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martes, 4 de octubre de 2011

LA GESTA DE LOS MÁRTIRES VI


BAJO EL PODER DE CÓMODO

En el año 180, en Cartago

UNA COMUNIDAD AFRICANA


Doce cristianos, entre ellos cinco mujeres, fueron detenidos en Escila, Numidia, y conducidos a Cartago donde fueron juzgados y condenados. El interrogatorio que sigue, sin reproducir literalmente Actes Proconsulaires, tiene sin embargo un valor indiscutible.
Nada de arte en este breve diálogo, mas una sencillez que aventaja al arte y crea una emoción que los métodos literarios no podrían engendrar. Le resulta difícil al idioma castellano traducir la firmeza y la concisión de las respuestas latinas.

***

En Cartago, bajo el segundo consulado de Presensio y primero de Claudianus, el día dieciséis de las calendas de agosto, comparecían en la sala de audiencias Esperato, Natzalus, Citino, Donata, Secunda y Vestia.
El procónsul Saturnino dio comienzo al interrogatorio.
SATURNINO.—Si os enmendáis podéis obtener que os perdone el emperador, nuestro amo.
ESPERATO.—Jamás hemos hecho nada malo ni cometido injusticia. A nadie hemos deseado mal. Y aun cuando nos maltrataban, hemos correspondido con bendiciones. Somos, por lo tanto, fieles súbditos de nuestro emperador.
SATURNINO.—Seguramente. Mas tenemos una religión y debéis observarla. Juramos por la divinidad imperial y oramos por la salvación del emperador. Es una religión muy sencilla, como veis.
ESPERATO.—Tened a bien escucharme, os lo ruego, y os descubriré un misterio de sencillez.
SATURNINO.—Y tú nos explicarás una religión que insulta a la nuestra. No quiero oírte. Jura más bien por la divinidad del emperador.
ESPERATO.—No conozco al emperador divinizado de este mundo, y prefiero servir a ese Dios que nadie ha visto ni puede ver con ojos carnales. Y si no soy un ladrón y si pago la tasa al hacer mis compras, es porque conozco a mi Señor, el rey de los reyes y emperador de todos los pueblos.
SATURNINO (a los demás).—Abandonad esas creencias.
ESPERATO.—Las creencias son malas cuando inducen al asesinato y al perjurio.
SATURNINO (a los demás).—No compartáis su locura.
CITINO.—A nadie tememos, sino al Señor nuestro Dios que está en el cielo.
DONATA.—Respetamos al César como él lo merece. No tememos sino a Dios.
VESTIA.—Soy cristiana.
SECUNDA.—Soy cristiana también. Quiero seguir siéndolo.
SATURNINO (a ESPERATO).—¿Persistes tú en darte por cristiano?
ESPERATO.—Soy cristiano.

Y todos formularon la misma declaración.

SATURNINO.—¿Queréis se os dé tiempo para reflexionar?
ESPERATO.—No se discute más tan juiciosa decisión.
SATURNINO.—¿Qué hay en ese cofrecito?
ESPERATO.—Los libros santos y las cartas de Pablo, un hombre justo.
SATURNINO.—Tomad un plazo de treinta días. Reflexionad.
ESPERATO (repitió).—Soy cristiano.

Y todos hicieron lo mismo.
Entonces el procónsul Saturnino leyó su sentencia escrita en la tablilla: «Esperato, Natzalus, Citino, Donata, Vestia, Secunda y todos los demás han confesado que vivían según las prácticas cristianas. Se les ofreció ingresaran en la religión romana. Han rehusado con obstinación. Los condenamos a morir por la espada».

ESPERATO.—Rendimos gracias a Dios.
NATZALUS.—Hoy, mártires, estaremos en el cielo. Gracias a Dios.

El procónsul Saturnino hizo publicar en alta voz por el pregonero:
«Ordeno que lleven al suplicio a Esperato, Natzalus, Citino, Veturio, Félix, Acilino, Letancio, Januaria, Generosa, Vestia, Donata, Secunda».

TODOS (dijeron).—Gracias a Dios.

De ese modo recibieron todos juntos la corona del martirio. Y están en el reino, con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.


Fuente: Pierre Hanozin, S.J  "La Gesta de los Mártires".  Editorial Éxodo. 1era Edición.
Próximo Viernes: El Martirio de Apolonio

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