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domingo, 23 de octubre de 2011

SERMÓN PARA LA DOMÍNICA DECIMONOVENA POST PENTECOSTÉS



DECIMONOVENO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Y respondiendo Jesús, les volvió a hablar otra vez en parábolas, diciendo: Semejante es el reino de los cielos a cierto hombre rey que hizo bodas a su hijo. Y envió sus siervos a llamar a los convidados a las bodas, mas no quisieron ir. Envió de nuevo otros siervos diciendo: Decid a los convidados: He aquí, he preparado mi banquete, mis toros y los animales cebados están ya muertos, todo está pronto: venid a las bodas. Mas ellos lo despreciaron y se fueron, el uno a su granja y el otro a su negocio: y los otros echaron mano de los siervos, y después de haberlos ultrajado, los mataron. Y el rey cuando lo oyó, se irritó; y enviando sus ejércitos, acabó con aquellos homicidas, y puso fuego a la ciudad. Entonces dijo a sus siervos: Las bodas ciertamente están aparejadas; mas los que habían sido convidados no fueron dignos. Pues id a las salidas de los caminos, y a cuantos hallareis llamadlos a las bodas. Y habiendo salido sus siervos a los caminos, congregaron cuantos hallaron, malos y buenos; y se llenaron las bodas de convidados. Y entró el rey para ver a los que estaban a la mesa, y vio allí un hombre que no estaba vestido con vestidura de boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo has entrado aquí no teniendo vestido de boda? Mas él enmudeció. Entonces el rey dijo a sus ministros: Atadlo de pies y de manos, arrojadle en las tinieblas exteriores: allí será el llorar y crujir de dientes. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.
El Evangelio de hoy nos habla de los Desposorios del Verbo divino con la naturaleza humana, con la Iglesia y con el alma justa: ¡Venid a las Bodas!
Lo que pasa en el Reino de los Cielos es semejante a lo que hizo un rey que celebró las bodas de su hijo y llamó para ellas a muchos…
Lo primero que se ha de considerar es cómo el Padre Eterno, Rey de Cielos y tierra, por sola su bondad y misericordia quiso que su Hijo unigénito se desposase con la naturaleza humana, uniéndola consigo en unidad de Persona, dotándola con tantas joyas de gracia y virtudes cuantas convenían a esposa de un Hijo que es en todo igual a su Padre.
Pero más lejos llegó la bondad de este Padre celestial, porque también quiso que su Hijo, Dios y hombre verdadero, se desposase y celebrase las bodas con la Iglesia, que es la Congregación de los fieles, juntando consigo las almas justas con unión de caridad, y adornándolas con virtudes, cuales convienen a esposa de tan soberano Rey.
Reconoce, ¡oh alma cristiana!, la dignidad a que Dios te quiere elevar: ¡Venid a las Bodas!
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Para solemnizar estas Bodas, así el Rey del Cielo como su Hijo Jesucristo, hicieron un convite solemne y una cena grande, y después de aparejada, enviaron a sus criados para que llamasen a los convidados que vengan a ella.
Si envió a sus siervos, fue porque ya estaban invitados primeramente. San Gregorio Magno dice que debe advertirse que en la primera invitación nada se habló de toros ni de animales cebados; pero que en la segunda, se dice que todo está pronto. Porque el Dios omnipotente, cuando no queremos oír su divina palabra, cita ejemplos para que veamos que hay facilidad para poder vencer todo lo que consideramos como imposible.
San Jerónimo, por su parte, enseña que el banquete preparado, los toros y los animales cebados ya muertos, representan, en sentido metafórico, las riquezas del rey, para que, por medio de las cosas materiales, se venga en conocimiento de las espirituales.
Consideremos, pues, la grandeza de este convite y de esta cena que apareja Dios para los hombres, en la cual se sirven tres platos o tres suertes de manjares preciosísimos.
El primero es la doctrina, celestial y divina, para sustento del entendimiento, ilustrado con la fe, el cual come este manjar cuando oye la palabra de Dios o lee los libros sagrados y devotos, o cuando a solas la medita, comunicándole Dios luz y gusto grande en ella.
El segundo es de preceptos y consejos admirables y de grande perfección para sustento de la voluntad, la cual come este manjar cuando cumple la voluntad de Dios en todas las cosas que manda y en las que aconseja, infundiéndole gran alegría en esta amorosa obediencia.
El tercero es de Sacramentos, llenos de gran virtud para comunicar la gracia y las virtudes y dones celestiales, que vivifican, sustentan y perfeccionan las almas.
Para comer de estos tres platos están convidados todos los hombres del mundo, y son llamados para que vengan al convite por medio de los predicadores, que son los criados del Rey y del Esposo, así como por secretas inspiraciones: ¡Venid a las Bodas!
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Muchos de los convidados no quisieron venir al convite, yéndose unos a su granja y otros a sus negocios.
En la parábola que trae San Lucas, paralela a esta aunque distinta, los invitados se excusaron diciendo que habían comprado un campo, o cinco yuntas de bueyes, o que habían contraído matrimonio, y por eso no podían ir al convite.
San Juan Crisóstomo señala que, incluso cuando parece que los motivos son razonables, debemos tener en cuenta que, aun cuando sean necesarios los asuntos que nos detienen, conviene siempre dar la preferencia a las cosas espirituales.
¡Oh mundo miserable!, y ¡desgraciados los que le siguen! Muchas veces los trabajos del mundo alejan a los hombres de la vida verdadera…
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De esto se sigue que los que se excusaron de ir a la cena pueden resumirse en tres clases, dando cada uno por excusa los obstáculos que les detenían (y nos detienen a nosotros), que son los que San Juan, en su Primera Carta, llama soberbia de la vidacodicia de ojos y concupiscencia de la carne.
El primero dijo: He comprado una heredad, una granja; tengo necesidad de salir a verla, ruégote me tengas por excusado…
De donde se nota que la soberbia de la vida, la curiosidad de la vista y de los sentidos y la solicitud de mirar y atender a las cosas propias nos impiden responder al divino llamamiento.
El segundo dijo: Compré cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlas, tengo que ocuparme de mis negocios; ruégate me tengas por excusado…
Por lo cual se entiende que la codicia de los bienes temporales, de granjerías demasiadas, y la muchedumbre de ocupaciones poco necesarias obstaculizan seguir a Dios.
El tercero dijo: Me he casado, y por eso no puedo ir…
Ni siquiera dice: tenme por excusado, para significar que el deleite del matrimonio le tenía emborrachado y enajenado de sí. Y si el deleite de la carne, de suyo lícito, pero tomado con demasía solicitud obstruye y traba, ¿¡cuánto más impedirá el ilícito y prohibido por la ley de Dios!?
Nosotros debemos reflexionar y preguntarnos cuál de estos obstáculos nos detiene y frena de acudir a este convite y de gustar de oír la doctrina, leerla, meditarla; o recibir los Sacramentos…
Y habiéndolo entendido, procuremos quitar este impedimento respondiendo al divino llamamiento.
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Este convite de bienes eternos rechazado para ocuparse de las bagatelas creadas nos recuerda una cita, famosa y profunda, de San Isidoro de Sevilla.
En el libro primero de las Sentencias, después de considerar la belleza finita de las criaturas y la belleza infinita del Creador, en la cual todo lo hermoso tiene la razón y el principio de su hermosura, el sabio Doctor dice lo siguiente:
Por la belleza de las cosas creadas nos da Dios a entender su belleza increada, que no puede circunscribirse, para que vuelva el hombre a Dios por los mismos vestigios que le apartaron de Él; en modo tal que, al que por amar la belleza de la criatura se hubiere privado de la forma del Creador, le sirva la misma belleza terrenal para elevarse otra vez a la hermosura divina.
En el libro ya citado el Cuarto Domingo después de Pentecostés, Descenso y Ascenso del Alma por la Belleza, Leopoldo Marechal glosa este texto. Sus consideraciones nos pueden ayudar mucho para poner en práctica la lección de la parábola de este Domingo. Dice Marechal:
El texto de San Isidoro tiene para mí la virtud de una síntesis. En sus dos movimientos, comparables a los del corazón, nos enseña un descenso y un ascenso del alma por la hermosura: es un perderse y un encontrarse luego, por obra de un mismo impulso y de un amor igual.
Con su tremenda vocación, el alma desciende a las cosas terrenas.
¿Por qué desciende? Porque las cosas la llaman con el llamado de la hermosura.
¿A qué la llaman las cosas? La llaman a cierta verdad y a cierto bien.
Y el alma, respondiendo a ese llamado del bien, desciende a las criaturas, en descenso de amor, porque quiere ser feliz con la posesión de lo bueno.
Y aunque su sed es legítima, comete un error, y es un error de proporciones el suyo; pues entre el bien que le ofrece la criatura y el bien con que sueña el alma existe una desproporción inconmensurable.
Es un error de proporciones el suyo, y anda ciego su amor. Y su amor anda ciego porque no abre los ojos de la inteligencia amorosa, capaces de medir las proporciones del bien al Bien y del amor al Amor.
Los antiguos enseñaban que amar no es poseer tan sólo, sino ser poseído: el amante trata de asemejarse al amado y tiende a substituir su forma con la forma de lo que ama, en un abandono de sí mismo por el cual el amante se convierte al amado.
El alma posee por la inteligencia, y es poseída por el amor; de ahí que le sea dado descender a lo inferior por inteligencia, sin comprometer su forma en el descenso; pero la comprometerá si por amor desciende a las formas inferiores, porque amar es convertirse a lo amado.
Por eso dice San Agustín: Si amas tierra, tierra eres; si cielo, cielo eres; si a Dios, Dios eres
La criatura le ofrece un bien, y el alma se reposa un instante, nada más que un instante; porque no hay proporción entre su sed y el agua que se le rinde, y porque bien sabe la sed cuándo el agua no alcanza.
Y lo que no le da un amor lo busca en los otros; y el alma está como dividida en la multiplicidad de sus amores, con lo cual malogra su vocación de unidad; y corre y se desasosiega tras ellos, con lo cual malogra su vocación de reposo.
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Muchos de los convidados no quisieron venir al convite, yéndose unos a su granja o campo, otros a sus negocios o bueyes, otros con sus esposas, y por eso no concurrieron al convite.
Por la belleza de las cosas creadas nos da Dios a entender su belleza increada…
Para que vuelva el hombre a Dios por los mismos vestigios que le apartaron de Él…
Al que por amar la belleza de la criatura se hubiere privado de la forma del Creador, le sirva la misma belleza terrenal para elevarse otra vez a la hermosura divina…
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¡Cuántas infidelidades hay en el mundo! ¡Cuán indignamente se piensa en él acerca de Dios!, puesto que sin cesar se encuentra algo que criticar en la acción divina, cosa que no se atreverían a hacer con el más pequeño artesano, en cosas de su arte.
Se la pretende reducir, a esta acción divina, a no obrar sino dentro de los límites y según las reglas que nuestra pobre razón imagina. Se pretende encerrarla. No hay sino quejas y murmuraciones.
La voluntad divina ¿puede acaso equivocarse, o venir o llamar a destiempo?
¡Pero si tengo entre manos tal asunto! ¡Y me falta tal cosa! ¡Me quitan los medios necesarios! ¡Tal persona se me atraviesa en una obra tan santa! ¡Esta enfermedad me ataca en el preciso momento en que en modo alguno puedo prescindir de mi salud! ¿No es absolutamente irracional que Dios llame y convide en estas circunstancias?
Debemos afirmar que la voluntad de Dios es la única cosa necesaria, y así nada de lo que ella nos da o pide puede ser inútil o nocivo…: ¡Venid a las Bodas!
Si supiésemos lo que son esos acontecimientos que llamamos reveses, contratiempos, contrariedades, en los cuales no vemos nada que no sea inoportuno y sin razón, nos cubriríamos de vergüenza; nos reprocharíamos nuestras murmuraciones como verdaderas blasfemias.
Pero no lo pensamos.
Todo eso no es otra cosa que la voluntad de Dios, y esa voluntad adorable es blasfemada por sus hijos queridos que no la reconocen.
¿Acaso aquello que se llama voluntad de Dios podría hacernos mal? ¿Habríamos de temer y de huir el nombre de Dios? ¿Y dónde iríamos entonces para encontrar algo mejor, si tememos la acción divina sobre nosotros y si rechazamos el efecto de su divina voluntad?
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¿Cómo debemos escuchar la palabra que se nos dice en el fondo del corazón en cada momento, y nos llama y convida?
Si nuestros sentidos, si nuestra razón, no oyen y no penetran la verdad y la belleza de esa palabra, ¿no es ello a causa de su incapacidad para las verdades divinas?
¿Debemos acaso sorprenderme de que un misterio desconcierte a la razón?
Dios nos habla, nos llama, nos convida…, es un misterio; es pues una muerte para nuestros sentidos y para nuestra razón; pues es propio de los misterios el inmolarlos.
El misterio es la vida del alma por la fe; fuera de allí no hay sino contradicción.
La acción divina mortifica y vivifica al mismo tiempo; cuanto más de muerte se siente, más vida da; cuanto más oscuro es el misterio, más luz contiene.
Esto es lo que hace que el alma sencilla no encuentre nada más divino que aquello que menos lo es en apariencia.
La vida de fe se cifra toda entera en esta lucha continua contra los sentidos.
¡Atención!…
Porque semejante es el reino de los cielos a cierto hombre rey que hizo bodas a su hijo. Y envió sus siervos a llamar a los convidados a las bodas…
¡Venid a las Bodas!
Pero muchos son los llamados y pocos los escogidos…
Para ello, recemos como la Santa Liturgia nos enseña:
¡Oh Dios!, omnipotente y misericordioso, aleja propicio de nosotros todo lo adverso; para que desembarazados de alma y cuerpo, Te sirvamos con libertad de espíritu.

P. Ceriani

SANTORAL 23 DE OCTUBRE



23 de octubre

SAN SEVERINO,
Obispo Confesor

¡Insensato! esta misma noche se te ha de exigir
tu alma ¿de quién será cuanto has acumulado?
(Lucas, 12, 20).


   San Severino, que vivía en tiempos de San Martín, fue advertido por una música celestial de la muerte de este gran servidor de Dios. Un anacoreta, que supo por  revelación que tendría el mismo grado de gloria en el cielo que el obispo Severino, dejó el desierto para ir a visitarlo, y asombróse vivamente de verlo espléndidamente servido y magníficamente alojado. Dios le hizo entonces conocer que San Severino tenía menos apego a sus bienes y a sus honores que el que tenía él mismo a su cántaro de agua.

MEDITACIÓN
SOBRE LA MUERTE
DE LOS BUENOS y LA DE LOS MALOS

   I. Todos los hombres deben temer la muerte, porque es seguida de un juicio terrible y nadie sabe si es digno de amor o de odio. San Hilarión, el abad Agatón y muchos otros grandes santos han temblado en la hora de la muerte: ¿eres tú más santo que estos ilustres penitentes? Ten presente que no pueden adoptarse bastantes precauciones en un asunto que no ventila sino una sola vez, que no se puede reparar y donde se juega una eternidad de dicha o de infelicidad.

   II. Pecadores, pensad en la muerte y despreciaréis los bienes del mundo y trabajaréis por la salvación de vuestra alma. Avaro, morirás; ¿a quién pasarán tus tesoros? Voluptuoso, ¿qué te quedará de tus placeres? Orgulloso, ¿de qué te servirán tus honores? ¿Qué desearás, qué temerás, qué te afligirá en la hora de la muerte? Piensa ahora en ello. ¡Oh muerte, cuán amargo es tu pensamiento para el hombre que vive en paz en medio de sus bienes! (Eclesiastés).

   III. Justos o pecadores, quienquiera seáis, iréis a la casa de vuestra eternidad, descenderéis a la tumba; vuestros amigos, vuestros bienes, vuestros placeres, vuestros honores os abandonarán, nada os quedará fuera de un lúgubre sepulcro. Iréis, no sabéis ni cuándo ni cómo. Iréis, pero de allí no volveréis; es la casa de la eternidad, donde se está para siempre. Ya no quiero en adelante pensar sino en morir bien; es la verdadera filosofía del cristiano. El hombre irá a la casa de su eternidad. (Eclesiastés).

El pensamiento de la muerte
Orad por los agonizantes.

ORACIÓN
   Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Severino, vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.

sábado, 22 de octubre de 2011

SANTORAL 22 DE OCTUBRE




22 de octubre


SANTA MARÍA SALOMÉ
Pedid y se os dará; buscad y hallaréis;
llamad y se os abrirá.
(Mateo, 7,7).


   Santa María Salomé tenía tanto amor por Jesucristo, que le siguió hasta el Calvario, con Santa María Magdalena y María, madre de Santiago. Así, en el momento en que los discípulos abandonaban al Salvador, esta santa mujer le permaneció fiel. Ella proporcionó perfumes para ungir el cuerpo de Jesucristo y, el domingo, fue al santo sepulcro muy de mañana con sus dos compañeras. Allí, encontraron aun ángel que les anunció la resurrección de Jesucristo.

MEDITACIÓN
CÓMO SE HA DE BUSCAR
A DIOS PARA ENCONTRARLO

   I. Hay que buscar a Dios en todos nuestros actos, siguiendo el ejemplo de María Salomé que lo siguió durante su vida, lo buscó en el Calvario y lo honró en la tumba. Fuera de Dios, ¿hay acaso algo en este mundo que merezca tus cuidados y afanes? Todo el resto pasa; todo el resto ha sido creado para tu uso y no para ser tu último fin. Los bienes del mundo son vanos y falaces, sólo sus males son verdaderos.

   II. Estas santas mujeres fueron con prontitud y muy de mañana al santo sepulcro para buscar en él a Jesús. Imítalas, conságrate a Dios desde tu juventud, o, si por desgracia has dado al mundo los más hermosos días de tu vida, di con David: Señor, no te acuerdes de las faltas e ignorancias de mi juventud.¡Ay! son grandes y numerosas, porque no usé sino para ofenderos la inteligencia y la libertad que me disteis para conoceros y para amaros. Desde que pude ofenderos, no he cesado de cometer pecados y realizar obras malas. (San Bernardo).

   II. ¿Quieres encontrar a Jesús y gozar de los consuelos de su divina presencia? Búscalo en el Calvario y en la tumba; búscalo con lágrimas y gemidos, porque lo has perdido entregándote a los placeres prohibidos. Mundanos, regocijaos tanto como os plazca, yo quiero buscar a Jesús en los sufrimientos; porque si lo busco en las aflicciones durante mi vida, lo encontraré en la gloria después de mi muerte. Si nos regocijamos con el siglo, es de temer que lloremos igualmente con él. (Tertuliano).

La meditación de la Pasión
Orad por vuestros enemigos.

ORACIÓN
   Escuchadnos, oh Dios Salvador nuestro, y que la fiesta de la bienaventurada María Salomé, al mismo tiempo que regocija nuestra alma la enriquezca con los sentimientos de una tierna devoción. Por J. C. N. S. Amén.

viernes, 21 de octubre de 2011

SANTORAL 21 DE OCTUBRE




21 de octubre 

SANTA ÚRSULA
y
COMPAÑERAS,
Mártires
Os he desposado con el único Esposo que es Jesucristo,
para presentaros a Él como una virgen pura.
(2 Corintios, 11, 2).
   Santa Úrsula, hija de un rey de Inglaterra, y once mil vírgenes, compañeras suyas, fueron embarcadas en Londres por orden del tirano Máximo para ser transportadas a Bretaña, donde debían ser casadas con los soldados que habían conquistado a ese país. Sorprendidas por una tempestad, fueron arrojadas en las costas de la Germania. Allí dieron con unos piratas que quisieron hacerlas víctimas de sus pasiones; pero ellas, animadas por Úrsula, prefirieron morir a dejarse arrebatar su virginidad.

MEDITACIÓN
SOBRE SANTA ÚRSULA
   I. Santa Úrsula exhorta a sus compañeras a morir antes que consentir en la pérdida de la castidad. Su ejemplo las anima más que sus palabras. Mueren todas, pero mueren castas e inocentes. Aprende de esto a renunciar a la vida que te es común con las bestias, antes que perder la pureza que te hace semejante a los ángeles, y la gracia que hace de nosotros hijos adoptivos de Dios. ¡Antes morir que mancharse! que ésta sea tu divisa; y, siguiendo el ejemplo de Santa Úrsula, inspira los mismos sentimientos a los que están bajo tu guía.

   II. Entre estas once mil vírgenes, una hubo que careció de valor: escondióse para evitar la muerte. Nada es perfecto en este mundo, preciso es que haya sombras y faltas; existen hombres imperfectos en los monasterios más santos y en las congregaciones más fervorosas. Que aquél que está en pie se cuide de no caer. Humíllate: San Pedro negó a Jesucristo. Judas lo traicionó: ¡los dos sin embargo eran apóstoles!

   III. De once mil vírgenes, una sola rehuye el martirio. En la vida religiosa, por un imperfecto y un tibio, se encuentra a varios fervorosos y excelentes servidores de Dios. Y, todavía, esta virgen, llamada Córdula, animada por el generoso ejemplo de sus compañeras, salió al día siguiente de su escondite y Sufrió ella también el martirio. Tal es la ventaja que se obtiene de la compañía de personas virtuosas: se cae con menor frecuencia, uno levántase con mayor rapidez, hasta se aprovecha de las caídas para redoblar el fervor. Si estás tú imposibilitado de evitar ocasiones de ofender a Dios, vela sobre ti con mayor cuidado. En la vida religiosa, el hombre vive una vida más pura, cae más raramente, levántase más rápido y avanza con más precaución. (San Bernardo).

La caridad
Orad por la Orden de las Ursulinas.

ORACIÓN
   Señor, Dios nuestro, concedednos la gracia de celebrar las victorias de Santa Úrsula y sus compañeras, mártires, con devoción duradera, a fin de que, si no podemos rendirles todo el honor que ellas merecen, por lo menos les presentemos nuestros humildes homenajes. Por J. C. N. S. Amén.

jueves, 20 de octubre de 2011

SANTORAL 20 DE OCTUBRE






20 de octubre

SAN JUAN CANCIO
O
SAN JUAN DE KENTI,

Confesor

Mis amados, os conjuro a que os abstengáis
como extranjeros y peregrinos,
de los deseos carnales que combaten contra el alma.
(1 Pedro, 2. 11).

   Llevaba este santo la caridad hasta el extremo de despojarse de sus propias vestiduras para cubrir a los indigentes. Viajó cuatro veces a Roma para visitar las tumbas de los santos Apóstoles y dar testimonio de su adhesión a la Santa Sede. En una de estas peregrinaciones, topó con unos ladrones que, después de haberle tomado su dinero, le preguntaron si no tenía nada más. Respondió él que no; pero, recordando en seguida que tenía algunas monedas de oro cosidas en su manto, llamó a los malhechores y se las entregó. Impresionados éstos por su candor y su generosidad, le devolvieron lo que le habían tomado. Habitualmente llevaba cilicio, dormía y comía lo menos posible. Murió a la edad de 77 años, en 1473. Su memoria es objeto de gran veneración en Polonia y Lituania.
MEDITACIÓN
NUESTRA VIDA
ES UNA PEREGRINACIÓN

   I. El cielo es nuestra patria, la tierra es el lugar de nuestra peregrinaci6n o, más bien. de nuestro exilio. No hacemos más que pasar por este mundo, como un viajero pasa por la hostería; después de nuestra muerte ya no se piensa en nosotros. ¿Por qué, pues, amamos tanto este destierro? ¿Por qué tenemos tan poco amor por nuestra patria? Piensa a menudo en el cielo en donde Dios, que es tu Padre, te espera. Todos los días prepárate para la muerte en la cual desemboca el camino de esta vida.
   II. Un viajero no se recarga de cosas inútiles, no edifica casa en los lugares por donde pasa, no se afana por aparecer con magnificencia en ellos. Estas riquezas, estos honores, te estorban y retrasan tu marcha. ¿Por qué tomar como estables los bienes de la tierra? En el cielo es donde debes edificar una morada y acumular tesoros, porque allí es donde debes habitar eternamente. El hombre es tanto más feliz en esta vida, cuanto más sabe aligerarse mediante la pobreza y no suspira tras el peso de las riquezas. (Minucio Félix).

   III. Los lugares más agradables no retienen al viajero: atráele su patria con tantos encantos que todo el resto le fastidia. ¿Por qué te detienes tú en los placeres de esta vida? Piensa en los del cielo. Si Dios te envía aflicciones, es para que el mundo no te seduzca con sus atractivos. Sírvete del mundo, pero no te dejes encadenar por él. La vida es una hostería, no has entrado en ella sino para salir. (San Agustín).

El desapego a las riquezas 
Orad por los peregrinos.

ORACIÓN
   Haced, os lo suplicamos Señor, que avanzando a ejemplo de San Juan, en la ciencia de los santos, y dando testimonio como él de una gran misericordia para con el prójimo, obtengamos, por sus méritos, hallar gracia ante Vos. Por J. C. N. S. Amén.

miércoles, 19 de octubre de 2011

ESCRITOS DE... P.BASILIO MÉRAMO: LA SALETTE Y FATIMA PROFECIAS APOCALIPTICAS DE LOS ULTIMOS TIEMPOS VI

(Continuación de parte anterior. Ver 5ta parte aqui)



Declaraciones y actitudes de quienes leyeron el Tercer Secreto

Las declaraciones y actitudes de quienes leyeron el tercer Secreto vienen a confirmar todo lo expuesto en cuanto a lo substancial del tercer Secreto.

Quienes leyeron el tercer Secreto? Desgraciadamente  ni Mons. da Silva (primera instancia directa en la jerarquía a quien correspondía el tercer Secreto) ni Pío XII leyeron el secreto, no quisieron en resumidas cuentas enfrentarse con su contenido, dejando pasar el tiempo, quizás esperando a 1960, pero ambos fueron arrebatados antes, el primero en 1957 y el otro en 1958.

Sor Lucía cuya misión era transmitir el mensaje a la jerarquía de la Iglesia y no el publicarlo al mundo, hizo prometer ante la desidia de Mons. da Silva que fuese abierto en 1960, para que el mundo lo supiera, pues es la Jerarquía y no Sor Lucía, quien tiene el deber de publicar al mundo el tercer Secreto. Y esto en razón del contenido que concierne directamente a las autoridades de la Iglesia.

Como bien dice el Hermano Michel:  «El 17 de junio de 1944, cuando Mons. da Silva toma posesión del sobre conteniendo la tercera parte del Secreto, habría podido leer enseguida el mensaje y luego darlo a conocer en la medida que lo hubiese juzgado bueno.(....) Desde 1945, se previó que si Mons. da Silva llegaba a morir el precioso documento pasaría al Cardenal Cerejeira[1] patriarca de Lisboa. El tercer Secreto, contrariamente a eso que se afirma después, no estaba pues, ni exclusivamente, ni tampoco explícitamente destinado al Santo Padre. Al igual que las dos primeras partes del Secreto, con las que forma un todo, fué confiado a la Iglesia, y en primer lugar a los representantes de la jerarquía portuguesa, a quienes correspondía informarse y darlo a conocer» (Fátima... p. 289). Y como es lógico pensar, Sor Lucía desearía que el Papa lo supiera lo más pronto posible, y por eso quería hablar personalmente con el Papa, para exponerle el tercer Secreto y «como finalmente Sor Lucía no pudo conversar con Pío XII, desde 1946 fue convenido entre Sor Lucía y Mons. da Silva que el último Secreto sería divulgado en 1960» (Fátima... p. 290). Sor Lucía que sabía que el mensaje del 3er Secreto debía ser publicado por la Jerarquía Oficial de la Iglesia, se asegura por una promesa, prácticamente exigida, a su Obispo, para tener la garantía de que realmente fuese así, ante el rechazo de leer el mensaje por parte de Mons. da Silva, «Mencionaremos primero el testimonio decisivo del canonigo Galamba: ‘Cuando el señor Obispo rechaza abrirlo, Lucía le hace prometer que será abierto definitivamente y leído al mundo cuando ella muera, o en 1960, según sea lo primero que acontezca’» (Fátima... p.290). Es evidente que Sor Lucía no quería morir sin que al menos se de a conocer el 3er Secreto, pero como no es ésta su misión, si no la misión, el deber y la responsabilidad de la Jerarquía de la Iglesia, ella está reducida al más doloroso de los silencios, ante  el eclipse de la Iglesia,  sobre el cual Fátima viene a advertirnos.

Sor Lucía ha dicho que su misión no es la de ser profeta, es decir, la de divulgar al mundo el 3er Secreto, pues en cuanto a esto es una humilde y pobre mensajera ante  la Iglesia y sus representantes, ella es la pobre campesina carmelita que hizo de intermediaria entre el Mensaje del Cielo y la Jerarquía de la Iglesia. Su misión es advertir sobre el grave peligro de la condenación de las almas y de establecer la devoción al Inmaculado Corazón de María como último recurso de  salvación en estos tiempos Apocalipticos para el mundo y la Iglesia; por esto, conviene decirlo de paso, no importa que ahora sor Lucía se contradiga, o le hagan creer o pensar algo distinto por presión contínua de la misma Jerarquía de la Iglesia y de modo especial por el mismo Vaticano sobre tal o cual cosa, etc, reduciendo incluso  al máximo sus visitas y entrevistas, haciendo pensar que está casi prisionera en su propio convento por orden de Roma, pudiéndo sólo visitarla unos pocos familiares, viejos conocidos  y los Cardenales; pues toda otra visita requiere el permiso expreso de Roma. Así como Roma silencia el 3er Secreto es lógico que trate de silenciar al máximo a Sor Lucía. Es lógico pensar que se la adoctrine sutilmente según los propósitos de la curia Vaticana y del mismo Juan Pablo II para que diga cosas no tan disconformes a la actuación del Sumo Pontifice, con respecto a la consagración de Rusia y a la revelación del 3er Secreto, por ejemplo. En realidad poco importa, pues lo dicho anteriormente dicho está y es suficiente para saber a que atenernos.

Por esto tampoco debe inquietarnos demasiado algunas respuestas de  Sor Lucía en la entrevista con el Cardenal Padiyara el 11 de Octubre de 1992 acompañado de Mons. Michaelappa, del P. Pacheco y de Carlos Evaristo, quien asistió como intérprete, siendo además historiador y periodista, y que publicó la entrevista en «Duas Horas com a Irma Lucia» con todas las garantías de la autenticidad en 1994.

De otra parte conviene tener también en cuenta que  Sor Lucía puede decir una cosa a instancias de sus superiores, que parece decir Nuestra Señora sin que en realidad lo haya dicho; lo cual es muy significativo para hacerse una idea del carácter de Sor Lucía el cual queda reflejado en una respuesta suya al P. Umberto Pascuale: «Respondiendo a su pregunta esclarezco: Nuestra Señora de Fátima en su pedido sólo se refiere a la consagración de Rusia. En la carta que escribí al Santo Padre Pío XII, por indicación del confesor, pedí la consagración del mundo con mención explícita de Rusia» (Fátima.... p.393).

Conviene precisar referente a la misión de Sor Lucía que ella dijo claramente ante el reproche de su silencio: «Puede ser, Exmo y Rev.mo Sr. Obispo, que a alguien le debía haber manifestado todas esas cosas hace mucho tiempo,(...) Así hubiese sido, si Dios me hubiese querido en el mundo como profeta. Pero creo que esa no fué la intención de Dios, al darme a conocer todas esas cosas. Si así hubiese sido, pienso que, en 1917, cuando me mandó guardar silencio —orden que fué confirmada por medio de los que lo representaban,— me hubiera mandado hablar.» (Mensaje... p. 110).

Y en la nota nº 22 de la tercera Memoria se lee: «La hermana Lucía ha tenido varias veces que defenderse de no haber comunicado antes muchas de sus cosas. Pero, la culpa no la tenía ella; sino sus superiores, quienes por prudencia, no las dieron a conocer antes» (Mensaje... p.113).

La misión de Sor Lucía queda bien demarcada cuando Nuestra Señora manifiesta que pronto irán al cielo Jacinta y Francisco mientras que Lucía se quedará algún tiempo más. «Sí, a Jacinta y a Francisco los llevaré pronto, pero tú te quedas aquí algún tiempo más. Jesús quiere servirse de tí para hacerme conocer y amar. El quiere establecer en el mundo la  devoción a mi Inmcaculado Corazón.  A quien la abrace, prometo la salvación y serán queridas de Dios estas almas como flores puestas por mí para adornar su trono» (Mensaje... p. 195). Sor Lucía mensajera del Corazón Inmaculado, esa es su misión.

Por esto no teme Sor Lucía ninguna pena del purgatorio por haber guardado silencio respecto al 3er Secreto, cuando el canónigo Galamba decía: «Mándele, Sr. Obispo que escriba todo, sí todo. ¡Que ha de dar muchos vuelcos en el purgatorio por haber callado tanto!» Sor Lucía responde. «En cuanto a eso, no tengo el menor recelo del purgatorio» (Mensaje... p.148).

En 1941 cuando Sor Lucía escribe su cuarta Memoria, todavía no le era permitido revelar a la Jerarquía de la Iglesia el 3er Secreto: «Comienzo, pues, mi nuevo trabajo y cumpliré las órdenes de V.E. Reverendísima y los deseos del Sr. Dr. Galamba. Exceptuando la parte del secreto que, por ahora, no me es permitido revelar, diré todo. Advertidamente no dejaré nada» (Mensaje... p. 149).

Sólo cuando Sor Lucía tiene licencia del cielo para revelar el 3er Secreto, lo hace saber y espera recibir la orden formal del Obispo, pues es un mensaje que tiene formalmente por destinatario a la Jerarquía oficial de la Iglesia. Así se explica porque no accedió a decir o escribir nada sin la orden formal (oficial) en nombre de Dios, del representante oficial inmediato de la Iglesia (el Obispo del lugar). A este respecto es muy esclarecedor lo acontecido durante la entrevista de Mons. da Silva y el Canonigo Galamba, con Sor Lucía durante el verano de 1943, en el Asilo Fonseca en Valença do Minho: «De pronto el canónigo Galamba le pregunta: ‘Por qué no revela la tercera parte del Secreto de Nuestra  Señora? Puede usted quizás decirlo ahora?’ Entonces- Lucía haciendo un gesto con la cabeza hacia Mons. da  Silva: ‘Ahora, si Monseñor lo quiere, puedo decirlo’... ‘Monseñor, Sor Lucía dice que si Ud. quiere, ella puede revelar ahora la tercera parte del Secreto’ ... ‘No quiero hacer nada para eso, no quiero mezclarme en ello’ - ‘Ah, que lástima! contesta el Canónigo Galamba. Dígale al menos que lo escriba sobre un papel que le entregará en un sobre sellado’... El 15 de Septiembre, el Obispo se dirige solo a Tuy y conversando con la vidente en la enfermería, no le da la orden formal, en nombre de Dios, para redactar el  tercer Secreto, sino que  expresa únicamente un vago deseo. De suerte que Sor Lucía fué embargada por una  angustia terrible, pues, a fin de cuentas, Mons da Silva le pedía obedecer a sus inspiraciones: ‘Me parece que escribir, explicaba, es de algún modo revelarlo, y no tengo aún la autorización de Nuestro Señor para hacerlo. De todos modos, como estoy acostumbrada a ver la voluntad de Dios en mis superiores, considero la obediencia y no sé qué hacer. Prefiero una orden formal sobre la cual me pueda apoyar delante de Dios y que me permita decirle con seguridad: me lo han ordenado Señor. Pero esas palabras: ‘Si la Sor lo quiere’ me turban y me dejan perpleja Sor Lucía esperaba pues, una orden expresa de su Obispo. He ahí lo importante.» (Fátima... p. 269-270).

Podría pensarse que hay una contradicción en lo que dice Sor Lucía al canónigo «si Mons. lo quiere, puedo decirlo» de una parte, y de otra al decirle a  Mons. «no tengo aún autorización de Nuestro Señor». La contradicción es aparente, pues Sor Lucía sí podía decirlo, pero a condición de que el obispo (la Jerarquía) se lo pidiera expresa y formalmente en nombre de la Iglesia, lo cual hace Sor Lucía con sencillez y humildad exponiéndole la dificultad en revelarlo sin una orden formal de parte suya.

Finalmente a mediados de Octubre de 1943 Mons. da Silva le da la orden que Sor Lucía reclamaba. Despúes de algunas dificultades redacta el 3er Secreto fortalecida por la aparición de la Virgen el 2 de Enero de 1944 en Tuy. El 9 de Enero de 1944 avisa a Mons. da Silva que está escrito lo que le había mandado.

Por orden de Roma en 1957 el sobre es enviado al Vaticano, Mons. Venancio secretario de Mons. da Silva pide hacer una copia del original que se conserve en Portugal, pero no lo logra, sólo pudo observar a tras luz el sobre conteniendo el otro sobre con el mensaje que  estaba escrito en una pequeña hoja de papel. (Cfr. Fátima... 291).

El tercer Secreto lo leyó Juan XXIII, su confesor Mons. Cavagna, su secretario privado, Mons. Capovilla, un traductor portugués de la Secretaría de Estado Mons. Tavares. Después el Papa lo hace leer al Cardenal Ottaviani, prefecto del Santo Oficio. (Cfr. Fátima... p.295).

Juan XXIII manifestó en agosto de 1959 después de haber leído el 3er Secreto: «Esto no concierne a los años de mi pontificado» (Fátima... p.298). Estas palabras son muy significativas y reveladoras para quien está en la pista. Sólo acontecimientos de carácter apocalíptico pudieron hacer pensar que lo profetizado no podía tener ahora lugar. Al igual que la hora de la muerte todo el mundo la deja para más adelante, no piensa que puede ser ya, ahora. Lo mismo con todo lo relativo al Apocalipsis: La Gran Apostasía, la abominación de la desolación en lugar santo, el pseudo profeta con apariencia de Cristo (Cordero) pero tan bestia como su homólogo la bestia del mar, etc. Es decir que sobre los  últimos tiempos y la parusia nunca pensamos que pueda ser en estos tiempos sino más lejanos y cuanto más, mejor.

El tercer Secreto, no es una simple invitación a la oración y a la penitencia, ni trata de catástrofes materiales (guerras, destrucción, etc.) ésto ya está contenido en la segunda parte del secreto, el cual tiene tres. Sí, tres partes que forman un todo armónico pero que son 3 cosas distintas (Cfr. Fátima... p398).

Es por su contenido Apocalíptico que Roma no a querido revelar el 3er Secreto, en el cual esta involucrada también la Iglesia con esta crisis de Fe. La jerarquía oficial de la Iglesia esta comprometida en el 3erSecreto, esta es la razón por la cual en ultima instancia no se revela el 3erSecreto, sobre todo hoy, pues señala con el dedo la crisis de Fe de la cual es responsable Vaticano II y Juan Pablo II quien sigue la misma línea.

Las palabras de Juan XXIII por sí solas revelan el carácter profético del 3er Secreto, que están en armonía con todo el aspecto apocalíptico del tema.

El Cardenal Cerejeira hace una interesante reflexión al respecto muy bien comentada por el Hermano Michel: «No se trata tampoco de profecías de felicidad: el tercer Secreto de Fátima no se aviene ciertamente con las opiniones llenas de optimismo del Papa Juan XXIII anunciando que el Concilio será ‘un nuevo pentecostes’, ‘una nueva primavera de la Iglesia’, si hubiera sido esto, él mismo o sus sucesores nos lo habrían revelado. Si hubiese sido alegre, decía el Cardenal Cerejeira al Padre Caillon, nos lo hubieran dicho. Puesto que no nos dicen nada, es porque es triste’». (Fátima... p. 397).

El Cardenal Ottaviani queriendo salvaguardar la imagen del Papa, en ese entonces Pablo VI, justificando la no divulgación del 3er Secreto, nos indica sin quererlo que el Papa está concernido y le atañe directamente. En su alocución del 11 de febrero de 1967 declara que el 3er Secreto «estaba destinado al Santo Padre». «Destinado explícita y exclusivamente al Papa? Ciertamente no,» dice el Hermano Michel, pues «si el último secreto hubiera estado destinado al Papa únicamente, Sor Lucia lo hubiera dicho desde 1944». (Fátima.. p. 402). Además no se lo hubiera entregado a Mons. da  Silva como destinatario con poder de leerlo y divulgarlo, ni le hubiera hecho prometer que debía revelarlo en 1960 (fecha límite).

Lo importante es que el Card. Ottaviani «nos hace saber que es soberanamente importante para el Papa. Probablemente porque se trata de él. Seguramente es esta verdad que dió al Cardenal, o más bien al Papa Pablo VI, la idea de salir del apuro pretendiendo que el último secreto esta estrictamente reservado al Santo Padre». (Fátima... p. 402).

Sin embargo el 15 de diciembre de 1960 el Card. Ottaviani hace una alusión a la apostasía moderna en una alocución a los miembros de la Academia Marial Internacional, que pareciera tener mucho que ver con el 3erSecreto: «Basta dar un rápido golpe de vista sobre lo que pasa en este momento en el mundo, para reconocer que sin la intervención de la Madre de todas las misericordias junto al Todopoderoso, el mundo peligraría nuevamente de volverse pagano, con un paganismo más deplorable que el primero, porque está agravado por la apostasía.» (Fátima... p. 417).

No exageramos de ningún modo si involucramos al Papa en el 3er Secreto, es evidente que si «En Portugal se conservará siempre el dogma de la Fe» es porque en las otras partes el dogma de la Fe no se conservará, incluida Roma. Además ¿cómo se perderá el dogma de la Fe sin que la Jerarquía oficial de la Iglesia no haya de algún modo sido culpable, sin que el mismo Papa no desfallezca en su deber custodiando santamente y exponiendo fielmente el depósito de  la Fe? ¿Cómo el dogma de la Fe se perderá sin que haya habido desfallecimiento de aquel cuyo cargo principal consiste precisamente en conservar intacto el deposito de la Fe en el seno de la Iglesia?». (Fátima... p. 403).

Al respecto el perito oficial de Fátima (el fatimólogo más versado), el P. Alonso dice: «Es, pues, enteramente probable que el texto del tercer Secreto haga alusión concreta  a la crisis de la Fe en la Iglesia y a la negligencia de los pastores mismos. Habla también de luchas intestinas en el seno de la misma Iglesia y de graves negligencias pastorales de la alta jerarquía, de deficiencias de la alta jerarquía de la Iglesia». (Fátima... p. 403). Sor Lucia nos advierte, recordémoslo, diciéndole al P. Fuentes: «No  esperemos que venga de Roma un llamado a la penitencia de parte del Santo Padre para el mundo entero, ni esperemos tampoco que venga de nuestros obispos en sus diócesis, ni tampoco de las congregaciones religiosas. No...». (Fátima... p. 404)

La situación no puede ser más confusa y caótica como en los tiempos de la primera venida del Señor; el rebaño abandonado sin pastores. Lo cual será semejante en su Parusía (Segunda Venida).

Pablo VI leyó también el 3er Secreto: «Pablo VI, escribe Mons. Loris Capovilla, pide informaciones respecto a este documento, y no me acuerdo si fue en julio de 1963 o algunos meses después». (Fátima... p329). «En 1971, el obispo de Leira Mons. Venancio, atestigua que Pablo VI conocía el tercer Secreto». (Fátima... p. 329), pero sin decir públicamente nada, salvo evasivas.

Pablo VI menciona algunos  temas mencionados en el 3er Secreto, pero con el fin de disipar cualquier sospecha sobre su contenido. Poniendo así el dedo en la llaga durante una conversación con un periodista milanés en el otoño de 1965: «El Concilio esta a punto de demostrar que al lado de una crisis de la Fe en el mundo, no hay una, afortunadamente, crisis en la Iglesia. Los temas más graves, tales como el de la libertad religiosa, han sido debatidos con amor por la Iglesia. La formación de dos corrientes, progresista y no progresista, como dicen, no pone jamás en cuestión la fidelidad a la Iglesia. Todos discuten por el bien de la Iglesia y no vemos producirse defección ni signos inquietantes de luchas intestinas». (Fátima... p. 417).

Sin embargo conviene recordar que dijo: «La Iglesia se encuentra en una hora de inquietud, de autocrítica, diríamos de auto destrucción» (Discurso 7/dic/1968). «Por cual fisura el humo de Satanás ha entrado en el templo de Dios» (Discurso 29/jun/1972).

Juan Pablo II lo lee pero sin hacer caso: «Antes de dirigirse a Fátima, Juan Pablo II leyó la tercera parte del secreto y consulta a un prelado portugués de Roma a fin de que le traduzca con todos los matices de ese dialecto portugués»: (Fátima... p. 355).

El peligro de la apostasía es mencionado por Juan Pablo II en su primera peregrinación a Fátima en 1982 cuando dice: «Las sociedades amenazadas por la  apostasía, amenazadas por la degradación moral[2]» (Fátima... p. 419).

El Cardenal Ratzinger es otra  de las personas que leyó el 3er Secreto y resulta interesante pues ha dicho algunas cosas muy importantes que vienen a corroborar lo que hemos dicho, sobre el 3er Secreto y la crisis de Fe. En agosto de 1984 el Card. Ratzinger en sus declaraciones a Vittorio Messori «afirmaba que en el tercer Secreto de Fátima, del que tuvo conocimiento, había trazos de los peligros que recaen sobre la Fe y la vida cristiana, por consiguiente sobre el mundo» (Fátima... p. 401)

Al periodista que le pregunta  por qué no se ha revelado el 3er Secreto el Cardenal Ratzinger responde: «Porque según el criterio de los Papas, no añade nada distinto a todo eso que un cristiano debe saber de la Revelación: un llamado radical a la conversión, la gravedad absoluta de la historia, los peligros que recaen sobre la Fe y la vida cristiana  y en consecuencia sobre  el mundo. Después la importancia de los últimos tiempos [...]. Pero las cosas contenidas en este tercer secreto corresponden a eso que anuncia la Escritura...» (Fátima... p. 412).
                                                
Testimonio de los Peritos

Hay otras declaraciones de personas que si bien no han leído el 3er Secreto, no obstante por el estudio y la reflexión en contacto directo con Sor Lucía nos dan luz sobre su contenido.

El Obispo de Fátima en su carta pastoral del 25 de julio de 1966 habla del Misterio de Iniquidad: «Fátima, decía Mons. Venancio, no viene tampoco a dar razón a los profetas de catástrofes mundiales imaginarias. Fátima no puede reducirse a profecías sensacionales de guerras horrorosas... Nosotros afirmamos que Fátima es una cosa mucho más seria que todo eso. Fátima, realmente en esto también,  actualiza todo  el sentido evangélico de una Iglesia lanzada escatológicamente hacia un futuro que está ciertamente bien asegurado entre las manos de Dios, pero sin embargo está amenazado permanentemente por el Misterio de Iniquidad que está ya en marcha (2 Test. 2.7).» (Fátima... p. 414).

Mons. do Amaral obispo de Fátima, el 10 de septiembre de 1984 hace la siguiente declaración que fué proporcionada por el P. Messias Díaz Coelho en la revista Mensagem de Fátima: «‘El secreto no habla ni de bombas atómicas ni de cabezas nucleares, ni de  misiles Pershing o ss-20’ declaró don Alberto Cosme do Amaral, obispo de la diócesis de Leira-Fátima, durante una sesión de preguntas y respuestas que tuvo lugar en el aula magna de la universidad técnica de Viena, el 10 de septiembre último. ‘Su contenido insistió, no concierne más que a la fe. Identificar el Secreto con anuncios catastróficos o con un holocausto nuclear, es deformar el sentido del mensaje. La pérdida de la fe  de un continente es peor  que la aniquilación de una nación; es verdad, la fe disminuye en Europa.’ El prelado hizo estas declaraciones acompañado de su secretario e intérprete, el P. Luis Kondor, segun decir de este último, el Papa tiene serias razones para no publicar el secreto. Cuando se interroga al P. Kondor para saber si Don Alberto había leído la famosa carta de Lucía, respondió que no, pero que podía apoyar lo que  decía sobre el estudio que hizo del mensaje de Fátima» (F{atima... p. 400 - 401).

Y como muy bien hace ver el Hermano Michel: «Para pronunciar palabras tan firmes sobre el tercer Secreto, podemos estar seguros que Mons. do Amaral ha tenido todas las garantías de que las conclusiones de su estudio estaban en todos sus puntos conformes a la verdad. En 1981, había ya consultado con Sor Lucía para exponerle los textos de los falsos secretos difundidos por la prensa... Es moralmente cierto que en 1984 no se comprometería públicamente a indicar en resumidas cuentas el contenido esencial del tercer secreto, sin haber obtenido el asentimiento de la vidente» (Fátima... p.401).

Si el obispo de Leira-Fátima Mons. do Amaral, se atrevió hacer esta declaración importantísima, basada en su estudio y en los contactos con Sor Lucía, es porque estaba seguro de que lo  que decía estaba en plena concordancia con el 3erSecreto, habiendo tenido en última instancia el aval de Sor Lucía; de lo contrario no se expondría al ridículo en materia tan comprometida, con cualquier desmentido incluso de Roma, que confina el tercer Secreto al silencio más absoluto.

El famoso historiador William Tomas Walsh con una pregunta que hizo el 15 de Julio de 1946 a Sor Lucía, viene también a corroborar nuestro pensamiento sobre el 3erSecreto de Fátima como profecía Apocalíptica, al interrogarle obteniendo una respuesta tal que de no ser así, lo más fácil, simple y lógico sería haber dicho no, pero al decir que no puede responder a tal pregunta,  sin querer, manifiesta que si. La pregunta fué la siguiente: «Nuestra Señora le ha  hecho algunas revelaciones referentes al fin del mundo?» y Sor Lucía contesta: «No puedo responder a esta cuestión» (Cfr. Fátima... p. 397).  Un no rotundo, hubiera sido la respuesta, sin comprometer en nada, el Secreto, si en realidad no supiera nada  de parte de Nuestra Señora sobre el fin del mundo. Luego es evidente que Sor Lucía tuvo alguna revelación sobre el fin del mundo, o más exactamente el fin de los últimos tiempos apocalípticos, como ella misma distinguía, lo cual está relacionado íntimamente con el contenido profético y apocalíptico del 3er Secreto.

La tesis del P. Alfonso (perito oficial de Fátima) muerto en 1981 cuya obra completa está inédita y permanece silenciada por Roma, sostiene que sí: «‘En  Portugal se conservará siempre el dogma de la fe’. Esta frase insinúa con toda claridad un estado crítico de la fe que sufrirán otras naciones, es decir, una crisis de la fe; mientras que Portugal salvará su fe... Pues, en el periodo que precede al gran triunfo del Corazón Inmaculado de María se producirán las cosas terribles que son el objeto de la tercera parte del Secreto. Las cuales si ‘en Portugal se conservará siempre el dogma de la fe’... se puede deducir con toda claridad, que en otras partes de la Iglesia estos dogmas se van a obscurecer o bien se van incluso a perder. El contenido del Secreto debe referirse a profecías terribles con respecto al estado interior de la Iglesia.» (Fátima... p. 399).
«Semejante crisis de la fe, a escala de muchas naciones o de continentes enteros, tiene un nombre en las Sagradas Escrituras: la Apostasía. La palabra misma puede quizás encontrarse en el texto del Secreto. El P. Alonso no ha sido el primero en sostener esta tesis. Desde 1967 el R.P. Martins dos Reis escribía en su libro ‘Síntesis Crítica’: ‘todo eso que ha sido dicho (sobre  el contenido del tercer  Secreto) no son más que fantasías de mal gusto, salvo lo que se refiere a una crisis en el dogma de la Fe en ciertas naciones, a excepción de Portugal’. En 1970, el P. Mesías Dias Coelho lo sostenía públicamente en su revista ‘Mensagem de Fátima’.» (Fátima... p. 399-400). El P. Coelho en la misma revista nº 162 de abril de 1985 llegó a decir: «El Secreto habla de la actual crisis de la fe». (Fátima... p.400).

El P. Joseph Schweigl, que fue comisionado por Pio XII para hablar con Sor Lucía en agosto de 1952 a su regreso al Russicum, le confía al P. Cyrille Karel Kozina, uno de sus allegados: No puedo revelar lo que he sabido en Fátima sobre el 3er secreto pero puedo decir que hay dos partes: Una concierne al Papa. La otra, lógicamente —bien que no debo decir nada— deberá ser la continuación de las palabras: En Portugal se conservará siempre el dogma de la Fe» (Fátima....p.407).

Sor Lucía interrogada sobre el 3er Secreto por un familiar dice: «Está en el Evangelio y en el Apocalipsis, leedlos.» En otra ocasión indica capítulos VIII a XIII del Apocalipsis (Cfr. Fátima... p.422).

Y como bien dice el Hermano Michel: «el último secreto se sitúa en consecuencia dentro del cuadro apocalíptico de la lucha final entre la Virgen Inmaculada y el Dragón infernal, tal como nos lo describe el Apocalipsis... El combate apocalíptico entablado entre la Virgen María y el Dragón constituye la trama dramática de las tres partes del Secreto de Fátima» (Fátima... pp. 422 - 423).

Todos estos testimonios vienen a reforzar nuestro pensamiento acerca del 3er Secreto, el cual en substancia se refiere a la Gran Apostasía Universal profetizada en las Sagradas Escrituras para los últimos tiempos y la Gran Tribulación por la confusión doctrinal a causa de la pérdida de la fe, que reduce a la Iglesia a un pequeño rebaño a causa de la Abominación de la desolación en lugar santo. Todo lo cual conforma el misterio de iniquidad que tendrá lugar antes de la Parusía.





[1] El Cardenal Cerejeira era conciente que en 1960 se debía revelar al público el tercer Secreto: «El 7 de Septiembre de 1946, en
Brasil durante la clausura del Congreso Marial de Campinas, el cardenal Cerejeira hizo la siguiente declaración: ‘Por las dos
partes ya reveladas del secreto - la tercera no ha sido todavía comunicada, pero está redactada en una carta sellada con cera y
será abierta en 1960-, sabemos suficientemente para concluir que la salvación del mundo, en esta hora extraordinaria de la
historia, ha sido confiada al Corazón Inmaculado de María’.» (Fátima... p. 290).
[2] Doc. Cath.., 1982, p. 541.

SANTORAL 19 DE OCTUBRE





19 de octubre 

SAN PEDRO DE ALCÁNTARA,
Confesor
Traemos siempre y por todas partes en nuestro cuerpo
la mortificación de Jesucristo, a fin de que la vida de J esús
 se manifieste también en nuestro cuerpo.
(2 Corintios, 4, 10).

   San Pedro de Alcántara, siendo aun niño abandonó todas las esperanzas que le daban su nacimiento ilustre y sus raras cualidades, para entrar en la Orden los Recoletos. Animado del espíritu de San Francisco, trabajó con mucho fruto por la salvación de las almas, mediante sus predicaciones y numerosos milagros que Dios obró a sus ruegos. Santa Teresa mucho lo admiraba y asegura que Dios nada le había rehusado de lo que ella le había pedido por su intermedio. Murió en 1562.
MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA DE
SAN PEDRO DE ALCÁNTARA

   I. Este gran santo tenía tanto amor por los sufrimientos que a las austeridades prescritas por la regla de su Orden, añadió también otras más rigurosas. Comienza tú por practicar las mortificaciones que te impone tu estado de vida; haz después algunas penitencias supererogatorias. Es la manera de evitar el pecado. ¡Al que renuncia a las cosas permitidas, qué fácil le resulta evitar las prohibidas! (Tertuliano).

   II. Su espíritu siempre estaba ocupado por el pensamiento de Dios. ¿Qué te impide a ti elevar de vez en cuando tu corazón a Dios? Lo puedes hacer en medio de tus más importantes ocupaciones. Ofrece al Señor, en cada hora del día, lo que haces y lo que sufres. Un acto de amor o de contrición se hace muy pronto.

   III. Este santo tenía tanta caridad para con el prójimo que trabajaba sin descanso en su conversión. Comenzó reformando su Orden en España, después en Portugal, y en seguida mediante sus predicaciones se ocupó de la conversión de los pecadores. Comienza tú, asimismo, trabajando por la conversión de aquellos con quienes vives; para esto, tu buen ejemplo será más poderoso que tus palabras. Es preciso que pueda decirse del cristiano lo que Tertuliano decía del filósofo, que su exterior es un lenguaje y su conducta una enseñanza.

El amor de la cruz
Orad por los Padres Recoletos.

ORACIÓN
   Oh Dios, que os dignasteis hacer ilustre al bienaventurado Pedro, vuestro confesor, mediante los dones de una admirable penitencia y sublime contemplación, conceded a nuestros ruegos que, mortificando nuestra carne siguiendo su ejemplo y ayudados por sus méritos, comprendamos más fácilmente las cosas celestiales. Por J. C. N. S. Amén.