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lunes, 19 de julio de 2010

18 de julio


  • San Camilo de Lelis, Confesor
  • Santa Sinforosa y sus siete hijos, Mártires
  • San Arnulfo de Metz, Obispo
  • San Federico de Utrecht, Obispo
  • San Filastro de Brescia, Obispo
  • San Pambo, Monje
  • San Stacteo, Mártir
  • Santas Justa y Rufina, Mártires
  • San Primitivo, Mártir
  • San Nemesio, Mártir
  • San Julián, Mártir
  • San Crescente, Mártir
  • San Eugenio, Mártir
  • San Bruno de Segni 
  • Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.


SAN CAMILO DE LELIS
Confesor

n. 1550 en Abruzzi, Italia;
† 14 de julio de 1614 en Génova, Italia

Patrono de los hospitales y trabajadores de hospital; enfermeros; enfermos.

SAN CAMILO DE LELIS, Confesor

Padre mío, si es posible, pase de mí este cáliz; sin
embargo, no se haga como yo quiero sino como tú quieres.

(Mateo, 26, 39)


Después de una juventud disipada, San Camilo se convirtió a la edad de 25 años, y más tarde comenzó sus estudios para llegar a ser sacerdote y poder así asistir más útilmente a los enfermos en trance de muerte. Fue con este objeto que fundó la Orden de los Clérigos regulares. soportó, a su vez, con inalterable paciencia, cinco enfermedades sumamente penosas, que él llamaba las misericordias del Señor. A menudo se lo oía repetir estas palabras de San Francisco de Asís: "Tan grande es la felicidad que espero, que todas las penas se convierten para mí en motivo de alegría". Se durmió en el Señor el 14 de julio de 1614, a la hora que él mismo había predicho.

MEDITACIÓN DE CÓMO SACAR PROVECHO
DE LAS ENFERMEDADES

I. Dios nos envía a menudo enfermedades para retirarnos del pecado, para hacer que llevemos una vida más santa y, para que, mediante la meditación de la muerte, merezcamos una más alta recompensa. Agradezcámosle, pues, la enfermedad tanto como la salud, porque las aflicciones son presentes de Dios, menos agradables, sin duda, pero con frecuencia más útiles que la prosperidad. Repitamos con Job: Si hemos recibido los bienes de manos del Señor, ¿Por qué no habríamos de recibir también los males
 
II. Dirijámonos a Dios, y roguémosle como el mismo Jesucristo rogó al Padre eterno en el Huerto de los Olivos: "Padre mío, si ésa es vuestra voluntad, si vuestra gloria y mi salvación lo piden, cúrame, consuélame". Cuando así hayas invocado a Dios, déjalo hacer y confórmate con lo que pueda sucederte. Por duras y penosas que sean nuestras aflicciones, todavía sufrimos menos de lo que meremos. (Salviano).

III. Si Dios te deja en ese estado de sufrimiento, alábalo, agradécele, adora su amable Providencia; si te cura, acuérdate de que es para que lo sirvas. Cuídate de no pecar más; es la advertencia que daba Jesucristo a los enfermos que sanaba. Cumple todas las buenas resoluciones que hiciste y no pagues con ingratitud a tu amable bienhechor.

La resignación 
Orad por los moribundos. 

ORACIÓN

Oh Dios, que habéis adornado a San Camilo con una caridad incomparable para las almas que luchan en la agonía, dignaos en vista de sus méritos, infundir en nosotros el espíritu de vuestro amor, a fin de que en nuestra hora postrera merezcamos triunfar del enemigo y alcanzar la corona celestial. Por J. C. N. S. Amén.

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