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martes, 27 de marzo de 2012

PENSAMIENTOS DE SAN JUAN DE LA CRUZ


NEGATIO
IX



Hasta que el hombre venga a tener tan habituado el sentido  en la purgación del gozo sensible, de suerte que le envíen luego las cosas de  Dios, tiene  necesidad de  negar su gozo acerca de ellas, para sacar al alma de la vida sensitiva.

El que no sintiere la libertad de espíritu en las cosas  y gustos sensibles, de suerte que le sirvan de motivo para la oración, sino que la voluntad se detiene y ceba en ellos, daño le hacen para ir a Dios, y se debe apartar de usarlos.

Muchas veces muchos espirituales emplean los sentidos en los viene sensibles, con pretexto de darse a la oración y levantar su corazón a Dios, y es de manera que más se puede llamar recreación que oración, y darse gusto a sí mismo que a Dios.

Cuando la voluntad luego que se siente gusto en lo que percibe por los sentidos, se levanta a gozar en Dios, y le sirve de motivo para tener oración, no ha de evitar esos motivos, antes puede y debe aprovecharse de ellos para tan santo ejercicio, porque  entonces sirven las cosas sensibles para el fin que Dios las crió, que es para ser amado y conocido por ellas.

El que tiene el sentido purgado y sujeto al espíritu, de todas las cosas sensibles, desde el primer movimiento, saca deleite de sabrosa advertencia y contemplación de Dios.

Si quieres que en tu espíritu nazca la devoción y que crezca el amor de Dios y apetito de las cosas divinas, limpia el alma de todo apetito y asimiento y pretensión, de manera que no se te dé nada por nada; porque así como al enfermo, echado fuera el  mal humor, luego siente el bien de la salud, y le nace gana de comer, así tu convalecerás en Dios si en lo dicho te curas, y sin ello, aunque más hagas, no aprovecharás.

Sé enemigo de admitir en tu alma cosas que no tiene en sí substancia espiritual, porque no te hagan perder el gusto de la devoción  y el recogimiento.

Mira que la flor más delicada más presto se marchita y pierde su olor; por tanto guárdate de querer caminar por espíritu de sabor, porque no serás constante; más escoge para ti un espíritu robusto, no asido a nada; y hallarás dulzura y paz en abundancia; porque la sabrosa y durable fruta en tierra fría y seca se coge.

Cata que tu carne es flaca y que ninguna cosa del mundo puede dar fortaleza a tu espíritu, ni consuelo, porque lo que nace del mundo, mundo es, y lo que nace de la carne, carne es, y el buen espíritu sólo nace del espíritu de Dios, que se comunica no por mundo ni carne.

No comas en pastos vedados, que son los de esta vida presente; porque bienaventurados son los que han hambre y sed de justicia, porque ellos serán  hartos.

Si  quieres venir al santo recogimiento, no has de venir admitiendo sino negando.

Las potencias y los sentidos no se han de emplear todos en las cosas, sino lo que  no se puede excusar;  y lo demás dejarlo desocupado para Dios.

Procura siempre que las cosas  no sean  nada para ti, ni tú para las cosas; más en  olvido de todo, mora en tu recogimiento con el Esposo.


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