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sábado, 7 de enero de 2012

SALTAN DE LA CUNA A LA ADULTEZ





Leticia lleva el cabello planchado y con mechones rubios. Viste un top rosa, minifalda a la cadera, de tablones, en cuadros grises, mallas blancas hasta los muslos y encima unas rosadas, a la rodilla.  En el cinto de la falda lleva un celular plateado. La sombra azul de los párpados destaca sus ojos color miel, y un brillo transparente, la boca.

Omar, pantalón holgado de encuarte a la rodilla, camiseta extra large, chaleco, tenis y gorra con visera hacia la nuca, le rodea los hombros con su brazo, y de cuando en cuando comparte con ella un cigarrillo.

Hoy no le prestaron el carro para encontrarse con su novia, su mamá lo trajo a este centro comercial de Valle Oriente. 

Leticia y Omar tienen 12 y 13 años, respectivamente, e igual que otros menores, van por la vida como adultos chiquitos. 

Los padres de Leticia ignoran que tiene novio, a los de Omar les parece "cool" y hablan de su noviazgo como de un juego, aunque Omar aclara estar muy enamorado de Leticia. 

Cada viernes, los adolescentes se ven de las cuatro de la tarde que los deja su mamá, a las 9 de la noche, que los recoge. Si él trae carro se alejan a dar una vuelta sin que nadie los moleste.

No tiene licencia de conducir, pero su papá le permite manejar un Mondeo 2003, de la familia. 
Aunque los accidentes automovilísticos son la primera causa de muerte entre los jóvenes, algunos padres sostienen que sus hijos están capacitados para conducir, no desde los 15 ó 16 años, sino desde los 11 ó 12. 

Como Omar, muchos van por las avenidas sin licencia, ya que en Garza García sólo han expedido 278 en el año, a jóvenes de 16, y credenciales, renovables por trimestre, a 347 muchachos de 15. En ambos casos con carta responsiva firmada por el padre. 

En Monterrey, de agosto a noviembre van 701 licencias para chicos de 16 años cumplidos. 
Cerca de las 9, Omar deja a Leticia cerca de la puerta, donde se reúne con sus amigas a esperar que vengan por ella, y él regresa a San Pedro para seguir la fiesta.

Entre risas ahogadas, cuentan que los guardias los corrieron una vez del estacionamiento por sorprenderlos "muy románticos" en el coche. 

"Mi mamá ni enterada. Me trae aquí, lleva a mi hermanito al entrenamiento de futbol, después lo deja en la casa con la muchacha, se va con sus amigas a tomar café, y se ponen de acuerdo para ver quién nos recoge porque mis amigas son hijas de las amigas de mi mamá", relata Leticia. 

"Aquí traigo mi celular por si necesito algo. Desde que estaba en cuarto me compraron el primero, para las emergencias, ¿verdad?". 

Entre semana, Omar y Leticia se comunican vía telefónica. Ella cursa primero de secundaria en un colegio exclusivo para niñas, y él, segundo, en uno de varones. Sus tardes las ocupan tareas y clases extras. 
Viven a cuadras de distancia, y se hicieron novios en el cumpleaños de una amiga hace dos meses. Fue un baile de sábado por la noche, sin la presencia de los padres.

"¡Es que ya no somos niños!", responde indignada a las preguntas: ¿un baile por la noche?, ¿y no estaban los papás de tu amiga? 
El salto de la cuna a la adultez es la tendencia mundial, pero los padres no respaldan ese crecimiento acelerado con bases para enfrentar los retos a que los exponen, advierte el investigador y catedrático de la UDEM, Jesús Amaya Guerra. 

Los papás inmersos en esta corriente son, por lo regular, profesionistas deseosos de que sus hijos vayan acorde a la modernidad, que implica copiar modelos extranjeros, una independencia temprana y altas expectativas en su desarrollo académico y social. 

El especialista en Educación, en el área Cognitiva y de Aprendizaje, dice que estos padres presionan a los colegios para modificar sus contenidos, y a los tres años, sus pequeños llevan matemáticas, computación, lectura e inglés, en una etapa en que lo deseable serían los juegos, las rimas y el desarrollo de su coordinación motriz.

Desde chicos les programan una agenda social y de clases extra, que si bien aporta conocimientos, habilidades y capacidad de expresión, en exceso crea niños estresados y apáticos.

"Para los 10 ó 12 años los dejan solos en casa, en fiestas de tarde o noche, en plazas comerciales, y ya inician los noviazgos. Se les da todo y no se les exige nada", señala Amaya Guerra.



"Son una generación de nido vacío, los papás trabajan, o la cabeza de familia es una mujer sola, soltera o divorciada, o una ama de casa con su agenda social".

En un estudio elaborado por el catedrático entre madres jóvenes, quedó de manifiesto su mayor ansiedad para educar a los hijos. 

"Expresan que es una friega ser mamá", comparte Amaya Guerra, "los hijos no las obedecen y piensan que entre menos tiempo pasen juntos, menos serán las fricciones".

Los niños y adolescentes de hoy están más informados y despiertos, pero no necesariamente maduros, urge sobre ellos mayor disciplina, responsabilidades y supervisión. 

"Los papás los dejan hacer lo que quieren, desde vestir sexy a las niñas de 10, 11 años, hasta llegar a casa a medianoche, fumar, y andar solos; no los estamos haciendo madurar en sus responsabilidades".

La excesiva permisividad ya se refleja en las estadísticas del sector salud nuevoleonés. De tres embarazos, uno es en adolescentes, y de los mil 500 casos anuales de drogadicción, un 12 por ciento se encuentra entre menores de 14 años. 

Un fenómeno similar se observa en el consumo de cigarros y alcohol. Inician entre los 10 y 14 años, incluyendo cada vez más a las jovencitas.

Juan José Roque Segovia, coordinador del Programa Estatal de Prevención y Control de Adicciones de la Secretaría de Salud, insiste en que la asociación de estos productos al reconocimiento del grupo, sumado a que mamá y papá fuman y toman, hace que los menores piensen que es una práctica glamorosa. 

"Es momento de que los padres sean centinelas", expresa Amaya Guerra, "que formen, disciplinen y orienten, de lo contrario estos muchachos empezarán a vivir una eterna adolescencia desde los 20, hasta los 30 ó 40 años, acostumbrados a no afrontar responsabilidades y a sentir que todo lo merecen".



Desde hace un año, Leticia visita regularmente el salón de belleza para el retoque de las luces, manicure, pedicure, depilación y peinado. 

Los estilistas Luis Iván y Eliza Cantú dicen que buena parte de su clientela incluye adolescentes entre 12 y 15 años, que acuden con su mamá para tener un look a la Britney Spears o Christina Aguilera, hasta con uso de extensiones y maquillaje. 
Los programas televisivos, anuncios y películas para púberes impulsan el que las niñas luzcan atractivas y que haya un interés por el sexo opuesto a muy corta edad, menciona la asesora en desarrollo humano y sexualidad, Blanca Villalonga de Jaime. 
Así lo percibe en cursos y conferencias para adolescentes, donde preguntas y comentarios harían irse de espaldas a muchos padres. 

"Una chica de segundo de secundaria me dijo que su novio le pidió tener relaciones, y por eso decidió tomar un curso de educación sexual. 

"Fíjate, me contó, ´mi mamá me deja tener novio, y nada más me dice: cuídate, yo sé que no eres tonta, pero no me dice con qué, si con pastillas anticonceptivas, o condón´... 
"¿No piensas que tu mamá quiere decir: abstente y haz que tu novio respete tu cuerpo? Y la muchacha asombrada, me respondió: ¿Tú crees?". 

Villalonga de Jaime platica que si las jovencitas llegan a segundo de secundaria sin pareja, las más "adelantadas" las califican de "loosers" (fracasadas), y una de las "soluciones" que los muchachos proponen para evitar embarazos es la práctica del sexo oral. 
Los oídos y ojos infantiles encuentran por televisión imágenes de mujeres semidesnudas y escenas con contenido sexual. 
"No existe ahora brecha generacional, sin embargo, los papás no hablan con sus hijos. Les pregunto a los muchachos cuántas horas ven la tele, y me contestan cinco o siete horas, y cuando les digo, cuánto tiempo hablan con sus papás, me dicen: ´pues casi nunca´".

Villalonga de Jaime menciona que los padres deben prepararse para responder sus inquietudes y reforzar lo básico: saber quiénes son sus amigos, dónde están, qué hacen, y no creer que con darles un celular están protegidos y supervisados. 
Hay mamás que dejan a sus hijas solas en los centros comerciales, pero algún adulto puede abordarlas y convencerlas, por su falta de madurez, de llevárselas a algún lugar y dañarlas. 

"Que tengan novio tan pronto, tampoco es conveniente. Si esa relación termina puede causarles depresión, y tal vez no sepan cómo manejarla. Se han dado casos de trastornos mayores o incluso suicidios, porque a esa edad pueden magnificar esas pérdidas".

Omar cuenta que sus papás son muy alivianados, y lo dejan ir a las fiestas de sus amigos, aunque acaben en la madrugada. 
"Confían en mí, y no les digo mucho de lo que pasa para que me sigan dejando ir. Mis amigos no son alocados, pero a veces llegan unos más grandes que sacan botellas del bar de su papá. 

"Yo sí tomo. No le entro es a la droga, eso es más ´heavy´, porque sí te la ofrecen".
Como él, unos 200 mil jóvenes consumen alcohol en distinta medida, cada fin de semana, revelan cifras de la Secretaría de Salud. 

"Pero no me pongo hasta el queso", aclara, "porque cuando voy a llegar tarde a la casa mi papá me insiste en que me lleve el carro".

Fuente: http://www.mujernueva.org/articulos/articulop.phtml?se=3&ca=5&te=1&id=2529

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