, con sus respectivos cultos idolátricos.

En este sentido señala Mons. Straubinger en varias ocasiones en sus notas y comentarios sobre la fornicación
y el adulterio empleados en la Biblia: «En el lenguaje de la Biblia la apostasía se llama adulterio, porque la
unión del alma con Dios es como un matrimonio, y el esposo que ama de veras es necesariamente celoso»
(Nota 4, Stgo 4,4).

El culto idolátrico y sus vicios son según las Escrituras las abominaciones; pues «abominaciones -indica
Staubinger- en la Sagrada Escritura, es el término para señalar la idolatría y los vicios que proceden del culto
a los ídolos» (Nota 3, Apoc. 17,4).

Scio dice lo mismo al referirse a la fornicación: «del mismo modo debe entenderse figurativamente de la
idolatría, lo que aquí se llama prostitución o fornicación. Esta es una expresión, que usan frecuentemente los
profetas, para explicar la apostasía o abandono, que se hace del Dios verdadero, para convertirse a los dioses falsos o a los ídolos. Muchos intérpretes antiguos , con San Jerónimo, han entendido por esta mujer a Roma pagana e idólatra, perseguidora del verdadero Dios y de su Cristo» (Nota 2 Ap. 17,1).


COMUNICADO DE LA SANTA SEDE: REUNIÓN ENTRE LA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE Y LA FRATERNIDAD DE SAN PÍO X


Miércoles, 14 de septiembre 2011


COMUNICADO SOBRE LA SOCIEDAD DE SAN. PÍO X







CIUDAD DEL VATICANO, 14 SEP 2011 (VIS).- Sigue el comunicado emitido hoy a mediodía por la Oficina de Prensa de la Santa Sede sobre la situación de  la Fraternidad  Sacerdotal San Pío X .

 “El 14 de septiembre 2011, en la sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha tenido lugar un encuentro entre el cardenal William Joseph Levada, Prefecto de esa congregación y Presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, el arzobispo Luis Ladaria, S.J., secretario de la misma  congregación y monseñor Guido Pozzo, secretario de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei con el obispo  Bernard Fellay, Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, y los reverendos Niklaus Pfluger y Alain-Marc Nely, respectivamente primer y segundo Asistente  general de la Fraternidad.

 A raíz de la  súplica  dirigida por el Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X a Su Santidad Benedicto XVI el 15 de diciembre de  2008, el Santo Padre decidió levantar la excomunión a los cuatro obispos consagrados por el arzobispo Lefebvre, y al mismo tiempo, abrir una serie de coloquios doctrinales  con dicha Fraternidad con el fin de aclarar los problemas de orden doctrinal y superar la fractura existente.

  En cumplimiento de las disposiciones del Santo Padre, una comisión mixta de estudios  formada por expertos de la Fraternidad Sacerdotal  San Pío X y por expertos de la Congregación para la Doctrina de la Fe se reunió en ocho sesiones que se celebraron en Roma entre octubre de 2009 y abril de 2011. Estas conversaciones, cuyo objetivo era exponer y analizar las dificultades doctrinales esenciales sobre temas controvertidos, consiguieron aclarar las respectivas posturas y sus motivos.

  Incluso teniendo en cuenta las preocupaciones e instancias planteadas por la Fraternidad Sacerdotal San Pío X con respecto a la custodia de la integridad de la fe católica frente a la hermenéutica de ruptura del Concilio Vaticano II con la Tradición, mencionada en el discurso de Benedicto XVI a la Curia Romana el 22 de diciembre de 2005,  la Congregación para la Doctrina de la Fe considera que la base fundamental para lograr la reconciliación plena con la Sede Apostólica es la aceptación del texto del Preámbulo doctrinal entregado en la sesión del 14 de septiembre de 2011. Dicho  preámbulo establece algunos principios doctrinales y criterios de interpretación de la doctrina católica, necesarios para garantizar la fidelidad al Magisterio de la Iglesia y el “sentire cum Ecclesia”, dejando abierto, al mismo tiempo, a una discusión legítima, el estudio y la explicación teológica de expresiones o formulaciones particulares  presentes en los documentos del Concilio Vaticano II y del Magisterio sucesivo.

   Durante la misma sesión, se han propuesto algunos elementos de cara a una solución canónica para la Fraternidad Sacerdotal  San Pío X,  que serían sucesivos a la eventual y esperada  conciliación”.
OP/        VIS 20110914 (480)



Wednesday, September 14, 2011


COMMUNIQUE CONCERNING THE SOCIETY OF ST. PIUS X

VATICAN CITY, 14 SEP 2011 (VIS) - At midday today the Holy See Press Office released the following communique concerning the postion of the Society of St. Pius X:

"On 14 September at the offices of the Congregation for the Doctrine of the Faith, Cardinal William Joseph Levada, prefect of the congregation and president of the Pontifical Commission 'Ecclesia Dei'; Archbishop Luis Francisco Ladaria Ferrer S.J., secretary of the congregation, and Msgr. Guido Pozzo, secretary of the pontifical commission, met with Bishop Bernard Fellay, superior general of the Society of St. Pius X, who was accompanied by Fr. Niklaus Pfluger and Fr. Alain-Marc Nely, respectively first and second assistant general to the society.

"Following the appeal of 15 December 2008, addressed by the superior general of the Society of St. Pius X to His Holiness Pope Benedict XVI, the Holy Father decided to remove the excommunication against the four bishops consecrated by Archbishop Lefebvre. At the same time, he approved the opening of discussions with the society in order to clarify doctrinal problems and to heal the existing rift.

"In order to put the Holy Father's instructions into effect, a joint study commission was set up, composed of experts from the Society of St. Pius X and from the Congregation for the Doctrine of the Faith who met in Rome on eight occasions between October 2009 and April 2011. Their discussions, which aimed to identify and study the essential doctrinal difficulties in the controversial issues, had the result of clarifying the positions of the two sides and their respective motivations.

"While bearing in mind the concerns and demands presented by the Society of St. Pius X about protecting the integrity of the Catholic faith against Vatican Council II's 'hermeneutic of rupture' with Tradition (a theme addressed by Pope Benedict XVI in his address to the Roman Curia on 22 December 2005), the Congregation for the Doctrine of the Faith maintains that the fundamental basis for achieving full reconciliation with the Apostolic See is the acceptance of the text of the Doctrinal Preamble, which was handed over during a meeting on 14 September 2011. The Preamble defines certain doctrinal principles and criteria for the interpretation Catholic doctrine, which are necessary to ensure faithfulness to the Church Magisterium and 'sentire cum Ecclesia'. At the same time, it leaves open to legitimate discussion the examination and theological explanation of individual expressions and formulations contained in the documents of Vatican Council II and later Magisterium.

"At the same meeting, certain suggestions were made for a canonical solution to the position of the Society of St. Pius X, with a view to achieving the desired reconciliation".
OP/ VIS 20110914 (450)

SANTORAL 14 DE SEPTIEMBRE


Y cuando haya sido levantado
de la tierra,
todo lo atraeré a Mí.
(Juan, 12, 32).






   Cosroes, rey de Persia, se llevó de Jerusalén la Cruz de Jesucristo, y Heraclio, emperador de Oriente, le declaró la guerra. Después de tres victorias debidas a la Santísima Virgen, Heraclio volvió a Jerusalén con la verdadera Cruz. Quiso llevarla en triunfo sobre sus hombros, pero una fuerza invisible lo detuvo a las puertas de la ciudad. El patriarca Zacarías le observó que sus suntuosas vestiduras contrastaban con la pobreza y humildad de Jesucristo. El emperador entonces se quitó su púrpura, su corona y su calzado, para vestir hábito de penitente. Así pudo entrar en la ciudad y llevar la Cruz hasta la cumbre del Calvario, el año 629.

MEDITACIÓN SOBRE
LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

   I. El amor a la Cruz nos levanta sobre las creaturas. Un hombre que ame los sufrimientos está al abrigo de los azares de la fortuna: la enfermedad, la pobreza o la deshonra no podrían turbar su paz. ¿Por qué? Porque él desea las aflicciones y las sufre con alegría por amor a Jesucristo. Todo lo que para ti es motivo de temor y de tristeza para él es una dicha. El cristiano puede parecer desdichado, nunca la es. (Minucio Félix)

   .II. El que ama la Cruz está por sobre si mismo. No es ya un hombre sometido a sus pasiones, tiranizado por la concupiscencia, afeminado por las delicias. No tiene más que un solo deseo, el de sufrir; y como en esta vida las ocasiones de sufrir se encuentran a cada paso, siempre está contento y gozoso.

   III. El que ama la Cruz se asemeja a Jesús crucificado; lo contempla, y se alegra viendo que los sufrimientos lo hacen fiel imagen del Salvador. Está crucificado para el mundo, y muerto para sí mismo. Sujétame a la cruz, oh Jesús mío, sin tener en cuenta las repugnancias de mi carne; porque os debo mi alma y mi cuerpo, como a mi Redentor. ¡Que mi cuerpo sea, pues, crucificado, coronado de espinas y semejante a ese Cuerpo adorable que Vos ofrecéis al eterno Padre por mí! Si debes tu cuerpo a Jesús dáselo, si puedes, tal como Él te ha dado el suyo. (Tertuliano)

El amor a la cruz 
Orad por las almas del Purgatorio.

ORACIÓN
    Oh Dios, que todos los años nos proporcionáis un nuevo motivo de gozo con la solemnidad de la Exaltación de la Santa Cruz, haced, os lo suplicamos, que después de haber conocido su misterio en la tierra, merezcamos ir al cielo a gustar los frutos de su Redenci6n. Por J. C. N. S. Amén.