- San Eleuterio, Obispo y Mártir
- Beato Andrés Hibernón, Fraile
- Beata María de la Encarnación, Viuda
- San Galdino de Milán, Obispo
- Beato Andrés Hibernón, Fraile
- Santa Antia, Mártir
- San Eleuterio, Mártir
- San Apolonio El Apologeta, Mártir
18 de abril
SAN ELEUTERIO,
Obispo y Mártir
Todo aquél que comete pecado
es esclavo del pecado.
(Juan, 8, 34).
Las numerosas conversiones que obró este santo obispo en Iliria excitaron contra él el odio de los paganos, que lo denunciaron a los magistrados. Detenido y conducido a Italia, fue asado en una parrilla, colocado después en un lecho de hierro calentado al rojo y, por fin, sumergido en una caldera de aceite y pez hirviendo. Como saliera sano y salvo de todos estos suplicios fue arrojado a los leones, que no le hicieron ningún mal. Finalmente, fue golpeado con varas hasta que murió a la vista de su madre, Santa Antea, y fue al cielo a gozar de la libertad de los hijos de Dios, libertad que ya presagiaba su nombre Eleuterio, es decir, hombre libre.
MEDITACIÓN
SOBRE LA LIBERTAD DE LOS
SERVIDORES DE DIOS
I. No existe servidumbre más cruel que la de los libertinos e impíos: se dicen libres y gimen bajo la más vergonzosa de las esclavitudes: la del pecado. Tantos tiranos tienen cuantas pasiones; están cargados con tantas cadenas como vicios y malas costumbres tienen. Viene la pasión y dice: Eres mío. Vienen todos los vicios y dicen: Eres mío. ¡Qué vil esclavo es quien obedece a tantos señores! (San Ambrosio) .
II. Verdaderamente es libre quien sirve a Dios y le obedece, pues no tiene entonces sino un solo Señor, el cual nada ordena que no esté de acuerdo con la razón y que no sea para nuestro mayor bien. El servicio voluntario y razonable que le rendimos nos libra de la vergonzosa tiranía del demonio, del pecado y de nuestras pasiones. ¡Ah! si mi libertad es un bien inestimable, si es el mayor de todos los tesoros, ¿a quién lo sacrificaría mejor que a Vos, Dios mío, que me la habéis dado? Obedecer a Dios, es ser libre.
III. Para gozar de una entera y perfecta libertad en este mundo, no se ha de temer ni amar sino a Dios. Todos los suplicios, todas las aflicciones imaginables, todos los placeres y todas las grandezas del mundo, no podrán obligarte a cometer la más mínima falta. De cuántas penas, temores y dolores te librarías, si grabases profundamente en tu espíritu este pensamiento: ¡No temer sino a Dios, no amar sino a Dios! El malo no puede ser libre. (Séneca).
El perdón de las injurias
Orad por vuestros enemigos.
ORACIÓN
Dios todopoderoso, mirad nuestra flaqueza y cómo nos agobia el peso de nuestras obras y fortificad nos por la gloriosa intercesión de San Eleuterio, vuestro mártir. Por J. C. N. S.
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