NEGATIO
VII
La Mosca que a
la miel se arrima impide su vuelo, y el alma que se quiere estar asida al sabor
del espíritu, impide su libertad y contemplación.
No sólo los quienes
temporales y gustos y deleites
corporales impiden y contradicen el camino de Dios, más también los consuelos y deleites
espirituales, si se tienen o se buscan con propiedad, estorban el camino de las
virtudes.
La virtud no
está en las aprehensiones y sentimientos de Dios, por subidos que sean, ni en
nada de lo que este talle se puede sentir, sino
por el contrario, en lo que no se siente en sí, que es mucha humildad y
desprecio de sí y de todas sus cosas muy formado en el alma.
Todas las
visiones, revelaciones y sentimientos del cielo, por más que las estime el
espiritual, no valen tanto como el menor acto de humildad, la cual tiene los
efectos de la caridad, que no estima ni piensa bien de sus cosas, sino de las
ajenas.
Las
comunicaciones que verdaderamente son de Dios, esta propiedad tienen: que de
una vez humillan y levantan al alma; porque en este camino el bajar es subir, y
el subir es bajar.
Cuando las
mercedes y comunicaciones son de Dios, dejan repugnancia en el alma a cosas de mayorías
y de su propia excelencia, y en las cosas de humildad y bajeza le ponen más
facilidad y prontitud.
Cuando son las
mercedes y comunicaciones del demonio, en las cosas de más valor ponen
facilidad y prontitud, y en las bajas, humildes repugnancia.
Si del ejercicio
de negación hay falta, que es el total y la raíz de las virtudes, todas esotras
maneras es andar por las ramas y no aprovechar, aunque tengan muy altas
consideraciones y comunicaciones.
Más estima Dios
en ti el inclinarte a la sequedad y al padecer por su amor, que todas las
consolaciones y visiones espirituales y meditaciones que puedas tener.
En todos los
casos, por adversos que sean, antes nos habemos de alegrar que turbar, por no
perder mayor bien, que es la paz y tranquilidad del alma.
Aunque todo se
hunda y todas las cosas sucedan al revés, vano es turbarse, pues por esa
turbación antes se dañan más que se aprovechan.
Llevarlo todo
con esa cualidad pacífica, no sólo aprovecha al alma para muchos bienes, sino también
para que en esas adversidades se acierte mejor a juzgar de ellas y ponerles
remedio conveniente.
Nunca el hombre
perdería la paz si olvidase noticias y dejase pensamientos, y se apartase de
oír, ver y tratar cuanto buenamente pueda.
Olvidadas todas
las cosas criadas, no hay quien perturbe la paz, ni quien mueva los apetitos
que la perturban, pues como dice el proverbio, lo que el ojo no ve el corazón no lo desea.
El alma inquieta
y perturbada, que no está fundada en la mortificación de los apetitos y
pasiones, no es capaz, en cuanto tal, del bien espiritual, el cual no se imprime sino en el alma moderada y puesta
en paz.
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