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domingo, 25 de noviembre de 2012

SANTORAL 25 DE NOVIEMBRE



25 de noviembre



SANTA CATALINA,
Virgen y Mártir



Yo pondré las palabras en vuestra boca,
y una sabiduría a la que no podrán resistir ,
ni contradecir todos vuestros enemigos.
(Lucas, 21, 15).

   Según su leyenda, Santa Catalina, nacida de familia de alto rango en Alejandría, con tanto éxito se entregó al estudio de las ciencias divinas y humanas, que, a los 18 años, confundió al emperador Maximino, y a los filósofos paganos, convirtiendo a gran número de éstos. Convirtió también a la emperatriz Fausta y al tribuno Porfirio, quienes sufrieron el martirio con ella y los filósofos convertidos. Como consecuencia de ser azotada con látigo de puntas de plomo once días estuvo medio muerta. Sometida al tormento de las ruedas con dientes de hierro, a la primera vuelta rompiéronse éstas. Acabó su suplicio siendo decapitada. Su cuerpo fue llevado por los ángeles a la cumbre del Sinaí.

MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA
DE SANTA CATALINA

   I. Santa Catalina consagró su virginidad a Jesucristo desde edad muy temprana; prefirió conservar esta virtud padeciendo el martirio, a perderla subiendo al trono. ¡Oh virtud amable, que hace a los hombres amigos de Jesucristo, hijos de María, semejantes a los ángeles, y les da en la tierra un pregusto de la felicidad que regocija a los santos en el cielo!

   II. Santa Catalina recibió la corona de los doctores con la de las vírgenes, porque predicó la fe, confundió a los filósofos y convirtió a muchos paganos. Aprende con esto que Dios es el autor de toda ciencia: "Él fue quien ilustró a Santa Catalina. Día y noche te consumes inclinado sobre los libros: vete a la fuente de todos los conocimientos, pide sabiduría al Señor. Él te la dará; pero, sírvete de tus luces para santificarte y para convertir a los otros. ¿Lo haces así?

   III. A esas dos primeras coronas sumó ella la del martirio. Podía Catalina ser dichosa según el mundo: era hermosa, noble, rica, llena de ingenio, podía llegar a ser esposa de un emperador. Renunció a todas estas ventajas y murió por Jesucristo. ¿Qué hubieras hecho tú en su lugar? ¿qué haces todos los días? ¡Por un pequeño interés, abandonas al Señor! ¿Quieres participar de la corona del martirio? Mortifica tu carne, combate la voluptuosidad y la avaricia, desprecia al mundo. Afligir la carne, vencer las pasiones, resistir a la avaricia, triunfar del mundo, es una gran parte del martirio. (San Agustín).

 La humildad
 Orad por la buena educación
 de la juventud.

ORACIÓN

   Oh Dios, que disteis la ley a Moisés en la cumbre del monte Sinaí y en ella hicisteis enterrar por ministerio de los santos ángeles el cuerpo de vuestra virgen y mártir Santa Catalina, os suplicamos que nos hagáis llegar, por sus méritos e intercesión, a la montaña que es Jesucristo. Por J. C. N. S. Amen.

sábado, 24 de noviembre de 2012

SANTORAL 24 DE NOVIEMBRE





SAN JUAN DE LA CRUZ, 
Confesor y Doctor



La caridad no tiene envidia,
no obra precipitada.
(I Corintios, 13, 4).

   San Juan de la Cruz, de la Orden Carmelitana y émulo de Santa Teresa, tenía tal amor por Dios, que bastaba la vista de un crucifijo para fundirlo en lágrimas y hacerlo caer en éxtasis. Tres cosas pedía frecuentemente al Señor: la primera, no pasar día sin sufrir; la segunda, no morir siendo superior, y la tercera, acabar su vida en la humillación, el desprecio y la soledad. Fue escuchado. Las odiosas persecuciones de que fue objeto durante mucho tiempo, hasta la misma prisión, no hicieron sino aumentar su dicha. A punto de morir exclamó ¡Gloria a Dios! y, después, apretando el crucifijo sobre su corazón, extinguióse dulcemente el 14 de diciembre de 1591, a la edad de 49 años.

MEDITACIÓN
SOBRE LA ENVIDIA

   I. Nada hay que el cristiano deba evitar más que la envidia, porque allí donde ella reina no hay caridad, ni humildad, ni tranquilidad de espíritu. La envidia nos hace enemigos de Dios, de nuestro prójimo y de nosotros mismos. Lo más raro es que el envidioso se hace más mal a sí mismo que a los demás. La dicha del prójimo tórnalo miserable y lo condena; se aflige a sí mismo sin poder hacer mal a los otros. El envidioso es el enemigo de su salvación más todavía que del Prójimo. (San Cipriano).

   II. Tiénese envidia de los bienes del espíritu y de los bienes del cuerpo, de los bienes de la naturaleza y de los bienes de gracia. ¡Qué locura envidiar en tu prójimo aquello que Dios, en su liberalidad, le concedió, o aquello que él adquirió mediante su trabajo! Los bienes de la tierra muy poca cosa son para que sean Objeto de tu envidia; en cuanto a los dones y favores de Dios, si los deseas, eres un insensato envidiando a los demás, porque éste es el medio, precisamente, con que no los obtendrás.

   III. Para Corregirse de este vicio, hay que buscar las fuentes, que son la vanidad y la falta de caridad. Considera, además, las penas que te causa la envidia y los pecados que te hace cometer; arruina tu salud y tu reputación. ¡Desdichado! ¡Imita el bien que ves en los demás, y no tendrás motivo para envidiarlos! Si no puedes imitarlos, alégrate de que practiquen la virtud y sigan el camino del cielo; es la manera de participar de sus méritos. Imita a los buenos, si puedes: si no puedes, alégrate con ellos. (San Cipriano).

 La modestia en la Iglesia 
Orad por los sacerdotes.

ORACIÓN

   Oh Dios, que habéis hecho de San Juan de la Cruz, vuestro confesor y Doctor, un amante apasionado de la Cruz y de la perfecta abnegación de sí mismo, concedednos la gracia de llegar, caminando por sus huellas, a la gloria eterna. Por J. C. N. S. Amén.

viernes, 23 de noviembre de 2012

SANTORAL 23 DE NOVIEMBRE



23 de noviembre



  SAN CLEMENTE, 
Papa y Mártir



A este siervo inútil arrojadlo
a las tinieblas exteriores;
allí será el llanto y el crujir de dientes.
(Mateo, 25, 30).

   San Clemente, cuarto Vicario de Jesucristo, en el año 90, había sido discípulo de San Pablo y después de San Pedro. Desterrado a causa de su celo en Quersoneso, fue obligado a trabajar en las minas y en ellas convirtió a un gran número de paganos. Trajano lo hizo arrojar al mar con un ancla atada al cuello. Mientras los cristianos oraban en la playa, las aguas retiráronse en la extensión de una legua, donde los cristianos encontraron un maravilloso templo de mármol y en su interior un sepulcro de piedra que contenía los restos del santo mártir. Los habitantes de la vecindad, sacudidos por este milagro, ocurrido hacia el año 100, se convirtieron a la fe cristiana.

MEDITACIÓN
SOBRE LA PEREZA

   I. Dios castigará severamente a los cobardes servidores, que no hayan hecho fructificar el talento que les ha confiado. El hombre ha nacido para el trabajo; a pesar de la brevedad de la vida, pierdes tu tiempo en la pereza. Das acceso al demonio, que no te tentaría si te encontrase siempre ocupado. Mucho trabajo yo para dar contento a mis pasiones, me canso recorriendo los caminos de la iniquidad, ¡Y nada quiero hacer por la salvación de mi alma! Es tiempo ya de trabajar por el cielo.

   II. Muchas causas tiene tu pereza: el temor de no obtener éxito, la aprensión de las dificultades, el respeto humano y el amor a tus comodidades son las principales. ¿De dónde proviene tanta negligencia por la obra de Dios, mientras empleas tanta solicitud en el logro de tus empresas temporales? Es porque no piensas en la temible majestad del Dios a quien sirves, es porque no consideras el poder de este Señor, que recompensará al servidor activo y diligente y castigará con suplicios eternos al servidor perezoso. ¡Maldito sea quien hace la obra de Dios con negligencia! (Jeremías).

   III. Tiempo vendrá en que ya no podrás trabajar más; perezoso, cuánto habrás de querer haber hecho cuando ese momento llegue. Piensa seriamente en esa hora suprema. Considera el buen ejemplo de tantas santas almas y la gloria que te está preparada en el cielo si trabajas con ardor; te avergonzarás de hacer tan poco para ganar el cielo, mientras trabajas tanto para la tierra. El pensamiento del cielo destierra la pereza. (San Gregorio).

El fervor 
Orad por las almas del purgatorio

ORACIÓN

   Pastor eterno, considerad con benevolencia a vuestro rebaño y guardad lo con protección constante por vuestro bienaventurado mártir y Soberano Pontífice Clemente, a quien constituisteis pastor de toda la Iglesia. Por J. C. N. S. Amén.

jueves, 22 de noviembre de 2012

SANTORAL 22 DE NOVIEMBRE



22 de noviembre 



SANTA CECILIA, 
Virgen y Mártir



Mira que vengo pronto:
mantén lo que tienes,
no sea que otro se lleve la corona.
(Apocalipsis, 3, 11)

   Santa Cecilia, de la ilustre familia de los Cecilios Metelos, gustaba de los cánticos sagrados y acompañábase con un instrumento cantándolos. Se preparó para el matrimonio con tres días de mortificaciones; después declaró a Valeriano su esposo, patricio pagano, que tenía a un ángel como guardián de su virginidad. Por el deseo de verlo se convirtió Valeriano, y en efecto, lo vio, llevando dos coronas, una para el mismo Valeriano y otra para su virginal esposa. Cecilia, urgida por el prefecto Almaquio, para que dijera dónde estaban sus tesoros: "Están -le dijo- en seguridad en manos de los pobres". Sufrió el martirio con su esposo y Tiburcio su cuñado.

   MEDITACIÓN
SOBRE EL BUEN USO
DE LAS GRACIAS DE DIOS

   I. Dios da a cada uno las gracias necesarias para alcanzar el grado de santidad a que Él lo destina. Si aprovechamos estas gracias, obtendremos otras mayores. San Valeriano escuchó los consejos de Santa Cecilia; como recompensa, Dios lo llamó al bautismo y, después, al martirio. ¿Cuántas gracias rechazas tú? Nos quejamos de que nos falta la gracia, pero podría decirse con más razón que somos nosotros quienes faltamos a la gracia. (San Ber nardo).

   II. Existen gracias correspondientes a la vocación que Dios quiere que abracemos. Para recibirlas, hay que seguir el llamado del Señor; con la ayuda del cielo, las más grandes dificultades se desvanecen. Esto hace que tantas santas almas estén alegres y contentas en medio de las austeridades de la penitencia, mientras los mundanos, que han entrado a un estado de vida por capricho o interés, gimen y son desdichados en el seno de las riquezas y de los placeres.

   III. Si no correspondes a las gracias que Dios te concede, dará a otro las gracias eficaces que te estaban destinadas. Así, San Matías ocupó el lugar del traidor Judas y obtuvo su corona. ¡Qué pena para este pérfido ver, desde el fondo del infierno, el lugar que hubiera ocupado en el cielo entre los Apóstoles, si hubiera correspondido a su vocación!  ¡Ah! cuán admirable es Dios cuando nos atrae hacia Él: mas, ¡cuán terrible cuando nos abandona! (San Agustín).

El buen uso de las gracias 
Orad por las Vírgenes.

ORACIÓN

   Oh Dios, que todos los años nos regocijáis con la solemnidad de la bienaventurada Cecilia, vuestra virgen y mártir, haced que al ofrecerle el tributo de nuestros homenajes, imitemos la santidad de su vida. Por J. C. N. S. Amén.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

SANTORAL 21 DE NOVIEMBRE



21 de noviembre



LA PRESENTACIÓN 
DE LA SANTÍSIMA VIRGEN



Ninguno puede servir a dos señores, porque tendrá
aversi6n al uno, y amor al otro, o si se sujeta
al primero, mirará con desdén al segundo.
No podéis servir a Dios ya las riquezas.
(Mateo, 6, 24).

   María fue presentada en el Templo por sus padres a la edad de tres años, para ser educada allí santamente en el servicio del Señor. Los padres y las madres de las principales familias de Jerusalén concurrieron al Templo para rendir homenaje a la familia de David, y los ángeles cubrieron a la niña con sus alas y cantaron en armonioso concierto. Aunque niñita, conocía ella la grandeza del Señor a quien iba a servir. Así, para llegar hasta el pontífice Zacarías, subió las gradas del Templo con una firmeza y una agilidad que excedían la de su edad. El Espíritu de Dios que animaba su alma suplía la flaqueza de su cuerpo.

MEDITACIÓN
SOBRE LA PRESENTACIÓN
DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

   I. Desde los tres años de edad, es decir, lo más pronto que puede, María se consagra al servicio del Señor. Sus padres la ofrecen con gusto a Aquél que se las había concedido accediendo a sus plegarias.
¡Dichosos los que desde tierna edad comienzan a servir a Dios! ¿Qué esperas tú para darte a Dios? Dale todo lo que tengas; nada perderás en el cambio, porque Él se dará a ti enteramente. Es un cambio ventajoso abandonar todo por un bien que es superior a todo. (San Bernardo).

   II. María, en este día, ofrece al Señor todo lo que tiene, todo lo que puede hacer, y todo lo que es; en una palabra, se da a Él sin reserva. ¿Imitas a María, tú que das a Dios una partícula de tu corazón y que lo reservas por entero para el mundo y para ti mismo? Quieres dividir tu corazón entre las creaturas y Dios; es imposible. ¡Señor, es tardar demasiado no darme a un Señor tan bueno! Os ofrezco mi cuerpo y mi alma, todo lo que tengo, todo lo que puedo y todo lo que soy.

   III. María se consagra para siempre al servicio de Dios, y si sale del Templo es solamente porque Ella es el templo vivo en que debe habitar Jesús. ¿No es verdad acaso que te has presentado alguna vez a Dios para servirlo? Pero, cobarde de tí, pronto te has cansado de servir a un Señor tan bueno: te has retractado, con tus acciones, de la promesa que le habías hecho! Virgen Santa, preséntame a tu Hijo muy amado; quiero ser todo de Él hasta el fin e mi vida. En un cristiano, no es el comienzo, sino el fin lo que merece elogios. (San Jerónimo).

La devoción a la Santísima Virgen 
Orad por los que quieren 
 abrazar la vida religiosa.

ORACIÓN

   Oh Dios, que habéis querido que la Bienaventurada María, siempre virgen, en quien residía el Espíritu Santo, fuese hoy presentada en el Templo, haced, por su intercesión, que merezcamos ser presentados en el templo de vuestra gloria. Por J. C. N. S. Amén.

martes, 20 de noviembre de 2012

SANTORAL 20 DE NOVIEMBRE



20 de noviembre



SAN FÉLIX 
DE VALOIS,
Confesor

Aquellos a quienes Dios tiene previstos, también
los predestinó para ser conformes
a la imagen de su Hijo.
(Romanos, 8, 29).

   Según las tradiciones de la Orden de la Merced, San Félix de Valois, nacido en 1127 y educado por San Bernardo, dio muestras desde su más tierna infancia de una gran caridad para con los pobres, hasta el extremo de despojarse de sus vestiduras para vestirlos con ellas. Ordenóse de sacerdote y, después de su primera misa, se retiró a la soledad. Allí fue donde San Juan de Mata fue a buscarlo por inspiración divina, para trabajar con él en la fundación de la Orden de la Redención de los cautivos. La Santísima Virgen lo honró a menudo con sus visitas; un ángel le advirtió sobre la hora de su muerte, que acaeció el año 1212, a edad muy avanzada.

MEDITACIÓN
SOBRE LA IMITACIÓN
DE JESUCRISTO

   I. Jesús llevó una vida humilde y escondida en la casa de San José. La obediencia, la humildad y el amor a la soledad, tales fueron las virtudes con las cuales se preparó para la predicación del Evangelio;
tales son también las virtudes que debemos practicar siguiendo su ejemplo. Oh mi divino Maestro, ¿cómo amaría yo el retiro, la humildad y la obediencia? ¡Quisiera aparecer siempre con brillo, mandar siempre y nunca obedecer! ¿Es esto imitaros?

   II. Jesús salió de esta vida oculta para trabajar en la salvación de los hombres; pero los hombres le devolvieron mal por bien y lo cargaron de oprobios. Si quieres caminar por las huellas de Jesús, prepárate a recibir ultrajes de aquellos mismos por cuya salvación trabajes. No te quejes; no eres mejor que Jesucristo, ¡Él fue llevado a la muerte por aquéllos a quienes quería conducir al cielo! Cuando sufras, di con San Ignacio, mártir, cuando se vio encadenado: Ahora comienzo a convertirme en discípulo de Jesucristo.

   III. Mira, en fin, a Jesús en el Calvario: allí nos ha dado el último y más útil ejemplo de paciencia. Yo quiero contemplarte todo el resto de mi vida, oh Amor mío crucificado; ¿de qué habría de afligirme viéndote en la cruz? ¿qué habría de temer considerando que has muerto por mí? Si rehúsas los sufrimientos, ¿por qué desear el cielo? Dios castiga a todo hijo que destina a su reino; ¡ni siquiera ha perdonado a su Unigénito! (San Agustín).

La meditación de la Pasión 
por la conversión de los infieles.

ORACIÓN

   Oh Dios, que os habéis dignado llamar milagrosamente a San Félix, vuestro confesor, en su soledad para el santo empleo del rescate de los cautivos, haced benignamente que, libres por vuestra gracia de la servidumbre de nuestros pecados, lleguemos a la patria celestial.  Por J. C. N. S. Amén.

lunes, 19 de noviembre de 2012

SANTORAL 19 DE NOVIEMBRE



SANTA ISABEL DE HUNGRÍA, 
Viuda

En orden a los difuntos no queremos, hermanos,
dejaros en ignorancia para que no os entristezcáis,
del modo que suelen los demás hombres,
que no tienen esperanza.
(1 Tesalonicenses, 4, 13).

   Santa Isabel, hija de Andrés II, rey de Hungría, y esposa de Luis IV, landgrave de Turingia, levantábase todas las noches para orar a Dios, alimentaba hasta a novecientos pobres todos los días y seguía descalza las procesiones. A la muerte de su virtuoso esposo, que se había hecho cruzado con Federico Barbarroja: "Dios mío -dijo ella- cuando para resucitarlo no tuviese sino que dar un solo cabello, no lo daría si ello fuese contra vuestra voluntad". Despojada y echada entonces como disipadora por su cuñado, vivió pobre con sus tres hijos, recobró después sus bienes cuyas rentas distribuyó a los pobres, y murió en una cabaña, el 17 de noviembre de 1231, contando menos de 24 años de edad.

MEDITACIÓN
SOBRE LA MUERTE
DE NUESTROS PARIENTES y AMIGOS

   I. Todos los días vemos que se mueren personas que nos son queridas. Si sucumben a una muerte súbita e imprevista, aun después de una vida poco edificante, no desesperemos de su salvación; tal vez han invocado a Dios y han obtenido el perdón de sus faltas en el último momento; con todo, tomemos nuestras medidas para no ser sorprendidos en la misma forma. Si estas personas mueren con la muerte de los justos, no las lloremos; más bien tengámosles santa envidia. Te afliges de ver morir a tal pariente o a tal amigo; consuélate, es más dichoso que tú si ha muerto santamente. Tú combates aún, él triunfa ya. Que tu fe, tu esperanza y tu caridad te consuelen. (San Agustín).

   II. Dios quiere desapegarte de las personas que más amas, a fin de que te pertenezcas por entero; quiere que pienses a menudo en la muerte. Escucha qué te dice: Hoy es mi turno, mañana será el tuyo. ¿Qué estima tiene ahora ese amigo de aquello que era el objeto de sus afanes? Un día estarás como él en el lecho de muerte. Ten los sentimientos que entonces tendrás y despreciarás lo que más amas.

   III. No esperes la hora de la muerte para prepararte a morir bien. No sabes cuándo ni cómo morirás: haz ahora todo lo que entonces quisieras haber hecho. ¿Estarías dispuesto a morir en este momento? Pensemos incesantemente en la muerte; esforcémonos lo más que podamos para no estar eternamente separados de nuestros parientes y amigos, que gozan ahora de la gloria del paraíso. Allí nos espera gran número de aquéllos que nos son queridos. (San Cipriano).

La conformidad con la voluntad de Dios 
Orad por vuestros parientes difuntos.

ORACIÓN

   Dios de misericordia, iluminad los corazones de vuestros fieles, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada Isabel, concedednos la gracia de despreciar las prosperidades mundanas y gozar sin interrupción de los consuelos celestiales. Por J. C. N. S. Amén.

domingo, 18 de noviembre de 2012

SERMÓN PARA EL DOMINGO 18 DE NOVIEMBRE: DEDICACIÓN DE LAS BASÍLICAS DE LOS SANTOS APÓSTOLES PEDRO Y PABLO


18 DE NOVIEMBRE

EN ROMA

LA DEDICACIÓN DE LAS BASÍLICAS

DE LOS SANTOS APÓSTOLES PEDRO Y PABLO



Entre los lugares sagrados que atrajeron siempre la veneración de los católicos, los más famosos y los más comunes fueron aquellos donde se conservan los cuerpos y reliquias de los Mártires o cualquier memoria de los Santos.
En primer lugar figura siempre la gloriosa parte del Vaticano llamada “la confesión de San Pedro”. Allí, de hecho, está la piedra de la fe, el fundamento de la Iglesia.
Allí llegó el Emperador Constantino el Grande al octavo día después de su bautismo, depositó la diadema y postrándose derramó una gran abundancia de lágrimas.
Luego, armando de pico y pala, cavó el suelo y retiró doce puñados de tierra en honor de los doce Apóstoles, designando la ubicación de la Basílica que quería construir en honor al Príncipe de ellos.
La misma fue dedicada por el Papa San Silvestre, quien erigió un altar de piedra, que ungió con el Santo Crisma.
San Silvestre bendijo y dedicó igualmente, sobre la vía de Ostia, la Basílica de San Pablo Apóstol, que el Emperador Constantino también había construido con magnificencia.
Sin embargo, como la Basílica vaticana cayó de vetustez, fue reconstruida por la piedad de muchos Papas, y Urbano VIII la dedicó solemnemente.
Un incendio arrasó completamente la Basílica de la vía de Ostia. Reconstruida también magníficamente, ella fue dedicada por el Papa Pío IX.

Así, la Roma Católica está protegida al norte y al sur por estas dos Basílicas, que guardan las santas reliquias de estas dos columnas de la Iglesia.

Asociémonos, pues a los sentimientos de nuestros ancestros, cuando decían de su ciudad preferida:

Pedro, el portero, firme a la entrada de su santa morada, ¿quién negará que esta ciudad sea semejante al Cielo?

En el otro extremo, Pablo, desde su basílica, guarda sus muros.

Roma está asentada entre los dos: allí donde está Dios.

Por lo tanto este día, en que se conmemora la dedicación de estas dos basílicas, merece más que una solemnidad local; la Santa Iglesia Romana, Madre y Maestra de toda la Cristiandad, la extendió a toda Iglesia.

Gracias a esta fiesta, podemos hoy espiritualmente hacer una peregrinación ad limina, Ad limina Apostolorum, a los umbrales de los templos de los Apóstoles, donde se postraban nuestros antepasados antes de entrar en las basílicas; peregrinación que realizaban al precio de muchas fatigas, no creyendo nunca comprar demasiado caro las santas alegrías y bendiciones.

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La fiesta de la dedicación en la Iglesia Romana es el aniversario del día en que fue consagrada una iglesia.
Domun Dei decet sanctitudo. Sponsum ejus Christum adoremus in ea.
Esta es la fórmula del invitatorio donde se precisa el pensamiento litúrgico del día:
A la Casa de Dios le corresponde la santidad. Adoremos a Cristo, su Esposo, en ella.
¿Cuál es el misterio de esta Casa y al mismo tiempo Esposa?
Son santas nuestras iglesias por su pertenencia a Dios, por la celebración del sacrificio, por la oración y la alabanza ofrecidas en ellas al huésped divino.
Por un mejor título que el Tabernáculo figurativo o el Templo, su dedicación las ha formalmente separado de las mansiones de los hombres, elevado sobre todo palacio de la tierra.
Esta ceremonia sublime de la dedicación de una iglesia, como también la fiesta para conmemorarla, no se detiene en el Santuario construido por nuestras manos, sino que son realidades vivas y augustas.
La gloria principal del noble edificio será el de simbolizar la grandeza divina. Los hombres se iniciarán, bajo la sombra de sus bóvedas, en los secretos inefables, cuyo misterio se consumará en el pleno día de los Cielos.
Dios tiene un solo Santuario realmente digno de Él: su propia vida divina, el Tabernáculo rodeado de densas tinieblas para ojos mortales, luz inaccesible donde habita en su gloria a la Santísima Trinidad.
Sin embargo, esta vida divina, que no pueden alojar con dignidad los cielos y mucho menos la tierra, Dios se digna comunicarla a nuestras almas; y al hacerlo hace al hombre partícipe de su naturaleza.
Todo cristiano participa de Cristo y se convierte en templo del Espíritu Santo.
El templo de Dios es Santo, dice el Apóstol, y este templo sois vosotros.
De este modo, la Iglesia es la Esposa, y Cristo es con Ella la Casa de Dios.
Lo es ya desde este mundo miserable, donde se lleva a cabo el duro trabajo de la talla de las piedras elegidas, sucesivamente colocadas en el lugar previsto por el plan divino.
Lo es en el gozo del Cielo, donde el templo eterno crece con toda alma que se alza desde aquí abajo, esperando que sea completada por la adjunción de su cuerpo inmortal y la consagración por Nuestro gran Pontífice el día de la dedicación que clausurará los tiempos: solemne entrega al Padre del mundo redimido y santificado por el Hijo, y Dios será todo en todos.
Entonces aparecerá manifiestamente que la Iglesia es el arquetipo presentado de antemano sobre la montaña, del cual cualquier otro santuario hecho por mano del hombre no puede más que la figura o sombra.
Entonces, la profecía de San Juan se realizará: Vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, descender del cielo, adornada como una Esposa ataviada para su Esposo; y oí una gran voz que venía del trono y dijo: Este es el tabernáculo de Dios.
Es uno de los Ángeles que portan las Copas llenas de la ira de Dios el que muestra al Profeta la Novia del Cordero bajo el brillo de su rico adorno. Que la esperanza de contemplarla en su gloria sea para nosotros la fortaleza y el consuelo en estos tiempos malos.
La espera de su inminente aparición animará a los justos en el tiempo de los últimos combates.
Pero desde ahora, hijos de la Esposa, festejemos a Nuestra Madre; que este día tan querido para su corazón sea para nosotros igualmente de las más augustas solemnidades.
Porque él recuerda su nacimiento del costado del Adán celestial y su consagración bienaventurada.
¡Casa de Dios! La Iglesia gusta repetir esta palabra, una y otra vez.
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Y cabe recordar el texto del Evangelio donde Jesús compara al hombre que escucha sus palabras y las pone en práctica, con quien construyó su casa sobre la roca.
Ya se prevé una relación en el pensamiento de la Iglesia entre el edificio sagrado, cuya estabilidad exalta, y los mismos fieles.
He aquí la casa del Señor; está construida sólidamente, bien establecida sobre piedra firme.
No cabe duda de que la Iglesia, iluminada por el Espíritu Santo, no tiene en vista sólo estas paredes, que caerán un día: para Ella, la piedra firme es Cristo, la casa la Asamblea de los Santos electos: bien establecida sobre la piedra firme, es la casa del Señor.
Emocionada, la Iglesia interpela en su admiración a la gloriosa mansión que el Esposo se construye en el Cielo: tus muros serán piedras preciosas, gemas vivientes formarán las torres de la nueva Sión.
El nombre de Iglesia dado al templo cristiano proviene de la Asamblea de los bautizados que asisten a sus atrios. Es de la santificación del mismo pueblo elegido, en sus fases sucesivas, que la dedicación del edificio sagrado toma la inspiración y la trama, que hacen de ella una de las ceremonias más augusta de la liturgia.
¿Que nos representa, ante todo, ese templo de paredes desnudas, a puertas cerradas, sino la humanidad, creada por Dios y vacía de Él desde el pecado original? Pero los herederos de la promesa no caen en la desesperación: ellos han ayunado, orado en la noche. La mañana los encontró elevando a Dios las súplicas de los Salmos de penitencia que inspiró al Rey Profeta su castigo y su arrepentimiento.
Apareció el Verbo Salvador, que nos muestra la persona del Pontífice, ya que tomó nuestra naturaleza. Y Dios hecho hombre une a la oración otros hombres sus hermanos; y los lleva al templo cerrado todavía, se arrodilla como ellos, reduplica con ellos las súplicas.
Alrededor del noble edificio, inconsciente de sus destinos, surge la paciente gracia de Dios. Por tres veces, el Pontífice recorre las paredes y trata de forzar tercamente estas puertas cerradas; pero su fuerza es de oraciones al cielo: abríos puertas, y el rey de la gloria.
El infiel cede finalmente; la entrada al templo es conquistada. Paz eterna a esta Casa en Nombre del Señor eterno.
Todo, sin embargo, no está terminado, sino que más bien comienza: del edificio, profano todavía, resta por hacer una morada digna de Dios.
La humanidad, de la cual la futura Iglesia será el símbolo, absorbe su pensamiento. Él sabe que esta caída después de mucho tiempo, siendo la ignorancia su primer mal. Por lo tanto, con su Báculo Episcopal traza, sobre las dos líneas de ceniza que recorren de un extremo al otro el templo y se cruzan en el centro de la nave, el alfabeto griego y el alfabeto latino: primeros elementos de las dos lenguas principales donde se conservan para nosotros, la Tradición y las Escrituras.
Son trazadas las letras, con la ayuda del báculo pastoral, sobre la ceniza y la Cruz, porque la Ciencia Sagrada proviene de la autoridad doctrinal, que sólo entienden los humildes y se resume en Jesús crucificado.
Como el catecúmeno y la humanidad, el templo exige ser purificado. El Pontífice se inspira en los más altos símbolos cristianos para confeccionar el elemento de esta purificación: mezcla agua y vino, ceniza y sal, que figuran la humanidad y la divinidad del Salvador, su muerte y su resurrección.
De la manera que Jesucristo nos precedió en las aguas de su bautismo en el Jordán, las aspersiones comienzan por el altar, que lo representa, y continúan por todo el edificio.
La lluvia santificante expulsa al demonio, entrega esta casa a Dios, la dispone a los dones y gracias que serán otorgados.
En el orden de las operaciones de la salvación, el agua llama al aceite, que confiere al cristiano por el segundo Sacramento la perfección de su ser sobrenatural, así como también unge a los Reyes, los Sacerdotes y Pontífices.
A todos estos títulos, el santo aceite se vierte sobre el Altar, que es Cristo, Profeta, Pontífice y Rey. Y de Él, del Altar que lo significa, conquista los muros, toda la Iglesia.
Realmente, de hecho, el templo es digno de este nombre de Iglesia, porque así como el bautizado es consagrado en el agua y en el Espíritu, del mismo modo las piedras representan la Asamblea de los electos, vinculados entre ellos como piedras vivas y con la Piedra, que es Cristo.
El incienso, que se consume sobre el altar en cinco cruces, las llagas sagradas, sube en remolinos y, a través de las naves, impregna el templo.
Entonces, y sólo entonces tiene lugar la triunfante procesión de las reliquias destinadas a ser sepultadas en el Altar: es la coronación de la consagración de iglesias: Voy a prepararos un lugar, dijo el Nuestro Señor. Y cuando lo hayo preparado, volveré para llevaros conmigo, para que estéis donde yo estoy.
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Adoremos, pues, humildemente la inmensa majestad de Dios que, a pesar de que llena el universo con su presencia e inmensidad y tiene, por consiguiente, derecho en todas partes a nuestro respeto y a nuestro amor, quiere, sin embargo, ser honrado y amado de una manera especial en nuestras iglesias, donde ha establecido para esto su morada.
Este es, dice el apóstol San Juan, el tabernáculo y la casa de Dios entre los hombres. Ahí quiere ver reunidos a sus hijos, ofreciéndole el homenaje público y solemne de su religiosidad.
No se puede leer sin conmoverse en el Antiguo Testamento el respeto que Dios exigía ante el Tabernáculo y en los diferentes lugares donde manifestaba su presencia.
Temblad al acercaros a mi santuario, decía a Moisés; dejad a un lado vuestro calzado; la tierra que pisáis es santa.
¡Qué terrible es este lugar!, dice Jacob, verdaderamente el Señor está aquí.
Señor, dice a su vez David, entraré en vuestra casa para adoraros, animado de un religioso temor, porque Vos sois el que tiene su trono en el cielo.
Recordemos la dedicación del templo de Salomón: desciende fuego del cielo, la majestad del Señor llena el lugar santo; todos los hijos de Israel caen con el rostro en tierra, adoran y alaban al Señor tan bueno, tan misericordioso, que se abaja hasta su criatura.
Si se tenía tal respeto al antiguo Templo, ¿qué veneración tan profunda no se debe a nuestras iglesias? porque es Dios mismo, tan sustancialmente presente por su Verbo en el Tabernáculo, como en el Cielo; Dios, rodeado de millones de Ángeles que de día y de noche hacen guardia invisible alrededor de su trono.
¡Cuán justo es tener en el templo un exterior profundamente religioso!, moderar nuestras miradas, evitar el andar precipitado, las genuflexiones bruscas, las posturas poco respetuosas ¡Cómo debemos, sobre todo, guardar en él nuestro interior puro y sin mancha, recogido y ocupado en la gran Majestad ante la cual estamos! ¡Con qué amor debemos ocuparnos en el ornato y decoro de las iglesias, en el decoro y majestad del culto divino!
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¿Qué amaremos en el mundo, si no amamos un lugar donde están reunidas todas las manifestaciones del amor de Dios a los hombres, un lugar donde Dios habita en Persona?
He ahí lo que son nuestras iglesias:
1°) En ellas están reunidas todas las pruebas del amor divino: la Fuente Sagrada que, al regenerarnos nos ha hecho hijos de Dios, hermanos de Jesucristo, herederos del Cielo; y la Cátedra de donde desciende la Palabra Santa a nuestras almas para hacer brotar en ellas todas las virtudes; el Tribunal de la misericordia, que nos devuelve, con la inocencia, nuestros derechos al Cielo que habíamos perdido; el Santo Altar donde cada día el Dios-Hombre se inmola por nosotros y nos alimenta con el Pan de los Ángeles; las Imágenes de la Santísima Virgen y de los Santos, cuyo recuerdo evoca tantos prodigios de gracia y nos predica con tanta elocuencia todas las virtudes.
2°) En ellas habita Dios. Salomón exclamaba: ¿Es creíble que Dios habite en la tierra de los hombres? Y lo que Salomón no acertaba a creer, lo vemos realizado en nuestras iglesias.
En ellas Dios tiene su corte a nuestra disposición; la entrada nos está siempre abierta. Cuando queremos podemos aproximarnos a Él, hablarle y oírle; derramar nuestro corazón en el suyo, sacar de ahí el consuelo para nuestras penas; la fuerza en nuestras debilidades; encontrar ahí un cielo en la tierra para esperar el de la eternidad.
Juzguemos por esto cuánto debemos amar a las iglesias.
3°) En ellas, Dios nos invita a presentarle nuestras súplicas con la promesa de escucharlas.
Moisés decía del Antiguo Tabernáculo: No hay ninguna nación tan grande que tenga sus dioses tan cerca como nosotros.
David cantaba, hablando de ese Templo: ¡Qué amables son vuestros tabernáculos, Señor! Un día pasado ahí vale más que mil años en compañía de los malvados.
El mismo Señor decía de este Templo: Mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos para el que me pida algo en este santuario. He escogido este lugar para tener siempre abiertos mis ojos y mi corazón para los que vengan aquí a orar. Aquí escucharé, desde lo alto del cielo, las oraciones de los que me supliquen: perdonaré los pecados y curaré a la sociedad enferma.
Si tan magníficas promesas han sido hechas para el Templo antiguo, ¿qué no debemos esperar de las oraciones hechas en nuestras iglesias, delante del trono de gracia que está erigido para socorro y misericordia de todos?
Jesucristo nos espera ahí, nos llama, nos invita a venir a pedírselo todo con confianza, y nos promete escucharnos.
Respondamos a su llamamiento y vengamos con confianza a abrirle nuestro corazón y a contarle nuestras necesidades.
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Concluyamos de aquí ¡cuánto debemos amar a nuestras iglesias!, esos vestíbulos del Cielo, esos lugares de cita dados por Dios a su criatura, esos verdaderos cielos en la tierra.
Tomemos la resolución de observar en el lugar santo una actitud profundamente religiosa, junto con un interior lleno de fe y de fervor.
Este lugar es tan santo que hace temblar, es la Casa de Dios y la Puerta del Cielo.
P. Ceriani

SANTORAL 18 DE NOVIEMBRE



18 de noviembre 



DEDICACIÓN DE LA IGLESIA
de
SAN PEDRO y SAN PABLO



   Siempre los fieles han profesado una profunda veneración a la tumba de los apóstoles San Pedro y San Pablo. Ocho días después de su bautismo, según se refiere, el emperador Constantino trasladóse al lugar donde descansaban los santos cuerpos; oró allí con gran abundancia de lágrimas. Cavóse después la tierra, llenó doce canastas con ella en honor de los doce apóstoles, y echó los cimientos de la basílica de San Pedro. Terminado el edificio, el Papa San Silvestre lo consagró. Constantino hizo también edificar una iglesia en honor de San Pablo. La fiesta de este día fue instituida para recordar la consagración de la basílica de San Pablo extramuros, reconstruida después de un incendio, en 1854.

MEDITACIÓN
NUESTROS CUERPOS SON 
TEMPLOS DEL ESPfRITU SANTO

   El Apóstol San Pablo nos enseña que los cuerpos de los cristianos son templos del Espíritu Santo. Dios ha edificado este templo, el Espíritu Santo lo ha consagrado el día de nuestro bautismo, y Jesús desciende a él cuando recibimos la Santa Eucaristía. Hay que tener cuidado, pues, de no profanar este templo con acciones indecentes o criminales; hay que vigilar sus puertas, es decir, nuestros sentidos, a fin de que no entre en él nada manchado; es preciso que nuestro corazón, que es su santuario, siempre esté puro y limpio.

   II. Dado que nuestros cuerpos han sido consagrados a Dios por el Bautismo y honrados con la presencia de Jesucristo, debemos respetarlos como a lugares santificados; no es permitido dedicar un vaso sagrado a usos profanos: seria un sacrilegio semejante al que Dios castigó tan severamente en la persona de Baltasar. Y, sin embargo, tú haces servir a tu cuerpo para acciones criminales, cuando lo haces esclavo de tus infames voluptuosidades. Teme la amenaza que te hace San Pablo, diciéndote que Dios exterminará al que haya profanado el templo del Señor.

   III. Consérvase en los templos un fuego que arde siempre ante el altar: asimismo es preciso que tu corazón esté siempre abrasado en el fuego del amor divino. Nunca dejes extinguir este hermoso fuego: desalojará de tu corazón todas las llamas impuras y el amor desordenado de las creaturas. ¿Amas a Dios más que a tus placeres, más que a tus riquezas, más que a tus parientes? ¿Podrías decir a Jesucristo: Señor, Vos sabéis que os amo?...

La pureza 
Orad por la Iglesia.

ORACIÓN

   Oh Dios, que todos los años renováis en favor nuestro el día de la consagración de este templo y nos permitís asistir a los santos misterios, escuchad los ruegos de vuestro pueblo y haced que todos los que entren en este templo para impetrar gracias, tengan la alegría de experimentar que son escuchadas sus plegarias. Por J. C. N. S. Amén.