En
el año 160, en Roma
APÓSTOLES
TOLOMEO
Y LUCIO
TOLOMEO |
Este pequeño
relato es sacado de la Apología dirigida al emperador por san Justino, mártir
él también y cuya Pasión narraremos inmediatamente después de ésta. Tolomeo se
manifiesta en ella lleno de audacia y de celo, y pagando con su vida la
conversión de una mujer hasta entonces deshonesta. La intervención de Lucio
ante el tribunal y de un tercer cristiano cuyo nombre sigue siendo desconocido,
nos muestra el vigor de la fe en esos tiempos de persecución.
***
Una mujer tenía
un marido que vivía en el vicio, así como ella viviera en el antaño. Le habían
enseñado la doctrina de Cristo, y ella se había corregido. Trató entonces de
que su marido volviera a una vida honesta: le explicaba las enseñanzas de
Cristo y le hablaba del fuego eterno reservado a los hombres sin fe y sin ley.
Mas el marido siguió viviendo en el libertinaje. Tanto hizo que su esposa no
quiso verle más. Juzgó que era un sacrilegio compartir aún la vida con un
individuo siempre en busca de placeres prohibidos e infames y resolvió
separarse de él. Mas sus padres le aconsejaron tuviera paciencia: no se había
perdido toda esperanza de enmienda. Ante estas instancias, la desdichada se quedó,
mas de muy mala gana. Su marido salió para Alejandría. Ella supo que llevaba
allí una vida más escandalosa que nunca. Entonces temió que parte de los
crímenes e impiedades de su marido recayera sobre ella si seguía siendo aún la
compañera íntima de ese hombre. Por lo tanto le hizo notificar el divorcio, como
soléis decir, y se marchó.
Ese excelente
esposo hubiera debido regocijarse: su mujer, que antaño se pervertía desvergonzadamente
con criados y mercenarios y se entregaba a la bebida y a todos los vicios,
había cambiado de vida y trataba de convertirlo a él también. Mas ese divorcio,
decidido sin su consentimiento, le desagradó y él denunció a su mujer como
cristiana.
Entonces ella os
presentó una petición, a vos, emperador, con el fin de arreglar sus asuntos antes
de contestar la acusación formulada contra ella. Y vos habéis admitido su
súplica. Su marido, que ya nada podía contra ella en ese momento, se enfureció con
cierto Tolomeo que había enseñado a su mujer la religión cristiana y le hizo
condenar por Urbico, prefecto de la ciudad. He aquí de qué manera:
Sobornó a un
centurión, amigo suyo, y éste hizo encarcelar a Tolomeo. Le había aconsejado lo
prendiese y le preguntara solamente si era cristiano. Tolomeo, lleno de
franqueza, sin astucia ni falsedad, confesó que era cristiano y el centurión le
hizo encadenar.
Le torturaba en
la cárcel desde hacía largo tiempo, cuando finalmente le hicieron comparecer
ante Urbico. Le preguntaron sin más, así como la primera vez, si era cristiano.
Nuevamente, Tolomeo, sabiendo todo cuanto debía a la doctrina de Cristo,
confesó el Credo completo de las verdades divinas. Pues negar una de
esas verdades es, o bien condenar su práctica, o bien obrar como hombre que no
se cree digno de esa verdad que ha suprimido de su vida y que ya no quiere
reconocer. Ahora bien, esas dos actitudes son indignas de un cristiano sincero.
Urbico ordenó entonces llevaran a Tolomeo al suplicio.
Lucio, cristiano
que acaba de asistir a ese juicio inicuo, dijo a Urbico: «¡Quiá! He allí un
hombre que no es adúltero ni libertino, ni homicida, ni ladrón, ni bandido. No
ha cometido el menor delito, ¡y le condenáis porque confiesa simplemente su
nombre de cristiano! Este juicio, Urbico, no está conforme a las intenciones del
emperador, que es piadoso, ni a las del hijo del César, que es juicioso, y
tampoco a las del Senado, que es religioso». Sin más respuesta Urbico dijo a
Lucio: «A lo que parece, ¿tú también eres cristiano?».
—«Ciertamente»,
respondió Lucio.
Urbico lo hizo
llevar de igual modo a la muerte. El condenado le dio las gracias: morir era
para él la liberación de esos dueños injustos y la partida hacia el Padre y rey
de los cielos.
Un tercero que se
presentó fue de igual modo condenado.
Fuente: "La Gesta
de los Mártires". Editorial Éxodo. 1era Edición.
PRÓXIMO VIERNES:
MARTIRIO DE SAN JUSTINO Y COMPAÑEROS
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