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miércoles, 12 de octubre de 2011

PATROCINIO DE NUESTRA SEÑORA DE LUJÁN


12 de octubre
PATROCINIO DE
NUESTRA SEÑORA DE LUJÁN

Patrona principal de la
Argentina, Uruguay y Paraguay
¡NUESTRA SEÑORA DE LUJÁN SÁLVANOS!



Como la Virgen llegó a Luján

Antonio Farías Sáa, un hacendado radicado en Sumampa (Santiago del Estero) quería colocar en su estancia una capilla para la Virgen. Le pidió a un amigo que vivía en Brasil que le enviara una imagen que representara la Inmaculada Concepción de María. El amigo le envió dos, la que le había encargado y otra de la Virgen con el Niño Jesús. Cuando llegaron, fueron colocadas en una carreta y partieron en caravana rumbo a Sumampa.

La imagen era llevada en carreta de Buenos Aires a Santiago del Estero cuando se detuvo inexplicablemente a las orillas del río Luján (67km de Buenos Aires), cerca de la casa de Don Rosendo Oramas.  Se cambiaron los bueyes y se bajó la carga, pero sin resultado. Los bueyes rehusaban cruzar el río. Entonces alguien observó las dos pequeñas cajas con las imágenes de la Virgen. Bajaron la estatua de la Virgen con el Niño sin que nada sucediera, pero cuando removieron la caja con la Inmaculada, inmediatamente los bueyes echaron a andar. Los asombrados testigos repitieron esto una y otra vez, con idénticos resultados. Así comprendieron que Nuestra Señora quería quedarse en Luján y ellos con gusto y alegría la complacieron. Pronto la noticia se propagó y llegaban numerosos peregrinos. Al principio la imagen fue llevada a la casa de Don Rosendo, quien fabricó la capilla primitiva donde se veneró a Nuestra Señora durante cuarenta años. 

Un esclavo escogido por la Virgen: Manuel

Manuel fue traído de Africa y vendido como esclavo en Brasil. Llegó al Río de la Plata a los 25 años de edad, en la misma embarcación donde venia la bendita imagen de la Virgen. Presenció el milagro en la estancia de don Rosendo y dedicó desde entonces su vida a cuidar a la Virgen de Luján.

La tradición nos dice que Manuel, recibió el don de curación con el sebo de las velas de la capilla y relataba a los peregrinos los viajes de la Santa Virgen, que salía de noche para dar consuelo a los afligidos. Con los años, don Rosendo falleció y el lugar quedó casi abandonado, pero éste hombre fue siempre fiel y continuó al servicio de la Virgen.

Doña Ana de MatosViuda de Siqueyras, Doña Matos tenía tierras junto al río Luján, y quería construir una capilla y llevar la imagen a su casa. En el 1671 habló con el Padre Juan de Oramas, administrador de los bienes de don Rosendo y la colocó en su casa, pero la Santa Virgen desapareció y la encontraron en su antigua capilla. Doña Ana volvió a llevar la imagen a su casa y por segunda vez regresó a la estancia de Don Rosendo.

Doña Ana consultó entonces a las autoridades eclesiásticas y civiles, quienes viajaron al lugar y examinaron lo sucedido, esta vez la Virgen fue trasladada en una devota peregrinación y en compañía de Manuel. Desde ese momento la imagen no retornó más a su antigua capilla.

Luego de confirmar la veracidad de lo sucedido, la autoridad eclesiástica, autorizó oficialmente el culto público a la "Pura y Limpia Concepción del Río Luján". Doña Ana donó el terreno para la realización del nuevo templo en el año 1677 lugar en donde actualmente se encuentra la hermosa Basílica de Luján.

El milagro del Padre Pedro de Montalbo

El Padre Montalbo estaba desahuciado cuando en 1684 viajó a Luján. Casi moribundo fue llevado a la capilla. El Negro Manuel le ungió el pecho con el sebo de la lámpara que ardía en el altar y le dio de beber una infusión con abrojos de los que solía desprender del vestido de la Virgen. Don Pedro sano milagrosamente y agradecido se quedó como primer capellán.

El Pueblo de Luján

El lugar empezó a poblarse con los devotos de la Virgen y tomó el nombre de Nuestra Sra. de Luján. En 1755 se le otorgó el título de Villa. La devoción y los milagros aumentaban y el 23 de octubre de 1730, Luján era instituida parroquia. El cura párroco don José de Andújar deseaba ampliar el templo y junto al Obispo Fray Juan de Arregui, iniciaron la construcción, pero esta terminó por desplomarse antes de ser  inaugurada.




Don Juan de Lezica y Torrezuri

Nacido en Vizcaya, España, Don Juan estaba muy enfermo cuando fue curado milagrosamente por la Santísima Virgen de Luján. En agradecimiento se entregó por completo a la creación del nuevo templo y en agosto de 1754 se inicio la construcción. En 1765 se terminó felizmente la obra y los cabildantes de Luján eligieron y juraron a Nuestra Señora por celestial Reina y Patrona.

Orígenes de La Basílica Nacional de Luján 

Hacia el año 1872, el Arzobispo de Buenos Aires, Monseñor Federico Aneiros, entregó la custodia del templo a los sacerdotes de la congregación de la Misión, conocidos como Padres Lazaristas (fundados por S. Vicente de Paúl).
En aquel entonces el Padre Jorge María Salvaire, fue herido en un viaje por los indios y estuvo al borde de la muerte. En ese momento realizó una promesa a la Santísima Virgen y milagrosamente fue sanado.

La promesa del Padre Salvaire fue, "Publicaré tus milagros..., engrandeceré tu Iglesia". En cumplimiento de este voto, publicó en 1885 la "Historia de Nuestra Sra. de Luján".


La grandiosa basílica, de estilo gótico, tiene preciosos vitrales.En 1889 fue nombrado Cura Párroco de Luján y dedicó su vida y esfuerzos para edificar la gran Basílica, con el apoyo de Monseñor Aneiros y la colaboración de sus compañeros de Congregación, inició la construcción de la actual Basílica Nacional el 6 de mayo de 1890. La Basílica se inauguró en el 1935. El director de la obra fue el Ingeniero Ulrico Courtois.

La cripta de la basílica alberga muchos tesoros relacionados con la historia de Luján, cuenta además con hermosas réplicas de todas las advocaciones marianas de América.

Aprobación eclesiástica

La Solemne Coronación de la Virgen de Luján

El Padre Salvaire, en 1886, presentó al Papa León XIII, la petición del Episcopado y de los fieles del Río de la Plata para la coronación de la Virgen. El Pontífice bendijo la corona y le otorgó Oficio y Misa propios para su festividad, que quedó establecida en el sábado anterior al IV domingo después de Pascua. La coronación canónica se realizó el 8 de mayo de 1887.
El santuario recibió de Pío XII el título de Basílica en el año de 1930.

SANTORAL 12 DE OCTUBRE





12 de octubre


SAN WILFRIDO,
Obispo 
Confesor
Trabaja como buen soldado de Jesucristo;
el que se ha alistado al servicio de Dios,
no se embaraza en los negocios seculares.
(2 Tim, 2,

   San Wilfrido, obispo de York, se distinguió por su celo en defender en Inglaterra los usos romanos. Ofreció asilo al piadoso Dagoberto II, hijo de San Sigeberto, rey de Austrasia, destronado por el mayordomo de palacio Grimoaldo. Encargóse de la educación del joven príncipe; y éste, vuelto a su reino, recibió con grandes honores al santo obispo, obligado a su vez a abandonar su patria como consecuencia de las vejaciones del rey Egfrido. De allí, San Wilfrido fue a Roma a reclamar la protección del Papa, y volvió a Inglaterra, donde Egfrido lo hizo encarcelar. Recuperada la libertad, pero no pudiendo obtener la ejecución del juicio del Papa, se fue a Sussex a predicar el Evangelio. Fue puesto entonces en posesión de la diócesis de Hexham, retomó el gobierno de los monasterios que había fundado y murió visitándolos, en el año 709, a la edad de 75 años.

MEDITACIÓN
SOBRE LAS CUALIDADES
QUE HA MENESTER UN BUEN SOLDADO
DE JESUCRISTO

   I. Para ser verdadero soldado de Jesucristo, hay que resistir generosamente al demonio, que es su enemigo capital, oponerse en todas partes a sus designios, declarar abiertamente la guerra a sus partidarios. ¿Eres tú enemigo del demonio? Antes bien, ¿no te alistas en su partido? ¿No obedeces a todos los malos pensamientos que te sugiere? Cuando buscas tus placeres y comodidades, cuando trabajas únicamente en vista de adquirir gloria, a ese espíritu soberbio es a quien obedeces.

   II. Es menester sufrir las persecuciones de los hombres sin oponerles resistencia y sin quejarte. Si quieres marchar siguiendo los pasos de Jesucristo. saldrás victorioso cediendo en esas circunstancias, soportando con resignación las burlas y los oprobios de que se te hace objeto. Si amas a Jesús, lo imitarás sufriendo como Él hasta el fin de tu vida. Si se amase la cruz, se pasaría una vida crucificada. (San Crisóstomo).

   III. Es menester que te venzas a ti mismo: es la victoria más gloriosa, más difícil y más agradable a Dios que puedes obtener. Hazte violencia en las cosas pequeñas tanto como en las grandes. ¿No podrías acaso privarte de los pequeños halagos, que tu molicie te hace buscar con tanto afán? Sacrifícalos a Jesús crucificado, no sea que te rehúse Él la gloria preparada para los que llevan valientemente la cruz. Renuncia a ti mismo para no ser negado por Cristo; huye de ti mismo a fin de ser recibido por Cristo; piérdete a fin de ser salvado. (Salviano).

La fortaleza
Orad por los Pastores de la Iglesia.

ORACIÓN
   Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Wilfrido, vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvaci6n. Por J. C. N. S.  Amén.

DIA DE LA HISPANIDAD

EL ESPÍRITU DE LA HISPANIDAD

Durante el mes de Octubre de 1992, en los festejos por el V Centenario llevados adelante por la FSSPX, un sacerdote realizó esta ponencia, que nos ha enviado, para compartir con nuestros queridos amigos lectores de este blog. Esperamos que su lectura nos reconforte y edifique y nos facilite el camino, no para una reconstrucción de esa Hispanidad ya perdida, sino para incentivarnos en los ruegos por el Advenimiento de Aquel que hará “nuevas todas las cosas”.


"Colón es de los nuestros" dijo el gran Papa León XIII
EL ESPIRITU DEL Vº CENTENARIO

Se me ha pedido que hable sobre el Espíritu del Vº Centenario.
Tema rico en pensamientos, ideales y consecuencias. Cuestión que ciertamente supera mis conocimientos. Por este motivo intentaré resumir la médula del pensamiento del Cardenal Isidro Gomá y de los dos grandes hispanistas Ramiro de Maeztu y Vicente Sierra.
Para no recargar la exposición omitiré la referencia a las citas.
Para entrar de lleno en tema: ¿con qué espíritu debemos festejar el Vº Centenario de la Fe Católica en América?
La respuesta es sencilla, pero profunda y comprometedora: con el mismo espíritu con que se llevó a cabo el Descubrimiento y la Evangelización.
Todos entendemos lo que quiere indicarse cuando se habla del espíritu de una asociación, de un grupo, de un partido político, etc.
Es el principio formal, animador y motor que hace que la asociación, el grupo o el partido sean lo que son y no otra cosa. El espíritu de una obra o empresa es aquello que la anima, la inspira y la dirige.
Por lo tanto, si logramos discernir el principio formal, inspirador, animador y motor del descubrimiento y evangelización del Nuevo Mundo, tendremos también aquellos principios que deben regir, no sólo nuestros festejos, sino también nuestra conducta.
Para ello, nada mejor que considerar, a la luz de la Providencia, la magna obra de España y la ruptura moderna con los ideales que la guiaron.
Considerar la historia de América a la luz de la Fe: su acercamiento o alejamiento de la verdadera religión.

SENTIDO CRISTIANO DE LA HISTORIA

Para el catolicismo no existe la historia puramente humana. El hombre ha sido elevado al orden sobrenatural, y éste es su fin. Pues bien, los anales de la humanidad deben ofrecer su rastro.
En efecto, si el hombre no puede ser conocido en su totalidad sin la ayuda de la verdad revelada, ¿podrá ser explicada la sociedad humana en su historia, si no se pide auxilio a esa misma antorcha divina? ¿Tendría acaso la humanidad otro fin distinto al del hombre individual?
La historia es el gran teatro en el cual la importancia del elemento sobrenatural se declara a plena luz, ya sea por la docilidad de los pueblos a la fe, ya sea que se perviertan por el mal uso de la libertad, dando la espalda a la religión.
La historia, si quiere ser verdadera, tiene que ser católica; y todo sistema histórico que hace abstracción del orden sobrenatural en el planteamiento y la apreciación de los hechos, es un sistema falso, que no explica nada.
La Encarnación del Verbo es para la historia católica el punto culminante de la humanidad, y por ello la divide en dos grandes secciones: antes de Jesucristo, después de Jesucristo.
  • Antes de Jesucristo, muchos siglos de espera, la depravación, las tinieblas, la idolatría…
  • Después de Jesucristo, una duración de la que ningún hombre posee el secreto, porque ningún hombre conoce la hora de la concepción del último elegido.

Con estos datos ciertos, con esta certeza divina, la historia ya no tiene misterios para el católico.
Pero no sólo se aplica en buscar y señalar en la historia el aspecto que relaciona cada uno de los acontecimientos con el principio sobrenatural, sino que, con mayor razón, destaca los hechos que Dios produce fuera de la conducta ordinaria, y que tienen por meta certificar y hacer más palpable todavía el carácter maravilloso de las relaciones que ha fundado entre El mismo y la humanidad.
Entre éstos, uno llama la atención y reclama toda la elocuencia del católico: la conservación de la Iglesia a través del tiempo.
La existencia de la Iglesia hasta el fin de los tiempos, termina por dar al católico la razón de ser de la humanidad.
Entonces, él concluye, con evidencia palmaria, que la vocación de la humanidad es una vocación sobrenatural; que las naciones sobre la tierra, no solamente pertenecen a Dios, sino que también son el dominio particular del Verbo Encarnado y de su Esposa Inmaculada, la Santa Iglesia Católica Romana.
Por lo tanto, ¡basta de misterios en la sucesión de los siglos!, ¡basta de vicisitudes inexplicables!
Todo lo que sucede en la tierra, todo acontecimiento se dirige al fin: completar el número de los elegidos, el honor de la Iglesia, la gloria de Jesucristo, la alabanza de la Santísima Trinidad.
Miremos a la humanidad bajo el punto de vista de sus relaciones con Jesucristo y su Iglesia; no la separemos nunca de Ellos en nuestros juicios ni en nuestros relatos. Y cuando nuestra mirada se detenga sobre el planisferio, recordemos que tenemos ante los ojos al Imperio del Verbo Encarnado y de su Iglesia.
A la luz de estos claros principios, entresacados principalmente del libro de Dom Guéranger “El sentido cristiano de la Historia”, debemos juzgar el hecho colosal del descubrimiento y evangelización de América por España, el acontecimiento providencial de la Fe Católica en América.

LA MISIÓN PROVIDENCIAL DE ESPAÑA
En la noche del 1 al 2 de enero del año 40, la Santísima Virgen María, viviendo aún en carne mortal, se apareció a Santiago Apóstol a orillas del Ebro para consolarlo y animarlo ante las dificultades de su apostolado y el escaso fruto de su predicación.
Esa noche, al mismo tiempo en que Santiago Apóstol se entregaba a una profunda contemplación de los divinos misterios, oraba María Santísima en su oratorio del monte Sión, en Jerusalén; y presentándosele su glorioso Hijo, le comunicó su voluntad de que fuese a visitar a su discípulo.
Unos ángeles la colocaron en un brillante Trono de luz y la trajeron a Cesaraugusta (Zaragoza), cantando alabanzas a Dios y a su Reina; otros tallaron una imagen suya de una madera incorruptible y labraron una columna de mármol jaspe, que le sirvió de base.
Nuestra Señora le dijo que “era voluntad de su Hijo edificase un oratorio en aquel sitio y lo dedicase en gloria de Dios y en su honor, erigiendo por título su imagen sobre la columna. Que éstas permanecerían hasta el fin del mundo; que aquel templo sería su casa y heredad; que nunca faltarían cristianos en Cesaraugusta que le tributasen el debido culto; y que prometía su especialísima protección a cuantos la venerasen en él”.
El 2 de enero de 1492 culmina la épica lucha de la Reconquista contra los musulmanes, con la toma de Granada por los Reyes católicos.
¿Cómo no ver una bendición particular de María Santísima y una especial providencia de Dios que quisieron que tal gesta se concretase justamente en el día conmemorativo de la aparición de la Virgen del Pilar?
Nueve meses más tarde, la católica España, que incubó en su seno durante ocho siglos la Cristiandad, dio a luz para la Iglesia las tierras americanas cuando la proa de las carabelas de Cristóbal Colón besaron la tierra virgen de este continente, reservado por Dios para ser redimido y ser instrumento de redención en momentos de apostasía y de traición.
En efecto, “la excelencia de la magna gesta -dice el Papa León XIII- aparece ilustrada de una manera maravillosa por las circunstancias del tiempo en que se realizó. Colón, a la verdad -continúa el Pontífice-, descubrió América poco antes de que la Iglesia fuese agitada por una violenta tempestad. En cuanto, pues, es lícito al hombre apreciar, por los acontecimientos de la Historia, las vías de la divina providencia, parece -concluye León XIII- que verdaderamente vio la luz aquella gloria de Liguria, por singular designio de Dios, para reparar los males infligidos por Europa al nombre católico”.
Quinientos años han corrido desde el día en que América, obedeciendo a la voluntad de Dios, salió al encuentro de la Cruz de la Redención y de la Bandera de Castilla, repitiendo aquellas palabras que pronunciaron los mundos en el firmamento: “Ecce adsum”.
Tamaña gloria, concedida por Dios a la noble España, fue digna recompensa de un pueblo que durante ochocientos años había luchado contra el poder otomano por conservar intacto el depósito de la fe cristiana.
Dispuso el cielo que aquellas mismas manos que habían sostenido los derechos de la Cruz en el viejo mundo, fuesen marcando con ella sus descubrimientos y conquistas en un nuevo continente; la misma sangre que había derramado el pecho generoso del noble español en aquella lucha gigantesca de la Edad Media, debía multiplicarse con sus propios gérmenes de vida en la descendencia americana.
Dejemos a los hermanos de Portugal sus gestas, cuyas legítimas glorias nos relatarán los amigos que me acompañan. A España le corresponde la mayor y mejor, porque Colón fue Adelantado de los mares, a quien siguió la pléyade de navegantes y misioneros.
Hasta su mismo nombre es providencial y encierra un extraordinario simbolismo, profetizando su misión: Christophorus Colombo = Paloma portadora de Cristo.
Y esta gloria de Colón es la gloria de España, porque España y Colón están como consustanciados en el momento inicial del hallazgo de las Américas.
En efecto, Colón, desahuciado en Génova y Portugal, visita a los Reyes Católicos, y la Reina Isabel, que encarnaba todas las virtudes de la raza hispana, oye a Colón, cree en sus ensueños, fleta sus carabelas y envía sus hombres a la inmortal empresa.
Colón sin España es genio sin alas; sólo España tuvo la gracia de incubar y dar vida al pensamiento del gran navegante.
Nos lo asegura el Papa León XIII cuando dice: “Isabel había entendido a Colón mejor que nadie. Consta que la religión cristiana fue el motivo que abiertamente fue propuesto a esta piadosísima mujer, de espíritu varonil y recio corazón. Ella había asegurado que Colón se lanzaría un día animosamente al vasto mar «para realizar por la gloria de Dios una grandísima proeza»”.