San Salvador, sábado 15 de Julio de 1871
LA INFALIBILIDAD PAPAL
S.S. PÍO IX |
Et dedit illi in præceptis suis potestatem, in
testamentis judiciorun, docere Jacob testimonia et in lege sua lucem dare
Israel. Eccli.
C. 45, v. 21. Dióle también autoridad á cerca de sus preceptos y leyes
judiciales, para enseñar á Jacob los mandamientos y dar á Israel la
inteligencia de su ley. (Amant). Así habla la Santa Escritura de Aarón, figura
de San Pedro y de sus sucesores, y á ellos aplicable á fortiori, porque si
aquel era sombra ó figura ellos ó los Pontífices romanos son la realidad de
aquella figura.
***
Como uno de los objetos principales del
ministerio sacerdotal es la instrucción popular religiosa, ¿qué extraño es que
como sacerdote trate yo de fijar las ideas del Pueblo á cerca del sagrado dogma
de la infalibilidad del Sumo Pontífice, declarando últimamente en el Concilio
Vaticano?
Digo declarado últimamente, no porque
hasta ahora comience á creerse en la Iglesia; decir eso sería negarlo, porque
todo dogma es una verdad que siempre se ha creído en la Iglesia, y este siempre
se ha creído; mas faltaba que se declarase y definiese, ó que el juicio de la
Iglesia universal se hiciese público y patente á todos y esa publicidad se la
ha dado el último Concilio general confirmándonos en la fe de él como revelado
por Dios y contenido en las Santas Escrituras y divina tradición. Ésto supuesto
paso á hacer las siguientes explicaciones.
¿Qué quiere decir que el Pontífice
romano es infalible? Quiere decir que las doctrinas emanadas de la silla
Apostólica ó del romano Pontífice como tal, es imposible que sean erróneas en
materia de fe y de costumbre ó en orden al dogma y á la moral. ¿Y el Pontífice
siempre es infalible? Siempre, con tal que defina ex-cátedra ó en su calidad de
Pontífice y sucesor de San Pedro alguna verdad dogmática ó moral.
¿Y el Pontífice en todas las cosas es
infalible? Sí, en todas las cosas que son pertenecientes al dogma y á la moral.
Según eso cuando trate como simple
hombre de cosas que no son pertenecientes al dogma ó á la moral ¿es falible?
Entonces no es infalible porque procede como simple hombre y no como Vicario de
Jesu-Cristo.
¿Pues no dice la Escritura que todo
hombre es mendax ó mentiroso, y no es
hombre el Pontífice? La Escritura habla del hombre simplemente como hombre y no
habla del hombre divinizado en cierto modo por su carácter, no comprende al
Pontífice en su carácter especial de Vicario de Jesu-Cristo; de lo contrario,
comprendería también al mismo Jesu-Cristo, verdadero hombre, y nadie duda que
Él es y fue siempre infalible: la Infalibilidad del Sumo Pontífice no es
distinta de la de Jesu-Cristo: Jesu-Cristo mismo es quien es infalible en la
persona de su Vicario á quien dijo: pasce
oves meas, apacienta mis ovejas, y á quien también dijo: yo he rogado por ti para que tu fe no falte.
Además, esa proposición, todo hombre es mentiroso, todos saben que es una
proposición universal moral y no metafísica y que en su generalidad solo abraza
la mayor parte de los individuos, á diferencia de la universal metafísica que
abraza á todos los individuos sin excepción, porque se funda ó refiere á la
naturaleza misma de la cosa como cuando se dice todo hombre es racional, en
cuyo caso tratándose de la naturaleza misma de la cosa, no hay hombre que no
esté comprendido: mas en la universal moral no se trata de la naturaleza ó
esencia sino de una calidad accidental que sin embargo abraza la mayor parte de
los individuos, ¿y quién duda ser de esta clase la proposición expresada?
¿Entra á caso en la naturaleza del hombre, en su esencia, el ser mentiroso? No
entra y esa cualidad mala le es extraña y accidental mediante su caída y
degradación; así es que esa proposición ni siquiera se extiende al hombre
regenerado y vuelto á su primer estado por la gracia, por lo que cualquier
cristiano honrado y digno de este nombre tendría por un insulto el que le
creyese incluido en el mendax de la
Escritura, puesto que esta solo habla del hombre degradado. Ahora bien: ¿y se
quiere que comprenda al Pontífice romano en su augusto carácter? No se infiere
ni teológica ni lógicamente; no teológicamente, así como no se infiere que el
mismo Jesu-Cristo sea falible por su especial carácter, carácter comunicado al
Pontífice romano: tampoco lógicamente, así como no se infiere que sea católico
algún individuo salvadoreño solo porque es salvadoreño, siendo católicos todos
los salvadoreños: no se infiere porque lógicamente de dos particulares no se sigue nada, y porque la proposición todo
hombre es mentiroso es particular en
el sentido metafísico y aun en cierto orden moral.
Resulta pues que este texto de la Santa
Escritura no destruye la infalibilidad pontificia ó nada absolutamente prueba
en contra de ella, ni podía ser de otra manera porque la verdad no contradice
nunca á la verdad, y las verdades de la Santa Escritura, entendidas como la
Iglesia las entiende, nunca contradicen á las verdades dogmáticas, y al
contario, en tanto una verdad es dogmática en cuanto está conforme á la Santa
Escritura y divina tradición, declarada así por la autoridad divina de la
Iglesia.
¿Y cuál es el deber de los católicos á
cerca de este dogma de la Infalibilidad pontificia: podrán todavía disputar á
cerca de él como antes de su declaración solemne? Su deber es creerlo sencilla
é ilustradamente, con firmeza y celo para defenderlo de los ataques de la
incredulidad y de la herejía, y su deber es abstenerse de disputas sobre él,
porque cuando la Iglesia ha hablado, siendo como es columna y firmamento de la
verdad, como la llama San Pablo, en materias de fe y costumbres, su fallo es
infalible, como todos los saben y lo creen, y la Iglesia es la que reunida en
general Concilio, ha confirmado y sellado esta verdad sacrosanta sin que á
nosotros nos toque otra cosa, como á miembros de la Iglesia, que creer y creer
de corazón lo que ella ha decidido y sancionado bajo la tremenda pena de
excomunión mayor para los que lo nieguen maliciosamente.
Ilmo. Mons. D. José Luis Cárcamo y Rodríguez
Tercer Obispo de El Salvador
(1872-1885)
Nota de Blog: "La Verdad" era uno de los periódicos católicos (junto a "El Católico") de circulación en El Salvador durante la segunda mitad del siglo XIX. Era de lanzamiento semanal (sábados) exceptuando que hubiese fechas de guardar u otro inconveniente. Este periódico representó una herramienta de formación católica, así mismo de arma en la lucha contra la masonería y demás fuerzas liberales que atacaron la nación salvadoreña, llevándola hacia la decadencia en que estos días se encuentra. Trataremos de hacerles llegar publicaciones doctrinales e históricas contenidas en estos archivos oficiales olvidados. Sí, olvidados; pero que aun gozan de mucha validez y es necesario traerlos a cuenta en la actualidad.
Agradezco infinitamente al Prof. Rafael Flores y su colaborador Rubén, ambos encargados de los archivos de la Arquidiócesis de San Salvador, por brindarme el acceso y la guía para la consecusión de este y otros textos que he de publicar. Dios les bendiga a ambos; que la Verdad llegue a reinar en sus corazones, y que Ésta sea custodiada por San José, castísimo esposo de María santísima, como él hiciese con Dios Hijo Redentor del Mundo.
Agradezco infinitamente al Prof. Rafael Flores y su colaborador Rubén, ambos encargados de los archivos de la Arquidiócesis de San Salvador, por brindarme el acceso y la guía para la consecusión de este y otros textos que he de publicar. Dios les bendiga a ambos; que la Verdad llegue a reinar en sus corazones, y que Ésta sea custodiada por San José, castísimo esposo de María santísima, como él hiciese con Dios Hijo Redentor del Mundo.
¡VEN SEÑOR JESÚS!
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