(Continuación y conclusión de parte anterior. Ver aqui)
Defección de la Jerarquía de la Iglesia
Como hace ver el Hermano Michel, uno de los motivos de la no publicación del 3er Secreto de parte de Roma, se debe al anuncio de la pérdida de la fe por causa (culpa) de la defección de la alta jerarquía de la Iglesia.
La defección de un clero mediocre y de una jerarquía corrupta no nos debe sorprender. La fe es a pesar de los curas, la Fe es en Dios, en su Iglesia, no es en los hombres de Iglesia, ni tampoco se crea que por muy de Iglesia que sean ya están en las cumbres de la santidad. No, la corrupción de lo mejor es lo peor. Si el clero no está a la altura de su sublime e insigne misión, se pervierte, si la jerarquía de la Iglesia no ama la verdad estando a la altura de su deber, se corrompe.
Sobre la corrupción de los hombres de Iglesia, sobre todo en los últimos tiempos, es muy aleccionador lo que Beato de Liebana dice en su comentario del Apocalipsis en el siglo VIII y que es de una actualidad manifiesta.
Beato de Liebana sobre la falsa religión y las apariencias de santidad relacionadas con la Bestia del Apocalipsis que sale de la tierra (Ap. 13,11-17) dice: «La tierra son los obispos, sacerdotes y la falsa religión; quienes bajo apariencia de santidad no se ve que se agiten en el mundo, sino que parece que obran quédamente, y simulan que son Iglesia y no lo son... Esta bestia de la tierra son los malos prelados en la Iglesia» (Obras Completas, Ed. B.A.C. Madrid 1995, p. 493).
La forma solapada con que actúan es sorprendente: «porque no se levantan abiertamente contra la Iglesia, con la que dicen que están unidos, y al decir que son hijos de Dios (...) pero ahora en la paz so pretexto de religión, meditan contra la Iglesia, lo que entonces en la guerra dirán con palabras claras. (...) no blasfeman abiertamente contra la Iglesia, sino bajo nombre de santidad, formando parte del Misterio de la Iniquidad . Sin embargo cuando llegue este tiempo del Anticristo, cuando se produzca la dispersión, es decir, cuando claramente se haya disgregado la Iglesia, y se haya manifestado en todo el mundo el hombre de pecado, entonces se pondrá al descubierto y se manifestará y se comprenderá y conocerá aquello que antes, bajo apariencia de religión, con palabras ocultas, hablaba blasfemias contra Dios; pero ahora habla como la Iglesia Católica» (Ibid p.489). Tal como hoy acontece a partir del Concilio Vaticano II, ni más ni menos, la Iglesia verdadera está dispersa, reducida a un pequeño rebaño fiel a la Tradición, la Jerarquía oficial blasfema bajo la apariencia de religión, pero nadie puede enfrentarlos pues hablan como la Iglesia Católica, utilizan su máscara y excomulgan a los pocos obispos fieles que cometieron el ‘error’ de resistirlos, tal fue el caso de Mons. Lefebvre y de Mons. de Castro Mayer.
Muchos buenos fieles por esta excomunión inválida (nula de todo derecho, pues la Tradición no se puede excomulgar, so pena de ser cismático y herético) se alejaron quedando confundidos, atemorizados y vencidos: «Los que se creían todavía buenos, ya han sido vencidos de todo el grupo que puede ser vencido; y como viven en la ceguera de la ignorancia, dicen ya que la luz y las tinieblas son una misma cosa; es decir, piensan que la Iglesia y la Sinagoga gozan de la misma vida, porque ya claramente engañados, e ignorados, e incorporados a la bestia, caminan en las tinieblas» (Ibid p. 491). Exactamente como está pasando hoy con el ecumenismo que a todos engaña e incorpora, diciendo por ejemplo, que los judíos son nuestros hermanos mayores en la fe, cuando en realidad tienen por padre a Satanás (como Nuestro Señor Jesucristo se lo dijo) y esperan al Anticristo pues: «los judíos prisioneros en los lazos de su error, en lugar de a Cristo, esperan al Anticristo» (Ibid p. 107).
Los enemigos dentro de la Iglesia, tal cual como lo denunció San Pío X de los modernistas; parecen ser de la Iglesia pero no lo son: «La serpiente dió su poder a la bestia, porque tiene falsos hermanos dentro de la Iglesia, que parece que son la Iglesia y no lo son.(...) el que parece que está en la Iglesia bajo nombre de santidad, pero que no está en la Iglesia: porque es el simulacro que se ha inventado el diablo para engañar a los religiosos bajo el nombre de religión. (...) Tiene el diablo dentro de la Iglesia a esos que, disfrazados de oveja, por fuera parece que son justos, y por dentro son lobos rapaces. Por eso no son descubiertos junto con los otros hombres que son claramente malos, sino que son considerados santos, porque con ellos están unidos en la misma unidad y acción: y a estos los tiene el diablo dentro de la Iglesia y en medio del pueblo bajo apariencia de santidad» (Ibid. p.487). Esto es Fariseismo puro, y constituye el Misterio de Iniquidad:
«Aparenta ser cordero, para inocular ocultámente los venenos de la serpiente. No parecería un cordero si hablara claramente como serpiente. Finge ahora ser cordero, para devorar con mayor seguridad al cordero.
Habla de Dios, con el fin de alejar del camino de la verdad a los que buscan a Dios. Por eso el Señor, advirtiendo a su Iglesia, dice así: Tened cuidado de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces (Mt. 7,15).» (Ibid. p. 495).
Roma corrompida, vuelta una Babilonia, está representada en la Gran Ramera del Apocalipsis (Ap, 17,13) que tanto sorprendió a San Juan: «la mujer tenía, dice, escrito la gran Babilonia, es decir, la gran confusión» (Ibid. p. 567). «La mujer es la corrupción, que en aquel libro dijimos que era la ciudad de Roma» (Ibid. p. 573).
Beato de Liebana describe cómo la bestia de la tierra ejerce su poder en presencia de la otra bestia: «este poder lo ejerce la bestia en presencia de la bestia, esto es los obispos o malos sacerdotes (...) en presencia de la bestia, porque los obispos o presbíteros, distribuyendo los sacramentos, realizan delante del pueblo lo que es útil a la voluntad del Diablo bajo el ropaje del carisma de la Iglesia». (Ibid p.499).
«El mismo Satanás se disfraza de ángel de luz (2 Cor 11,14), para que sus sacerdotes obtengan las riquezas del mundo y consigan del pueblo el testimonio de alabanza, y ellos prometan al pueblo una tranquila seguridad. (...) son los mismos sacerdotes que, bajo nombre de religión fingen que sirven a Dios, y por medio del nombre de Dios adoran al Diablo.» (Ibid. p. 501).
Conviene notar que Beato de Liebana llega a hablar hasta de una disgregación de la Iglesia en los últimos tiempos, y de obispos y de sacerdotes que están (aparentemente) en la Iglesia pero no están en Ella, es decir que no pertenecen a la Iglesia, engañando en nombre de la religión. Esto es muy importante pues coincide con La Salette y con Fátima en resumidas cuentas. Incluso conviene observar que Melania llega a referirse, en una de sus cartas al P. Roubaud del 30/IX/1894, a dos Papas «dudosos», según el texto frances «vermoulus, plats, douteux.» (Cfr. José Luis de Urrutia, S.J. «Aparición y Mensaje de La Salette» Madrid, 1983, p. 38)
Se produce el vacío señalado proféticamente en la Iglesia por el Cardenal Pacelli, futuro Papa Pío XII, tal como podemos verlo en la introducción del libro de Daniel Le Roux: «El Cardenal Pacelli (entonces Secretario de Estado de Pío XI) hace una confidencia al conde Enrico Pietro Galeazzi, que llegará a ser uno de sus más íntimos colaboradores, cuando éste le visita para organizar los detalles de su estancia en América: ‘Suponga, querido amigo, que el comunismo no sea sino uno de los organismos de subversión más visible contra la Iglesia y contra la tradición de la revelación divina, entonces vamos a asistir a la invasión en todo lo que es espiritual, el teatro y la religión. Estoy obsesionado por las confidencias de la Virgen a Lucía, la niña de Fátima. La obstinación de Nuestra Sra. ante el peligro que amenaza a la Iglesia es una advertencia divina contra el suicidio que supondría la alteración de la fe en su liturgia, su teología y su alma.’ El futuro ‘Pío XII’ se detuvo un momento. ‘Escucho a mi alrededor a los innovadores que quieren desmantelar la Capilla Sagrada, destruir la llama universal de la Iglesia, rechazar sus ornamentos, hacer que se arrepienta de su pasado histórico. Pues bien, querido amigo, tengo la convicción de que la Iglesia de Pedro debe asumir su pasado o de lo contrario cavará su tumba.’ Para acondicionar el seminario de las Misiones, Mons. Pacelli solicitó un crédito que la ‘alta administración’ del Vaticano estuvo a punto de negarle. -Es demasiado grandioso para subdesarrollados... critica un cardenal de la Curia. Esos subdesarrollados salvarán a la Iglesia, Eminencia. Vendrá un día en que el mundo civilizado renegará de su Dios, en el que la Iglesia dudará como San Pedro dudó. Estará tentada a creer que el hombre se ha convertido en Dios, que su Hijo no es más que un símbolo, una filosofía como tantas otras y en las Iglesias los cristianos buscarán en vano la lamparilla donde Dios los espera y como la pecadora, gritarán ante la tumba vacía: ¿Dónde le han puesto?...» (Mons. Roche et P. Saint Germain; «Pie XII devant l’histoire» pág. 52-53). (Pierre M’Aimes - Tu? ed Fideliter 1988 p.1).
Es curioso sin embargo que una vez electo Papa, Pío XII no leyó el tercer Secreto, siendo que como Cardenal haya quedado impresionado por «las confidencias de la Virgen a Lucía, la niña de Fátima».
Sin embargo, debemos permanecer Católicos Apostólicos y Romanos, la Romanidad es vital sobre todo en esta espantosa crisis de la Iglesia. Por esto Mons. Lefebvre con gran amor a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana decía en las últimas páginas de su último libro: «La ‘‘Romanidad’’ no es una palabra vana. La lengua latina es un ejemplo importante de ello. Ella llevó la expresión de la fe y del culto católico hasta los confines del mundo. Y los pueblos convertidos estaban orgullosos de cantar su fe en esta lengua, símbolo real de la unidad de la fe católica. Los cismas y las herejías han comenzado muchas veces por una ruptura con la Romanidad, ruptura con la liturgia romana, con el latín, con la teología de los Padres y teólogos latinos y romanos».
«Es esta fuerza de la fe católica arraigada en la Romanidad que la Masonería quiso hacer desaparecer ocupando los Estados Pontificios y encerrando la Roma católica en la Ciudad del Vaticano. Esta ocupación de Roma por los masones ha permitido la infiltración en la Iglesia del modernismo y la destrucción de la Roma católica por los clérigos modernistas y los Papas modernistas que se apresuran por destruir todo vestigio de la ‘Romanidad’: la lengua latina, la liturgia romana. Y el Papa eslavo es el más encarnizado en cambiar lo poco que guardaba el Tratado de Letrán y el Concordato. Roma ya no es ciudad sagrada. El fomenta la implantación de las falsas religiones en Roma, y cumple allí escandalosas reuniones ecuménicas, favorece por todos lados la inculturación de la liturgia, destruyendo los últimos vestigios de la liturgia romana.»
«Modificó en la práctica el estatuto del Estado del Vaticano. Rechazó el coronamiento, rechazando así ser Jefe de Estado. Este encarnizamiento contra la Romanidad es un signo infalible de ruptura con la fe católica que ya no defiende más. Las Universidades pontificias romanas han venido a ser el asiento de la pestilencia modernista. El carácter mixto de la Gregoriana es un perpetuo escándalo. Todo debe ser restaurado ‘in Christo Domino’, en Roma como en otras partes.»
«Amemos profundizar las vías de la Providencia y de la sabiduría divina a través de Roma y concluiremos que no se puede ser católico sin ser romano. Es verdad que hay católicos que no tienen ni la lengua latina, ni la liturgia romana, pero si ellos continúan siendo católicos es porque continúan siendo romanos, como los maronitas por ejemplo, por los vínculos de la cultura francesa, católica romana que los formó.»
«Por lo demás es un error, hablando de cultura romana, hablar de cultura occidental. Los judíos católicos han traido consigo del oriente todo lo que era cristiano, todo lo que en el Antiguo Testamento era una preparación y ya un aporte al cristianismo, que Nuestro Señor asumió y que el Espíritu Santo inspiró utilizar a los Apóstoles. Cuántas veces las epístolas de San Pablo nos ilustran al respecto.»
«Dios quizo que el Cristianismo, vertido de alguna manera en el molde romano, recibiese allí un vigor y una expansión excepcionales. Todo es gracia en el plan divino y nuestro divino Salvador dispuso todo como se dijo de los Romanos: ‘cum consiliis et patientia’ o ‘suaviter et fortiter’.»
«A nosotros también corresponde guardar esta tradición Romana, querida por Nuestro Señor, lo mismo que El ha querido que tengamos a María como Madre.» (Itinéraire Spirituel, ed. Seminaire International Saint Pie X, Ecône - 1990 p. 90-91-92).
Conclusión
Los mensajes de La Salette (1846) y de Fátima (1917) son profecías de carácter apocalíptico (profecías apocalípticas) es decir concernientes a los últimos tiempos.
Su objetivo es señalar con el dedo el Misterio de la Iniquidad en su culmen, es decir la pérdida de la fe, por obra de la defección de la alta jerarquía de la Iglesia, en el cumplimiento de su sublime e insigne misión, convirtiéndose en instrumento bajo las garras de Satanás. La corrupción de la religión a causa del fariseismo más sutil y atroz, es algo abominable que Nuestro Señor detesta.
La Salette y Fátima son profecías apocalípticas de suma esperanza, pues al fin el Corazón Inmaculado triunfará. Triunfo de Cristo Rey en la tierra sobre todas las Naciones y sus pueblos, triunfo de la Iglesia, bajo el reino de paz y prosperidad de los Sagrados Corazones de Jesús y María, donde habrá un solo pastor y un sólo rebaño, según las profecías Vetero y Neo testamentarias, que por desgracia han sido obscurecidas con el correr de los años dando ocasión a grandes herejías de parte de los malos y a falsas interpretaciones de parte de los buenos. No obstante es nuestro deber y obligación estar a la altura histórica en la que estamos inmersos, forjando con la gracia de Dios nuestra propia y beata eternidad.
No podemos andar por el mundo ciegos como si no tuviéramos luz. La luz siempre la tendremos, Dios, la da, la luz sobrenatural que es la fe, que ilumina nuestro camino hacia la eternidad. Luz que por muy eclipsada hoy en día por las tinieblas espesas del error, el engaño, la mentira, por el fariseismo y la Apostasía actual, será siempre como un faro celestial que nos guía en la tenebrosa obscuridad.
No debemos dejarnos agobiar por la contingencia de lo histórico, sino que debemos elevarnos a lo que en ella hay de universalidad. Debemos estar armados para no quedar sumergidos en el aluvión de hechos y acontecimientos sin saberlos discernir. Debemos como el águila sobrevolar el terreno, viendo desde las alturas el entrecruzar frenético de los eventos históricos que nos afectan y hasta condicionan.
De aquí la necesidad de la luz de la inteligencia filosófica y teológica para poder discernir los tiempos que vivimos y que cada uno percibe. Es necesaria la sabiduría y la ciencia de las Sagradas Escrituras para no quedar inmersos en la realidad sin saber a donde y como se va. Las profecías se hacen más discernibles en su hora, tal como Scio señala: «Leerán una y otra vez estas profecías, y les darán muchas interpretaciones, hasta que el cumplimiento de ellas dé un claro conocimiento de lo que muy de antemano fué anunciado con alguna obscuridad. Porque toda profecía antes de verificarse es un enigma; pero cuando se ve cumplida, su inteligencia es fácil y clara. Así S. Ireneo.» (Dan 12,4 nota 5).
No durmamos como los demás, vigilad, esta es la exhortación del Apóstol de los Gentiles(I Tes. 5,6), estemos alerta y bien despiertos a los signos de los tiempos.
Dejemos de lado la anemia espiritual, hay que ser sagaces, astutos como la serpiente y mansos como la paloma. No permitamos que los malos sean más solícitos en sus obras, que los buenos. La valentía y el tesón son necesarios, recurramos al sacramento de nuestra Confirmación, que nos acrisole en la fe de nuestro Bautismo, que vivamos según la gracia de nuestro renacimiento espiritual en las aguas del nuevo renacer.
Dispongamos nuestras almas y nuestros corazones para vivir del Amor y de la Verdad. Vivamos en estos últimos tiempos del mundo, con la esperanza de ver venir a Nuestro Señor Jesucristo en Gloria y Majestad,
Ven Señor Jesús.
SANTA FE DE BOGOTA, SEPTIEMBRE 19 DE 1995
Aniversario de la Aparición de la
Santísima Virgen de la Salette
4ta Impresión, Diciembre de 2000 Santa Fe de Bogotá
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