LA HISTORIA DE UN JUDÍO CONVERSO
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Padre Libermann |
El Venerable Padre Libermann fundó la Congregación Misionera del Espíritu Santo, a la cual Mons. Marcel Lefebvre perteneció y no solo eso, sino que también llegó a ser Superior General. Aquí podemos ver la admirable, honesta y beata decisión de un judío que se convirtió al cristianismo; los frutos dados por esta obra han sido de incalculable valor para la Iglesia.
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Nace en una pequeña ciudad de la
región francesa de Alsacia llamada Saverne el 12 de abril de 1802. El
judaísmo era la religión de su familia y de ahí que su nombre original
fuese: Jacobo.
Era el quinto de
nueve hermanos; su padre, Lázaro Libermann, era rabino y soñaba que su
hijo también lo fuese algún día. En 1824 estudiará en la ciudad de Metz,
donde había una escuela superior judía. Es aquí donde se entera de la
conversión al catolicismo de su hermano Sansón el 15 de marzo de 1824.
Su siguiente etapa
sería en París, en el colegio de San Estanislao. Este es un tiempo en el
cual Libermann le da muchas vueltas a su vida y a su historia,
recordando la religión de sus padres y confrontando la doctrina
cristiana. Poco a poco, la fe en el Dios cristiano va penetrando su
espíritu y su corazón.
El 24 de diciembre
de 1826, a los 24 años, recibe el bautismo y toma como nombre Francisco
María Pablo. Un año más tarde, habiendo manifestado su deseo de ser
ordenado sacerdote algún día, es admitido en el Seminario de San
Sulpicio.
Es entonces, durante su estancia
en San Sulpicio, cuando comienza a manifestarse la enfermedad que
tendría que padecer durante tantos años : la epilepsia.
A pesar de que esta
enfermedad era un impedimento para recibir las órdenes sagradas, los
superiores del seminario de San Sulpicio le permiten quedarse, aunque
debe cambiar de casa y trasladarse a la pequeña localidad de Issy, cerca
de París, donde trabajó durante seis años como ayudante del
administrador.
En 1837 parte hacia la
ciudad de Rennes, en plena Bretaña francesa, para ser ayudante del
maestro de novicios de los Eudistas, donde permanecerá dos años.
Durante su estancia con
los sulpicianos, Francisco había tenido la influencia de los llamados
“grupos de piedad”, dos de cuyos miembros eran Federico Le Vavasseur y
Eugenio Tisserant . Con ellos tuvo la oportunidad de hablar de los
proyectos que los dos tenían para la evangelización
de los negros esclavos en las colonias francesas.
Libermann comenzó a
pensar de que manera les podría ayudar a ellos y a otros jóvenes que
aparecerían más tarde. Ellos, a su vez, le hablaron de
un posible proyecto misionero adaptado a la regla de vida de
los Eudistas. Para ello, lo primero era la aprobación de la Santa Sede y
por eso parte a Roma en enero de 1840, donde sería recibido por el
Papa Gregorio XVI el 17 de febrero. Comenzaban a darse los
primeros pasos para el proyecto que Libermann tenía en mente, “La Obra
de los Negros”, pero se le dice que es necesario que sea ordenado
sacerdote.
Permanece pues algunos
meses más en Roma, donde aprovechará para redactar una “Regla de Vida”
para los futuros miembros de la congregación y para redactar su
“Comentario al Evangelio de San Juan”.
Viendo Francisco que su
salud mejoraba progresivamente, se decide a iniciar los trámites para
ser ordenado sacerdote en Estrasburgo, su diócesis de origen y en cuyo
seminario ingresaría el 23 de febrero de 1841. El 10 de agosto de ese
mismo año es ordenado diácono y, poco después, el 18 de septiembre,
recibe la ordenación sacerdotal en la ciudad de Amiens. Celebrará su
primera misa en la Iglesia de Nuestra Señora de las Victorias de París,
consagrando al Corazón de María la Obra de los Negros.
El 27 de septiembre,
junto con 12 compañeros que comparten el mismo proyecto misionero, abre
el noviciado en La Neuville, un barrio de Amiens, cuya propiedad
pertenece al obispado de Amiens y que Libermann comprará en 1842. Esta
sería la primera casa de la nueva Congregación del Inmaculado Corazón de
María.