- Santa Teresita del Niño Jesús, Virgen
- San Gerardo de Brogne, Abad
- Santa Cándida, Virgen y Mártir
- San Froilán, Obispos y Confesor
- San Atilano de Zamora, Obispo y Ermitaño
- San Dionisio El Aeropagita, Discípulo de San Pablo
- San Evaldo el Moreno y San Evaldo el Rubio, Mártires
- San Edmundo de Escocia, Confesor
- San Félix, Obispo de Bologna
- San Adalgot, Obispo
- San Hesiquio, Confesor
- Santo Tomás Cantalupo, Obispo de Hereford
- Beato Domingo Spadafora, Confesor
- Beato Julián de Palermo, Monje
- Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.
SANTA TERESITA
DEL NIÑO JESÚS
Virgen
n. 2 de enero de 1873 en Alençon, Francia;† 30 de septiembre de 1897 en Lisieux, FranciaPatrona de las misiones; enfermos; tripulación aérea, pilotos y aviadores; floristas. Protectora contra la tuberculosis.
DEL NIÑO JESÚS
Virgen
n. 2 de enero de 1873 en Alençon, Francia;† 30 de septiembre de 1897 en Lisieux, FranciaPatrona de las misiones; enfermos; tripulación aérea, pilotos y aviadores; floristas. Protectora contra la tuberculosis.
Si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecar,
sácalo y arrójalo fuera de ti.
(Mateo 5, 29)
sácalo y arrójalo fuera de ti.
(Mateo 5, 29)
La rápida difusión del culto a Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz es uno de los acontecimientos más notables de la historia religiosa de nuestra época. Entró al Carmelo de Lisieux, a la edad de 15 años, en 1888, y murió en él el 30 de septiembre de 1897. En pocos años era conocida del mundo entero, y su caminito de sencillez y de perfección en las cosas cotidianas se hizo célebre en la espiritualidad cristiana. Numerosas gracias y milagros fueron atribuidos a su intercesión. Fue canonizada en 1925.
MEDITACIÓN
EL CRISTIANO DEBE SER CIEGO, MUDO Y SORDO
EL CRISTIANO DEBE SER CIEGO, MUDO Y SORDO
I. Para ser dichoso en este mundo, para vivir en él santamente, hay que ser ciego para muchas cosas. Cierra los ojos a todo lo que pueda hacerte concebir malos pensamientos, causarte tristeza o inspirarte orgullo; no mires los defectos de tu prójimo, o los tuyos. Dios mío, hazme ver la fealdad del pecado y la hermosura de la virtud. Aparta mis ojos para que no vean la vanidad (El Salmista).
II. Hay que saber ser mudo para vivir como cristiano. Cuando se presenta una ocasión de hablar bien de ti mismo, de hablar mal del prójimo, de faltar la caridad, guarda silencio; porque generalmente sucede que quien habla mucho comete muchos pecados y profiere palabras que lamenta después amargamente. No hay nada más provechoso que vivir en el recogimiento, hablar poco con los demás y mucho consigo mismo (Séneca).
III. ¿Para qué querer oír todo y saber todo? ¡Muchas palabras criminales, muchas maledicencias, muchos discursos impíos o atrevidos turbarán la paz de tu alma y despertarán en ella pensamientos vanos o peligrosos! El retiro te facilitará la observancia los tres consejos que hemos dado. Retírate a la soledad, no con el cuerpo sino con el espíritu; la soledad del espíritu es la que se te recomienda, no la del cuerpo (San Bernardo).
II. Hay que saber ser mudo para vivir como cristiano. Cuando se presenta una ocasión de hablar bien de ti mismo, de hablar mal del prójimo, de faltar la caridad, guarda silencio; porque generalmente sucede que quien habla mucho comete muchos pecados y profiere palabras que lamenta después amargamente. No hay nada más provechoso que vivir en el recogimiento, hablar poco con los demás y mucho consigo mismo (Séneca).
III. ¿Para qué querer oír todo y saber todo? ¡Muchas palabras criminales, muchas maledicencias, muchos discursos impíos o atrevidos turbarán la paz de tu alma y despertarán en ella pensamientos vanos o peligrosos! El retiro te facilitará la observancia los tres consejos que hemos dado. Retírate a la soledad, no con el cuerpo sino con el espíritu; la soledad del espíritu es la que se te recomienda, no la del cuerpo (San Bernardo).
El amor a la soledad.
Orad por la Orden del Carmelo.
Orad por la Orden del Carmelo.
ORACIÓN
Señor, que habéis dicho: “Si no os hacéis semejantes a niños, no entraréis en el reino de los cielos”, concedednos que imitemos de tal modo la humildad y sencillez de corazón de la virgen Santa Teresa, que logremos alcanzar las recompensas eternas. Por J. C. N. S.
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