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sábado, 10 de diciembre de 2011

PENSAMIENTOS DE SAN JUAN DE LA CRUZ

NEGATIO
II

Si purificares tu alma de extrañas posesiones y apetitos, entenderás en espíritu las cosas; y si negares el apetito en ellas, gozarás de la verdad de ellas, entendiendo en ellas lo cierto.

Los nuevos e imperfectos amadores  son como el vino nuevo, que fácilmente se malean, hasta que cuezan las heces de las imperfecciones y se acaben los hervores y gustos gruesos del sentido.

Las pasiones tanto reinan en el lama y la combaten, cuando la voluntad esta menos fuerte en Dios y más pendiente de criaturas; porque entonces con mucha facilidad se goza de cosas que no merecen gozo, espera lo que no trae provecho, se duele de lo que  por ventura se había de gozar, y teme donde no hay que temer.

Cinco daños causa cualquier apetito en el alma, demás de privarla del espíritu de Dios: el primero, que la cansa; el segundo, que la atormenta; el tercero, que la oscurece; el cuarto que la ensucia; el quinto, que la enflaquece.

Todas las criaturas son miajas que cayeron de la mesa de Dios; y así, justamente es llamado can el que anda apacentándose en las criaturas. Y por eso justamente como perros siempre andan hambreando, porque las miajas más sirven de avivar el apetito que de satisfacer el hambre.

Los apetitos son como unos hijuelos inquietos y de mal contento, que siempre andan pidiendo a su madre uno y otro, y nunca se contentan, y como el enfermo de calentura, que no se halla bien hasta que se le quite la fiebre, ya cada rato le crece la sed.

Como el que tira el carro la cuesta arriba, así camina para Dios el alma que no se sacude  el cuidado y apaga el apetito.

De la manera que es atormentado el que cae en manos de sus enemigos, así es atormentada y afligida el alma que se deja llevar de sus  apetitos.

De la misma manera que se atormenta y aflige el que desnudo se acuesta sobre espinas y puntas, así se atormenta el alma y se aflige cuando se acuesta sobre sus apetitos, porque a manera de espinar hieren, asen y dejan dolor.

Cuando los vapores oscurecen el aire y no dejan lucir el sol, así el alma está tomada de los apetitos, según el entendimiento está entenebrecida, y no da lugar para que ni el sol de la razón natural ni de la sabiduría de Dios sobrenatural la embistan  e ilustren de claro.

El que se ceba del apetito es como la mariposilla y como el pez encandilado, al cual aquella luz antes le sirve de tinieblas par que no vea los daños que los pescadores le aparejan.

Oh quien pudiera decir cuán imposible es al alma que tiene apetitos juzgar de las cosas de Dios como ellas son. Porque estando aquella catarata y nube del apetito sobre el ojo del juicio, no ve sino nube, unas veces de un color y otras de otro; y así viene a tener las cosas de Dios por no de Dios, y las que no son de Dios por de Dios.

Dos veces trabaja el pájaro que se asentó en la liga, es a saber: en desasirse y limpiarse de ella; y dos maneras pena el que cumple su apetito; en desasirse y, después de desasido, en purgarse de lo que de él se pegó.




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