DOMINICA TERTIA ADVENTUS
AD MISSAM
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Introito. Phil.
4, 4-6. –Gozaos siempre en el Señor: otra vez digo: gozaos. Vuestra moderación
sea patente a todos los hombres: el Señor está cerca. Nada os inquiete: mas en
todo, con oración presentad al Señor vuestras peticiones. –Ps. Bendijiste, Señor, a tu tierra; liberaste del cautiverio a
Jacob. V. Gloria al Padre…
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Oremus. Aurem tuam, quæsumus,
Domine, precibus nostris accommoda: et mentis nostræ tenebras gratia tuæ
visitationis illustra. Qui vivis et regnas cum Deo Patre…
Oremos. Dignaos, Señor, escuchar favorablemente
nuestras oraciones, y en estos días de vuestro dichoso advenimiento disipad las
tinieblas de nuestro entendimiento con la luz de vuestra gracia. Vos que siendo
Dios vivís y reinas con Dios Padre, etc.
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La Epístola es de la
carta del apóstol san Pablo a los Filipenses,
capítulo IV, vers. 4 a 7
ratres: Guadete in Domino semper: iterum dico,
gaudete. Modestia vestra nota sit monibus hominibus: Dominus enim prope est. Nihil
solliciti sitis: sed in omni oratione et obsecratione, cum gratiarum actione,
petitiones vestræ innotescant apud Deum. Et pax Dei, quæ exsuperat omnem
sensum, custodiat corda vestra, et intelligentias vestras, in Christo Iesu
Domino nostro.
Hermanos míos: Regocijaos siempre en el Señor;
otra vez os lo digo, regocijaos. Aparezca vuestra modestia a los ojos de todos
los hombres: el Señor está cerca. No tengáis inquietud por nada; antes bien
toda vez que os pusiereis en oración, y rogareis al Señor, aparezcan vuestras
peticiones delante de Dios con acciones de gracias. Y la paz de Dios, que
sobrepuja a todo lo que se puede pensar, sea la defensa de vuestros corazones y
de vuestros entendimientos en Jesucristo nuestro Señor.
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Gradual. Ps. 79,
2, 3 y 2. -¡Señor, que estás sentado sobre los Querubines: despierta tu
poder y ven! V. Escúchanos, Pastor de Israel, que guías como a una oveja a
José.
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Aleluya, aleluya. V. Despierta, Señor, tu poder, y ven
a salvarnos. Aleluya.
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El Evangelio de la Misa es de san Juan,
capítulo I, vers. 19 a 28.
n illo tempore: Miserunt Iudæi ab Ierosolymis
sacerdotes et levitas ad Ioannem, ut interrogarent eum: Tu quis es? Et
confessus est, et non negavit, et confessus est: Quia non sum ego Christus. Et
interrogaverunt eum: Quid ergo? Elias es tu? Et dixit: Non sum. Propheta es tu?
Et respondit: Non. Dixerunt ergo ei: Quis es, ut responsum demus his, qui
miserunt nos? Quid dicis de teipso? Ait: Ego vox clamantis in deserto: Dirigite
viam Domini, sicut dixit Isaias propheta. Et qui missi fuerant, erant ex
Pharisaeis. Et interrogaverunt eum, et dixerunt ei: Quid ergo baptizas, si tu non
es Christus, neque Elias, neque Prophetas? Respondit eis Ioannes, dicens: Ego
baptizo in aqua: medius autem vestrum stetit, quem vos nescitis. Ipse est, qui
post me venturus est, quie ante me factus est: cuius ego non sum dignus ut
solvam eius corrigiam calceamenti. Hæc in Bethania facta sunt trans
Iordanem, ubi era Ioannes baptizans.
En aquel tiempo: Los judíos de Jerusalén
enviaron sacerdotes y levitas para que preguntasen a Juan: ¿Quién eres? Él lo
confesó, y no negó; y lo volvió a confesar: Yo no soy el Cristo. ¿Quién eres,
pues, le preguntaron? ¿Eres Elías? No: dijo él. ¿Eres profeta? No, les
respondió. Oyendo esto, le dijeron: Dinos, pues quién eres, para que podamos
responder a los que nos han enviado; ¿qué es lo que dices de ti mismo? Entonces
les respondió: Yo soy la voz del que clama en el desierto: Ordenad el camino
del Señor, como lo ha dicho el profeta Isaías. Y los que habían sido enviados
eran de la secta de los fariseos. Entonces le hicieron una nueva pregunta: ¿Por
qué bautizas, le dijeron, si no eres ni el Cristo, ni Elías, ni profeta? Juan
les respondió, diciéndoles: Yo no administro más que un bautismo de agua; pero
hay en medio de vosotros uno a quien
vosotros no conocéis. Este es el que debe venir después de mí, que es antes que
yo, y del que yo no soy digno de desatar la correa de su calzado. Estas cosas
pasaron en Betania del otro lado del Jordán, en donde bautizaba Juan.
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Ofertorio. Ps. 84,
2. –Bendijiste, Señor, a tu tierra; liberaste del cautiverio a Jacob;
perdonaste la maldad de tu pueblo.
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Comunión. Is. 35,
4. –Decid a los pusilánimes: Alentaos y no temáis; sabed que nuestro Dios
vendrá y nos salvará.
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