Páginas

sábado, 28 de enero de 2012

PENSAMIENTOS DE SAN JUAN DE LA CRUZ


NEGATIO
VII

La Mosca que a la miel se arrima impide su vuelo, y el alma que se quiere estar asida al sabor del espíritu, impide su libertad y contemplación.

No sólo los quienes temporales y gustos y deleites  corporales impiden y contradicen el camino de Dios,  más también los consuelos y deleites espirituales, si se tienen o se buscan con propiedad, estorban el camino de las virtudes.

La virtud no está en las aprehensiones y sentimientos de Dios, por subidos que sean, ni en nada de lo que este talle se puede sentir, sino  por el contrario, en lo que no se siente en sí, que es mucha humildad y desprecio de sí y de todas sus cosas muy formado en el alma.

Todas las visiones, revelaciones y sentimientos del cielo, por más que las estime el espiritual, no valen tanto como el menor acto de humildad, la cual tiene los efectos de la caridad, que no estima ni piensa bien de sus cosas, sino de las ajenas.

Las comunicaciones que verdaderamente son de Dios, esta propiedad tienen: que de una vez humillan y levantan al alma; porque en este camino el bajar es subir, y el subir es bajar.

Cuando las mercedes y comunicaciones son de Dios, dejan repugnancia en el alma a cosas de mayorías y de su propia excelencia, y en las cosas de humildad y bajeza le ponen más facilidad y prontitud.

Cuando son las mercedes y comunicaciones del demonio, en las cosas de más valor ponen facilidad y prontitud, y en las bajas, humildes repugnancia.

Si del ejercicio de negación hay falta, que es el total y la raíz de las virtudes, todas esotras maneras es andar por las ramas y no aprovechar, aunque tengan muy altas consideraciones y comunicaciones.

Más estima Dios en ti el inclinarte a la sequedad y al padecer por su amor, que todas las consolaciones y visiones espirituales y meditaciones que puedas tener.

En todos los casos, por adversos que sean, antes nos habemos de alegrar que turbar, por no perder mayor bien, que es la paz y tranquilidad del alma.

Aunque todo se hunda y todas las cosas sucedan al revés, vano es turbarse, pues por esa turbación antes se dañan más que se aprovechan.

Llevarlo todo con esa cualidad pacífica, no sólo aprovecha al alma para muchos bienes, sino también para que en esas adversidades se acierte mejor a juzgar de ellas y ponerles remedio conveniente.

Nunca el hombre perdería la paz si olvidase noticias y dejase pensamientos, y se apartase de oír, ver y tratar cuanto buenamente pueda.

Olvidadas todas las cosas criadas, no hay quien perturbe la paz, ni quien mueva los apetitos que la perturban, pues como dice el proverbio, lo que  el ojo no ve el corazón no lo desea.

El alma inquieta y perturbada, que no está fundada en la mortificación de los apetitos y pasiones, no es capaz, en cuanto tal, del bien espiritual, el cual  no se imprime sino en el alma moderada y puesta en paz.




No hay comentarios:

Publicar un comentario