NEGATIO
IX
Hasta que el
hombre venga a tener tan habituado el sentido
en la purgación del gozo sensible, de suerte que le envíen luego las
cosas de Dios, tiene necesidad de
negar su gozo acerca de ellas, para sacar al alma de la vida sensitiva.
El que no
sintiere la libertad de espíritu en las cosas
y gustos sensibles, de suerte que le sirvan de motivo para la oración,
sino que la voluntad se detiene y ceba en ellos, daño le hacen para ir a Dios,
y se debe apartar de usarlos.
Muchas veces
muchos espirituales emplean los sentidos en los viene sensibles, con pretexto
de darse a la oración y levantar su corazón a Dios, y es de manera que más se
puede llamar recreación que oración, y darse gusto a sí mismo que a Dios.
Cuando la
voluntad luego que se siente gusto en lo que percibe por los sentidos, se
levanta a gozar en Dios, y le sirve de motivo para tener oración, no ha de
evitar esos motivos, antes puede y debe aprovecharse de ellos para tan santo
ejercicio, porque entonces sirven las
cosas sensibles para el fin que Dios las crió, que es para ser amado y conocido
por ellas.
El que tiene el
sentido purgado y sujeto al espíritu, de todas las cosas sensibles, desde el
primer movimiento, saca deleite de sabrosa advertencia y contemplación de Dios.
Si quieres que
en tu espíritu nazca la devoción y que crezca el amor de Dios y apetito de las
cosas divinas, limpia el alma de todo apetito y asimiento y pretensión, de
manera que no se te dé nada por nada; porque así como al enfermo, echado fuera
el mal humor, luego siente el bien de la
salud, y le nace gana de comer, así tu convalecerás en Dios si en lo dicho te
curas, y sin ello, aunque más hagas, no aprovecharás.
Sé enemigo de
admitir en tu alma cosas que no tiene en sí substancia espiritual, porque no te
hagan perder el gusto de la devoción y
el recogimiento.
Mira que la flor
más delicada más presto se marchita y pierde su olor; por tanto guárdate de
querer caminar por espíritu de sabor, porque no serás constante; más escoge
para ti un espíritu robusto, no asido a nada; y hallarás dulzura y paz en
abundancia; porque la sabrosa y durable fruta en tierra fría y seca se coge.
Cata que tu
carne es flaca y que ninguna cosa del mundo puede dar fortaleza a tu espíritu,
ni consuelo, porque lo que nace del mundo, mundo es, y lo que nace de la carne,
carne es, y el buen espíritu sólo nace del espíritu de Dios, que se comunica no
por mundo ni carne.
No comas en
pastos vedados, que son los de esta vida presente; porque bienaventurados son
los que han hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos.
Si quieres venir al santo recogimiento, no has
de venir admitiendo sino negando.
Las potencias y
los sentidos no se han de emplear todos en las cosas, sino lo que no se puede excusar; y lo demás dejarlo desocupado para Dios.
Procura siempre
que las cosas no sean nada para ti, ni tú para las cosas; más
en olvido de todo, mora en tu
recogimiento con el Esposo.
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