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domingo, 25 de septiembre de 2011

EL PADRE PÍO NOS HABLA DE....


LA LUCHA - LA CULPA - LA CONFESIÓN

 

***
 
Sed constantes, permaneced en la nave en que os ha embarcado y venga tempestades. Jesús está con vosotros, no pereceréis.
                El miedo es peor que el mal mismo.
                Hay que ser valientes para ser grandes: es nuestro deber. La vida es una lucha que no podemos abandonar, pero hay que vencer.
                El alma es un campo de batalla, donde Dios y Satanás no cesan de luchar. Es necesario abrir al Señor las puertas de nuestra alma de par en par, entregársela totalmente, fortificarla con toda clase de armamento, iluminarla con Su Luz para combatir las tinieblas del error, revestirla de Jesús, con su verdad y justicia, con el escudo de la fe, con la Palabra de Dios, sólo así triunfaremos sobre el enemigo. Para revestirse de Jesús es necesario despojarse de sí mismos.
                No nos tiene que asustar la lucha con el enemigo. Cuanto más íntimamente unidos estamos a Dios, más se amilana nuestro adversario. Ánimo, por tanto.


“Caminad con sencillez por el sendero del Señor y no atormentéis vuestro espíritu.
                Aprended a odiar vuestros defectos, pero siempre con serenidad.
                Y si el demonio todavía ronda rabioso en derredor vuestro, alegraos, es muy buena señal.
                Lo que horroriza es su paz, su concordia con el alma humana.”
                No hay culpa sino en lo que el alma quiere, o bien, no habiéndolo querido, lo aprueba o no se esfuerza por alejarlo de sí.
                Acaba de una vez con estas inútiles aprensiones. Acuérdate de que no es el sentimiento lo que constituye la culpa, sino tu consentimiento. Sólo la voluntad libre es capaz de bien o de mal. Cuando la voluntad gime bajo la opresión del tentador, pero no se doblega a sus sugerencias, no sólo no hay culpa, sino que hay virtud.
                Recuerda que Dios puede rechazar todo lo que proviene de nuestro ser contaminado, pero no puede rechazar (sin rechazarse a Sí mismo, lo que sería una monstruosidad) el deseo sincero de quien quiere amarlo y abjura, por tanto, del mal.
                Conclusión. Vive tranquilo. No te dejes engañar por el enemigo.
                No ofendemos a Dios más que cuando, conociendo la maldad de una acción, la realizamos con deliberada y plena voluntad.
                Dudar es el peor insulto que podemos hacer a la Divinidad.


Ni con el pensamiento ni en la confesión hay que recordar las culpas ya manifestadas en anteriores confesiones. Por nuestra contrición, Jesús las perdonó en el Tribunal de la penitencia.
                Allí, con nuestras miserias, nos encontramos con Él como deudores ante su acreedor. Con misericordia infinita rasgó, rompió letras firmadas con nuestro pecado, que no hubiéramos podido pagar jamás sin el socorro de su clemencia divina. Volver a acusar aquellas faltas, quererlas recordar, para obtener de nuevo el perdón, solamente por la duda de si las habrá perdonado real y totalmente, ¿no es acaso por la duda de si las habrá perdonado real y totalmente por Cristo, rompiendo todo documento de nuestra deuda, contraída pecando…?
                Al máximo, si esto os conforta, recordad las ofensas hechas a la justicia, a la sabiduría, a la infinita misericordia de Dios, pero sólo para llorarlas con arrepentimiento y amor.
                …después, con fe sencilla, con el mismo amor ardiente con que Él cerca y persigue nuestras almas, humillemos a sus pies nuestra frente impura.
                Es pecado la mentira, no la verdad.
                No debemos abstenernos, para evitar escándalos farisaicos, de obrar el bien.
                Somos buenos, cuando estamos con los buenos, cuando estamos con los malos, malos. Esto es jugar al escondite. Es comportarse como niños que, ante extraños, abusan de los dulces, seguros de que, entonces, sus papás no se atreverán a reprochar su proceder.
                Quien comete sacrilegio, firma su propia condena. Sólo puede salvarse por gracia especialísima, obtenida por almas muy unidas a Dios.
                La mentira es hija del demonio.
                El simple hecho de sufrir la tentación de pensamientos impuros, no es pecado. Rechazándolos se practica la virtud.

SAN PADRE PÍO. ¡RUEGA POR NOSOTROS!

SANTORAL 25 DE SEPTIEMBRE






25 de septiembre
SAN FERMÍN,    
Obispo Mártir
Ya es hora de despertarnos.(Romanos, 13, 11).

   San Fermín se asoció a los trabajos de San Honesto de Nimes, apóstol de Navarra. Una vez consagrado obispo, predicó el Evangelio en Albi, en Agen, después en Auvernia, en Anjou, en Beauvais, y por último en Amiens, donde estableció su sede. Mucho hubo de sufrir por la fe y, después de crueles torturas, fue decapitado, alrededor del año 287 aproximadamente, por orden del prefecto Rictio Varo. Uno de los sucesores de San Fermín, llamado el Confesor, hizo edificar una iglesia sobre su tumba en San Acheul.
MEDITACIÓN
LA VIDA DEL HOMBRE
ES UN SUEÑO

   I. Nuestro sueño no es a menudo sino una ilusión continua y si es imagen de la muerte, no lo es menos de nuestra vida. Durmiendo tememos lo que no hay que temer de modo alguno. Nos parece ver espectros, ladrones, naufragios, que carecen de realidad. Eso es lo que hacemos durante nuestra vida: tememos la pobreza, la deshonra, la enfermedad, los sufrimientos.¡Pobre durmíente! despierta, e iluminado por las luces de la gracia y de la fe. verás que el pecado es lo único que hay que temer. Todo lo que pasa nada es. (San Gregorio).

   II. Durante el sueño no tememos lo que hay que temer. Si un enemigo viene a degollarnos. no experimentamos ningún espanto. porque no lo vemos. Así le sucede al pecador: no teme ni a Dios, ni ala muerte, ni al pecado, ni al infierno, porque no los ve. Tranquilo respecto a lo por venir, no teme sino el mal que ve y que siente, no piensa sino en lo presente, lo por venir no le inspira ninguna inquietud.

   III. Los pecadores no se despiertan, en su mayoría. sino en la hora de su muerte; ven entonces que sus temores fueron infundados y sus placeres llenos de ilusiones; pero es demasiado tarde para abrir los ojos. Salgamos, pues, desde ahora de nuestro sopor; trabajemos a fin de que no se nos puedan aplicar aquellas palabras del rey profeta: Los dichosos del siglo han dormido su sueño y no han encontrado nada en sus manos.
El pensamiento de la muerte
Orad por los agonizantes.

ORACIÓN
    Dios omnipotente. mirad nuestra debilidad; ved cómo el peso de nuestros pecados nos abruma. y fortificadnos por la gloriosa intercesión de San Fermín, vuestro mártir y pontífice. Por J. C. N. S. Amén.

LA MODA FEMENINA

Del blog de una querida amiga:

A grande guerra


Nota Blog: Siguen los extractos de un texto enviado por el hermano Francisco, a quien agradezco mucho. Que Dios le bendiga su generosidad. Para aquellos que quieren descargar en PDF, haga clic AQUÍ.



La Moda

"Oh mujer mundana,
que perdiste el pudor y
te presentas en público
sin avergonzarte,
¿Por qué actúas así? "
(D. Giuseppe Tomaselli)





 Escuchar y reflexionar!

Breves pensamientos morales

Punto N° 1 : Antes no existías. Dentro de 100 años tu dónde estarás ... o en el Paraíso o el Infierno!

¿Cuál es el propósito de tu vida? ... Dar al Creador una prueba de amor, con la observancia de su Ley . La vida no es placer, es la lucha contra las pasiones, en contra de Satanás y  las máximas perversas del mundo. Para vencer precisamos la ayuda  de Dios, que se obtienen con la oración y los sacramentos. El fruto de la vida cristiana es la paz  del corazón, la resignación en el sufrimiento, y luego el Paraíso.

Punto N º 2: En el tocadiscos estan impresas las ondas sonoras ... cantos delicados o groseros ... las palabras santas o inconvenientes ... Así, en el libro de tu vida permanecen escritos: los pensamientos buenos o malos, conversaciones morales o inmorales, las obras buenas o malas.Depende de ti escribir solamente lo bueno.

Punto N º 3: El río corre, a cada instante se a vecina  al mar. Tu vida se escapa, cada día que pasa es uno menos que esta sobre la tierra, cada día es un paso hacia el cementerio. ¿Tú no quieres pensar en ello? ¡Eres tonta! ¡Imita a las vírgenes prudentes!

Punto N º 4: Tu sabes que el alma vale más que el cuerpo. ¿Por qué tanta solicitud con un mísero  cuerpo y  se abandona a el alma? ¡Aprende a ser más sabia! Escucha, hija, lo que tengo que decirte, oh mujer, Mírame, flagelado hasta que la sangre y coronado de espinas! Contempla Mis contusiones y  heridas! ... Después escucha y reflexiona! En esta vida me  he mostrado un manso cordero. Fui hasta el Calvario sin abrir la boca.

Traté con dulzura a la Samaritana y  la convertí. Toqué el corazón de la pecadora Magdalena y la convirtí en mi predilecta.

A lo largo de los caminos de Palestina, salían de mi boca las palabras de luz, paz y amor. Mis enseñanzas eran dulces como el panal de miel. Un día, sin embargo, echando una mirada divina sobre todos los siglos, , ante el mal que inundó el mundo, hablé palabras de fuego: "¡Ay del mundo por los escándalos !..."

¡Ay de los que ofenden a uno de estos pequeños que creen en mí! Mejor sería que se  colgara  una piedra de molino al cuello  y  ser arrojado al mar antes que causar el escándalo!

Quien  pronuncia el "ay" es un Dios: Yo soy Jesús, el Redentor, que sufrió mucho para salvar almas, Yo, el Supremo Juez de la humanidad, que, debo pronunciar la oración para todas las almas eternas, o Cielo o al Infierno!

Reflexiona, oh mujer, que sigues la libertad de la moda, reflexiona sobre el escándalo que le das a los que te miran y la tremenda responsabilidad que llevas! ...

Te puede engañar a ti misma diciéndote : ¿Qué hay de malo en seguir esta moda ...? Por otra parte, otras mujeres hacen exactamente lo mismo! ... - Esta ilusión vale  para ti , pero la realidad es muy diferente!

No puedes engañarme, Soy Bueno , pero también  Soy Justo! Yo, el Legislador Divino,
dijé: Si uno mira a una mujer con malicia, han pecado con ella en su corazón!

 - Todos los ojos fijos en ti, con malicia, ya sea en casa o en otro lugar, son pecados que se cometen.

Estos pecados son atribuibles a los que te miran, pero ante todo a ti que eres la causa voluntaria de ellos.

Un día, cuando la muerte te arrancara del mundo, y comparecieras delante de mi  para ser juzgada, podrás ver las faltas que los hombres  cometieron al verte  con vestimenta indecente y tú misma te horrorizarás! ... ¿Qué excusa me presentarás? ... ¡Ay de ti, oh mujer, por tus escándalos!

¡Oh, mujer mundana, que perdiste el pudor y te has  presentado al público sin avergonzarte, ¿por qué actúas de esta manera?



SOBRE LA TIBIEZA

DECIMOOCTAVO DOMINGO

DESPUES DE PENTECOSTES


¡Levántate y anda!
El Evangelio de este 18º domingo después de Pentecostés presenta a nuestra consideración la curación milagrosa de un paralítico.
Ciertamente que, más allá del milagro en sí mismo, Nuestro Señor quiere darnos una lección espiritual, algo que sea provechoso para nuestra vida interior y para el adelanto en la perfección.

En la persona del paralítico de Cafarnaúm podemos encontrar materia para meditar y sacar enseñanzas sobre la parálisis espiritual…, es decir, sobre la tibieza.
En efecto, el alma tibia no avanza; se ha situado en la mediocridad; se encuentra sin fuerzas para adelantar; sólo le preocupa no caer; y para todo lo demás manifiesta un constante abandono… Está paralizada…

De esto resulta que es de suma importancia para nosotros analizar, considerar esta parálisis espiritual y meditar sobre ella y sus consecuencias. Tal vez estemos instalados en la tibieza y ni siquiera sospechemos cuál sea el estado de nuestra vida espiritual.

¿En qué consiste la tibieza? Según explican los Santos Padres y los maestros espirituales, la tibieza espiritual es una flaqueza o esterilidad del alma que, cansada de las cosas espirituales o atemorizada por las dificultades que se le presentan en el camino de la virtud, no procura avanzar, ni busca ni desea más la perfección.
Es un estado sin celo por parte de la voluntad, que se muestra apática, indolente y abandonada, que rehúye el esfuerzo y el sacrificio.

Es como una negligencia duradera, permanente, en el cumplimiento del deber propio, en el ejercicio de la caridad y de las virtudes.
Es una vida de piedad a medias, mediocre. Es un estado habitual en que uno quiere sacar el mejor partido de las ventajas de la vida espiritual, sin perder nada de las mundanas: disfrutar lo más posible en esta vida, sin perder la eterna.
Es un estado espiritual que, en general, se caracteriza principalmente por no tomar en serio el pecado venial; evitar justito el pecado mortal, y nada más. Exponerse a lo que sea, mientras no sea claramente pecado mortal.

Elementos constitutivos. Analizando más en concreto, podemos señalar los siguientes elementos de la tibieza:
a) Debilidad de la voluntad. Es lo más característico. El tibio nunca dice un «quiero» verdadero, sino más bien un «querría»… Es una veleidad, pero no una voluntad.
El tibio todavía se impresiona cuando oye las verdades relativas a la salvación…, y propone…, mas después no se esfuerza por cumplir los propósitos y las resoluciones.
Lo más alarmante de la tibieza es que la voluntad no se esfuerza, y el alma queda, además, tranquila y como justificada de que tiene razón para no esforzarse.
Poco a poco, la voluntad se va haciendo débil por ceder en cosa pequeñas, sea por sensibilidad, sea por comodidad, sea por sensualidad… Pronto se llega a no ser exacto en cosas más importantes. Por fin se termina de modo que cualquier esfuerzo se hace pesado, y, entonces, viene se descuida todo.

b) Abandono de la oración. Al debilitarse la voluntad, se deja la oración. Se comienza por dejar lo supererogatorio, lo que nos habíamos impuesto más allá de la obligatorio y necesario. Luego se omite lo más dificultoso…; ya no se medita…; las oraciones diarias se dicen por rutina hasta ser abandonadas…; se espacia la Confesión hasta que se la deja…; lo mismo ocurre con la Comunión… Y por fin, pasan temporadas enteras sin tener relación y trato con Nuestro Señor. El tibio no sabe lo que son las alegrías hondas de la unión con Dios; el gozo y tranquilidad de una consciencia recta y pura.

c) Falta de examen de consciencia Es típico del tibio el examinarse de paso y superficialmente, sin dolor ni propósito de enmienda.
El tibio tiene miedo de reconocerse paralítico. El panorama de su vida no es tan halagüeño y triunfante como él pondera en sus teorías. Tiene en el fondo una honda tristeza, un hondo vacío interior. Su superficialidad, activismo, ansias de noticias, viajes, conversaciones, no son más que recursos para desviar la atención de sí mismo para no ver el vacío.

Las causas. Entre las causas de la tibieza podemos señalar la rebeldía de las pasiones mal mortificadas y el horror a las dificultades inherentes a la práctica de la virtud.
La causa de esta enfermedad está clara: consiste en haber abandonado la vida mundana, pero sin haber mortificado los afectos desordenados; los cuales, como están vivos, se ceban y se sustentan en las cosillas del mundo y sin las cuales parece que no se puede pasar esta vida.

Tras ésto entran las distracciones, los cuidados, los temores, las pretensiones y codicias, y todas las demás espinas que acompañan los bienes de este mundo.