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sábado, 24 de septiembre de 2011

NUESTRA SEÑORA DE LAS MERCEDES


NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED, LIBRA A LAS ALMAS DE LOS MÁS GRANDES PECADORES DE LA ESCLAVITUD DEL PECADO, OH PIADOSÍSIMA MADRE…!!!

24sep

Lleguémonos confiadamente al trono de la gracia:
a fin de alcanzar misericordia, y hallar gracia
para ser socorridos en tiempo oportuno.
(Hebreos, 4, 16).

En el tiempo en que los sarracenos oprimían a España y llevaban en esclavitud a gran número de cristianos, la Madre de Dios, compadecida de sus males y peligros, apareció durante la misma noche a San Pedro Nolasco, a San Raimundo de Peñafort, y a Jaime, rey de Aragón, conjurándolos a establecer una Orden religiosa para la redención de los cautivos. Ésta fue la Orden de la Merced, o de la Redención, fundada en Barcelona en 1223, y que prestó inmensos servicios a la Iglesia y a la sociedad. Para agradecer a la Santísima Virgen, la Iglesia estableció esta fiesta.

MEDITACIÓN SOBRE
NUESTRA SEÑORA DE LAS MERCEDES

 
I. Desde que María, consintiendo en el sacrificio del Redentor en la cruz, llegó a ser la cooperadora de la Redención, nada desea más que ayudar a los pobres pecadores. Por cargados de crímenes que estemos, apenas recurramos a Ella con el deseo de corregirnos, nos acogerá bondadosamente y nos obtendrá el perdón. Cuanto más desgraciados somos, con tanto mayor razón es nuestra reina. Vos sois la Reina de la misericordia, y ¿quién tiene necesidad de misericordia sino los miserables? (San Bernardo).

II .La Santísima Virgen no se contenta con retirarnos del abismo del pecado, sino que nos impide recaer en él. Recurrir a María es un medio infalible para vencer los asaltos del infierno, porque Ella es temible como un ejército en orden de batalla. ¿Te cuidas de recurrir a Ella en las tentaciones? Acuérdate de las circunstancias en las que has sucumbido y verás que, precisamente, son aquéllas en que descuidaste invocar su socorro. En tus peligros, en tus angustias, en tus dudas, piensa en María, invoca a María: que su nombre no se aleje de tus labios ni de tu corazón. (San Bernardo).

III. Pero sobre todo es en la hora de la muerte cuando María cuida de sus servidores. Si el demonio, en esa hora tremenda, redobla sus esfuerzos para perdernos, María redobla su solicitud para asegurar nuestra salvación. Es entonces sobre todo cuando para nosotros es reina de misericordia. Una madre de la tierra tiene para con su hijo moribundo menos ternura que María para con sus servidores. Invócala, pues, durante tu vida a fin de que tengas la dicha de morir uniendo en tus labios el nombre de María al de Jesús. ¡Oh Soberana, salid al encuentro de mi alma a su salida de este mundo, y recibidla en vuestros maternales brazos! (San Buenaventura) .
La frecuente invocación del nombre de María
Orad por los pecadores endurecidos.
ORACIÓN
Oh Dios, que por intermedio de la gloriosa Madre de vuestro Hijo, habéis enriquecido a vuestra Iglesia con una familia religiosa consagrada a la redención de los cristianos caídos en poder de los infieles, dignaos, en vista de sus méritos y de su intercesión, conceder a los que la honran piadosamente como la fundadora de esta gran obra, la gracia de quedar libres de las cadenas del pecado y de la cautividad del demonio. Por J. C. N. S. Amén.





PALABRAS DEL PADRE MÉRAMO



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Amados hermanos en Nuestro Señor Jesucristo:

La Providencia ha querido que en este día de la Patrona de Barcelona, Nuestra Señora de La Merced, redentora de cautivos, me haya correspondido ofrecer esta Misa estando de paso por España y tener la ocasión de verlos y hablarles recordando viejos tiempos cuando estaba por aquí, en Barcelona.
Vemos cómo Nuestra Señora siempre es quien nos ayuda, nos acoge en las horas difíciles. La advocación de Nuestra Señora de La Merced surgió milagrosamente con una aparición o revelación que hizo a Jaime el Conquistador, Rey de Aragón, a Pedro Nolasco y a Raymundo de Peñafort, para que hiciesen una orden en pro de los cautivos, de los católicos rehenes del Islam. Manifestando por los cautivos en España, en Andalucía y sobre todo en África, ese interés, esa compasión que tiene Nuestra Señora por sus hijos, y así recordarlo en estos momentos difíciles tanto en el mundo como en la Iglesia y más aún en la Iglesia. Pues es a Ella a quien tenemos que recurrir y es Ella quien nos va a proteger de todos los males, en tiempos que verdaderamente son apocalípticos. Aunque esa palabra incluso a muchos sacerdotes no les gusta, pero estos tiempos son apocalípticos.
Transitamos por el camino que Ella desde hace más de cien años ha comenzado a señalar, esta época decadente por desgracia, que culminará con el advenimiento del Anticristo. Y es también la gran esperanza de la segunda venida de Nuestro Señor, en La Salette, en Fátima, en Siracusa, donde no hace más que llorar. La primera aparición de la Medalla Milagrosa, en Lourdes, para hablar solamente de las apariciones reconocidas por la Iglesia, ese famoso tercer secreto de Fátima que no se ha querido revelar, pero que apunta a lo que está sucediendo hoy, en consonancia con La Salette.
La pérdida de la fe es peor que una tercera guerra mundial, es mucho peor; la pérdida de la fe es el desastre espiritual más grande que pueda acontecer, la gran apostasía que nosotros de algún modo estamos viviendo y que culminará con la aparición del Anticristo, previamente preparado el ámbito religioso por la bestia de la tierra, que simboliza la religión y el poder religioso que le prepara una falsa religión, una pseudo o falsa Iglesia, para que así, cuando la bestia del mar, que simboliza el poder político se entronice y se haga adorar en el templo de Dios como si fuese Dios. Hacia eso vamos, hacia eso todo se encamina; aunque el mundo no sea consciente ni se dé cuenta, vivimos la impiedad más atroz donde se conculcan los sacrosantos derechos de Dios y de la Santa Madre Iglesia.
Los mismos católicos que se dicen católicos pero que no lo son, aunque se creen católicos por ser bautizados, no profesan los dogmas esenciales que fundamentan la religión. De hecho, son muy pocos los católicos que afirman que la única religión verdadera es la católica y que fuera de la religión católica no hay salvación. Pero no solamente los fieles, aun la misma jerarquía de la Iglesia con el ecumenismo y la libertad religiosa, pregonan lo contrario. ¿Qué queda entonces de la Iglesia? Si se desconocen esas verdades y otras tantas, que sería una letanía sin acabar de enumerar errores tras errores en materia de fe, es porque no se profesa la fe.
Solamente resta un pequeño rebaño, quien se mantiene, como nosotros, fieles a la Tradición de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, que conserva la Misa tridentina, la Misa de San Pío V, la Misa romana, la verdadera Misa romana del misal romano; por eso nosotros somos más romanos que todos los demás juntos, mientras la gran mayoría ha dejado a un lado la sacrosanta Misa, para tener una nueva conforme a los tiempos, conforme al mundo moderno, al ecumenismo, para que todos se unan sin dogmas que dividan. He ahí el grave error de la unión de los hombres sin Dios, del falso ecumenismo.
Porque lo que nos divide del resto de los hombres es la fe, la fe en Nuestro Señor, la fe en Dios Uno y Trino; no es el mismo Dios que el de los musulmanes, que el de los judíos, el de los budistas y el nuestro, el de la Iglesia Católica.
Dios es Uno, pero ellos no tienen ese conocimiento sobrenatural de Dios Uno y Trino. He ahí el gran error, la gran confusión de hacer creer que cada uno se puede salvar en cualquier religión que siga conforme a la libertad de la persona humana y los dictámenes de su conciencia; eso es un grave error.
Otra cosa es pecar de ignorancia, de buena voluntad, eso solamente lo sabe Dios, que no niega a nadie la gracia necesaria para salvarse, pero una cosa muy diferente es decir que yo me pueda salvar en cualquier religión, como si fuera lo mismo. Y así, entonces, se nos persigue a todos aquellos que queremos permanecer en pie, al punto que se nos quiere hacer desaparecer y por eso Roma, la Roma modernista, no la Roma católica, la Roma tradicional, no la Roma de siempre sino la modernista como una mala mujer, como la gran meretriz escarlata que cabalga sobre la bestia, que es la religión corrompida y que bebe del cáliz de la sangre de los mártires, se aprovecha de la santidad de la Iglesia, y de los mártires en beneficio propio para prostituir la religión de aquellos que son fieles.
Esa es la intención de querer absorbernos y hacernos desaparecer, porque mal que bien y aunque pocos, si nos mantenemos unidos y firmes en la fe estando con Dios y la Santísima Virgen, nada debemos temer. De ahí la importancia de esa cohesión, de esa firmeza en la fe para ser una antorcha, un faro en medio de las tinieblas, de la oscuridad, de la confusión, del error, de la apostasía; dar esa luz de fe y de esperanza, manteniéndonos firmes en la fe, porque sabemos que el demonio gira a nuestro alrededor como un león rugiente buscando a quién devorar; y por eso nuestra garantía está en recurrir a Nuestra Señora, Nuestra Señora de La Merced, de la gracia, para que Ella nos proteja mucho más que a esos pobres cautivos oprimidos por el Islam y mucho más, porque ahora todo el que se diga católico es un cautivo en medio de este mundo que trata de corromperlo y degenerarlo para que pierda su fe y se vuelva un pagano más, aunque con el título de católico, pero simplemente de palabra, porque está vacío de todo contenido sobrenatural.
Y desgraciadamente en eso se ha convertido oficialmente la Iglesia Católica, en una apariencia oficialmente, porque la verdadera Iglesia será siempre fiel a Cristo, fiel a Nuestro Señor. No nos olvidemos que Nuestro Señor ya lo dijo: “Cuando vuelva, ¿acaso encontraré fe sobre la tierra?”. Y San Lucas, al referirse a la Iglesia habla de un pequeño rebaño; por tanto, no nos asombremos de que la verdadera Iglesia sea reducida a una mínima expresión y que lo que veamos oficialmente sea una mera apariencia que ha caído en manos de Satanás por haber perdido la fe; y que por eso quieren homologarnos, quieren absorbernos, para que nosotros también perdamos la fe y nos dejemos arrastrar por el error; y el error en materia de fe no solamente es herejía sino que es una verdadera apostasía, como lamentablemente es hoy.
Así pues, recurramos con esa fe a Nuestra Madre del cielo, a la Santísima Virgen, a la protectora de cautivos para que Ella nos proteja y proteja también esta ciudad de la cual Ella es la Santa Patrona. +

LA HISTORIA
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Encontrándose gran parte de España bajo el yugo de los moros que asolaban las costas del Mediterráneo, haciendo miles de cautivos a quienes llevaban al norte de Africa, en esas circunstancias, el 2 de agosto de 1218, Pedro Nolasco tuvo una visión de la Santísima Virgen que lo exhortaba a fundar una Orden con el fin principal de redimir a aquellos cristianos cautivos.
El Padre Gaver, en el año 1400, relata el diálogo en que La Virgen llama a San Pedro Nolasco y le revela su deseo de ser liberadora a través de una Orden.
Pedro Nolasco pregunta: ¿Quién eres tú, que a mí, un indigno siervo, pides que realice obra tan difícil, de tan gran caridad, que es grata a Dios y meritoria para mí?
La Virgen María responde: Yo soy María, aquella en cuyo vientre asumió la carne el Hijo de Dios, tomándola de mi sangre purísima, para reconciliación del género humano. Soy aquella a la que dijo Simeón, cuando ofrecí mi Hijo en el templo: “Mira que éste ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel; ha sido puesto como signo de contradicción: y a ti misma una espada vendrá a atravesarte el alma”.
Pedro Nolasco: ¡Oh Virgen María, madre de gracia, madre de misericordia! ¿Quién podrá creer que tú me mandas?
María: No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde una orden en honor mío; será una orden cuyos hermanos y profesos, a imitación de mi hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel y serán signo de contradicción para muchos.”
En la catedral de Barcelona, San Pedro Nolasco, apoyado por el rey Jaime el Conquistador y aconsejado por San Raimundo de Peñafort, funda la Orden religiosa de Nuestra Señora de la Merced, cuya obra, en aquellos siglos, fue realmente heroica. Se calcula que fueron alrededor de 300.000 los redimidos por los frailes mercedarios del cautiverio de los moros y unos 3.000 los religiosos que murieron mártires al entregar su vida en cumplimiento de su voto.
En conmemoración de tan insigne “merced” o misericordia de la Virgen María a los hombres, se estableció la fiesta de Nuestra Señora de la Merced el día 24 de septiembre. La comunidad religiosa lleva muchos siglos ayudando a los prisioneros. Desde el año 1259 los Padres Mercedarios empezaron a difundir la devoción a Nuestra Señora de la Merced la cual está muy extendida por el mundo.

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