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domingo, 15 de enero de 2012

PENSAMIENTOS DE SAN JUAN DE LA CRUZ

NEGATIO
V

El que lo poco evita no caerá en lo mucho; más en lo poco hay gran daño, pues  esta ya entrada la cerca y muralla del corazón. Y como dice el adagio: el que comienza, la mitad tiene  hecho.

Oh si supiesen los espirituales qué bienes pierden y abundancia de espíritu por no querer ellos acabar de levantar el apetito de niñerías, y cómo hallarían en este sencillo  manjar de espíritu, significado por el maná, el gusto de todas las cosas, si ellos no quisiesen gustar cosa.

No dejaban los hijos de Israel de hallar en el maná todo el gusto y la fortaleza que ellos pudieran querer porque el maná  no l atuviese, sino porque ellos querían otra cosa.

De sólo una centella se aumenta el fuego, y una imperfección basta para traer otras. Y así nunca veremos un alma que es negligente en vencer un apetito, que no tenga otros muchos, que nace de la misma flaqueza e imperfección que tiene aquel.

Los apetitos voluntarios y enteramente advertidos, por mínimos que sean, siendo de hábito y costumbre, son los que principalmente impiden en el camino de la perfección.

Cualquier imperfección en que tenga el alma asimiento y hábito, es mayores, que no proceden de ordinaria costumbre de alguna mala propiedad.

Justamente se enoja Dios con algunas almas, porque habiéndolas con mano poderosa sacado del mundo y de ocasiones de graves pecados, son flojas  y descuidadas en mortificar algunas imperfecciones; y por eso las deja ir cayendo en sus apetitos de mal en peor.

Enojan mucho a la Majestad Divina los que pretendiendo el manjar de espíritu, no se contentan con sólo Dios, sino que quieren entremeter el apetito y afición de otras cosas.

El que quiere amar otra cosa con Dios, sin duda tiene en poco a Dios, porque pone en una balanza con Dios lo que sumamente dista de Él.

Pocos espirituales, aún de los que se tienen por muy levantados en virtud, alcanzan la perfecta determinación en el bien obrar, porque nunca se acaban de perder en algunos puntos de mundo o de su natural, no mirando al qué dirán o que parecerá, para hacer las obras perfectas y desnudas por Cristo.

Algunas almas llaman a Dios su esposo y su amado, y no es su amado de veras, porque no tienen con él entero su corazón.

Para hallar en Dios contento, se  ha de poner el ánimo en contentarse sólo con él; porque aunque el alma esté en el cielo, sino se acomoda a la voluntad de quererlo, no estará contenta; y así nos acaece con Dios si tenemos el corazón aficionado a otra cosa.

Como las especies aromáticas desenvueltas van disminuyendo la fragancia y fuerza de su olor, así el alma no recogida en un solo afecto de Dios, perder el calor y vigor de la virtud.

Si deseas hallar la  paz y consuelo de tu alma y servir a Dios de veras, no te contentes con eso que has dejado, porque  por ventura te estás n lo que de nuevo andas tan impedido o más que antes; mas deja todo esotras cosas que te quedan, y apártate a una sola que lo trae todo consigo, que es la soledad santa, acompañada con oración y santa y divina lección, y allí persevera en olvido de todas las cosas: que si de obligación note incumben, más agradarás a Dios en saberte guardar y perfeccionar a ti mismo, que en  granjearlas todas juntas, porque ¿Qué le aprovechará al hombre ganar todo el mundo si deja perder su alma?


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